Lección de historia

Priscilla ya había exterminado a dos de los Ghouls. Pero aun quedaban cinco en pie, y con mucha energía. Ella los miraba atenta con sus dos hachas en las manos, esperando el próximo ataque, despreocupada.

- Okey…- suspiró ella con fastidio, y desapareció sus hachas- Miren, no sé como es que los Ghouls obtuvieron poder de pelea. Pero es obvio que no pueden contra mi. ¡Soy una princesa guerrera! Asi que si realmente valoran sus vidas, yo les aconsejo que se larguen ahora.

- Lo siento- sonrió uno de ellos con sus colmillos amarillos- Pero ya sabe demasiado, Princesa. No podemos dejarla vivir.

- ¿Es decir que prefieren morir intentando matar a la hija Asmodeus? ¿La mujer de Rico Halliwell? ¿La hermana de Miranda “La devoradora”? ¿La nuera de la reina Lilith?- ella sonrió con suficiencia- No creo que sean muy inteligentes.

Los Ghouls se miraron de reojo un instante. Parecían dudosos.

- Chicos, los Halliwell hemos sido el clan mas poderoso desde tiempos inmemorables- dijo ella- Yo podría hacerlos trizas en este momento. Pero no quiero matarlos. No siento placer matando a seres tan inferiores.

- Silencio- ordeno otro de ellos- Hablas demasiado para ser una desterrada. Según oí, eres una decepcion para Asmodeus.

- Bueno, hay muchas formas de interpretar el termino “decepcion”- dijo Priscilla- Mi asqueroso padre lo usa para describir a alguien que no quiere hacer lo que él quiere. Por ejemplo…

- ¡Basta ya!- gruñó el mismo Ghoul- ¡Asesinemos a esta perra!

Aquel Ghoul corrió hacia Priscilla con una espada en su mano, mientras ella tranquilamente hizo brillar su mano izquierda con una luz verde y lo recibió con un puño de esa mano en su frente. Fue tan grave el golpe que el craneo se partió y el puño perforó hasta su cerebro.

El Ghoul se quedó parado covulsionando mientras Priscilla aun tenia su puño dentro de su craneo y se llenaba de liquido verde y espeso, que también salía de la boca del Ghoul.

- Como dije- Dijo ella mientras retiraba el puño- No son muy inteligentes.

El cuerpo del Ghoul se cubrió de llamas y se desvaneció sin dejar rastros. Priscilla miró a los cuatro restantes, los cuales no solo estaban dudosos sino asustados.

- Es obvio que ustedes no van a rendirse- dijo Priscilla- Aun sabiendo que no pueden ganarme.

De pronto, todos comenzaron a escuchar pasos, provenientes de la entrada a la cámara que estaba en suelo a pocos metros de ellos. Asi que miraron hacia aquel lugar, y lo primero que vieron salir de la cámara, fue a Diego Halliwell, con su inexpresivo rostro bañado en sangre y sus ojos amarillos mirando hacia ellos.

Los Ghouls pusieron cara de terror al verlo.

- Es… Diego Halliwell- dijo uno de ellos temblando de pánico.

Gabriela salió unos segundos después, con Miriam en sus brazos, totalmente inconciente y ensangrentada, y los miró confundida.

- ¿Les importa si me uno?- le preguntó Diego a los Ghouls con su voz fría y pasiva.

Los Ghouls se miraron aterrados, y luego desaparecieron sin dejar rastro.

- Eso pensé- dijo Diego.

- ¿Esos no eran Ghouls?- preguntó Gabriela desconcertada.

- ¿Qué les parece?- dijo Priscilla caminando hacia Diego- Doy un discurso de casi una hora para hacerlos huir, y llegas tu y los haces dejar el polvo con tu sola presencia.

- De nada- dijo Diego.

- Ay, lo tenia bajo…- Ella calló y los miró a los tres un poco preocupada- ¿Qué les pasó?

- Problemas familiares- dijo Diego.

- ¿Y las niñas?- dijo aun mas preocupada- ¿Dónde está Andreina?

Diego solo la miró sin contestar. Pero ella entendió el silencio.

- Lo siento- dijo ella con pesar.

