Donde nadie quiere ir

No puedo creer que María te haya traicionado- dijo Priscilla cuando Diego terminó de contarle el incidente en El Llanto Negro.

Los dos estaban recostados del Maverick charlando, mientras Gabriela y Miriam charlaban en una banqueta debajo de un árbol, y Andreina contemplaba el castillo desde otra banqueta.

- Ya ves- dijo Diego.

- Debiste matar a Vega hace siglos- Le reprochó ella.

- ¿Cuándo era un Arcángel?- preguntó Diego.

- No- dijo ella- Cuando lo degradaron a Ángel.

- No me parecía una amenaza entonces- dijo Diego- Incluso me agradaba.

- ¿Cómo Maidetyd?- sonrió ella con malicia- Dime que al menos te la cogiste.

- No- dijo Diego- De hecho aún lo intento.

- ¿De verdad?- rió Priscilla- Es una maldito Ángel Blanco ¿Qué te impide hacerla tuya?

- Que ella no quiere- dijo él- Y no voy a violarla, Priscilla. Yo no hago eso.

- Cobarde- sonrió ella.

Diego miró hacia Gabriela, la cual hablaba y reía con Miriam a unos metros de ellos.

- Es una mujer muy hermosa- dijo Priscilla mirando en la misma dirección.

- Si… lo es- dijo él, luego la miró a ella- ¿Guardarás el secreto?

- Lo haré- dijo ella- Pero no parece tonta. Se dará cuenta tarde o temprano.

- Lo sé- dijo él.

Priscilla tomó aire y estiró sus huesos, luego bostezó y miró a Diego.

- Bueno…- dijo sonriendo- María murió, Rebeca también, Rico está con Azusa, Marycer está en la otra costa, Galatea no se ha reportado en meses… Ya solo pídemelo ¿Si?

- ¿Pedirte que?- preguntó él.

- Vamos…- le sonrió con una mirada de ternura- Sabes que quieres pedírmelo. Solo hazlo. A ver…

Diego la miró mientras ella le hacía aquella carita tierna y le sonreía como una niña de ocho años.

- ¿Me ayudarías a acabar con Vega y su ejército?- le preguntó.

- ¡Si!- exclamó ella victoriosa

- Bien…- dijo él despegándose del Maverick- Vamos por mis hermanitas y luego por ese idiota.

- Espera- le dijo ella poniéndole su mano en el pecho- Te ayudaré con Vega y hasta con la loca de Snow. Pero ni muerta voy a entrar a ese castillo.

- ¿Ah no?- dijo él.

- Me preocupan esas niñas tanto como a ti- dijo ella- Pero no he olvidado quien vive ahí.

- Es mi hermana, Priscilla- dijo Diego.

- Una hermana que perdió la cordura hace miles de años- dijo Priscilla- Y que tiene suficiente poder como para volvernos cenizas con solo chasquear los dedos. Además, solo un loco confiaría en ella.

- Okey…- dijo Diego- Maldita llorona. Vaya esposa se consiguió mi hermano.

- Una esposa responsable y obediente- dijo ella- Me dijo claramente que no me metiera en problemas.

- Que obediente…- dijo él.

Él caminó hacia donde se hallaban Gabriela y Miriam, mientras Priscilla se recostaba de nuevo del Maverick.

- Miriam- dijo él- ¿Me das un momento a solas con Gaby?

Miriam gruñó. Pero hizo caso y fue hacia donde estaba Andreina. Entonces Gabriela y Diego se miraron.

- ¿Qué?- preguntó Gabriela con seriedad.

- Lo siento- dijo él.

- ¿Y crees que con eso es suficiente?

- Oye, yo no quería ocultártelo para siempre. Estaba esperando a que toda esta situación se calmara. Pero dime… ¿Cuál es el problema? ¿Qué cambia que sepas que eres hija de un hibrido?

- ¿Te parece poco el hecho de saber que mis padres me mintieron? O... ¿Que por lo menos uno de ellos lo hizo?

- Ah- dijo Diego- Lo que te molesta es que te hayan mentido, no que solo fueses hija de uno solo de ellos.

- Tengo muy pocos recuerdos de mi madre, y odiaba a mi padre con todas mis fuerzas- dijo ella- Siempre he sentido que crecí huérfana.

- ¿Entonces que te molesta?- dijo Diego y ella calló con cara de frustración- O mejor aún…- agregó él- ¿Con quién estás molesta?

