Haría lo que sea...

Asug salió de la habitación de Amelie tan sorprendido como atontado por su accionar.

¿Qué es lo que hice? ¿Por qué la besé? Se preguntaba una y otra vez.

Llamo a su sirviente y le pidió que trajera a Valerya.

- Si señor, la traeré enseguida.

- Asegúrate de que mi esposa Amelie note la presencia de Valerya.

- Pero señor, eso podría causar un problema...

- ¿Me quiere desobedecer?

- No, no... Disculpe, traeré a la mujer.

Un rato después, Valerya se presenta ante el Príncipe:

- Sabía que el Príncipe Heredero no iba a olvidarse de mí.

- Pasa...

Valerya entra, el sirviente cierra la puerta y se va, dejandolos solos.

- Dicen que su esposa duerme en el cuarto del frente.

- Así es...

- ¿Esto es apropiado? Usted está casado ahora.

- Valerya, Cállate y cumple con tu deber.

Después de unas horas, Valerya debe retirarse del dormitorio del príncipe:

- No olvides de hacer lo que te pedí. Dice Asug, seriamente.

- No, mi señor.

Ella toma una copa antes de cruzar la puerta de la habitación y al estar afuera, la rompe. Tiene en claro cuál es su misión.

Amelie ya había tenido un susto que no le permitía conciliar su sueño, así que en cuanto escuchó el ruido producido por Valerya, sin pensarlo salió de su cuarto para entender lo que sucedía. Cuando sale la ve:

- Disculpe, mi señora, no quise despertarla. Valerya se reverencia ante ella.

La princesa no sabe que responderle a la mujer que esta fuera del dormitorio de su esposo, con tan pocas ropas y cabello desordenado. Valerya nota su incomodidad y la aprovecha:

- ¿Es usted la princesa del reino Siom? En realidad no sé porque pregunto... Es obvio que es usted. Gook solo habla de la belleza de la esposa del Príncipe heredero.

- Si... Soy la ... princesa. Amelie sigue sin saber como accionar.

- Una copa de licor se resbaló de mis manos... Pero ahora mismo arreglaré este lío. Lamento mucho haberla despertado.

- Bien. Bueno. Entonces, buenas noches.

La princesa entra a su cuarto y cierra la puerta. Un extraño sentir atraviesa su pecho ¿De verdad Asug se acostó con ella? Pero... ¿Acaso no significó nada para él, nuestro beso? Entonces el sí está enamorado de alguien. Amelie no para de pensar... Y en medio de sus pensamientos, se recuesta en la cama... Está triste, tiene miedo y el miedo la lleva a extrañar a su papá... Ella se duerme en medio de todo su sufrimiento.

Al día siguiente, las tareas de rutina comienzan. Los esposos aún no se han encontrado después de lo sucedido, pero a cambio, con quien si se cruzó fue con su suegro:

- Buenos días, nuera ¿Descanso bien?

- Buen día, su majestad. Sí. Gracias. Amelie responde con firmeza y distancia.

- Me alegro, este es tu hogar y lo que necesites, tan solo...

- No finja set amable conmigo, su majestad.

- ¿Disculpa?

- En el día de mi boda, me acuso de no ser pura, avergonzado a mi padre... Ensuciando mi nombre.

- No... Princesa... No fue así.

- ¿No? Ja...

- Lo hice adrede.

- ¿Disculpe?

- Así es, lo hice a propósito. Sabía que mi hijo no la iba a tocar.

- Es usted el Rey, lo respeto pero... Usted sobrepasó los límites.

- Quiero un nieto, solo eso. Un hijo que lleve la sangre de los príncipes herederos.

- No comprendo su obsesión.

- No debes hacerlo. Pero si realmente quisieras liberar a tu reino, harás todo lo posible para quedarte embarazada.

- Asug no quiere compartir el dormitorio, siquiera...

- Debes encontrar la forma. Lo he visto como te mira.

- Debo decirle, su majestad, no conoce a su hijo.

- De todos modos, ustedes ya compartieron el lecho.

- Pero su osado plan, no funcionó. Mi esposo, por la mañana siguiente, me envió un té con hierbas abortivas.

- ¿¿Qué?? Maldiciones...

- Así es.

- Entonces, princesa... Es momento de usar sus tácticas de seducción. Enamoré a mi hijo y cuando lleve a mi nieto en su vientre, le doy mi palabra que liberaré a su reino, vivirán bajo la paz y nadie jamás los tocará... Pero hasta tanto, sus hombres marchan a la rebelión contra el Imperio. Su padre es un rebelde también y jamás estará completamente seguro siendo nuestro aliado en esta lucha contra el Emperador.

- Lo... Lo sé.

Amelie se marcha, no tiene ganas de seguir con esta conversación. Sabe que la vida de su padre corre peligro... Ser aliados de Gook y darle la espalda al Emperador, es acelerar la muerte.

La princesa está aturdida y asustada, así que sale a los jardines... Dian quien ya la había estado esperando, cuando la ve salir la saluda:

- Buen día, mi lady.

Amelie apenas responde con un movimiento de su cabeza, y sigue caminando. Dian abre sus ojos, al ver como la princesa lo ignora:

- Princesa... Espere, no vaya sola. Déjeme acompañarla.

- Quiero estar sola. Por favor.

- No puedo dejarla sola, perdóneme.

- ¡Déjeme sola! Amelie levanta su voz.

Dian quien iba detrás de Amelie se frena, dejando de caminar. La princesa también lo hace y comienza a llorar, aún de espaldas, dice:

- Lo... Lo siento... Disculpe. No quise gritarle.

- Esta bien, mi lady. No se disculpe, usted es una princesa y yo solo soy su guardián.

- Acompáñame, por favor. No conozco este lugar, me perderé.

- Por supuesto, vamos.

Dian se acerca a ella y le sonríe dulcemente. Saca un pañuelo y se lo ofrece. Amelie lo toma:

- Gracias... ¿Siempre lleva un pañuelo?

- No, pero desde que supe que sería su guardia personal, pensé que sería buena idea.

Amelie lo mira.

- Entonces, al saber que iba a cuidar de una mujer, usted supuso que debía traer un pañuelo ¿Porqué... Somos débiles?

- No. Pero sabía que todo esto, iba a ser una carga pesada para mi lady...

Amelie no responde, pero comienza a tener una sensación de seguridad cuando está con Dian.

- Mi lady ¿Leyó el libro que le di?

- No... No he tenido tiempo aun. Amelie responde esquiva al tema.

- Comprendo. Dian se da cuenta de que la princesa miente para evitar hablar sobre el libro.

- ¿Está casado Dian?

- No, mi lady.

- Que afortunado...

- Princesa... Si algo le está pasando y no quiere hablar sobre ello, lo comprendo. Pero déjeme acompañarla, úseme, descargue contra mí todo ese dolor que trae consigo...

- Que atrevido está siendo.

- Lo sé, pero verla así, me desespera.

- ¿Haría lo que fuera por mí?

- Lo haría, mi lady.

- ¿Tendría un hijo conmigo?

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