Todos los presentes allí nos paralizamos por varios segundos, hasta que mi padre reacciona y se levanta de su trono. El guardia real entra:
- Su majestad, el Príncipe del reino Gook está aquí, con su ejército y pide verlo.
- Dejen que el Príncipe Asug pase.
- Padre...
- Amelie, ya no me causes más problemas por hoy... Piensa en nuestro pueblo, por favor.
Las palabras de papá me duelen, está decepcionado de mí... Acabo de caer en una trampa y mi padre también, pero no es el momento pata aclarar mi situación. Algo más urgente se presenta con la llegada del temible Asug.
- Siéntese princesa. No sería bueno que deje a su padre solo en esta situación, no sabemos que trae en manos el Príncipe Maldito. Son las palabras de Liel.
Me siento en el círculo real, trago saliva, mis piernas tiemblan un poco... Y ahí lo veo entrar, al temido Príncipe, su aura es tan oscura como su ropa de batalla. Sin embargo en su cabeza veo una brillante corona... Es un hombre joven y hermoso. Jamás había visto a alguien como a él.
- Mis respetos al gran Rey Carson del reino Siom.
- Bienvenido Príncipe Asug.
- ¿Lo soy realmente? Las palabras del príncipe están llenas de ironía.
- En Siom todos son bienvenidos, aún aquellos que buscan la enemistad.
- ¿Enemistad? Que palabra tan sutil... Ja entre los reinos es muy común escuchar sobre la amabilidad y sabiduría del Rey Carson.
- Me alegra que asi sea...
El príncipe no ha volteado a verme ni una vez, sin embargo yo no puedo sacarle los ojos de encima ¿Cuáles son sus planes?
- Entre nosotros esta el señor Liel, el adorado sobrino de Nuestro Emperador.
Liel no se reverencia ante el Príncipe y Asug tampoco lo hace ante Liel.
- Que bueno verlo con tanta salud, mi buen señor Liel.
- Lo mismo digo, Príncipe Asug.
- Le presento a mi hija, la princesa Amelie.
El príncipe me mira, sus ojos me traspasan... Una ráfaga pareciera golpear mi cabeza... ¿Cuál sensación es esta? Mientras peleo con toda esta clase de pensamientos, el príncipe se reverencia ante mi. Y yo también ante él.
- Así como en los reinos no paran de hablar de la calidez de vuestro padre, de la belleza de usted tampoco lo hacen.
- ...
No pude siquiera responder ante su comentario y papá disimula mi falta de habla rápidamente.
- Le presento a nuestro sacerdote, su Eminencia Edrien, enviado por el Emperador como bendición a mi reino.
El príncipe lo mira con repulsión, pero lo saluda de forma cordial:
- Su Eminencia, escuche demasiadas palabras de gratitud hacia usted y sus labores santorales.
- Así es, soy un fiel trabajador al templo, a Dios y a nuestro Emperador. Es un placer conocerlo Príncipe Mal... Asug.
- Por favor, siéntese. No se quede parado Príncipe. Papá lo invita al círculo.
- Creo que llegué en un mal momento... Asug ironiza otra vez, desafiante y divertido.
- Si... Es un momento un tanto complicado. Responde Liel. - Así que sin más que deba discutir hoy, me retiro a mis aposentos.
- Los sirvientes lo llevarán, señor Liel.
Liel se va, antes clava sobre mi una mirada repleta de odio.
- Escuche que su hija se casará con el señor Liel...
- Así es príncipe Asug. Ellos se casarán en unos días.
- La felicito, princesa, será parte de la familia imperial.
- Gracias. Respondo sería. - Sería bueno dejar de hablar sobre la cantidad de rumores que ha escuchado y díganos que hace aquí, príncipe.
- ¡Amelie! Basta. Retírate, no superes mis limites.
- Perdón su majestad.
Asug lanza una gran carcajada y todos nos quedamos perplejo por ella.
- Qué valentía la de su hija. Digna heredera al trono Siom... No debería callarla, más celebrar que ella seguirá sus pasos...
- Ella aún es muy joven, comete errores y tiene demasiado que aprender.
- Puede ser... Bueno entonces déjeme responderle... Si la princesa quiere saber que es lo que hago aquí, se lo diré. Mi padre, el Rey Baroh, me envió... Verá usted, princesa, mi padre quiere que logremos un acuerdo comercial y político que beneficie a ambos reinos, pero el Rey Baroh no escucho cuando le advertí que no soy bueno negociando... Mis habilidades están en el campo de batalla.
- He enviado muchos tratados para llegar a un buen acuerdo con su padre, el Rey Baroh, pero todos los ha rechazado. Responde papá.
- Sí... Bueno ese es otro problema... Los acuerdos le parecían insignificantes casi como si usted se burlara de él.
- Jamás me atrevería a tal insolencia. Mi deber es asegurar la paz en el reino y también la paz con los demás reinados...
- Bueno. Ya no la busque más, porque debo admitir que estoy aquí para comenzar una guerra.
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