Alexander se quedó aturdido por la mención de Ciara hasta que sonó una bocina detrás él que lo despertó e hizo que volviera a avanzar.
Lógicamente, sabía que Derek se interesaría en Ciara en el momento en que creyera que tenían una relación, era el resultado que esperaba, pero cuando realmente imaginó a Ciara con Derek se sentía realmente disgustado, lo cual le sorprendió. No sabía en qué punto su capricho por probar a Derek, se había convertido en preocupación por Ciara, quizás era porque le recordaba demasiado a un pequeño animal desvalido y ciego, lo que lo hacía sentir como un padre anciano al mirarla. «¿Qué haré si la ingenua conejita queda con traumas?», pensó arrepentido.
—¿Por qué no dices nada?
—¿Por qué preguntas eso? ¿No tienes novia ahora?
—¿Desde cuándo una novia me ha detenido en algo que quiero? Pero realmente estoy sorprendido de que te interese ella. Quiero decir, tu sabor, ahora, es realmente... único.
—Oh, ¿acaso es demasiado para ti?
—No deberías desafiarme. Ya sabes de lo que soy capaz. —contesto en un tono de amenaza implícito en su voz.
—Oh, claro, Erica Marqués, como olvidarlo. —recordó con algo de diversión la vez que lo retó.
—Diviértete mientras puedas, Alex. Luego no llores.
—¿Cuándo he llorado? —dijo desafiante.
—Siempre hay una primera vez, como sea, nos vemos en un rato.
—Por desgracia —masculló antes de colgar sin esperar una respuesta mientras entraba a la villa de la familia, la cual era casi una copia exacta de la que había en su ciudad natal. Seguro si contaba los árboles sería la misma cantidad, pensó mientras se estacionaba.
Alexander se quedó dentro del auto después de apagar el motor y miró el hogar familiar que más le parecía una guarida de quimeras.
«¿Ella me recibirá esta vez?»
...***...
Después de que Alexander hiciera ese inexplicable acto de despedirse, el viaje de Ciara fue mucho, pero mucho más angustioso de lo que hubiera esperado.
La señora a su lado no dejaba de hacerle preguntas incómodas acerca de su inexistente relación con Alexander, algunas incluso demasiado íntimas, por lo que en un punto no pudo soportarlo más y con la consciencia culpable se hizo la dormida para que ya no le hablara, aunque eso no la libró de escuchar su último comentario sobre: ‘lo intensa que debió ser la despedida que tuvo con su novio para estar cansada a mitad del día’. Ciara tuvo que reprimir la tentación de señalarle que había muchas más razones para estar cansada, además de eso: ¡Los exámenes, por ejemplo!
Al menos para su alivio se bajó unas paradas antes que ella y pudo disfrutar lo que quedaba del viaje sin temor a que terminara recibiendo una cátedra sobre los cuidados que debería tener en su, también inexistente, vida sexual.
Para cuando llego a la terminal de su ciudad ya era por la tarde y estaba empezando a oscurecer, por suerte ya había avisado a su padre el horario en que llegaría para que la fuera a buscar, así que nada más recupero su equipaje busco su celular para saber dónde estaba, pero se sorprendió al ver el impresionante número de llamadas perdidas de Casandra en su historial; sin embargo, no tuvo tiempo de pensar en eso cuando recibió la llamada de su padre indicándole que iba a recogerla al bus y lo esperara, cinco minutos después ya lo vio acercándose.
—¿Qué tal fue el viaje? ¿Estás cansada? —preguntó Erick Campbell examinándola de pies a cabeza como si comprobará que no le faltaba nada.
—Estoy bien papá, tranquilo estoy en una pieza —bromeó abrazándolo—, pero... ¿Estás más delgado? —preguntó con preocupación, alejándose para verlo mejor, entonces notó que no solo estaba más delgado, también más envejecido de lo que recordaba—. ¿Te estás alimentando bien? ¿No estás exigiéndote demasiado con las horas extras otra vez, verdad?
Erick solamente se rio alborotando su cabello con cariño y algo de nostalgia en sus ojos azul-grisáceos, los mismos que Ciara había heredado. —Mírate, cada vez eres más parecida a tu madre. Si te viera seguro estaría orgullosa.
Ciara trago el nudo que se formó en su garganta y olisqueo para aliviar la picazón que sentía al borde de los ojos y en la punta de la nariz. —¡No te escabullas mencionando a mamá! —regañó con preocupación mezclada con la tristeza que sentía—. Lo digo en serio, tienes que cuidarte. ¿Qué haremos Liam y yo si tú también nos dejas?
