"¿Quién se levantará para salvarnos?"

...VI...

Al costado de la mansión muy cerca de terreno abierto se encontraba el campo de entrenamiento del escuadrón a cargo del gran duque, era una enorme explanada que a diferencia de aquella que se ubicaba en la mansión de la capital brindaba una mayor ventaja para ejecutar campañas de reconocimiento y simulacros de ataque que permitían a las tropas permanecer preparados ante una posible contienda. El campo de entrenamiento también estaba conformado por un edificio aparte en donde los soldados habitaban y hacían su día a día además de contar con su propia cocina y comedor y sirvientes exclusivos que se encargaban de mantener los establos y las literas ordenadas y aseadas, así como el mantenimiento de la armería en donde cada espada y escudo debían de ser cuidados correctamente.

La tropa de Jonathan era disciplinada y entrenaban todos los días de sol a sol sin importar si estaban en época de guerra o de paz, solo los mejores eran admitidos en el regimiento del gran duque y era por eso que las grandes guerras eran ganadas por aquellos hombres que renunciaban a todo con el único fin de entregar sus vidas a lo que ellos creían que era una causa justa. Jonathan se reunía con ellos sin falta y supervisaba los entrenamientos personalmente, así como las campañas. Luego de la derrota del abisal “Caos” un rumor se extendió por todos los círculos sociales del imperio, se decía que bastaron únicamente 100 hombres de aquellos guerreros de élite liderados por excelencia el gran duque para liquidar a tan terrible bestia y aquél fue el inicio de la leyenda de Jonathan el héroe de Ether y el asesino de abisales. 

El campo de entrenamiento era como el templo para los clérigos, un lugar sagrado el cual merecía respeto y no se estaba permitido interrumpir ni distraer a los soldados por tal motivo Jonathan dispuso que Jasper y su hija dispusieran de su campo privado en donde solo el gran duque tenía acceso y el cual estaba equipado para su entrenamiento diario. Era de menor tamaño de aquel usado por la tropa de elite, pero aun así funcionaba muy bien para Jonathan.

Decir que el entrenamiento con el maestro Jasper era difícil es decir poco porque Jocasta lo sintió como el mismo infierno. Estaba preparada mentalmente para soportar el exhaustivo régimen al que estaría expuesta incluso sabía del duro calentamiento al que estaría sometida con el único fin de prepararla para el momento de utilizar la espada, no obstante, nunca se esperó que su entrenador empezara con un nivel alto aun cuando ella era una novata.

Esa mañana en que el entrenamiento inició Jasper hizo que se vistiera con ropa apropiada para el calentamiento. Nunca en su vida había utilizado pantalones ni mucho menos camisa masculina, pero se sintió de lo más cómoda, comodidad que le duro poco cuando Jasper la hizo correr 50 vueltas al campo de entrenamiento. El día era cálido, pero una suave brisa refrescaba y Jocasta sintió un enorme alivio de que hubiese resultado así, ya que de seguro se hubiese desmayado de insolación. ¡No!, Jocasta Asteria no se rendiría su deseo de justicia y necesidad por ver realizada su venganza le daba la motivación necesaria para correr sin detenerse soportando el dolor de sus piernas y las ganas de lanzarse al suelo y darse por vencida. Para poder proteger a su familia ese era el primer paso, y aunque le ordenasen dar 100 vueltas más sin detenerse ella obedecería y correría hasta desgastar el suelo a sus pies.

Jasper era disciplinado y esperaba que su aprendiz también lo sea, un cuerpo entrenado era un cuerpo resistente y fuerte y para soportar el peso del metal se necesitaba de mucha fuerza física, Jocasta era delgada como un fideo y sus brazos de palillo se quebrarían con tan solo intentar levantar una espada del suelo. Luego de las vueltas al campo de entrenamiento la hizo estirar las piernas por 10 minutos para evitar calambres y dolores musculares, luego de un breve descanso la hizo dar flexiones que al principio costaron mucho trabajo, pero Jasper se dio cuenta rápidamente que esa niña pese a ser aparentemente débil físicamente poseía una perseverancia admirable y que sin duda él sabía reconocer. Tal vez consideraría cambiar de opinión si ella seguía demostrando que en verdad deseaba eso.

Los días transcurrieron y desde el alba hasta el atardecer la muchacha entrenaba arduamente ante el clamor de su entrenador que le exigía dar el máximo posible. Ella podía soportar los gritos, ella podía soportar el dolor de sus músculos eso no era nada en comparación con la humillación de Carles y Irisella y los azotes que sufrió en sus días finales. Porque cuando se conoce el verdadero dolor una torcedura o caída era tolerable. 

