El Orfanato

Ivanna seguía caminando por el pasillo, seguida por Diego, Gabriela y Miriam.

- ¿Sabes?- dijo Diego- Me he estado preguntando: ¿Cómo es que mamá le ordena a Jessica enviar a las Cuarenta con Lilu, pero luego envía a Moa a reemplazarla, demostrando su desconfianza hacia ella?

- ¿Crees que no me lo he preguntado también?- dijo Ivanna mientras caminaba- Enviar a esas niñas con Lilu, me resultó algo perturbador. Pero eran órdenes de mamá y ella no es alguien a quien le guste ser cuestionada. Pero ahora me resulta extraño el hecho de que mamá desconfíe de Jessica como líder de la Casa de las Muñecas, después de haberle confiado una misión tan importante como la de enviar a sus hijas menores al castillo de Lilu.

- ¿Crees que Jessica…?

- No quiero pensar en algo así- interrumpió Ivanna- Ni tampoco que tú lo hagas.

Se detuvieron frente a una puerta, la cual tenía una placa que rezaba: “Diego”. Entonces Ivanna miró a Diego fijamente.

- Tus hijas estarán bien- dijo ella- No creo que Lilu les haga daño.

- Yo no confió en esa mujer- dijo Diego- Está loca.

- ¿Algún Lilim no lo está?- sonrió ella.

Ivanna miró la puerta y suspiró.

- Tu suite- dijo ella- Tal y como la dejaste hace tres años.

Diego miró la puerta un segundo, luego miró a Miriam, quien estaba muy callada y seria. Después miró a Gabriela, de la cual no se había separado desde que aquellos cazadores de demonios irrumpieron en su casa e intentaron matarla.

- Ellas estarán bien- dijo Ivanna, como si le leyera la mente- Puedes estar tranquilo.

Él miró a Ivanna un segundo, luego movió sus ojos hacia Miriam y volvió a mirar Ivanna.

- Ella se queda conmigo- dijo él.

- ¿Ah?- dijo Ivanna, y luego miró a Miriam y sonrió- Claro.

Diego le ofreció su mano a Miriam y ella la tomó y se puso más cerca de él.

- Nada de cosas sucias- sonrió Ivanna.

- Es un burdel- dijo Diego.

- Sí, pero está cerrado- dijo ella.

Él volvió a mirar a Gabriela. Ella también lo miraba, algo incomoda y nerviosa.

- Vas a estar bien- dijo Diego.

- Sabes que el único en el que confío aquí eres tu ¿No?- dijo ella, en tono nervioso- Y si tú dices que voy a estar bien, lo creeré.

- Chica, el único Lilim al que debes temer es a Lilu- dijo Ivanna- Y ni siquiera está en esta casa. Así que vamos, deja el drama.

Gabriela y Diego se miraron una vez más, durante varios segundos.

- Te veré mañana- dijo Diego, y despacio abrió la puerta y entró a la habitación con Miriam.

- Bueno…- suspiró Ivanna en cuanto Diego cerró la puerta- Miranda siempre puede cambiar de opinión.

- ¿Qué?- dijo Gabriela nerviosa.

- Es broma- sonrió Ivanna- Sigamos.

Comenzaron a caminar por aquel pasillo. Gabriela no podía evitar estar asustada, pues ahora estaba sola con aquella hermosa, pero obviamente peligrosa mujer. Ella intentó distraer su mente leyendo las placas de las puertas frente a las cuales iban pasando. Se encontró con una placa que rezaba: “Hanna Richardson”. Entonces recordó aquella placa de antes que rezaba “Marycer Halliwell”. Se preguntó por qué esas placas tenían apellidos mientras que las otras solo tenían nombres, incluso la de Diego.

- Eh…- dijo ella nerviosa- Esa placa dice “Hanna Richardson”.

- Si- dijo Ivanna mirando hacia el frente- ¿La conoces?

- No…- dijo Gabriela- Es que… las demás placas no tienen apellidos, ni siquiera la de Diego.

- Es porque Hanna Richardson no es un Lilim- dijo Ivanna- Es miembro del clan Richardson, es decir, el clan de mi hermana Sara. Se les pone a las placas el nombre del ocupante junto con el nombre del clan Lilim al que pertenecen.