- Lo solucionaré- dije él, y luego miró la mano de Priscilla, sucia con los sesos del Ghoul- ¿Qué clase de Ghoul ataca a un demonio guerrero?

- No sé qué clase de Ghouls eran- dijo ella- Pero los envió Vega.

- ¿Cómo supo vega que yo estaba aquí?

- No lo sabe- dijo Priscilla- Los envió por mi. Quería reclutarme.

- Debe estar muy desesperado como para intentar reclutar a mi propia gente.

- Eso mismo pensé yo- dijo ella, y luego suspiró y sonrió- Pero lo importante es, que gracias a ellos supe donde está Vega.

- ¿Dónde?- preguntó Diego

- Está aquí- sonrió ella- En Cumaná.

- ¿Qué?- dijeron Diego y Gabriela al mismo tiempo.

El clima se había tornado lluvioso. Volvieron al Maverick antes de que empezara a caer la lluvia. Ahora Priscilla iba sentada en el asiento trasero, junto a Miriam, quien iba recostada en el asiento, aun inconciente.

- ¿Cómo puede Vega tener a su ejercito escondido en una ciudad tan pequeña?- preguntaba Gabriela mientras terminaba de bajar la cuesta y esperaba a que un cortejo fúnebre terminara de estorbar el paso- No logro entender eso.

- La ciudad es pequeña, es cierto- dijo Diego, quien iba en el asiento del copiloto- Pero el estado Sucre tiene muchas montañas y campos, en donde sería muy fácil esconder hasta un despertar. Si no lo crees, recuerda que yo pase meses escondiendo a cuarenta niñas caníbales en una de esas montañas.

- Bueno…- dijo ella pensativa- Eso es cierto. Pero… aun así, no entiendo por qué elegiría esta parte del mundo precisamente como su base.

- ¿De verdad no lo entiendes?- preguntó Diego.

- De verdad…- dijo un poco confundida.

Diego miró a Priscilla por el retrovisor. Ella estaba mirando por la ventanilla del auto.

- Priscilla- dijo él.

- ¿Si?- dijo Priscilla sin dejar de mirar por la ventanilla.

- ¿Te encargas de la lección de historia?- dijo Diego- Estoy muy cansado ahora.

- Claro- sonrió Priscilla.

En ese momento, Miriam comenzó a gemir, y abrió los ojos mientras se pasaba la mano por la cara desorientada.

- Miriam- dijo Gabriela aliviada y a la vez un poco preocupada.

- ¿Diego…?- dijo Miriam entre gemidos e inhalaciones.

- Estoy aquí- dijo Diego sin moverse de su asiento y mirando hacia el frente.

- Oye…- dijo Priscilla acercándose a ella.

Priscilla puso sus manos en sus mejillas con delicadeza e hizo que la mirara a los ojos.

- ¿Estás bien?- Le preguntó, mirando sus hermosos ojos verdes.

- ¿Qué pasó?- dijo Miriam aun desorientada.

- Nada- dijo Priscilla con sarcasmo- Bueno, la hija mayor de la Diosa de la pesadilla eterna te dio una tremenda paliza. Pero… nada. Todo bien.

Gabriela no pudo contener la risa al escuchar eso. Habia sido un comentario muy gracioso aunque inapropiado.

- Estarás bien- dijo Priscilla soltándola y volviendo a su lugar- Lo cual es digno de presumir. Tu y Gabriela son de las pocas que han sobrevivido a una pelea contra Lilu.

- Yo no lo llamaría pelea- dijo Gabriela con desagrado- Ella trató de asesinarnos.

- Pues no pueden decir que no se les advirtió- dijo Priscilla con ironía.

Miriam trataba de poner su mente en orden mientras veía el interior del Maverick y el cortejo fúnebre que aun estorbaba el paso.

- ¿Y Andreina?- preguntó, apenas recordando a su pequeña y rebelde cuñada.

- En el castillo- dijo Diego, aun mirando hacia el frente.

- ¿Qué?- dijo Miriam con tristeza.

- Podemos recuperarla- dijo Diego- Pero para eso tengo que hablar con mamá, y eso… es más difícil de lo que se imaginan.

- Pero lo harás ¿Cierto?- le preguntó Gabriela en un tono que más bien pareció de exigencia.

- Por supuesto- dijo Diego mirándola.

