—¿Ciara, vas a buscar los materiales que nos faltan?
Ciara levanto la vista de los paneles que estaba pintando ante el llamado de Eva. —De acuerdo —dijo sacudiendo sus manos—. ¿Están en la bodega también?
—Sí, ahí mismo donde estaban los otros, pero si te pasas por el salón de música te queda más rápido para que no tardes demasiado —aconsejo sin quitar la vista de su celular.
—¡Ok! —Ciara salió alegremente de la sala en dirección a la bodega. Estaba emocionada, no solo pronto celebraría su segundo festival de verano en la preparatoria, sino que mañana sería el cumpleaños de su hermano menor, Liam y su mamá compraría una de las famosas tortas de María, la mejor pastelería de la ciudad, para celebrar, así que no podía estar más feliz.
En tiempo récord llego al almacén y busco lo que necesitaba, pero de vuelta, al pasar por la sala de música nuevamente, un sonido que no había escuchado antes capturo su atención.
Se acercó para escucharlo mejor y pudo distinguir que se trataba de la melodía de un violín, cuyo ritmo rápido y fuerte, contrastaba con el sentimiento melancólico que transmitía. Cerró los ojos dejándose llevar por aquel sonido que le recordaba al mar, por un lado, era poderoso y dominante, pero también, se sentía nostálgico y solitario.
Olvidándose de lo que estaba haciendo en esos momentos, Ciara, solo se dedicó a disfrutar de aquel imprevisto concierto que provocaba que su corazón se acelerara y, a la vez, añorara algo que no sabía que le faltaba para sentirse completa.
Inconscientemente, se acercó queriendo conocer a la persona que le podía provocar aquel sentimiento desconocido.
—¡Ciara!
Ciara parpadeó aturdida volviendo en sí, en sus manos aún sostenía la caja donde estaban los materiales que necesitaban y en la sala de música ya no se escuchaba ningún sonido, como si aquello se lo hubiera inventado, aunque lógicamente lo más probable es que su intérprete haya sido también perturbado por aquel fuerte grito.
—¡Ciara! ¿Qué haces? Te estaba llamando desde hace rato —Eva se quejó con una mano en su cadera.
—Me distraje, lo siento —dijo sin prestarle realmente atención. Su mente estaba enfocada en la puerta y en quién estaba detrás de ella tocando aquella melodía que había desaparecido sin dejar rastro como si solo se la hubiera imaginado.
—Bueno, al menos no olvidaste los materiales, vamos. ¿Qué haces aún ahí aturdida? —regaño llevándola de vuelta a su sala—. Aún debemos armar el puesto y elegir lo que usaremos. Uf, aún faltan tantas cosas. Me pregunto si terminaremos a tiempo.
Ciara se dejó llevar dando de vez en cuando una mirada atrás hasta que ya no pudo ver la sala de música. Para cuando llegaron a la sala todo estaba casi igual a como estaba antes de irse. «¿No habrán podido avanzar debido a que me distraje demasiado?», pensó con culpa por retrasarlos a todos, por lo que, se puso a trabajar de inmediato para no perder más el tiempo.
Después de unas horas más, el trabajo que le correspondía ya estaba listo. Estiro su cuerpo tenso y adolorido por estar demasiado tiempo en una posición y miró al resto, pero no noto ningún avance en su trabajo a diferencia suya. Rascó su cabeza confundida sin entender a qué se debía, ya que, todos los materiales estaban ahí. «¿Habré olvidado algo?»
—¡Bueno, chicos! —Eva llamó la atención hacia ella—. ¡Buen trabajo todos! Dejaremos por hoy, mañana seguiremos con lo que queda. ¿De acuerdo?
Hubo varios murmullos de acuerdo y todos prepararon sus cosas para irse.
—Eva sobre mañana... —Ciara la llamó para preguntar si podía irse antes mañana, después de todo su parte ya estaba completa y quería volver temprano a casa para celebrar con su familia.