—Lo sé, lo sé. No te preocupes, tendrán que aguantarme por un buen tiempo más. —tranquilizo abriendo el maletero para que pudiera dejar su equipaje.
—¡Eso espero! —exclamó ayudándole a acomodar las cosas.
—Sí, sí, vamos a casa, Liam nos está esperando, prometí comprar pastel a la vuelta para celebrar tu llegada. —Erick apuró alegre de estar con su hija después de tanto tiempo.
Ciara asintió correspondiéndole con una sonrisa de mejor humor. —Hace mucho que no como los pasteles de María. No hay nada similar en la Capital.
—Eso es bueno, así volverás por los pasteles al menos. —dijo Erick con algo de reproche en su voz.
—¡Papá! No seas así, siento dejarte solo el año pasado. No lo volveré a hacer…
Erick la miró con comprensión antes de volver a mirar al frente saliendo a la carretera. —No tienes nada que explicar, lo entiendo; sin embargo, ya tuvimos nuestro tiempo para nosotros, de ahora en adelante estemos juntos. ¿De acuerdo?
—Sí. —aceptó agradecida por su comprensión. Sabía lo difícil que había sido para él perder a su compañera de vida, la mujer que siempre amo de esa manera y aun así nunca les exigió nada, ni siquiera cuando le dijo que se quería mudar a la capital para estudiar.
El camino a casa para Ciara fue corto y a la vez largo por la mezcla de miedo y ansiedad que tenía, pero cuando llego al pórtico de la familiar casa solo sintió nostalgia.
—Vamos, tu hermano y mamá te esperan. —instó Erick con una palmada en su hombro.
—¡Erick! ¡Al fin llegas! —Una elegante mujer salió a recibirlos—. ¡Oh Ciara! ¡Pero mírate! Ya eres toda una señorita.
—Solo han sido dos años, señora Raymond. —mencionó avergonzada Ciara por la forma en que la examinaba, no eran muy cercanas y apenas la conocía de vista, pero ella era conocida de su mamá y varias veces fue a la casa para ayudarles, pero a Ciara no le gustaba, sentía que quería reemplazar el lugar de su mamá.
—Dos años para una jovencita es mucho, querida. —Vivían Raymond suspiro con pesar—. Si tan solo Alicia siguiera viva.
—Vivían, ¿Liam te causo muchos problemas? —preguntó cambiando sutilmente el tema.
—Nada más lo usual, aunque estaba más ansioso por-
—¡¿Papá trajiste el pastel?! —Un niño de once años de cabello oscuro y ojos verdes salió corriendo interrumpiendo lo que quería decir, pero ya no era necesario.
—Liam saluda a tu hermana primero —regañó Erick al verlo— y ten más respeto por la señora Raymond que hace el favor de cuidarte.
—Perdón. —se disculpó apenado rascando su cabeza—. Hola hermana.
—Hola travieso, ¿cómo has estado?
—¡Bien! Mira, te quiero presentar a Matthew. —dijo alegremente de nuevo señalando al niño de similar edad que estaba detrás de él—. Es hijo de la señora Raymond y mi mejor amigo.
—Oh, pues un placer, Matthew.
—Hola, hermana de Liam. —saludo tímidamente Matthew escondiéndose más detrás de Liam.
—¿Se puede quedar a comer pastel con nosotros? Papá dijo que tenía que consultarte a ti primero. —preguntó Liam, al parecer, acostumbrado a su comportamiento.
Ciara miró a ambos niños que le miraban esperanzados y suspiró. —Está bien, se puede quedar.
—¡Sí! Viste Matt, te dije que mi hermana te dejaría. ¡Vamos el último pierde! —declaró antes de salir corriendo primero.
—… —Matt, que quedó expuesto repentinamente a las miradas de los adultos, se cohibió y salió corriendo tras Liam asustado—. ¡Liam, no me dejes solo! —Se le escuchó lloriquear a lo lejos.
—Vivían, ¿también te quedas? —preguntó Erick después de que los niños desaparecieran de la vista.
—Bueno, si no les molesta…
—Está bien, alcanza para todos. —dijo haciéndole un gesto para que entrara—. Vamos Ciara, no te quedes ahí.
—Sí, ya voy. —respondió decepcionada que su reunión familiar ahora incluyera a dos personas ajenas. «¿Será demasiado tarde para decir que no... ?»
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