Suéltala

Horas antes, en lejanías del castillo Siom:

- Padre ¿Qué... Qué haces aquí?

- Estoy seguro que el Emperador se adelantó.

- No entiendo de que estas hablando.

- Eres hábil en las guerras Asug, pero no en los tratos. La princesa va a ser usada por el maldito sobrino del Emperador.

- No, ella está bien.

- Cállate, lleguemos al castillo cuanto antes. No serán ellos los primeros en sacrificarla.

- Padre... Sobre eso, quisiera llegar a un trato contigo.

- ¿Ahora? No.

- Por favor. No quiero poner en peligro a Amelie...

- No me hagas reír... ¿Te gusta la princesa?

- No.

- ¿Entonces?

- Ya no quiero seguir con todo esto... Es demasiado sacrificio para...

- Asug, Cállate. Recuperaré a tu madre y derrotaré al Emperador. Lo único que debes hacer es casarte con la princesa y tener un hijo con ella. Un niño con la sangre de ustedes, será la carnada perfecta para atraer a Tinius. Una vez que mate al mismísimo Dios Oscuro, el Emperador no tendrá otra opción que arrodillarse ante mí.

- Me pides demasiado Padre... Me pides que tenga un hijo para ser sacrificado.

- Es tu deber cuidarlo. Tú solo cásate con la princesa... Del resto me ocuparé yo.

- Como lo haces desde siempre.

Asug monta su caballo, con miedo. Odia sentir miedo, los planes de su padre lo asustan...

Mientras Asug y su padre iban hacia el castillo, Liel ordena que amarren a la princesa a un altar. El Rey Carson fue tomado por los hombres de Liel bajo amenaza de matar a Amelie:

- ¿Te atreves a hacerme esto en mi propio castillo? El Rey grita, mientras es escoltado por la guardia del enemigo.

- Yo se lo dije, majestad. Debió aceptarme como el esposo de su hija.

- Serpiente asquerosa... No te atrevas a poner tus manos sobre ella... Este... Este ridículo ritual no servirá. La Diosa no vendrá.

- Ja... ¿Cree usted, que no vendrá a rescatar a su hija?

- No lo hará. Ella... No lo hará.

- Bueno... Intentemos, provocar la ira de una Diosa es algo sencillo. Y estamos hablando de Ibeth, la rebelde.

Amelie, sin poder hablar, escucha la pelea entre Liel y su padre. Jamás había oído sobre la Diosa Ibeth ¿Ellos dijeron que Ibeth es mi madre? Se pregunta...

Edrien trae en una jaula a Phill, que se comporta salvajemente.

- Muy bien, ahora si... Comencemos. Responde Liel.

En el lugar hay más personas, sacerdotes y algunas mujeres, todos tienen un aspecto tenebroso y cantan en un idioma que Amelie desconoce... Edrien suelta a Phill y lo lanza sobre el cuerpo tendido de la princesa.

- Vamos... Llego la hora, responde ante las órdenes de tu Emperador. Edrien le habla a Phill.

Phill pareciera luchar contra sí mismo... Amelie lo mira sin entender que esta sucediendole, su cuerpo se mueve involuntariamente y el pelea contra eso.

- ¡Vamos bestia estúpida! Tienes que hacerlo. Muerde a Amelie.

Phill hace quejidos como si algo le doliera. Aún así, el zorro no cumple con las órdenes del sacerdote.

Liel saca una daga dorada de sus ropas y apuñala a Phill. Lo mata.

- Ningún enviado del Emperador puede desobedecerlo.

Amelie, sin poder hablar, llora desesperadamente. Su fiel amigo murió sobre ella... Puede sentir la sangre caliente de Phill caer por su abdomen. Amelie siente tanto dolor, quiere gritar, quiere tomar a su amigo y abrazarlo...

- Señor, no debió matarlo... El animal tenía en su cuerpo el veneno que necesitamos... Edrien le habla a Liel.

- Lo haremos de otra manera... Será un poco más dolorosa pero la Diosa sabrá que su hija está en nuestro poder.