—¡Ah Ciara! ¿Puedes quedarte a ordenar?
—Sí, pero Eva mañana...
—¡Gracias Ciara! —interrumpió Eva tomando sus manos—. Recuerda llevar los materiales que sobraron de regreso al almacén, no queremos que el profesor nos regañe como la última vez. ¿De acuerdo? —Ciara asintió queriendo decir algo más, pero Eva nada más tuvo su aprobación, se despidió siguiendo al resto que ya había desaparecido.
—Bueno, le diré mañana —se encogió de hombros antes de disponerse a ordenar la sala -que en esos momentos era un desastre- para, finalmente, apilar los materiales sobrantes otra vez en su caja y llevarlos al almacén tarareando lo que recordaba de la melodía que había escuchado. «Seguro a mamá le gustaría escucharla», pensó con una sonrisa, por lo que al pasar por la sala de música se detuvo y miro anhelante la puerta. «¿Aún estará ahí esa persona?»
—¿Buscas algo?
Ciara salto -casi volcando la caja en sus manos- ante la distante y fría voz a su espalda, asustada, se giró para ver a un chico alto de cabello oscuro y corto con lentes de pasta negra que tenía una presencia demasiado intimidante.
—Eh... yo... —tartamudeó sin saber qué decir cuando la puerta de la sala de música se abrió llamando la atención de ambos.
De la sala salió otro chico casi igual de alto, pero su cabello era castaño claro y sus ojos almendrados que daban una sensación de calidez totalmente opuesta al otro chico.
—Te estaba esperando.
El corazón de Ciara dio un vuelco ante esas palabras. «¿Me esperaba? ¿Se dio cuenta de que lo escuche?», su mente era un caos mientras trataba de entender lo que sucedía.
—¿Me esperabas? —La voz fría del chico de antes sonó a su lado sacándola de sus divagaciones.
—¿A quién más? Vamos, no tengo todo el día —replicó con impaciencia.
—Solo preguntaba —dijo el chico a su lado con indiferencia, pero en su tono había un toque de burla, o eso sintió Ciara cuando le miro—. ¿Necesitas algo?
Ciara negó rápidamente con la cabeza baja -demasiado avergonzada para mirarlos a la cara- y se fue rápidamente de ahí como un conejo atrapado por un lobo, uno muy intimidante.
Solamente cuando llegó al almacén pudo detenerse a respirar con calma. «Él me descubrió, —mordió su labio con nerviosismo mientras se apoyaba en la pared con la caja aún en sus manos—, espero que no diga nada. ¡Qué vergüenza!», pensó dejando la caja en su lugar para tomar sus mejillas calientes.
—¿Pero quién será el chico que salió de la sala de música? —se preguntó al recordar el encuentro que tuvo—. Si solo ese otro chico no hubiera aparecido. —hizo un puchero al pensar en el chico de pelo negro que la espanto con su aura dominante y feroz. ¡Además, estaba segura de que se había reído de ella!
—¡Como sea! —exclamó irritada—. Mejor pensaré en que sabor de pastel comeré mañana~. —Y con eso en mente, Ciara se fue a su casa, dejando el chasco que había pasado al fondo de su mente; sin embargo, aquel chico de ojos almendrados seguía grabado en su memoria junto a aquella melodía que no podía dejar de tararear.
—¡Ciara no creerás lo que paso hoy en la Universidad! ¡Cuánto lamento que no estuvieras ahí! Me tuve que pellizcar tres veces para confirmar que era real. ¡Tres veces!
Ciara parpadeo aturdida por la efusividad de su amiga, casi podía verla a través del teléfono saltando y corriendo por su habitación en estos momentos, al igual que una niña pequeña que comió demasiada azúcar.
—¿Sacaste una calificación perfecta en tu examen? —Ciara se inclinó en su silla dejando de lado el proyecto en el que estaba trabajando para escucharla.