- ¡Con ese imbécil!- Gritó ella enojada- ¡Con el maldito hibrido de porquería que me dejó a mi suerte viviendo una vida que odiaba! ¡Con él bastardo que me dejó sola en un manicomio donde me torturaban día y noche! ¡Con el mal nacido que nunca hizo nada para ayudarme en toda mi maldita vida!

Priscilla, Miriam y Andreina, se habían percatado de sus gritos, y solo miraban hacia ella. Diego solo se quedó mirándola a los ojos.

- Lo mejor que un hibrido puede hacer por sus hijos humanos es precisamente dejarlos, Gaby- dijo él- Creo que no es necesario explicarte los motivos. Pero es válido que sientas todo ese odio. Y ese es el precio que pagamos por la seguridad de nuestros hijos. Tenemos que vivir sabiendo que si decidimos revelarle la verdad, solo ganaremos su odio.

Gabriela lo miró a los ojos un segundo, mientras cientos de ideas venían a su cabeza. ¿Por qué le estaba hablando de esa manera?

- ¿También abandonaste a tu hijo?- preguntó ella temiendo la respuesta que estaba a punto de escuchar.

- Hijos- dijo él.

- ¿Qué?- se impactó ella.

Él la miró un instante. Sabía que de alguna forma, Miriam, Priscilla y Andreina, estaban escuchando aquella conversación.

- Eran gemelos- continuó él, mirándola a los ojos- Una niña preciosa a la que llamé Angelica y un niño al que su madre llamó Víctor. Abandonarlos fue la decisión más dolorosa de mi vida. Pero también la única cosa buena que he hecho. Porque siguiendo las leyes de los Lilims, ellos debían morir solo por ser mis hijos, y eso era algo que yo no podía permitir.

Ella no podía creer aquello. ¿Cuántas cosas dolorosas había tenido que vivir Diego en su vida? No había sido solo el incidente con su hermana Verónica, ni haber visto morir al amor de su vida, ni haberse separado de su hermano, sino también haber tenido que dejar a sus únicos hijos.

- ¿Dónde están ellos ahora?- Quiso saber ella.

- Nacieron hace ciento cincuenta años- dijo él- Y como humanos, es obvio que murieron hace mucho, tal y como debía ser. Y si dejaron descendientes, no es algo que yo quiera o deba saber

- Yo…- dijo ella apenada- En verdad lo…

- No digas nada- dijo él- Ahora necesito de ti. Dime si vas a ayudarme a entrar al castillo o te quedarás aquí sentada odiando tu vida.

Ella suspiró con pesar, luego tomó aire y se levantó de la banqueta. Era cierto. Nada importaba ya. Bien o mal, ya todo estaba hecho y no podía cambiarlo. Miró a Diego a los ojos y sonrió con resignación.

- ¿Qué quieres que haga?- Quiso saber ella.

- Huelo aun humano en ese castillo- dijo él- debe ser el celador. Como buena cumanesa que eres debes conocer la entrada del castillo ¿O no?

- Si- dijo ella- La conozco.

- Quiero que vayas, abras la puerta y te encargues del celador.

- ¿Encargarme?- preguntó ella desconcertada- ¿Te refieres a…?

- Tú miras como lo haces- dijo él.

- Espera…- dijo ella negando con la cabeza- ¿Por qué yo?

- Porque eres la única que lo hará civilizadamente- dijo Diego- Si mando a Andreina se comerá al celador, si mando a Priscilla causara daños al castillo. Créeme, siempre lo hace.

- ¿Y Miriam?- preguntó ella

Diego miró hacia Miriam un segundo, luego miró de nuevo a Gabriela.

- No quiero que ensucie esa camisa de Micky- dijo él- Es mi favorita

- ¿Qué?- rió Gabriela extrañada.

- Ya ve, Gaby- dijo él- No tenemos mucho tiempo. Hay Arcángeles buscándonos.

Gabriela gruñó, y de mala gana se dirigió hacia el castillo. Priscilla se acercó a Diego y lo miró.

- ¿Gemelos?- le preguntó irritada.

- Si- dijo Diego.

- ¿No pudiste embarazar a mi hermana, pero embarazaste a una humana?

- Pris, tu hermana era estéril- dijo él- Supéralo.

En se momento Andreina y Miriam ya se habían acercado.

- ¿Quién era la madre?- preguntó Andreina.

- Obviamente no era mi hermana- dijo Priscilla.

