No puedo enamorarme

Después de muchas horas, la princesa y Dian llegan por fin al reino Gook:

- Princesa, nos quedaremos en aquella posada, así usted puede descansar. Por la mañana temprano,partiremos hacia el castillo.

- Emm... Preferiría que fuésemos directamente al castillo.

- No, mi señora, viajar de noche es peligroso... Además, usted debe comer, han pasado muchas horas desde su última ingesta de alimentos.

- Si... Tengo hambre y estoy cansada...

Dian lleva a Amelie a la posada, pide que le lleven la cena. Cuando la mucama llega, la princesa ve que en la bandeja solo había un plato:

- ¿Dónde está el plato de mi guardia?

- Él puede comer abajo, en el comedor, mi señora.

- No. Comerá aquí, conmigo.

Dian la observa y piensa en que, tal vez, la enmienda que el Príncipe Asug le hizo, no sea tan difícil.

- La comida está sabrosa. Dice Amelie.

- Si, es un platillo muy común en Gook. Cuando lleguemos al castillo, le ofrecerán platos más elaborados y además, su esposo, trajo a dos cocineras del castillo Siom, para que le preparen la comida que a usted le gusta.

- ¿Cree que no podre adaptarme aquí?

- Será difícil, pero no imposible.

- Soy más fuerte de lo que aparento.

- Lo creo, mi lady.

"Mi lady" esas palabras suenas familiares... Amelie recuerda:

- ¿Es usted el moribundo del bosque?

- ... Princesa...

- ¿Cómo no es que no me di cuenta antes?

- Usted salvo mi vida ese día.

- ¿Su herida se encuentra bien?

- Si, mi lady, por bendición de los Dioses, usted me ayudó, le debo mi vida. Dian se hinca ante la princesa.

- Levántese, por favor. Soy yo la que debe agradecerle, usted me salvo de...

- No, no recuerde aquello, princesa. Es muy tarde, duerma. Yo vigilare en la puerta.

- ¿Acaso no dormirá?

- No, mi lady. Debo asegurarme que usted esté bien.

- Debería dormir. Buenas noches, señor Dian.

- Buenas noches, mi lady.

Amelie quería leer, pero volvió a caer en un sueño profundo en donde ella estaba sentada sobre la hierba fresca y Phill se escabullía en el bosque.

Por la mañana siguiente, Dian despierta a la princesa. La misma mucama del hospedaje ya tenía el desayuno preparado para Amelie.

- Coma y pronto partiremos al castillo.

- ¿Cree que Asug llegó? Pregunta la princesa a Dian.

- Sí, estoy seguro de que el Príncipe ya se encuentra en el castillo.

Una hora después Amelie y Dian emprenden camino. El paisaje seguía siendo atrapante para los ojos de Amelie. Después de varias horas ella puede notar que ya están en la entrada del gran castillo.

Asug y sus caballeros estaban ahí, al parecer no habían llegado mucho antes que Amelie.

Dian ayuda a la princesa a bajar del caballo, la sostiene de su cintura y Asug observa. La imagen de la princesa siendo asistida por Dian, fue algo brusca para él.

- Llegaron ¿Tuvieron alguna complicación? Pregunta Asug.

- No, mi señor. Ninguna.

- ¿Te encuentras bien, esposa?

- Lo estoy.

Amelie es fría y distante con Asug. Él no lo esperaba. Una doncella se encuentra allí, para ayudar a la princesa y guiarla hacia su habitación.

- Amelie, espera... ¿Pasa algo? Te veo molesta.

- No pasa nada.

Amelie no quiere mirarlo a los ojos... Siente rabia por el té abortivo.

- ¿Dian te falto el respeto?

- Creí que confiaba en él, esposo.

- Lo hago... Pero tu actitud...

- Su guardia no hizo nada indebido. Quizás me cayó pesado ese té que me envió al otro día de nuestro matrimonio.

- Amelie... Escucha... Yo.

- Quiero ir a mi habitación, por favor, señorita ¿Me puede dirigir?

- Si, mi señora.

Asug entiende que ofendió a su esposa, el baja la mirada mientras Amelie sube a su cuarto.

- ¿Ya ofendiste a tu esposa? Pregunta Baroh, quien observo la situación.

- Padre, no se meta. Es mi matrimonio.

Asug se va, debe entrenar con sus caballeros. Aún no comprende que es ese sentimiento que le atraviesa la mente ¿Por qué me importa lo que le pase a Amelie?

Dian se acerca a él:

- Señor... ¿Me buscaba?

- Si... Ven, vamos a un lugar más privado... ¿Cómo te fue con... mi esposa?

- Creo que la misión que me encargo, no es imposible.

- ¿Ella...? ¿Se siente en confianza contigo?

- De a poco. Sí...

- ¿Te hablo de mí?

- No, no lo hizo, mi señor.

- Claro... Ja,ja ¿De qué hablaría? Bueno... Espero que todo salga bien.

- Lo saldrá. Confíe en mí.

Por la tarde, Dian busca a la princesa:

- Mi lady ¿Quiere conocer los jardines del castillo?

- De acuerdo, me hará bien salir a caminar.

Dian le muestra los alrededores del lugar y los hermosos jardines. Amelie parece dejar atrás su actitud esquiva, y le cuenta sobre la vegetación de Siom. Dian la escucha atento.

- Mi lady, me tomé el atrevimiento de traerle algo.

- ¿Qué es?

- Un libro... Espero que le guste.

- Gracias... Amelie lee el título - "Los tiempos oscuros de Tinius"

- La llevaré de nuevo al castillo. Empieza a ponerse frío.

Amelie entra a su recámara, se siente extraña aquí. Dian es la única persona amable y sonriente. Los demás son serios y parecieran temerle al Rey y al Príncipe.

La noche empieza a asomarse, Amelie con una vela en su mano, se acerca a la ventana, escucho un ruido proveniente de ahí.

De repente grita:

- ¡Aaaay!

Asug que estaba en su despacho, el lugar donde pasa la mayor tiempo del que no entrena, la escucho y corre:

- ¡Amelie! ¿Estás bien? Él entra sin dudar a la habitación de la princesa.

- ¿Qué es eso? Hay algo ahí.

Asug mira y encuentra que un cuervo de ojos rojos había entrado por la ventana de la princesa.

- Es un pájaro... No temas.

Asug lo corre, pero el animal antes de irse, clava sus ojos en él. El príncipe entiende que esa ave fue enviada por alguien... Pero eso no le dirá a la princesa.

- Perdone, me asusté... Que tonta soy.

- Son aves comunes aquí... Pero no te avergüences... Ya paso.

- Gracias príncipe.

- Dime Asug, por favor. Soy tu marido...

- No quiero tener esa cercanía. No con alguien del que pronto me divorciaré.

- Amelie... No digas eso. Suena terrible.

- Es la verdad. Usted me lo dejó en claro.

- Yo... Yo lo siento, es que realmente no puedo.

- ¿No puede?

- No puedo enamorarme.

- No quiero seguir escuchando esto. Retírese, marido. Por favor.

Asug camina hacia la puerta para irse, pero sin entender el motivo de su accionar, el se da vuelta y besa a su esposa con tanta pasión y deseo. Ella se resiste, pero no duró mucho y pronto cedió ante aquel beso. Hasta que él la suelta:

- Lo siento, no debí. No volverá a pasar.

Asug se va, Amelie no entiende lo que acaba de suceder... ¿Por qué el se niega a aceptar lo que pasa entre nosotros? Se pregunta. Sin querer una lágrima se escapa y recorre el rostro de la princesa.

Esto será más difícil de lo que pensé...

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