—Estoy hablando de algo alegre. ¿Por qué tienes que mencionar cosas deprimentes? —Casandra se quejó lastimeramente haciendo notar que no le había ido nada bien.
—¿Tan mal te fue? —Frunció el ceño ante esa respuesta, ya que esperaba que esta vez sus calificaciones mejoraran después de pasar tantas horas estudiando con ella.
—Mejor no hablemos de eso...
—De acuerdo —Ciara accedió derrotada. Después de casi un año de conocer a Casandra ya estaba acostumbrada a esa respuesta—. ¿Entonces que te tiene tan entusiasmada que no puedes creerlo?
—Bueno, prepárate porque no lo creerás. ¡Ni yo lo creo aún! Me siento en un sueño. —Suspiró ensoñadoramente por el teléfono olvidando rápidamente su depresión anterior.
—Vale estoy preparada —anunció divertida por su exageración—. Cuéntame, a ver, qué sucedió tan impresionante para que estés así.
—Estoy saliendo con Derek Wright.
La sonrisa de Ciara se perdió al escucharla. Era como si de pronto le hubieran volcado un balde de agua fría encima sin preparación alguna.
—¿Qué dices? ¿Te sorprendí? —Casandra inquirió alegre al no escuchar una respuesta.
—Cass... ¿... Qué... qué acabas de decir hace un momento? —balbuceó atónita e inconscientemente apretó más su teléfono en busca de un soporte para el repentino temblor de sus manos.
—¡Salgo con Derek Wright! —repitió marcando claramente cada palabra como si temiera que no escucha bien nuevamente.—. ¡Es mi novio, mi cariñito! ¡Mi bebi...!
—Está bien, entendí, no digas más —le detuvo Ciara horrorizada de que terminará aquella frase, suficiente horror sentía con qué saber era novia del que era su amor primer desde la preparatoria—. ¿Y cómo... cómo sucedió? Hasta ayer no se conocían.
—Bueno, estaba en el almuerzo y él tomó la iniciativa de sentarse en mi mesa —comenzó a narrar feliz Casandra—. Hablamos un poco, me dijo que era muy guapa y yo tome el valor y le pregunte si saldría conmigo, entonces para mi sorpresa me dijo que sí. ¡Casi me desmayo ahí mismo! Siento que estoy soñando... ¿No estoy soñando verdad? Soy tan feliz. ¿Esto es lo que dicen sobre que el amor te puede hacer sentir como si vuelas?
—Aún puedes pellizcarte de nuevo para estar segura —sugirió, pesando en lo bueno que sería para ella si solo fuera un sueño, aunque en su caso sería más parecido a una pesadilla.
—No te burles, sé que esto no te importa, pero para mí es como un sueño hecho realidad —reprochó a la ligera, de lejos se podía sentir que nada podría estallar la burbuja de felicidad en la que estaba—. Siento que mi corazón va a explotar de felicidad. ¡Es Derek Wright, la estrella del equipo de básquet! Y a partir de mañana todos sabrán que es mi novio.
—Muchas chicas te odiarán por eso también. —«Yo quisiera hacerlo», añadió en su mente con amargura.
—No me importa, aun si quisieran matarme con la mirada. ¿Qué más pueden hacer? Igual al final del día yo seré la que esté con Derek, no ellas. —alardeó desdeñosamente Casandra.
«Para ti es tan fácil», pensó Ciara, recordando el infructuoso enamoramiento que tenía por Derek desde hace ya tres años, algo que, por supuesto, Casandra no sabía ni pensaba contarle, mucho menos ahora.
—¿Ciara me estás escuchando?
—Sí, solo pensaba que ojalá fueras igual de entusiasta con tus estudios, seguro obtendrías el primer lugar —contestó desviando el tema.
—¿Para qué gastaría energía en eso? Solo debo aprobar para hacer feliz a mi padre, el resto del tiempo pienso dedicarlo a divertirme y estar con Derek —replicó sin ninguna vergüenza de admitir que tenía su vida asegurada.