- No voy a hablar de eso- dijo Diego- Pueden volverse locas inventando teorías si quieren.

Diego tomó la mano de Miriam y se alejó con ella caminando hacia el castillo.

- ¿Alguna teoría?- preguntó Andreina a Priscilla.

- Ni una sola- dijo ella.

Gabriela miraba el pequeño puente que daba hacia la entrada de la parte superior del castillo, pensando en lo que haría para que el celador abriera la puerta sin utilizar la violencia.

Suspiró y comenzó a caminar por el pequeño puente mientras miraba la zona debajo de ella, recordando cuando ella y Elena solían besarse allí, escondidas de sus compañeros de clase y de sus profesores.

- Seguro esto habría sido interesante hace doscientos años- decía ella mientras caminaba hacia la puerta.

Llegó a la puerta y miró a través de la reja. El techo del castillo era tal y como ella lo recordaba. Los cañones seguían en sus respectivos lugares, al igual que los trozos de… “Talves alguna pared que ya no estaba”.

- ¡Hola!- llamó ella.

Un hombre negro, ya entrado en años se acercó desde el otro lado de la reja. Llevaba una escopeta recortada colgando en un costado.

- Diga- dijo el hombre un poco extrañado.

- Si…- dijo ella tratando de inventar algo rápido- Disculpe. Mis amigos y yo… viajamos desde Mérida para conocer este lugar, y… ¿Usted cree que podría… dejarnos pasar, solo para sacar unas fotos?

- No…- sonrió el hombre con amabilidad- Pero si vuelve a las cuatro, puedo dejarla pasar.

- Es que…- dijo ella- A esa hora ya no estaremos aquí.

- Lo siento mucho, señorita….

- ¿Debo recordarte que tenemos prisa?- dijo de pronto la voz de Diego en su cabeza.

Ella movió la cabeza desconcertada y un poco asustada. Luego tomó aire y miró al hombre.

- Oiga…- dijo en tono serio- De verdad necesitó que abra la puerta.

- Lo siento- dijo el hombre en el mismo tono que ella- No se puede. Vuelva más tarde.

El hombre le dio la espalda. Ella miró hacia la parte superior de la puerta mientras aquel hombre se alejaba. La puerta era algo alta. Pero ella sabía que fácilmente podía saltar por encima de ella.

Lo hizo. Saltó sobre la puerta y cayó detrás del hombre quien se giró asustado y buscó su escopeta rápidamente. Pero Gabriela fue más rápida. Le dio al hombre una bofetada que lo lanzó al suelo.

Ella miró el charco de sangre que empezaba a formarse bajo la cabeza del hombre. No tardó en darse cuenta que la mandíbula del hombre se había desprendido de su cráneo. Se sintió extraña. Era como si una oleada de placer y adrenalina la estuviese invadiendo.

- Eso fue extremo- dijo Diego, quien apareció junto a ella, con Miriam tomada de la mano.

Ella lo miró, y unos segundos después, reparó en lo que acababa de hacer. Acababa de matar a un hombre inocente con sus propias manos.

- Dios…- dijo aterrada, mirando el cuerpo del hombre.

- Dios no te escucha- dijo Diego- No busques su perdón.

No podía creer lo que había hecho. Entonces miró a Diego con rabia

- Lo sabías- le reprochó- Me enviaste a propósito.

Diego miró el cuerpo, luego miró a Gabriela a los ojos.

- Si- dijo él.

- ¡¿Por qué lo hiciste?!- le gritó furiosa.

- Para recordarte una cosa- dijo él.

- ¿Qué cosa?- gruñó.

- Que ya no eres humana- dijo él- Deja de añorar el pasado. Tú ya no perteneces a ese mundo.

Ella recordó lo que pensaba mientras pasaba por la iglesia, y la nostalgia que sintió al pasar frente al liceo y al pasar por el puente de la entrada.

- Sal de mi cabeza- le exigió ella.

- No- dijo él- Al menos no hasta saber que buscan mis hermanas allí.

- Que desastre- dijo Priscilla, quien acababa de atravesar la puerta, en compañía de Andreina- Tienes que aprender a controlarte, mujer.

- Es lo que le digo todo el tiempo- dijo Diego- Tiene un muy mal proceder.

Gabriela lo miró furiosa.

- Hey…- dijo Miriam, quien miraba desde el borde del castillo, que lo rodeaba un pequeño muro, hacia el cementerio de la ciudad- Hay un cementerio junto al liceo.