- Dejen a mi hija, es una orden. Les ordenó que la suelten... Ibeth no vendrá... El Rey sigue clamando por Amelie.

- La Diosa está escondida... Pero estoy seguro que esta más cerca de lo que pensamos...

- Ella no está... Ibeth no puede volver... Ustedes lo saben, fue el mismísimo Emperador quien entregó a la Diosa a Tinius.

- No escuches a este viejo idiota... La Diosa vendrá por ella. Solo debemos provocarla.

Edrien saca de encima de la princesa, el cuerpo de Phill. Lo coloca sobre el suelo y mira a Amelie, casi como si tuviera culpa...

La princesa esta atontada y dolida, su alma parece estar abandonandola...

Liel se acerca y sonríe:

- Seré un poco bruto, mi princesa...

Liel rompe el escote de la princesa, el Rey quiere levantarse para detener el acto impuro que el sobrino del Emperador está a punto de cometer. Pero... Los guardias lo sostienen con fuerza, impidiéndole moverse.

- Deja a mi hija. Suéltala.

Amelie retuerce su cuerpo y mueve su cabeza de un lado al otro, de forma desesperada... Tiene miedo.

Liel toma otra vez su daga y comienza a romper la falda de Amelie... Dejándola desnuda.

- ¿No te gusta que te veamos? No debes avergonzarte... Eres preciosa princesa... Liel es irónico y malvado con sus palabras.

Él comienza a tocarla y la apuñala en su pierna. Amelie grita, aún con su boca amordazada puede escucharse su quejido.

- Tranquila querida... Tranquila... Esto es el comienzo. Seguramente no lo sabes, pero tu madre huyo del gran Tinius, Dios de la oscuridad... ¿ Y sabes por qué hizo eso? No soportaba sus maltratos ni violaciones... Entonces la Diosa se rebeló contra el... Mi tío la descubrió cuando la muy maldita vino hasta aquí, haciéndose pasar por una mortal... Y por supuesto que la entregó, pero... Ella volvió a escaparse, así que ahora, tu la traerás para mi.

El dolor que la herida en su pierna le causa, es tan grande que aún si Amelie quisiera poder escuchar las palabras de Liel, no puede hacerlo con exactitud. Sin embargo, entiende lo que está pasando...

- ¡Vamos Ibeth! Ven. Liel grita. - Ven... Mira lo que le estoy haciendo a tu hija... Si te presentas ante mi, la dejare vivir pero si sigues escondida... Lo lamentarás... Y tu hija deseará nunca haber nacido.

Liel sigue gritando y llamando a la Diosa, pero nada parece darle resultados. Así que él da la orden de arrodillar al Rey ante el:

- Quiero que llames a tu maldita esposa.

El Rey, dolido y cabizbajo responde:

- Ella no vendrá...

- Entonces sufre.

Liel suelta las sogas que atan los brazos de Amelie al altar, también los de sus piernas y la obliga a pararse, pero la herida que ella tiene es tan dolorosa que al apoyar su pie en la tierra, ella se cae. Avergonzada y aún con su boca amordazada, ella desea quedarse postrada en el suelo.

- No, no. Te paras, tu padre verá como te hago mía. Y no me odies, es su culpa... Ellos no te quieren salvar. Les di la oportunidad.

Liel para a Amelie y agarra su cara.

- Mira a tu padre, al gran Rey Carson, arrodillado ante mi.

Míralo ahí y comienza a odiarlo... Por su culpa tu estás viviendo este infierno... Y su majestad, le pido que levante su rostro y vea como voy a destrozar la vida de su hija.

Liel muerde el cuello de la princesa a un punto de hacerla sangrar y saca la mordaza de su boca. Amelie grita, su voz resuena en los oídos de todos los presentes alli:

- ¡Suéltame! Grita y quiere escapar de las manos de Liel.

Las puertas se golpean, todos quedan perplejos ante el ruido, Asug y el Rey Baroh llegaron:

- Suelta a mi prometida. Ordena Asug, sin una gota de temor.

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Jazmín

Jazmín

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2022-11-25

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