—No sé qué hago juntándome con alguien como tú —protestó Ciara sin poder evitar sentir celos—. Si no fueras mi amiga juro que te odiaría.
—Tarde~ —canturreó Casandra de buen humor—. Desde que me salvaste somos amigas hasta la muerte.
Ciara suspiro ante esas palabras, ya que, ahora, realmente se arrepentía de haber sido tan entrometida. «Si solo hubiera sabido que ahora estaría en este dilema, me hubiera golpeado ahí mismo», se lamentó y no pudo evitar decir en voz alta: —¿Sabes que si hubiera sabido quién eras nunca te hubiera ayudado, verdad?
—Y por eso precisamente eres mi persona favorita... aunque ahora debes compartir espacio con Derek. ¡Oh, ya sé! —exclamó Casandra de repente entusiasmada—. Mañana haré que fabuloso novio conozca a mi querida heroína. ¿No suena genial?
—Yuju... —mascullo queriendo golpear su cabeza contra la pared al empeorar más la situación con su descuidado comentario. Entonces miró su olvidado proyecto y se le ocurrió una idea—. ¡Pero mira la hora que es! Debo termina mi proyecto, así que tendré que dejarte sola en tu burbuja de felicidad, por ahora.
—¿Eh? ¿Pero no dijiste que era para la próxima semana?
—Y mañana ya es viernes y durante la semana no tendré tiempo por el trabajo en la biblioteca, lo sabes —le recordó ansiosa por cortar.
—Trabajo, siempre es el trabajo —resopló Casandra con molestia—. Nunca puedo pasar tiempo contigo, porque siempre estás ocupada, así nunca tendrás más amigos ni menos un novio. Te estás perdiendo la mejor etapa de tu vida.
—No es cierto —contradijo agraviada—. También me junto con Sara y Gabriel.
—Ah, sí, cómo olvidarles. Sara con quien normalmente haces los proyectos grupales y Gabriel quién a veces trabaja contigo en la biblioteca. Podría apostar todo mi dinero a que si no fuera por eso ni siquiera les hablarías.
—Yo... —Ciara abrió y cerró la boca varías veces intentando replicar, pero al final no pudo hacerlo—. ¿Por qué hablamos de eso? ¿Qué tiene de malo que me preocupe por mis estudios y quiera ahorrar dinero?
—Porque temo que te encontraras a los treinta años sola con diez gatos y te preguntarás qué hiciste con tu vida.
—No seas exagerada —desestimo rodando los ojos—, a lo más tendré uno.
—¡Ese no es el punto! Ciara dime la verdad ¿Tienes algún problema? Si necesitas algo puedo ayudarte, de verdad que me angustia verte correr de un lado a otro y despreciar tu vida así.
—La vida no se trata solo de diversión y amor Cass, quizá algún día lo entiendas. Ahora cortaré, realmente necesito terminar mi proyecto —su voz fue extremadamente fría y cortante, pero no pudo evitarlo, Casandra no la entendía y aunque sus intenciones eran buenas solo la herían.
—Ciara, solo me preocupo por ti.
Ciara exhaló pesadamente y froto una mano en su rostro abrumada. —Lo sé, pero no lo necesito, estoy bien. Tú solo piensa en Derek, de mis cosas puedo encargarme yo misma.
—De acuerdo —accedió con desgana Casandra al otro lado de la línea—, no te molestaré
más. Te veo mañana, cuídate.
—Igual, hasta mañana.
Ciara colgó el celular, apoyo su frente en sus manos y miro de reojo su notebook sin ánimos de continuar su proyecto. Sentía como si después de tanto tiempo le hubieran arrebatado algo y aún no estaba preparada para eso.
«¿Cómo enfrentaré a Casandra mañana?», pensó mordiéndose el labio con inquietud. Olvidar tres años de enamoramiento no sucedería tan rápido, ya lo había intentado antes y no funciono, fue incluso peor. Se levantó y cerro su notebook con frustración. Camino de un lado al otro como un animal enjaulado.
