Partida

A la mañana siguiente, una sirvienta enviada por Asug llega al dormitorio de Amelie con una taza de té:

- ¿Qué es esto?

- Su esposo se lo envía, mi señora.

- No me apetece un té a esta hora.

- Dice que debe tomarlo... Que la semilla no puede dar frutos.

Amelie comprende. Era un té abortivo... Frunce su ceño y dice:

- Déjalo ahí. Lo tomaré.

- Mi señora, disculpe... Pero debo asegurarme que usted lo beba. Son ordenes de mi señor.

Amelie con furia, lo toma.

Horas después, ya todo está listo para marchar al reino Gook. Amelie vuelve a despedirse de Lira y al oído le susurra:

- No olvides lo que te pedí... Debes escribirme.

- Si, lo haré mi princesa. Lira llora.

- El Rey está descompuesto, así que le envío sus bendiciones para el viaje. Responde la mano derecha del Rey.

- Es... Está bien. Dígale a mi padre que cuide su salud. Amelie intenta ser fría, pero su corazón está devastado al tener que irse de su tierra.

- Lo haré, princesa.

Asug llega acompañado de Dian:

- Esposa, el es mi guardia personal, el señor Dian.

- Un placer conocer a la esposa de mi señor. Dian se reverencia ante la princesa.

- Un gusto... Conocerlo ¿Ya nos habíamos visto antes?

- Imposible, esposa. El llegó anoche...

- Claro... Entiendo. Responde la princesa, dudando.

- Amelie, el será ahora tú guardia.

- Yo... No lo necesito.

- Si... Iras a una tierra que desconoces... El debe cuidarte.

- Le juro mi completa lealtad, princesa Amelie del reino Siom.

- Está bien... Creo que tiene razón, esposo.

- Vayan ustedes en este carruaje. Yo iré a caballo.

- ¿No me acompañarás?

- Dian está aquí. Él te cuidará en el camino.

- Entiendo. Responde, sin ánimos, la princesa.

Amelie estaba subiendo al carruaje cuando de repente Lira grita:

- ¡Espere! Princesa, espere... Su... Su padre está aquí.

- ¿Papá?

Amelie corre a abrazarlo, el Rey Carson no puede evitar verla como cuando era una pequeña niña que corría hacia el.

- Perdóname hija... Tuve miedo de no soportar ver como te marchas... Pero no pude resistir, queria verte antes de que te fueras.

- Padre... Dios... Casi me voy con el corazón roto... Ahora que estás aquí, voy a mi nuevo hogar, con tranquilidad.

- Te escribiré mi dulce Amelie... Y no dejaré de pensar en ti, ni por un instante.

- Yo tampoco padre. Lira te cuidará...

- Querido Carson, te doy mi palabra que tu hija estará bien. El Rey Baroh interviene.

- Así lo espero. Ve Amelie, ve... Tiempos cruciales están a punto de llegar.

- Adiós papá. No tengo miedo, tu tampoco lo tengas.

Amelie sube al carruaje con la ayuda de Dian, cuando los dos están sentados, Amelie deja salir la tristeza que tanto reprimió dentro de ella y llora.

- Tenga, mi señora. Dian le da un pañuelo.

- Gra... Gracias.

- ¿Necesita algo más? Recuerde que estoy aquí para servirle.

- Si... Pero ahora no necesito nada. Voy a leer.

- Si, princesa. El camino es muy largo...

- ¿Es una tierra tan hostil, como todos dicen?

- El reino Gook es... Es como su príncipe heredero... Hay oscuridad pero también...

- ¿Belleza?

- ¿El príncipe Asug le parece bello?

- ... Emmm... Amelie se avergüenza.

- Mi señora... No sienta pena. Puede hablar conmigo de lo que sea, no me sorprenderé por nada...

- Mi marido es apuesto, pero... Solo eso.

- Ja,ja ¿Y yo?

- ¿Usted qué?

- ¿Le parezco apuesto?

Amelie lo mira sorprendida por su desfachatez. Y el comienza a reír:

- Lo siento, lo siento.... No quise incomodarla. Solo quería hacerla reír.

- Ah. Amelie solo responde eso y mira por la ventanilla del carruaje... Aunque de reojo mira a Dian.

Si es apuesto, aunque no tanto como Asug. Piensa para sus adentros, Amelie.

Varias horas después, la princesa se siente agotada por el viaje y Dian lo nota:

- ¿Quiere que bajemos a que usted pueda estirar sus piernas, mi señora?

- Si, por favor.

Dian frena al cochero y la ayuda a bajar. Asug llega hasta ellos:

- ¿Pasa algo?

- No, mi señor, la princesa quería estirar sus piernas.

- Esposa, aquí estamos en una zona insegura... Hay muchos espías y lacayos del Emperador. Sube al carruaje.

- Esta bien.

Antes que Amelie pueda poner un pie sobre el escalón del carruaje, una flecha le roza su mejilla.

- ¡Cubran a la princesa heredera! Grita otro de los guardias.

Amelie esta aturdida, todo paso muy rápido... De pronto una lluvia de flechas los ataca.

- Son los imperiales señor. Nos emboscaron.

- Dian, protege a mi esposa. Llévala en mi caballo.

- Si mi señor.

Dian ayuda a que Amelie monte el caballo del príncipe y comienzan a marchar a toda velocidad:

- ¿Asug estará bien? Pregunta ella.

- Si, mi princesa, el sabe como defenderse.

Mientras se alejaban del peligro, Amelie comienza a observar el paisaje, le resulta magnífico.

- Estamos muy próximos a Gook, mi princesa.

- Si... Pude notarlo, entendiendo la referencia que usted me dio.

- El castillo le gustará. Allí hay una gran biblioteca, la disfrutará.

- ¿Por qué habla como si usted me conociera?

- No lo hago, mi princesa. Pero la vi leyendo en el carruaje... Supuse...

- No me gustan las suposiciones pero... Sí, disfruto leer.

- Por eso, antes de subirnos al caballo, tomé el libro que usted dejó caer.

- Oh... Por los cielos, no me había dado cuenta. Gracias. Gracias... Ese libro es muy importante.

- ¿La Diosa del bosque?

- Si. Lo leí de pequeña...

- Es un libro muy bueno y acertado.

- Entonces ¿Ya lo leyó?

- Si...

- ¿Cree que es cierto? Los dioses caminando entre nosotros, haciéndose pasar por mortales...

- Si lo creo. La Diosa del bosque, tan fuerte e indomable... Con sus cabellos rojos y el fuego en sus ojos.

- Ibeth. Así se llama.

- Una Diosa sin igual.

- Pareciera que la admira.

- Lo hago, daría mi vida por ella... O por su descendencia.

Amelie se queda en silencio ¿El lo sabe? Se pregunta, pero por hoy, ya no quiere sorpresas y agradece estar a salvo. Mira hacia atrás y piensa en Asug...

- Espero que mi esposo se encuentre bien.

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