― ¡No estás dando toda tu capacidad! ―se escuchaban los gritos de Jasper como la de un viejo general que entrenaba a un soldado para la batalla ―. ¡No eres una princesa! ¡Demuestra que deseas seguir este camino!

― ¡Quiero seguir este camino, señor! ―respondía Jocasta con fuerza corriendo por décima vez la explanada.

― ¡Más fuerte!

― ¡Deseo ser un caballero! ―su clamor era oído tanto por las sirvientas como por los demás soldados del ejército de Jonathan que en ese momento entrenaban en su campo privado ejecutando movimientos de ataque. En sus corazones todos le daban los ánimos necesarios para no rendirse. 

Y el entrenamiento continuo ante la constante vigilancia de Jonathan y Dione que en todo momento estuvieron al pendiente de Jocasta y preocupados intentaron intervenir haciéndole entender que no era necesario someterse a algo tan difícil y desgastante. Pero Jocasta continúo rechazando de buena manera el pedido de sus padres. Ella no se daría por vencida antes de tan siquiera haber iniciado y es así que la joven dama Asteria todas las mañanas se despertaba antes de la salida del sol y corría alrededor del ya conocido campo de entrenamiento, su cuerpo ya parecía haberse habituado a aquella rutina y el enorme cansancio y pesadez inicial ahora fue remplazado por tan solo un ligero agotamiento que Jocasta supo lidiar moderando su ritmo de trote para ahorrar energía. Jasper se sentía orgulloso, los brazos de la joven empezaron a ponerse firmes y ahora podía ejecutar las planchas sin problemas a diferencia de la primera vez y entonces el maestro supo que ella ya se encontraba lista.

Una mañana después del calentamiento habitual al que ya estaba acostumbrada Jocasta, Jasper la llevo al centro del campo en donde la esperaba un muñeco de entrenamiento especial que solían usar los miembros de la tropa para practicar sus estocadas y técnicas mortales y a su costado espadas de todos los tamaños y formas.

Jocasta observó a su maestro quien entre todas las espadas elige la que consideraba apropiada para Jocasta de acuerdo a su estatura y fuerza.

―Considero que has en estos días has entrenado lo suficiente y ya eres capaz de resistir el peso de una espada de verdad ―dijo Jasper para segundos después lanzarle el arma en su funda a Jocasta quien en esta vez logra recibirla y levantarla sin problemas.

Ella recordaba la primera vez que intento cargar una, era sumamente pesada como un bloque de cemento y no podía levantarla del suelo, los músculos de sus brazos le dolieron por dos días seguidos.

―Señor Jasper ―dijo la joven observando la espada seleccionada especialmente para ella, saca el arma de su funda y observa su reflejo en la hoja de la tizona ―. ¿En verdad ya me encuentro lista? ―su voz está cargada de emoción.

―Así es ―afirma Jasper sonriéndole por primera vez desde su llegada ―. Prueba de ello es que puedes permanecer erguida y sin problema ahora la parte más difícil está a punto de iniciar, ¿esta lista usted lady Asteria para empezar con el verdadero entrenamiento?

Jocasta empuña el arma con firmeza y con mirada decidida levanta la espada y ejecuta un movimiento de barrido probando la ligereza de la misma. Era suave al tacto y ligera como una pluma, Jocasta pudo maniobrarla sin problemas.

―Estoy lista ―hablo la muchacha y Jasper por un momento vio una especie de fuego en su mirada y una fuerte aura de determinación.

―Lady Asteria ya es momento ―dijo el instructor golpeando con su puño el pecho del muñeco afelpado ―. Dele su mejor golpe.

Y con un fuerte grito la muchacha levanto la espada e imagino a su mayor enemigo de pie frente a ella, y mientras corría con velocidad la espada en sus manos apuntaron hacia el corazón, si lo hubiese tenido cerca Jocasta no hubiese dudado en atacarlo.

 “Vuélvete fuerte Jocasta” ―se dijo ella misma ―. “Conviértete en la peor de sus pesadillas”

...***...

Puede que Jocasta estuviese entrenando arduamente pero nunca desaprovechaba un descanso para reunirse con su querido cuervo Antares y alimentarlo, Maya y Scilla se ofrecieron a hacerlo mientras ella se encontraba practicando, pero aquel cuervo graznaba fuertemente y amenazaba con picarles los dedos si se atrevían a acercarse a su pico. Ambas renunciaron a esa tarea y viendo que el cuervo era tan caprichoso y apegado a Jocasta la joven señorita tuvo que hacer un pequeño espacio en su descanso y darle su fruta favorita la cual el recibía con el mayor de los gustos. Por fortuna el ala y la herida del pecho ya se encontraba recuperada por completo y solo era cuestión de algunos días para que este al fin se alzara con libertad y partiera a su hogar.