Tenía que buscar una manera de olvidar a Derek o alejarse de Casandra, estar cerca de ellos no era una opción, ni siquiera quería imaginar que sucedería si Derek o Casandra descubriera sus sentimientos.
—¡Es tan injusto! —gruño, apretando los puños.
Ella se esforzó por ser fuerte e hizo todo lo que pudo. Estuvo al lado de sus padres cuando su madre enfermó, se esforzó por ayudarlos lo más que pudo con Liam, la casa y la escuela, renuncio a sus privilegios, se acostumbró a quedarse sola, renuncio al único amor que tuvo y se resignó a solo admirarlo de lejos sabiendo que nunca estarían juntos, aun así perdió a su madre y ahora tendría que acostumbrarse a ver a la única amiga que había logrado hacer después de quedarse sola al lado de su primer amor por quién sabe cuánto tiempo. Sus ojos se sentían calientes y cuando se tiró a la cama mojo la almohada, pero no le importo.
«¿Qué había hecho mal? ¿O es que acaso no se había esforzado lo suficiente?»
—¡Ciara! ¡Por aquí! —llamó Casandra cuando vio a Ciara pasar con su bandeja del almuerzo. Estaba sentada junto a Derek en una mesa que estaba ocupada casi en su capacidad máxima por un grupo de personas tan llamativas que llegaban a brillar.
Ciara quería fingir que no la había escuchado y evitar enfrentarla, pero su llamado fue tan insistente que todos a su alrededor se voltearon a mirarla, incluidos los que estaban en su mesa, por lo que no le quedó más remedio que voltearse a saludar para evitar la vergüenza.
—Oh, hola Casandra, lo siento, no te había visto —dijo con una sonrisa mientras internamente maldecía su mala suerte.
No solo su mañana fue un asco por no poder dormir bien anoche y su apariencia era un desastre, ahora tenía que toparse justo con lo que no quería de la peor forma posible, aun cuando casi muere de hambre tratando de evitarlo. «Simplemente genial...»
—¿En qué pensabas que ibas tan distraída? —preguntó con curiosidad Casandra, ignorante de su tormento.
—Nada importante... —«Solo en cómo evitar en que esta embarazosa situación sucediera, pero ya no importa», completó en su mente con ironía.
—Oh... ¿Aún no comes? —dijo al ver que llevaba su bandeja intacta—. Ven a sentarte con nosotros, así te presentaré a todos.
Ciara vio las caras de los acompañantes de Casandra por primera vez y los reconoció como el grupo "Aria" de la universidad, no le sorprendía, después de todo Derek era su máximo exponente al cumplir con tres de los cuatro requisitos necesarios: Dinero, influencia y deportes. Irónicamente, ella cumplía con el único que le faltaba: estar en los tres primeros dentro del ranking de notas, es una lástima que por mucho que le gustara, Derek prefería verlo en sus partidos o prácticas que soportar que la miraran como lo hacían ahora. Hace mucho que había dejado de querer agradar a personas que solo estaban por interés.
—Ah... Cariño, no creo que sea buena idea, no hay mucho espacio. Además, no creo que eh... —Derek miró a Ciara buscando una respuesta, pero Ciara no pudo decir nada presa del pánico de ser observada tan atentamente por él por primera vez— ¿Clara?, se sienta cómoda aquí. ¿Verdad?
—Es Ciara... —corrigió tímidamente Ciara—. Y yo...
—¿Por qué no se sentiría cómoda? No seas tonto, todos somos amigos —Casandra interrumpió levantándose para llegar al lado de Ciara y tomar su bandeja—. Ven Ciara, siéntate con nosotros, al lado de Mia hay un espacio —señaló el asiento a un lado de la chica morena de cabello decolorado y ojos oscuros.
