Amelie camina pero con dificultad, intentando seguir al Príncipe, que se adentra al bosque:
- ¿Es muy lejos? Debo confesar que el dolor en mi pierna no me está ayudando...
- La cargare entonces.
- No. No lo haga, seguiré caminando... Solo dígame si queda mucho camino por delante.
- Sere su esposo muy pronto, déjeme ayudarla, princesa.
Asug levanta a Amelie como si ella fuera una niña pequeña... Ella se avergüenza de la cercanía entre ellos. El aroma del príncipe es dulce pero a la vez varonil. Sus brazos son tan fuertes, Amelie se siente como una pluma entre ellos.
- Llegamos. Dice el Príncipe mientras baja a Amelie.
- ¿Aquí? No hay nada...
- Espere princesa. Asug se sienta en la hierba y silva con suavidad. - Debemos esperar, siéntese aquí.
Amelie lo hace, descansar le vendrá bien. De pronto recuerda sus paseos con Phill y que el siempre se adentraba en el bosque, justo donde el Príncipe la trajo. Mira a su alrededor, aún no sabe que es lo que el Príncipe le quiere mostrar, pero le gusta estar allí... Se siente cerca de su amado Phill. Ella respira, cierra sus ojos y se deja llevar por la fría brisa, por el olor a tierra húmeda y de los pinos y por la seguridad que por alguna extraña razón, siente en este momento... Asug la observa y una leve sonrisa se escapa de sus labios... La princesa es hermosa y a pesar de todo lo que vivió, ella se ve aún más linda. El quisiera poder abrazarla, sabe que Amelie tiene su corazón herido... Sin embargo, entiende el rechazo que ella siente por el.
Momentos después:
- Mire princesa. Dice Asug con un tono muy suave.
Amelie ve a una hermosa familia de zorros y comienza a comprender...
- ¿E... Ellos...?
- Si princesa, son los cachorros de Phill.
- Por los cielos... Amelie llora mientras ve a los pequeños jugar con su madre.
Uno de ellos la observa, como si la conociera. La madre también lo hace, los ojos de ellos son demasiados expresivos, Amelie limpia sus lágrimas con su mano.
- Si ellos son los hijos de mi Phill, entonces deberán estar conmigo...
- Solo usted sabe eso, princesa.
- Yo... Yo los cuidaré... Los amaré como ame a su padre.
- Pero ellos nacieron en libertad... La libertad que Phill poco gozó. No le diré que debe hacer, solo piense en los deseos y anhelos de Phill.
- Tiene... Tiene usted, razón. Mi dulce Phill murió en manos de... Oh, ellos estarán mejor aquí. Yo no pude cuidar a Phill.
- Phill decidió morir antes que hacerle daño...
La princesa se agota, es su mente la que no le permite recuperarse. Asug la sostiene de nuevo:
- La llevaré al castillo, mi princesa.
- Gracias...
Asug vuelve a cargar a Amelie, con suavidad y delicadeza ¿Este hombre que me trata con tanto cuidado es el Príncipe Maldito, aquel a quien todos temen?
- Princesa, ya estamos en el castillo, la llevaré a su habitación.
- No... Quiero ir a la biblioteca.
- Pero usted se ve agotada y dolorida.
- Estoy bien, soy más fuerte de lo que usted cree.
- Sé que lo es.
El príncipe la deja en la puerta de la biblioteca y ella camina hasta los estantes. Asug se retira aunque no quiere hacerlo... Pero entiende que Amelie necesita ordenar sus pensamientos.
La princesa busca un libro que leyó cuando era muy pequeña, uno que hablaba sobre los dioses. Pero no lo encuentra... Momentos después Lira llega, asustada y algo enojada:
- Mi princesa ¿Por qué me dejó sola en el bosque?
- Perdóname... Estaba con Asug.
- Lo sé pero... Estuve muy asustada, buscándola hasta que vi como el la cargaba hasta aquí.
- Me costo caminar un poco.
- Usted aun está débil, debe recuperar fuerzas en reposo, mi princesa.
- Lira, necesito que me ayudes. Hay un libro que estoy buscando...
- Pero, princesa... Vamos a su cuarto, debe descansar. Está muy pálida.
- Esta bien, iré... Pero tú buscarás ese libro. Sus tapas son duras y oscuras, además tiene demasiadas hojas y es muy viejo...
- Si mi princesa, lo buscaré. Pero ahora vayamos a su cuarto, para que haga reposo.
Amelie se recuesta en su cama. Lira echa troncos de pino a la chimenea. El lugar está helado.
- Ve busca el libro, yo me quedaré aquí. Voy a dormir.
- En seguida, princesa.
Cuando Lira cierra la puerta del cuarto de Amelie, ella comienza a discutir con alguien:
- La princesa está descansando. No puede entrar.
- Debo hablar con ella.
Amelie se levanta, quiere saber que está pasando y con quien discute Lira. En ese momento alguien entra, pese los esfuerzos de Lira, es el Rey Baroh, padre de Asug:
- ¿Qué sucede? Pregunta Amelie.
- Me disculpo por entrar así, princesa.
Ella lo había visto, el llegó junto a Asug el día que Liel la había capturado... Pero la situación no le permitió observarlo con atención, como ahora. Es indiscutible que es el padre de Asug, tienen casi la misma aura... Generan una admiración sin hacer esfuerzo alguno.
- ¿En qué puedo ayudarlo, mi lord? Lira, trae el té para el Rey Baroh y para mí.
Los dos se sientan en la mesa donde Amelie desayuna cuando no baja al gran comedor. Baroh no deja de mirarla, serio e imponente:
- Espero que usted se recupere rápidamente, princesa.
- Si, así lo espero yo también.
- Mañana es su cumpleaños, así tengo entendido...
- Lo es, mi lord.
- Afuera están preparando la boda. Mañana se casará con mi hijo.
- ¿Mañana? Aún no he sido informada... Incluso hoy estuve con...
- No hay mucho para decir al respecto. Las familias ya sellaron su trato. Los príncipes herederos deben unirse.
- Es cierto. Ya no hay nada más en que pensar.
- Bueno... Si hay algo más. Princesa, estoy seguro que Asug le dijo que no van a compartir el lecho.
Amelie recuerda las palabras del príncipe...
- No entiendo de que habla, mi lord.
- No me mienta, conozco a mi hijo... Por eso estoy aquí para hacer un trato con usted.
- Escuche, no sé que clase de trato quiere...
Baroh la interrumpe - Princesa si usted me da un nieto, la libérare de este matrimonio y usted, solo usted heredará la corona de su padre.
- ¿Qué?
- Así es, Asug se resistirá, no querrá que usted de a luz a su hijo.
- ¿Por qué?
- Eso... No puedo decirlo. Pero... Usted puede enamorarlo y lograr que consuman su matrimonio. Una vez que usted de a luz a mi nieto, le doy mi palabra que volverá a su reino y nadie los tocará. Será libre princesa, libre de toda guerra. Gobernará en paz junto a su padre y cuando sea el momento, usted será la reina.
- Es... Es algo que deseo. Pero tener un hijo con alguien no que no quiere, parece una misión difícil de abordar.
- Sé que la princesa es importante para mí hijo y que podrá lograrlo.
- Entonces... Lo intentaré. Por la libertad de mi reino, lo haré.
- Bueno, mi querida nuera. Tenemos un trato.
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