Atrapada Por El Primo De Mi Primer Amor
—¿Ciara, vas a buscar los materiales que nos faltan?
Ciara levanto la vista de los paneles que estaba pintando ante el llamado de Eva. —De acuerdo —dijo sacudiendo sus manos—. ¿Están en la bodega también?
—Sí, ahí mismo donde estaban los otros, pero si te pasas por el salón de música te queda más rápido para que no tardes demasiado —aconsejo sin quitar la vista de su celular.
—¡Ok! —Ciara salió alegremente de la sala en dirección a la bodega. Estaba emocionada, no solo pronto celebraría su segundo festival de verano en la preparatoria, sino que mañana sería el cumpleaños de su hermano menor, Liam y su mamá compraría una de las famosas tortas de María, la mejor pastelería de la ciudad, para celebrar, así que no podía estar más feliz.
En tiempo récord llego al almacén y busco lo que necesitaba, pero de vuelta, al pasar por la sala de música nuevamente, un sonido que no había escuchado antes capturo su atención.
Se acercó para escucharlo mejor y pudo distinguir que se trataba de la melodía de un violín, cuyo ritmo rápido y fuerte, contrastaba con el sentimiento melancólico que transmitía. Cerró los ojos dejándose llevar por aquel sonido que le recordaba al mar, por un lado, era poderoso y dominante, pero también, se sentía nostálgico y solitario.
Olvidándose de lo que estaba haciendo en esos momentos, Ciara, solo se dedicó a disfrutar de aquel imprevisto concierto que provocaba que su corazón se acelerara y, a la vez, añorara algo que no sabía que le faltaba para sentirse completa.
Inconscientemente, se acercó queriendo conocer a la persona que le podía provocar aquel sentimiento desconocido.
—¡Ciara!
Ciara parpadeó aturdida volviendo en sí, en sus manos aún sostenía la caja donde estaban los materiales que necesitaban y en la sala de música ya no se escuchaba ningún sonido, como si aquello se lo hubiera inventado, aunque lógicamente lo más probable es que su intérprete haya sido también perturbado por aquel fuerte grito.
—¡Ciara! ¿Qué haces? Te estaba llamando desde hace rato —Eva se quejó con una mano en su cadera.
—Me distraje, lo siento —dijo sin prestarle realmente atención. Su mente estaba enfocada en la puerta y en quién estaba detrás de ella tocando aquella melodía que había desaparecido sin dejar rastro como si solo se la hubiera imaginado.
—Bueno, al menos no olvidaste los materiales, vamos. ¿Qué haces aún ahí aturdida? —regaño llevándola de vuelta a su sala—. Aún debemos armar el puesto y elegir lo que usaremos. Uf, aún faltan tantas cosas. Me pregunto si terminaremos a tiempo.
Ciara se dejó llevar dando de vez en cuando una mirada atrás hasta que ya no pudo ver la sala de música. Para cuando llegaron a la sala todo estaba casi igual a como estaba antes de irse. «¿No habrán podido avanzar debido a que me distraje demasiado?», pensó con culpa por retrasarlos a todos, por lo que, se puso a trabajar de inmediato para no perder más el tiempo.
Después de unas horas más, el trabajo que le correspondía ya estaba listo. Estiro su cuerpo tenso y adolorido por estar demasiado tiempo en una posición y miró al resto, pero no noto ningún avance en su trabajo a diferencia suya. Rascó su cabeza confundida sin entender a qué se debía, ya que, todos los materiales estaban ahí. «¿Habré olvidado algo?»
—¡Bueno, chicos! —Eva llamó la atención hacia ella—. ¡Buen trabajo todos! Dejaremos por hoy, mañana seguiremos con lo que queda. ¿De acuerdo?
Hubo varios murmullos de acuerdo y todos prepararon sus cosas para irse.
—Eva sobre mañana... —Ciara la llamó para preguntar si podía irse antes mañana, después de todo su parte ya estaba completa y quería volver temprano a casa para celebrar con su familia.
—¡Ah Ciara! ¿Puedes quedarte a ordenar?
—Sí, pero Eva mañana...
—¡Gracias Ciara! —interrumpió Eva tomando sus manos—. Recuerda llevar los materiales que sobraron de regreso al almacén, no queremos que el profesor nos regañe como la última vez. ¿De acuerdo? —Ciara asintió queriendo decir algo más, pero Eva nada más tuvo su aprobación, se despidió siguiendo al resto que ya había desaparecido.
—Bueno, le diré mañana —se encogió de hombros antes de disponerse a ordenar la sala -que en esos momentos era un desastre- para, finalmente, apilar los materiales sobrantes otra vez en su caja y llevarlos al almacén tarareando lo que recordaba de la melodía que había escuchado. «Seguro a mamá le gustaría escucharla», pensó con una sonrisa, por lo que al pasar por la sala de música se detuvo y miro anhelante la puerta. «¿Aún estará ahí esa persona?»
—¿Buscas algo?
Ciara salto -casi volcando la caja en sus manos- ante la distante y fría voz a su espalda, asustada, se giró para ver a un chico alto de cabello oscuro y corto con lentes de pasta negra que tenía una presencia demasiado intimidante.
—Eh... yo... —tartamudeó sin saber qué decir cuando la puerta de la sala de música se abrió llamando la atención de ambos.
De la sala salió otro chico casi igual de alto, pero su cabello era castaño claro y sus ojos almendrados que daban una sensación de calidez totalmente opuesta al otro chico.
—Te estaba esperando.
El corazón de Ciara dio un vuelco ante esas palabras. «¿Me esperaba? ¿Se dio cuenta de que lo escuche?», su mente era un caos mientras trataba de entender lo que sucedía.
—¿Me esperabas? —La voz fría del chico de antes sonó a su lado sacándola de sus divagaciones.
—¿A quién más? Vamos, no tengo todo el día —replicó con impaciencia.
—Solo preguntaba —dijo el chico a su lado con indiferencia, pero en su tono había un toque de burla, o eso sintió Ciara cuando le miro—. ¿Necesitas algo?
Ciara negó rápidamente con la cabeza baja -demasiado avergonzada para mirarlos a la cara- y se fue rápidamente de ahí como un conejo atrapado por un lobo, uno muy intimidante.
Solamente cuando llegó al almacén pudo detenerse a respirar con calma. «Él me descubrió, —mordió su labio con nerviosismo mientras se apoyaba en la pared con la caja aún en sus manos—, espero que no diga nada. ¡Qué vergüenza!», pensó dejando la caja en su lugar para tomar sus mejillas calientes.
—¿Pero quién será el chico que salió de la sala de música? —se preguntó al recordar el encuentro que tuvo—. Si solo ese otro chico no hubiera aparecido. —hizo un puchero al pensar en el chico de pelo negro que la espanto con su aura dominante y feroz. ¡Además, estaba segura de que se había reído de ella!
—¡Como sea! —exclamó irritada—. Mejor pensaré en que sabor de pastel comeré mañana~. —Y con eso en mente, Ciara se fue a su casa, dejando el chasco que había pasado al fondo de su mente; sin embargo, aquel chico de ojos almendrados seguía grabado en su memoria junto a aquella melodía que no podía dejar de tararear.
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