El cortejo terminó de pasar, y enseguida Gabriela puso el Maverick en marcha.

- ¿Saben?- dijo luego de un minuto de silencio- Tenemos ventaja. Sabemos que vega está aquí. Pero el no sabe lo cerca estamos de él. Podemos atacar por sorpresa.

- No- Dijo Diego- Esos Ghouls me vieron. Seguro ya pusieron al tanto a Vega. Así que la idea de un ataque sorpresa está descartada.

- ¿Entonces debemos preocuparnos?- preguntó Gabriela.

- Eso creo- dijo Diego, y luego miró a Priscilla por el retrovisor de nuevo y ella también lo miró- ¿Cambiamos?

- Por supuesto- Sonrió Priscilla.

Ambos desaparecieron y después de una pequeña fracción de segundos, Priscilla apareció en el asiento del copiloto y Diego en el asiento trasero que antes ocupaba ella.

- ¡Oye dijiste que no tenias poderes!- dijo Gabriela desconcertada, mirando a Diego por el retrovisor.

- No tengo poderes- dijo él- Eso lo hizo Priscilla.

- Cierto- dijo Priscilla.

Diego miró a Miriam, quien aun seguía un poco aturdida.

- Ven- le dijo extendiendo su brazo hacia ella.

Miriam fue hacia él y se recostó en su pecho mientras él la rodeaba con su brazo.

- Mi nena es violenta- le dijo él en el odio.

- Si…- rió ella con picardía- ¿Te gusta?

- Me excita, de hecho- dijo Diego

Priscilla, quien los miraba por el retrovisor, suspiró con fastidio y desagrado, luego miró a Gabriela, quien también se había dado cuenta de la escena.

- ¿Siempre son asi?- Le preguntó en voz baja.

Gabriela miró por el retrovisor un momento y trató de recordar una sola vez en la que Diego le hubiese mostrado cariño a Miriam. Pero no recordó ninguna.

- La verdad no- dijo Gabriela desconcertada- Esta es la primera vez que los veo asi.

Verlos abrazados de aquella manera en el asiento trasero le resultaba muy extraño. Quizá Diego solo quería hacer sentir bien a Miriam o incomodar a Priscilla. Pero como fuese, ella se sentía feliz por los dos.

- No tomes la calle Bolívar- dijo Diego de repente.

- Es el camino mas rápido- Le recordó Gabriela.

- No regresaremos a La Casa De Las Muñecas- dijo Diego.

- ¿Qué?- se extrañó Gabriela- ¿A dónde vamos entonces?

- Necesito dormir- Dijo Diego- Pero no me siento seguro en ese lugar. Solo podre dormir en paz en territorio Halliwell.

- ¿Territorio Halliwell?- dijo confundida- ¿Me estás pidiendo regresar a El Llanto Negro?

- No- dijo Diego- Por favor oriéntala, Priscilla.

- Ve hacia la playa San Luis- dijo Priscilla a Gabriela.

- ¿Qué hay allí?- quiso saber Gabriela.

- Lo sabrás cuando lleguemos- dijo Diego.

Suspiró mientras llegaba al cruce entre la iglesia Santa Ines y la calle Bolívar. Entonces giró hacia el centro de muy mala gana.

- ¿Por qué estás molesta?- preguntó Priscilla.

- No estoy molesta- dijo en tono serio- Solo estoy preocupada.

- ¿Por?

- Escapé de un sanatorio mental en Caracas hace un año- dijo ella sin quitar la vista de la carretera- Soy una prófuga. Y… no es seguro exponerme tanto.

- Super- sonrió Priscilla impresionada- ¿Estás loca?

- No- dijo Gabriela- Pero mi psiquiatra y mi familia creen que sí.

- Entiendo- dijo decepcionada- Bueno, pero estamos en Cumaná, no en Caracas.

- Si, pero… está es mi ciudad natal. Aquí está toda mi familia. Las autoridades dieron prioridad a esta Ciudad porque dedujeron que vendría aquí.

- Bueno, tenían razón- sonrió Priscilla con ironía.

- No vine a Cumaná exactamente- sonrió Gabriela- Estaba en Puerto La Cruz cuando supe del trabajo de niñera en El Llanto Negro. Supuse que aunque estaba a pocas horas de Cumaná, nadie me encontraría allí.