- ¿Entonces Marycer Halliwell… no es un Lilim?- quiso saber Gabriela.

- No- dijo Ivanna- Ella es solo un semidemonio que pertenece al clan Halliwell, es decir el clan de Diego.

- ¿Qué es un semidemonio?- preguntó Gabriela.

- Humanos convertidos en demonios- explicó Ivanna- También se les conoce como híbridos de clase B. Pero en mi opinión, ese término les queda muy grande.

Gabriela recordó la explicación que le había dado Diego sobre la clasificación de los demonios; él le había dicho que los híbridos de clase B eran los más débiles de todos, ya que eran humanos convertidos o producto de la mezcla entre híbridos.

- ¿Y… tú tienes algún Clan?- quiso saber Gabriela.

- No- dijo Ivanna- Los originales no solemos tener Clanes; es muy extraño que alguno lo tenga.

De pronto, recordó aquel momento cuando María volvió de sus cortas vacaciones. Ese día Diego le dijo algo muy interesante, tras una discusión típica entre él y María: “Para los híbridos de clase B, como María, es muy peligroso andar por ahí sin contar con la protección de un clan”

- Tengo…- dijo ella con cuidado- Tengo curiosidad, Ivanna. ¿Qué… qué le pasa a un hibrido de clase B si no pertenece a ningún Clan?

- Pues…- sonrió Ivanna- Es como ser un menor sin representante ¿Entiendes?

- No- dijo Gabriela confundida.

- Muchos demonios, cazan a otros demonios- dijo Ivanna- Se alimentan de ellos para ser más fuertes. Pero no hay demonio en el mundo, que no se pueda defender por sí solo. Por eso buscan híbridos de clase B, porque raras veces son poderosos; la mayoría ni siquiera sabe pelear.

- Entiendo- dijo Gabriela, entendiendo realmente

- Ademas- agregó Ivanna- Hay cazadores de demonios y Arcangeles acechando siempre

- ¿Entonces… necesitan tener la protección de un clan para mantenerse vivos?

- Bueno... hay otra razón- dijo Ivanna, luego suspiró- ¿Has oído de esas organizaciones que… trafican con personas?

- Si- dijo Gabriela- He oído sobre ellos.

- Bueno… en el mundo demoniaco pasan cosas parecidas- dijo Ivanna- Hay un lugar, llamado… “El Orfanato”. En ese lugar, llevan a los híbridos de clase B, que son convertidos por accidente y dejados a su suerte, o que son excomulgados de sus clanes. Allí los hacen vivir un infierno, para volverlos más fuertes, y luego venderlos a precios muy altos.

- ¿A quién se los venden?- quiso saber Gabriela.

- A quien pueda pagar por ellos- dijo Ivanna- Originales, híbridos, Ángeles… El uso que quieran darles no es relevante, aunque… casi siempre los compran para las batallas.

Gabriela pensó en aquello, un poco perturbada, pero también impresionada, pues nunca pensó que algo así pudiera suceder en el mundo.

- Y…- dijo procesando todo en su cabeza- Esta chica… Marycer ¿Cómo fue que te vendió a los… Ghouls? ¿Ella también es parte de esa red?

- Es la rata de ratas- rió Ivanna.

- No comprendo- dijo Gabriela.

- Marycer consigue cualquier cosa que le pidas- dijo Ivanna- ¿Quieres una pluma de Ángel? La perra te lo consigue. ¿Quieres un cabello de María Magdalena? Si puedes pagar el precio, te lo conseguirá. Es la puta reina del mercado negro.

- Suena como una tipa interesante- sonrió Gabriela.

Llegaron a una puerta que tenía el nombre “María Halliwell” grabado en la placa de metal.

- No…- suspiró Gabriela desanimada.

- Por cierto…- dijo Ivanna pensativa- ¿Qué pasó con ella?

- Ah…- dijo Gabriela, buscando como explicar lo sucedido- Bueno… verás… ella nos traicionó, y… ya… te imaginarás el resto.

- Oh…- dijo Ivanna con un poco de pesar- Que lastima, me caía bien.

- Si…- dijo Gabriela con un poco de ironía- A mí también me caía bien.