La aludida miró a Casandra sorprendida. —¿Dónde dices que hay un espacio? ¿No ves que tengo mi bolso ahí? ¿En realidad no esperarás que lo deje en el suelo o sí? Es una versión exclusiva, ni siquiera sale al mercado todavía.
—Cierto, si no fuera porque es la hija del diseñador, ¿Cómo podría conseguir algo así? —acotó la chica rubia a su lado mirando a Ciara despectivamente—. Dudo que Clara pueda responder si se dañara.
Casandra arrugó sus cejas sin saber qué hacer y le dio una mirada complicada a Ciara, pues no quería ofender a Mia y perder el frágil lugar que tenía en su grupo.
—Está bien Casandra —interrumpió Ciara quitándole la bandeja de las manos. Desde un principio se pensaba ir, no se quedaría al lado de alguien que no podía recordar un nombre que había escuchado hace cinco minutos o mejor dicho alguien que ni siquiera quería pronunciar bien su nombre—. Iré a buscar una mesa antes de que mi comida se enfríe.
—Lo ves, amor, a Clara no le importa. Ven, vamos a comer.
Ciara se detuvo de irse cuando escucho a Derek. Apretó con fuerza la bandeja sintiendo que parte de su corazón se rompía, respiro hondo, pego una dulce sonrisa en su rostro -la misma que había aprendido a hacer para ocultar a tristeza y frustración- y se giró para enfrentar a Derek y los demás. —Claro que no me importa. Solo una cosa antes de irme, mi nombre es Ci-a-ra —recalcó con fuerza— y no me importa si no lo recuerdan, pero no me llamen por cualquier nombre al azar. ¿Entendieron?
Los ocho chicos en la mesa detuvieron lo que hacían y la miraron con sorpresa, solo algunos asintieron aturdidos antes de darse cuenta de lo que hacían.
Ciara asintió satisfecha. —Buen provecho —dijo antes de retirarse sin mirar atrás ni esperar una respuesta, aunque quisiera no podría, ese era todo el coraje que tenía. Si no fuera por la obvia burla cuando Derek dijo mal su nombre no los hubiera enfrentado de esa manera, pero no podía dejarlo pasar. «¡Eran tres años enamorada! ¿Decir bien su nombre una vez era mucho?»
Apretó los dientes mientras buscaba un lugar libre para sentarse e intentaba olvidarse de la desilusión que se llevó en su primer encuentro con Derek. «¿Cómo alguien que podía hacer música tan hermosa podía ser tan insensible? No lo entiendo».
—¡Ciara!
Ciara volteo ante el llamado familiar de Gabriel Callen, su compañero de trabajo, que estaba junto a Sara Hugh, su compañera de proyectos. Verlos juntos siempre era extraño por lo dulce y agradable que se veía Gabriel en contraste con lo agresiva y distante de Sara. Cuando se enteró de que eran amigos no podía creerlo hasta que supo que eran amigos de la infancia y también vecinos.
—¿Qué tal chicos? ¿Puedo sentarme con ustedes? —pregunto al ver que era una de las únicas mesas con lugares libres.
—Por supuesto, aquí no te pondremos malas caras... ¡Ah! —gruñó adolorido Gabriel después de recibir una patada de Sara.
—Ten algo de delicadeza —Sara amonestó mirando con una disculpa a Ciara.
—Tú eres un gorila. ¿Cómo me hablas de delicadeza? ¡Ah! ¡Lo ves!—acusó Gabriel después de recibir otro golpe.
Ciara se sentó apenada. —¿También vieron eso?
Ambos asintieron mirándola con simpatía.
—¿Qué paso? ¿Casandra te está poniendo las cosas difíciles ahora que es novia de Derek? —Gabriel preguntó preocupado mientras acomodaba sus anteojos.
—No, claro que no —negó Ciara sorprendida de que pensara eso—, solo... quería que almorzara con ellos. —admitió mientras jugaba con su comida sin ganas de comer.
Sara y Gabriel la miraron consternados.