Ella se quedó pensando en sus propias palabras, y luego sonrió con ironía mientras negaba con la cabeza.

- En serio creí que sería una vida tranquila- dijo aun sonriendo- Pero me dispararon, me asesinaron, me revivieron como demonio, me golpearon, me corretearon seres celestiales, y… aquí estoy de nuevo.

- Debe ser frustrante- rió Priscilla.

- No… extrañamente es divertido- dijo ella.

- Bueno, extrañamente todos terminamos aquí en algún momento- dijo Priscilla.

Gabriela se quedó callada un momento, procesando eso ultimo. Algo que había notado con cierta perturbación era la cantidad de demonios que había en Cumaná. ¿Por qué? ¿Seguro eso no era normal?

- Pris- dijo Diego de repente- ¿No ibas a darle una lección de historia a Gabriela?

- Ah, si- dijo Priscilla recordando.

Gabriela detuvo el Maverick en medio de un horrible trancón en el puente Gomez Rubio. Solo podía ver carros y autobuses, además del rio Manzanares, a su derecha, el cual estaba muy crecido y sucio. Del otro lado del rio veía el parque Guaiquerí, tan verde y lleno de arboles, bajo los cuales, los niños jugaban alegremente.

- Debiste tomar la calle Mariño- dijo Priscilla mirando el trafico.

- A esta hora esa calle está saturada de carros- dijo Gabriela con desanimo- Además es mas lejos por allí.

- Bueno- dijo Priscilla- Me dará tiempo darte un intensivo de historia.

- A ver…- suspiró Gabriela- Ilustrame.

Priscilla se acomodó en su asiento para quedar de frente a Gabriela. Y la miró con sus hermosos ojos azules.

- Dices que no entiendes por qué Vega eligió este lugar como su base ¿No?- dijo ella.

- Si- dijo Gabriela- No lo entiendo.

- Verás… en el año mil cuatrocientos noventa y dos los españoles llegaron a America a masacrar, violar, quemar y saquear a los nativos. Seguro sabes eso.

- Si- dijo ella- También estudie historia en el liceo, Priscilla.

- Bien- dijo Priscilla- Pero lo que pocos saben es que, Cumaná, que para entonces era conocida como El Puerto De Perlas, fue la primera ciudad descubierta por los españoles. Y, para hacerte el relato más corto, no solo había indígenas aquí, sino también Demonios, hibridos, e incluso despertares. Los indígenas no solo convivían con ellos, sino que los veneraban.

- ¿Es en serio?- dijo Gabriela incrédula.

- Oh si- dijo Priscilla- Pero eso no es todo. Tambien habían demonios en La Pinta y La Niña.

- ¿Las carabelas de Cristóbal Colon?- Preguntó aun más incrédula.

- Si- dijo Priscilla- Aunque esos demonios tenían sus propios intereses. Y la verdad es que ni Colon ni el resto de sus tripulantes humanos, sabían que llevaban Demonios en las naves.

- ¿Qué hay de La Santa María?- quiso saber ella- ¿No había demonios allí?

- Solo uno- Priscilla miró a Diego en el asiento trasero.

Gabriela miró a Diego un momento, antes de entender a quien se refería Priscilla.

- ¿En serio?- dijo sorprendida- ¿Por qué no me dijiste eso?

- Tu no preguntaste- dijo Diego, y Miriam rió.

- Espera…- dijo confundida- ¿Cómo pudiste embarcarte? ¿Eres un niño?

- De la misma forma en que Veronica y Rico embarcaron en La Niña y La Pinta- dijo Diego- Con nuestra forma animal.

- Si…- dijo Priscilla- Esa siempre ha sido una gran ventaja que pocos demonios tienen.

Gabriela notó algo de inconformidad en el tonó de Priscilla.

- ¿Celosa?- sonrió Gabriela.

- ¿Yo?- dijo Priscilla con suficiencia- Puedo teletransportarme a cualquier lugar del mundo yo sola. Él no puede.

- Pero no puedes teletransportarte hasta donde vamos ahora- dijo Diego- Asi que no presumas.