- Si- dijo Priscilla- Es una de las razones por la que me gusta ese liceo.

- Y créeme que no es lo más aterrador que hay cerca de ese liceo- dijo Diego.

- Bueno- dijo Andreina impaciente- ¿Cómo entramos?

- Entramos me suena poliedro- dijo Priscilla sentándose en una silla plástica, que debía pertenecer al celador- Yo me quedaré aquí como buena niña.

Ella tomó una gaceta hípica que estaba en el suelo y se puso a leerla.

- Cobarde- dijo Andreina, y ella le sacó la lengua.

- Por allí- dijo Diego señalando hacia la entrada de una cámara que se veía en el suelo.

- Okey…- dijo Andreina tomando Aire, luego miró a Miriam- ¡Oye, ya deja de jugar, idiota!

Miriam, quien se había trepado en el muro la miró descontenta.

- ¡Tenemos prisa!- agregó Andreina

Miriam bajó del muro y los cuatro comenzaron a caminar hacia la entrada de la cámara. Pero, de pronto, Diego detuvo a Gabriela poniendo su mano en su vientre.

- Tú y Miriam quédense con Priscilla- le dijo él- Estarán más seguras.

- ¿Qué?- preguntó ella confundida y algo irritada- Olvídalo. Yo voy contigo.

- No te lo estoy preguntando- dijo él- Es una orden.

- La última vez que te despediste de mí y dijiste “Estarás bien”, desperté con un parasito en mi cerebro- Le recordó ella gruñendo.

- Su argumento es válido- dijo Andreina.

- Tú cállate- le dijo Diego, luego volvió a mirar a Gabriela- Mira hacia allá, Gabriela- él señaló a Priscilla, quien leía la gaceta- Esa niña de allí es una de las híbridas más poderosas de este mundo. Ahora pregúntate ¿Por qué alguien como ella tendría miedo de entrar a ese castillo?

- Estoy consciente del peligro que hay allí dentro- dijo ella.

- No creo que lo estés- dijo él.

- Mira…- suspiró cansada- Voy a ir te guste o no.

- Gaby, tu viste a Miranda- dijo él- Si crees que ella da miedo, déjame decirte que no es ni la mitad de terrible que Lilu. Ella no distingue amigos de enemigos. Ella es… el peor Lilim que existe.

- Pues por eso debo ir contigo- dijo ella insistente- Sé que no seré de mucha ayuda. Pero no puedo estar aquí sin saber nada de ti.

Ellos se quedaron mirándose fijamente por varios segundos, en silencio.

- Oigan…- suspiró Andreina- Estoy segura de que hay Arcángeles buscándonos por toda Venezuela. Y les recuerdo que estamos sobre la casa de la mayor de todos los Lilims. Yo… yo no creo que quedarnos aquí parados discutiendo sea una buena idea en estos momentos.

- A eso agrégale que soy una psicópata prófuga y que en este momento los padres de Miriam deben estar buscándola- dijo Gabriela sin dejar de mirar a Diego- Ah, y no olvidemos que dejamos cadáveres en una casa llena de evidencias que apuntan a nosotros.

- No creo que los Ángeles oculten nuestro rastro esta vez, Diego- dijo Andreina mirando a Diego.

Diego miró a Andreina, y luego miró a Gabriela.

- Si las cosas se ponen feas tienes que jurarme que saldrás de allí corriendo con Miriam.

- Correr es algo que al parecer no hago muy bien- dijo ella.

- Gaby…

- Okey…- dijo ella- Lo haré.

Él fue hacia la entrada de la cámara y comenzó a bajar las escaleras de cemento. Gabriela y las demás iban detrás de él.

- Pero enserio debiste quedarte con Priscilla- le susurró Andreina a Gabriela mientras caminaban- Créeme que si no se tratara de mis hermanas, yo no entraría a este lugar.

Llegaron a una pequeña habitación rodeada de paredes rayadas con marcadores y lapiceros.

- ¿Ves?- dijo Gabriela- Todo esta sellado. Los estudiantes vienen aquí a divertirse.

- Más de la cuenta, según veo- dijo Andreina mirando un condón que estaba tirado en el suelo.

- Por favor… no me digas que esperabas una puerta con una alfombra que dijera “Bienvenido”- le dijo Diego a Gabriela.

- Oye…- dijo ella irritada- No me está gustando la forma en que me has venido tratando el día de hoy.