Para Jocasta recordar que el cuervo con quien se había encariñado tanto se iría pronto de su lado le causaba una honda melancolía, quería tenerlo a su lado y consentirlo tanto como fuese posible, pero había hecho una promesa a su padre y tenía que ser leal a su palabra aun cuando su corazón sufriese por dejarlo ir.

Khaled sabía que el momento de su partida se acercaba y aunque era necesario que regresase con su clan y tomara el lugar que le correspondía como el legítimo heredero de Shahriar no puedo evitar, sin embargo, sentir tristeza al pensar que se alejaría de la persona que no solo lo salvo, sino que su sola imagen le había dado la fortaleza necesaria para resistir esos años en el campo de esclavos. Porque Khaled sabia en su corazón que aquel ángel de sus sueños era ella y de alguna forma u otra el vería la forma de retornar a su lado.

La había visto entrenar sin cansancio y sin mostrar dolor alguno aun cuando aquel instructor era sumamente estricto y la ponía constantemente a prueba. Estuvo a su lado durante cada paso que ella dio y cuido de ella desde las sombras. Al verla aprecio su estilo y su técnica y aunque reconoció que era buena y poseía cierta agilidad posiblemente innata debido a su padre todavía no mostraba su máximo potencial y existían aun ciertas cosas que pulir y corregir por ejemplo la tendencia a descuidar su costado derecho y dejarlo abierto a un ataque directo y letal, sus ataques eran impulsivos y aunque eran dirigidos con fuerza y precisión alguien con mayor dominio en el combate podría esquivarla sin problemas y atacarla por su costado descuidado. Para maniobrar una espada se requería fuerza, eso era cierto, pero para una contienda era necesario el ingenio y saber dominar los impulsos para no mostrarle al enemigo el camino para herirte.

Khaled entonces decidió que antes de irse pagaría su deuda con Jocasta de la única forma que sabía. Él era un asesino no un guerrero y aprendió a luchar y matar a su contrincante en el proceso, si en verdad era la intensión de aquella muchacha el enfrentarse a su patria valiéndose de la armada del ducado entonces tenía que aprender mucho más que las maneras de los caballeros.

Luego de aquel duro día de entrenamiento Jocasta se retiró a su pieza luego de la cena y se dispuso a tomar un largo baño relajante que le ayudase a relajar los músculos, la sensación era placentera y el aroma de las sales inundaba la estancia deliciosamente. Sus manos estaban un poco adoloridas y rojizas debido al contante uso de la espada en aquellos días.

―Ha trabajado muy duro señorita ―dijo Maya cubriendo el cuerpo desnudo de Jocasta con una suave toalla, la sensación de la prende sobre su piel fue celestial.

―Todavía me falta mucho si deseo demostrarle a mi padre mi determinación en seguir esta carrera y aspirar a que me muestre las técnicas secretas de la familia Asteria algún día ―dijo Jocasta en un suspiro mientras se dirigía a la mampara para secarse con cuidado y luego ponerse el camisón.

Mientras eso sucedió a un lado y con el rostro completamente oculto entre las suaves cobijas de su cama Khaled evito levantar el rostro y ver aquella escena. Era embarazoso y por supuesto incorrecto, ella era una dama y poseía una honra que mantener. Contó los minutos a la espera de que Jocasta terminase su preparación para ir a la cama.

―Ese cuervo es extraño ―dijo Maya al ver el pequeño bulto bajo la manta ―. Es casi como si sintiese vergüenza de verla, siempre esquiva la mirada cuando usted de cambia de vestido y se esconde cuando toma un baño señorita ―la joven sirvienta sonríe divertida por lo raro de la situación, era ridículo ¿un ave avergonzada? Se supone que ellos no deberían tan siquiera saber el concepto de desnudes y pudor, era un animal no tenía sentido.

Maya no podía estar más equivocada al respecto.

―Solo es tímido y tal vez le molesta la luz ―Jocasta salió luciendo su camisón y su cabello suelto y peinado lista para ir a la cama ―. No te burles de este niño bueno ―la joven dama se acerca hasta donde su cuervo reposa y le llena de besos y caricias ―. ¿verdad, lindo Antares?

Un enorme sonrojo se dibujó en Khaled y en ese momento quiso escapar de aquella situación.