—¿Casandra no tiene ojos? Desde aquí se podía ver que no te querían ahí —reprochó Sara haciendo rodar sus ojos enmarcados en espeso maquillaje gótico.
—Su intención era buena, nada más quería presentarme a sus amigos —le defendió—. Es solo que Casandra a veces puede ser algo... inocente y no nota el ambiente.
—¿Inocente? Diría que le falta un poco aquí. ¿Entiendes? —Gabriel señaló su cabeza en un tono burlón.
—¿Y qué? No me importaría carecer de neuronas, si a cambio puedo tener su vida, solo mírala. —Sara suspiró con envidia mirando en dirección a la mesa donde estaba Casandra—. Su padre no solo es dueño de una de las automotrices más grandes del mundo, también dona a la universidad e instituciones benéficas, sin mencionar que es bien conocido cuánto mima a su única hija, su futuro está asegurado sobre todo ahora que pertenece al grupo "Aria".
Ciara miró en la misma dirección de Sara y se arrepintió inmediatamente.
No envidiaba estar en el grupo "Aria", menos de ver cómo eran, ni tampoco la fortuna de Casandra que podía comprar cualquier cosa que deseara, pues si de algo estaba segura era que lo que fácil venía, fácil se iba, pero al ver a Derek darle de comer cariñosamente a Casandra en la boca, le hacía querer estar en su lugar y no en el de la chica a la cual ni valía la pena mencionar bien su nombre.
—Bueno, ahí sí tienes razón —concordó Gabriel—. Si pudiera al menos ser un genio del básquet como Derek tampoco me importaría ser un idiota. Quizás así podría atraer chicas...
Gabriel y Sara siguieron discutiendo del tema, pero Ciara dejó de prestarle atención, solo miró el plato que no se podía comer sin ánimos.
«¿Por qué en su vida nada salía como quería? ¿Por qué siempre tenía que perder lo que quería? —apuñaló su comida con frustración—. Ojalá pudiera olvidarle, retroceder el tiempo a ante de que todo pasará...» Hizo una mueca irónica ante aquel deseo poco realista.
El tiempo no retrocedía, solo avanzaba, si existiera tal cosa podría hacer que su madre aún estuviera con ella ahora y no en una fría ánfora, no tendría que obligarse a estar sola ahora por temor a ser una carga, no tendría que fingir ser fuerte cuando se siente a punto de romperse en pedazos...
No, en el mundo no había medicina para el arrepentimiento, solo podías seguir a través de tus propios errores y lo único que podía hacer ahora era buscar una forma de olvidarse de una vez por todas de Derek Wright.
—¿Ciara, tu comida te ofendió de alguna manera? —Gabriel preguntó sacándola de sus pensamientos.
Cuando miró su plato noto que su comida se habían convertido en una pasta amorfa en algún punto.
—... No, solo no tengo hambre. Creo que mejor iré a descansar antes de mi próxima clase, nos vemos. —Tomo su bandeja y la dejo en la basura dispuesta a salir de la cafetería cuando sin querer escucho a Casandra hablar.
—Lástima que Ciara no se haya podido unir.
—Oh, vamos, amor, no pienses más en eso —hablo Derek con aburrimiento—. No todos podemos hacer caridad como tú.
Ciara sintió que dejo de respirar en ese momento, se sentía asfixiada y solo pudo apresurar sus pasos a la salida sin escuchar la respuesta de Casandra. ¿De qué serviría? ¿Cambiaría eso la realidad?
Para Derek no era nada y para Casandra... lo más probable es que realmente fuera un caso de caridad. ¿Por qué, sino se empeñaría en ser su amiga? ¿Pero qué importaba? Solo se debía preocupar por estudiar y conseguir dinero para mantenerse hasta acabar la universidad y con suerte cumplir su sueño, desarrollar tecnología que pueda ayudar al avance médico, lo demás no debía importarle.
Sin embargo, no importa cuánto se lo repitiera su corazón aún dolía...
Download MangaToon APP on App Store and Google Play