- La Perra de Marycer tiene un campo en la casa que impide sentir su presencia- le recalcó Priscilla- Y ya que no conozco la ubicación exacta de la casa, no puedo teletransportarme hacia allá.

- ¿Cómo es que no sabes la ubicación de la casa?- preguntó Diego- Es nuestra casa.

- Se que está en la otra costa- dijo Priscilla- Pero cada vez que Mary me invitaba, se le presentaba algo y cancelaba la cita. No lo sé… a veces me daba la impresión de que me ocultaba algo.

Diego y Gabriela se miraron uno al otro por un instante. Obviamente Priscilla no sabía que Rico había estado viviendo con Marycer los últimos tres años.

- Como sea- agregó Priscilla- Mucha sangre se derramó en este lugar. Sangre de personas, hibridos y despertares. Toda esa sangre, y la energía demoniaca que se usó, convirtieron este lugar en un iman para los seres oscuros. Sino… ¿De dónde crees que han salido tantos brujos, espantos, duendes y toda esa mierda? Está Ciudad está llena de secretos, con los cuales la gente nunca podría vivir en paz si los supieran.

- Suena… lógico- dijo Gabriela pensativa, luego negó confundida- Pero, espérate. Los demonios son muy poderosos, y según me han dicho, los despertares son monstruos gigantescos, que causan mucho caos. Un suceso así, no pudo pasar por desapercibido ¿Cómo es que nada de eso está en los libros de historia?

- Por los Ángeles blancos- dijo Diego- Debido a todo el pandemónium que se desató, los Arcángeles fueron enviados a intervenir. Exterminaron a la mayoría de nosotros. Pero algunos logramos escapar lejos. Y cuando ya no hubo un demonio o un despertar a la vista, los Angeles blancos llegaron y limpiaron toda evidencia que demostrara rastros de nuestra presencia en esos eventos. Incluso alteraron los recuerdos de los españoles invasores y de los nativos.

- Wou…- dijo Gabriela sorprendida y perturbada- La verdad es… increíble. Nunca pensé en algo así como una posible causa de esa masacre.

- Ah, no fue todo culpa de los demonios- sonrió Priscilla- Los españoles eran una verdadera escoria.

- Eso es cierto- dijo Diego.

Gabriela se quedó procesando eso un momento. Ahora tenía clara la razón por la que Vega había elegido aquella ciudad como guarida y no una ciudad grande y glamurosa.

- Voy…- dijo Miriam de repente, desde la comodidad de los brazos de su amor- ¿Los Arcangeles y los Angeles no son la misma cosa?

- Yo iba a preguntar lo mismo- rió Gabriela.

- No- Dijo Diego- Los Arcangeles son guerreros celestiales. “La milicia de Dios” por asi decirlo. Los Angeles, por otro lado, son… guias para los humanos. Son los que les susurran al oído cuando estan a punto de hacer algo que los desvía del camino del bien. También se encargan de protegerlos de las cosas que les puedan hacer daño.

- Qué propaganda mas falsa- gruñó Gabriela, y Priscilla rió.

- ¿Verdad que si?- dijo Priscilla aun riendo.

- Bueno…- dijo Diego- Esos son los Angeles Blancos. Pero están los Angeles Negros, los cuales hacen todo lo contrario de los blancos. Vega es uno de ellos.

- Tambien están los Angeles De La Muerte- dijo Priscilla- Mejor conocidos como “Hades”. Son buena onda. Pero también son muy poderosos.

- Si…- dijo Diego- Por suerte ese poder tiene restricciones

- Por suerte- concordó Priscilla sonriendo.

Gabriela recordó el sueño que había tenido. Ese sueño donde ella, en el cuerpo de Rico, hablaba con Marycer en la orilla de una playa. Ellos habían nombrado a un Hades; una tal Lucelis. Tambien recordó a Maidetyd, el Angel Blanco que vio cuando Lilu entró a su cabeza. Pero ella prefirió callar eso en ese momento y poner en marcha el Maverick, pues ya se había empezado a mover de nuevo el tráfico.

- Oye…- le dijo Miriam a Diego en voz baja.

- ¿Si?- preguntó Diego

- ¿Qué es una Milicia?

Diego la miró a los ojos por unos segundos.

- ¿Sabes Miriam?- le dijo- Tienes suerte de ser hermosa.

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