Gabriela miró de nuevo la placa de la puerta y puso una expresión de inconformidad, luego miró a Ivanna.

- Dime que no me darás esa habitación- dijo ella.

- Yo no entrego las habitaciones- dijo Ivanna, luego miró la placa- Las habitaciones se entregan solas.

El nombre en la placa desapareció, y en su lugar apareció el nombre: “Gabriela Halliwell”. Gabriela miró el nombre y luego sonrió cansada.

- Lo peor es que suena tan lindo- dijo aun sonriendo.

- A partir de ahora, así te conocerán- dijo Ivanna- Te sugiero que le saques el mayor provecho a ese apellido.

En Alemania, era ya media noche, pasada. Una chica asiática, como de un metro setenta, miraba desde un balcón hacia una gran jaula metálica en medio de un jardín fangoso. Dentro de esa jaula dos niñas como trece años, luchaban con espadas, con una velocidad increíble. Parecían más desesperadas y asustadas que furiosas.

- Antes las hacían pelear contra despertares- dijo ella, un poco decepcionada.

- Si, bueno…- dijo un hombre rubio y gordo que estaba junto a ella- No son fáciles de encontrar hoy en día.

Una de las niñas cortó la cabeza de la otra. La jaula se abrió y la chica sobreviviente fue sacada por un hombre, quien la cargaba en sus brazos, mientras ella sangraba agonizante por sus heridas.

- ¿Qué te parece ella?- le preguntó el hombre rubio a la chica asiática.

- No busco mocosos, Yuri- dijo ella- Necesito semidemonios con experiencia. Quizá… alguno que otro excomulgado.

- Suelen ser muy peligrosos- le advirtió él- ¿Contra quién planeas usarlos, Akane?

- Contra el Clan Halliwell- dijo ella.

El hombre puso cara de desconcierto y pánico.

- ¿Te volviste loca?- dijo con reprobación- ¿Viste la masacre que hizo María Halliwell en Múnich? Ese clan es muy poderoso.

- María está muerta- dijo Akane- Al igual que Rebeca. Y se rumora por allí que Priscilla, Marycer y Galatea, ya no forman parte del clan Halliwell. Y yo sé que Ahora está conformado por neófitas. Dos para ser exacta.

- ¿Y para que quieres semidemonios con experiencia?- preguntó él.

- ¿Olvidas que su líder es uno de los trillizos de Lilith?- sonrió ella.

- Cierto…- suspiró él.

Ambos miraron como ahora dos niños varones eran metidos a la jaula por la fuerza. Gritaban de pánico mientras los encerraban y les arrojaban armas blancas.

- El Orfanato, ya no es como antes- dijo Akane- de eso me doy cuenta.

- Hemos tenido problemas con los Arcángeles- dijo el hombre- Estamos mudando todo esto a Irak. Por eso… estamos reduciendo el personal.

- Vamos…- dijo ella con fastidio- Estoy segura de que puedes ofrecerme algo bueno. Vega está dispuesto a pagar lo que sea, si lo ayudas a acabar con ese mocoso de Diego Halliwell.

- Pues…- él se rascó la cabeza, dudoso- Si tengo a alguien. Pero…

- ¿Pero?- dijo ella.

- No le servirá a Vega si lo que quiere es ser discreto.

Akane se extrañó al escuchar eso. Lo miró un instante a los ojos tratando de deducir a que se refería.

- Muéstrame- dijo al fin.

Mientras tanto, Gabriela ya entraba a la habitación, seguida por Ivanna.

- María dejó muchas cosas aquí la última vez que vino- dijo Ivanna mientras Gabriela detallaba el interior de la habitación.

Era enorme, sin ninguna ventana, con un baño incluido, un enorme closet, una cama grande y solo una mesa de noche junto a ella.

- Se ve vacía- dijo Gabriela.

- Me refería a ropa- dijo Ivanna- Toda está en el closet. Supongo que por eso la habitación te recibió.

- ¿De qué hablas?- preguntó ella confundida.

- Tienes la misma estatura y las mismas medidas que María- dijo Ivanna- Toda su ropa te servirá. Aunque… es necesario que tengas presente que, muchas de sus prendas son modelos de hace como… cien años. Como sabrás, María no era muy joven que digamos.