“¡No hagas eso chiquilla imprudente, soy un chico!” ―el ave aleteo con fuerza saliendo de su escondite.

― ¿Qué estás diciendo? ―se ríe la muchacha ―. ¿Te quiero Jocasta?

Todo era tan embarazoso para Khaled.

― ¡Que gracioso y lindo es! ―dijo Jocasta para luego arroparlo de nuevo.

Dejo a Khaled en su cama y ella se dirigió con pasos cansados a la suya. Mientras se recostaba cuatro sirvientas a indicaciones de Maya ingresaron a la recamara de la hija del gran duque y se llevaron la bañera de la señorita y la dejaron en la tranquilidad de aquella estancia. Maya hizo una reverencia antes de retirarse y las luces se apagaron permitiendo a Jocasta conciliar el sueño al fin. El día había resultado de lo más agotador y solo quería dormir por largas horas hasta reponer las energías perdidas. No fue difícil dejar que el sueño la consumiera, en menos de diez minutos ya se encontraba en un sueño profundo.

Solo cuando Jocasta ya se encontraba profundamente dormida es cuando el aleteo de un ave resurgió en medio de las sombras y un cuervo se posó en el barandal de la ventana. El ave voló hacia el interior de la recamara y se transformó en un hombre.

― ¿Me mandaste a llamar? ―dijo Baris haciendo una reverencia a Khaled quien notando la presencia del recién llegado.

El cuervo más pequeño se levantó de su lecho y dando un par de saltos cayó al suelo de forma limpia, una vez ahí la transformación se llevó a cabo y el cuervo aumento de tamaño y las plumas negras se desvanecieron como si el aire las hubiese llevado afuera en medio de la noche. Un hombre joven resurgió luego de tanto tiempo y Baris reconoció en él a su primo, ya no era aquel niño que solía correr tras de Azzad y reír despreocupadamente, sus ojos mostraron dureza y su rostro había madurado. Aquel atractivo y letal joven se encontraba desnudo y con notorias cicatrices en donde hacía poco se encontraban sus heridas recientes.

―Llegas tarde ―dijo Khaled con molestia ―. Creí que había sido claro cuando indiqué a Alphonse que requería de tu presencia inmediatamente después de que todos durmieran.

―Lo lamento alteza, pero me fue sumamente complicado burlar a la guardia que patrulla los terrenos de la mansión y están atentos ante cada pequeña señal que levante sospechas ―se excusó Baris.

Su orgullo era tan grande que no pudo aceptar laborar en la casa de un noble del imperio porque eso sería la más grande de las humillaciones ,después de todo lo que había pasado su pueblo a manos de aquellos rufianes por tal motivo Baris prefirió ir al pueblo más cercano y pedir alojamiento hasta que su primo se encontrara completamente recuperado y pudieran los tres al fin retornar a casa.

―Bien, no es importante, al menos estas aquí y eso es bueno ―dijo Khaled ―. Como puedes ver mi cuerpo ya se encuentra completamente recuperado y estoy listo para emprender el vuelo hacia nuestro hogar.

―Esa es una buena noticia ―exclamo Baris entusiasmado por su pronta partida hacia su hogar ―. Dentro de poco nos iremos de estas tierras tan llenas de peligro y estaremos en la seguridad de nuestro territorio.

―Pero antes de nuestra partida hay algo que deseo que sepas, no te estoy pidiendo permiso más si te informo porque pienso que es correcto hacerlo contigo ya que somos parientes.

― ¿Qué es eso tan importante alteza? ―por un segundo la voz de Baris se mostró intrigada y ansiosa por saber que noticia era aquella que sumía a Khaled en una profunda seriedad.

A lo mejor hizo un cambio de planes y se arriesgará a asesinar al gran duque en su propia casa con el fin de librarse de un noble más de aquel repulsivo imperio lleno de vicios e injusticia para todos aquellos que no pertenecían ahí. Si ese fuera el caso el entregaría su vida a favor de aquella causa aun cuando las posibilidades de sobrevivir eran muy nulas.

―Veras Baris ―hablo Khaled y sus labios esbozaron una sonrisa que causaría miedo a cualquiera más no a él que ya se estaba empezando a habituar e las expresiones perturbadoras de su señor ―. Planeo que Jocasta la joven hija del gran duque aprenda las técnicas Corvus.

― ¿Qué usted hará que cosa? ―Baris no podía creer lo que su primo le informo en aquel instante.

―A partir de mañana se le revelara a una sola persona los secretos de nuestro poderoso clan.

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