- ¿Ya quieren dejar de pelear?- se quejó Andreina- Ya casense y punto.

Diego miró la pared que estaba en frente de la escalera por la que habían bajado. Luego acercó su muñeca a su boca he hizo crecer sus dientes como estacas. Mordió su propia muñeca y un torrente de sangre comenzó a salir de ella. Entonces colocó la muñeca ensangrentada en la pared y la sangre que comenzó a correr por ella, se expandió como pintura roja hasta cubrirla.

La pared se hizo transparente, y Diego quitó la muñeca. A través de la pared podía verse un largo y estrecho pasillo que estaba inclinado hacia abajo. Diego miró a Gabriela.

- Bienvenida- le dijo.

Priscilla miraba la gaceta hípica, bastante concentrada en los datos de cada ejemplar.

- Sé que prometí que no volvería a apostar- se dijo en voz baja- Pero este caballo tiene demasiado potencial.

Un horrible olor atrajo su atención. Era un olor a basura y a comida podrida. Ella hizo a un lado la gaceta y se puso de pie. Era obvió lo que sucedía.

- ¡Es inútil!- Exclamó- ¡No pueden esconder ese asqueroso hedor!

- No necesitas gritar- dijo una voz cansina detrás de ella.

Ella se giró rápidamente para ver de quien se trataba. Eran Siete hombres en total. Todos ellos con la piel gris y los cabellos largos y blancos. Sus colmillos eran amarillos.

- Ghouls- Dijo ella con cara de asco- Los creía extintos ya.

- ¿Enserio?- preguntó el del medio rascándose la mejilla con sus largas uñas negras- Cariño como se nota que no has salido de aquí en mucho tiempo. Nuestra especie ha crecido en número considerablemente.

- ¿Ah sí?- preguntó ella haciendo aparecer un hacha en su mano izquierda- Quizá debamos recortar un poco ese número.

- Calma- dijo él mostrando sus manos grises- No hemos venido a pelear contigo. Al contrario; estamos aquí para proponerte un trato.

- ¿Un trato?- preguntó ella extrañada- ¿Qué clase de trato?

Diego y las chicas caminaban por aquel estrecho pasillo. La pared se había vuelto solida de nuevo una vez que ellos la hubieron atravesado. Algo que traía preocupada a Gabriela. Pues se preguntaba cómo iban a salir tan rápido de allí en caso de una complicación. Pero trató de mostrarse tranquila.

- ¿Cómo llega la luz aquí?- preguntó Gabriela confundida- No hay ventanas ni nada.

- Está oscuro- dijo Diego- Son tus ojos los que ven con claridad.

- Pensé que el castillo era más grande- dijo Miriam decepcionada.

- Yo también- dijo Gabriela aun extrañada por la claridad.

- Es enorme- dijo Diego- Pero este pasillo está oculto entre las paredes. Pocos sabían de su existencia. Verán… había muchos túneles y pasadizo que conectaban con toda la ciudad. Pero este conectaba con otro lugar. Uno que por alguna razón fue inutilizado mucho antes de terminar el castillo.

Priscilla no lo podía creer. Simplemente nunca esperó aquella propuesta que acababa de escuchar.

- A ver si entiendo…- dijo un poco confundida- Ustedes trabajan para Vega ¿No? Y…¿Él los envió a proponerme esto?

- Es justo lo que acabo de decirte- dijo el Ghoul del medio.

- ¿Y por qué yo?- preguntó- Hay demonios más poderosos en Norte América y en Europa.

- Ya reclutó demonios en esos lugares- dijo él- Además no quiere arriesgarse a salir de la ciudad.

Eso último llamó la atención de Priscilla.

- ¿La ciudad?- Preguntó ella fingiendo desinterés- ¿Esta ciudad?

Dentro del castillo, Gabriela miraba hacia el suelo e iba encontrando pedazos de huesos. Le resultó imposible evitar inclinarse para recoger una sucia calavera con la que se topó su pie.

- Qué raro- se dijo ella extrañada- Parece humana pero…

Ella miró los largos y filosos caninos en la boca de la calavera. No era como las bocas de los carnívoros que ya había visto, pues esta conservaba el resto de su dentadura normal.

- ¿Qué haces?- Preguntó Diego deteniéndose a mirarla.

Miriam y Andreína también se detuvieron. Gabriela levantó la mirada hacia Diego confundida.

- ¿Vivías aquí?- preguntó ella- Es decir… ¿Con tu hermana?