- Entiendo- sonrió Gabriela.

- Ya debo irme- dijo Ivanna- Es raro que haya tanto silencio en esta casa, habiendo tantos Lilims. Tengo curiosidad por saber que hacen, en especial Jade, hace horas que no la veo.

- Claro- dijo Gabriela, de nuevo sonriendo- Gracias por todo.

- Si, si…- dijo Ivanna sin darle importancia y se dirigió a la salida.

Gabriela miró por última vez aquel perfecto trasero alejándose.

- Por cierto…- dijo Ivanna deteniéndose, pero sin voltear a ver a Gabriela- No me importa que me mires el culo, pero asegúrate de que Diego no se dé cuenta. Tamara no es el único Lilim celoso aquí.

Dicho esto, Ivanna salió de la habitación y cerró la puerta. Gabriela suspiró un poco avergonzada, luego fue hacia la cama y se sentó. Fue entonces cuando reparó en dos fotografías que estaban sobre la mesa de noche a su lado. Tomó una de esas fotos en su mano; era una foto de María mostrando una hermosa sonrisa y unos encantadores ojos azules.

- Eras hermosa- murmuró Gabriela con pesar mientras veía la foto- Pero tomaste una mala decisión, amiga.

Ella devolvió la foto a la mesa y tomó la segunda foto. Esta era una foto en blanco y negro, mostraba a María, con un vestido blanco, acompañada de Diego y tres mujeres más, frente a la fachada de una casa. Diego estaba vestido muy elegante y tenía el cabello recogido. Las otras tres mujeres también llevaban vestidos. Ella miró a esas tres mujeres minuciosamente. Una de ellas, la que estaba detrás de Diego y al lado derecho de María, era de la misma estatura de María con largos cabellos negros y rizados, y una sonrisa grande y hermosa. A la derecha de esta mujer estaba una rubia, un poco más alta y con mirada severa. Gabriela recordó ese rostro en uno de los cuadros que había en el comedor de la casa Halliwell, gritando furiosa en su caballo, mientras decapitaba a sus enemigos con su espada.

- Galatea Berzelius- se dijo sonriendo- Se ve mucho más linda sin su armadura rosada.

Entonces puso su atención en una mujer rubia y de cabellos rizados que sonreía del lado izquierdo de María. No podía creer lo que estaba viendo.

- ¿Rebeca?- se dijo confundida- Esto tiene que ser una broma.

Entonces recordó aquel momento, cuando Vega y sus secuaces salían de la iglesia de “El Llanto Negro”. Rebeca le había reclamado a Diego por haberla expulsado de su clan.“Tú me echaste de tu clan ¿Recuerdas? Me dijiste que ya no me necesitabas ¡Me echaste a la calle!” le había dicho Rebeca a Diego con rabia. Entonces todo tuvo más sentido.

- Sí que has tenido mala suerte escogiendo a tus amigos, Diego- murmuró ella.

De pronto, un fuerte golpe en la pared de la cual estaba pegada la cama, hizo que Gabriela brincara del susto, dejando caer la fotografía al suelo.

- Mierda- se dijo asustada, con la mano en el pecho y mirando hacia la pared.

- ¡Lo siento! - Se oyó decir a una mujer del otro lado de la pared- Fue un accidente.

Gabriela no reconocía aquella voz; supuso que debía ser algún Lilim que aún no había visto.

- ¿Todo bien allí? - Agregó la desconocida.

- Ah…- dijo Gabriela, un poco nerviosa- Si, todo bien. Solo… me asusté, es todo.

- Perdona…- dijo la mujer- Fue un accidente. No volverá a pasar.

- Tranquila- dijo Gabriela- Está bien.

La voz de la mujer calló, y Gabriela miró la fotografía en el suelo. El portarretratos se había hecho trizas, y la foto estaba suelta.

- Carajo- se quejó ella en voz baja mientras recogía los restos y los ponía en la mesa de noche.

Lo último que levantó del suelo, fue la fotografía, y la miró una vez más. Luego, sin que nada la obligara, le dio la vuelta a la foto y miró detrás, y se encontró con algo escrito allí. Ella nunca había visto la letra de María, pero asumió que ella lo había escrito. Decía: “María, Galatea, Marycer, Rebeca y Diego: Clan Halliwell 1920”.

Justo debajo de esta inscripción, que parecía haberse realizado con una especie de pluma, había un texto que rezaba: “Creí que te gustaría conservar esta fotografía”. Y debajo de esto, alguien firmaba “N”.

- ¿Ene?- Se preguntó pensando en un nombre iniciado con esa letra, pero no recordaba ninguno.

Ella giró la foto de nuevo y miró a la chica sonriente detrás de Diego.

- Ella debe ser Marycer, por lógica- se dijo.

Akane entró a una habitación, con las paredes y el techo de metal, acompañada de Yuri, el hombre rubio y gordo. Miró al fondo, una especie de urna metálica, cuya forma era parecida a la de una muñeca rusa, parada frente a ella, y con cadenas a su alrededor sujetándola.

- ¿Una doncella de hierro?- sonrió incrédula- Hace siglos que no veía una.

- No es la doncella tradicional- dijo Yuri- Esta neutraliza el poder Demoniaco.

Miró más de cerca. Un charco de sangre se había formado debajo de aquella doncella de hierro.

- ¡Joder!- se impactó- ¿Hay una persona ahí adentro?

Yuri rió de manera petulante, luego la miró.

- ¿Persona?- preguntó sonriendo- No. Esa parte de ella murió hace mucho.

- ¿Ella?- Preguntó Akane con interés.

Yuri sonrió de nuevo, luego chasqueó sus dedos y las cadenas alrededor de la doncella se aflojaron y cayeron al suelo. Entonces la parte frontal de aquella urna se abrió hacia afuera como una puerta, mientras se escuchaba a una mujer gritando de dolor, horriblemente.

Una mujer negra, completamente desnuda, cayó al suelo desde aquella urna. Estaba sangrando por los horribles agujeros en su piel, provocados por las gruesas y filosas agujas que había en las paredes de aquella doncella de hierro. Gritaba y lloraba, sin fuerzas para levantarse.

Akane vio como las heridas de aquella mujer comenzaban a desaparecer. Detalló su piel oscura, sus largos cabellos negros y rizados y su increíble metro ochenta de estatura. Pero nada de eso era lo que en realidad había despertado su interés en la mujer. Había algo en ella que, hizo a Akane, comprender la razón de su cruel encierro.

- Es un despertar- sonrió Akane con emoción. Pero… ¿Cómo?

- La encontramos en Nigeria, hace algún tiempo- dijo Yuri- Había devastado toda una aldea en solo dos minutos. Su nombre es Nasha Akpan.

Akane se inclinó hacia ella y tomó su cabeza con delicadeza. Miró sus antinaturales ojos grises.

- Sus ojos solían ser cafés, según sé- dijo Yuri- Pero luego de que su célula demoniaca despertó, cambiaron.

Ella solo miraba la expresión de miedo de aquella chica.

- ¿Hablas español, Nasha?- le preguntó ella con dulzura.

La chica, negó con su cabeza, como si en realidad ni siquiera supiese lo que le estaban preguntando. Entonces Akane puso una mano en cada cien de la chica y las hizo brillar. Lo que hacía era transmitirle información. La chica parecía estar absorbiendo algún tipo de éxtasis.

Finalmente, Akane despegó sus manos de su cien y la miró a los ojos un segundo.

- ¿Puedes entender lo que digo ahora?- preguntó y la chica asintió extrañada- Perfecto- agregó- Entonces, dime ¿Te gustaría salir de aquí, Nasha?

- Si- dijo la chica de inmediato, con ansias.

- Bien…- dijo Akane- Porque voy a llevarte conmigo. Y lo único que tendrás que hacer, será… ser tu misma, en todo tu esplendor.

- ¿Segura que puedes controlar a un despertar?- quiso saber Yuri.

Akane se reincorporó y miró a Yuri con una sonrisa maliciosa.

- ¿Para que querría controlarla?- dijo aun sonriendo.

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Comments

Diego Cabeza

Diego Cabeza

lo se... perdona... trataré de estar mas al dia con los cap

2023-01-18

0

gabriela rojas

gabriela rojas

me encanta esto se pone cada vez más interesante.... y amo a mi tocaya

2023-01-09

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