Diego la miró a los ojos por unos segundos.

- Viví aquí con Rico antes que ella- dijo finalmente

- ¿Cómo?- Preguntó ella extrañada.

- Éramos amigos del gobernador- dijo Diego- Fue él quien nos mostró este pasaje.

- ¿Y él sabía que ustedes eran demonios?- Preguntó ella.

- No- dijo Diego- Pero sabía que éramos buenos para pelear. Por eso nos cuidaba.

- Y… ¿Había otros demonios aquí además de ustedes?

Diego se la quedó viendo de nuevo en silencio.

- ¿Qué quieres saber Gaby?- Preguntó él.

Ella suspiró y le mostró la calavera con colmillos

- Explícame esto- Exigió ella.

- Debió ser de uno de los esclavos de Lilu- Respondió él.

- ¿Esclavos?- Preguntó ella con una mirada de inquietud- ¿Qué clase de esclavos?

- Creo que eso ya lo sabes- dijo Diego.

- Vampiros- Dijo ella con temor a estar en lo correcto.

- ¿Qué?- preguntó Miriam asustada.

- Vampiros- Repitió Gabriela- Eso es lo que hay al final de este pasillo.

- ¿Asustada?- Sonrió Andreina.

Gabriela la miró sin responder. Pero su silencio hablaba por ella. Realmente estaba asustada.

- Los vampiros reales no son como los vampiros que has visto en las películas de terror- dijo Andreina- Son aún peores. Tendrías que estar loca para no tener miedo.

- Basta, Andreina- dijo Diego

Él miró a Gabriela nuevamente

- Son muertos vivientes- le dijo- Sin inteligencia ni sentimientos de ningún tipo. Solo son impulsados por sus necesidades primordiales.

- ¿Cuáles?- Preguntó Gabriela aun nerviosa.

- Alimentarse de sangre fresca- Dijo Diego- No importa cuánto beban, siempre quieren más y más. Solo su creador puede controlarlos, ya que son incondicionalmente fieles a él o ella.

- Pero tú y Andreina son hermanos menores de Lilu - dijo Gabriela con ganas de devolverse- Ella no dejaría que sus vampiros los lastimaran ¿Verdad?

Diego y Andreina se miraron las caras por unos segundos. Luego Diego volvió a ver a Gabriela.

- ¿Qué?- Preguntó ella nerviosa.

- Gaby…- dijo Diego- Pase lo que pase, sabes que yo cuidaré de ti y de Miriam. Sin embargo, no pueden bajar la guardia nunca. Si ven a un Vampiro, mátenlo.

- ¿Cómo?- preguntó Miriam.

- Arránquenles la cabeza-dijo Diego- Ese es el método más seguro. Como les dije: Son muertos vivientes, por lo cual, son fuertes para los humanos, pero para nosotros son fáciles de destruir. El problema es… cuando atacan en grupo.

- Exacto- dijo Andreina- Y créanme, una sola mordida de esas cosas puede resultar fatal.

Priscilla reía desquiciadamente, mientras los Ghouls esperaban su respuesta. Finalmente ella dejó de reír y los miró.

- Gracias- sonrió ella- No me había reído así en años.

Ella tomó aire sin borrar esa sonrisa de su rostro.

- Díganme- Agregó- ¿Cuantos años tienen caballeros?

- ¿Eso que tiene que ver?- preguntó el Ghoul del medio.

- Asumo que deben tener entre doscientos y doscientos cincuenta- dijo ella- De otra forma jamás se hubieran dejado convencer por Vega. Es un ideal tan patético el suyo. Creer que puede derrocar a Lucifer y a Dios y hacer sus propias reglas. Pensar en eso es tan gracioso para mí, como cuando escucho a un pequeño y mugriento niño decir que su sueño es ser astronauta. Díganme que no creen en todas esas estupideces que les prometió Vega, por favor.

Los Ghouls se mostraron enfadados ante el insulto de Priscilla a su inteligencia. El Ghoul del medio cambió su expresión de rabia por una sonrisa perversa.

- Entonces…- Dijo haciendo crecer más sus uñas- ¿Debemos interpretar esto como un rechazo a nuestra propuesta?

- Lee mis rosados labios, bolsa de basura- dijo ella y luego frunció los labios y habló con lentitud- Yo ya tengo un bando.

Los Ghouls corrieron hacia ella furiosos. Ella se preparó para recibirlos con su hacha.

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