Lilim 2: El Tesoro De Abigor

Lilim 2: El Tesoro De Abigor

Ojo de Luna

La horrible bandera negra con la calavera sobre dos rosas cruzadas pintada en ella, ondeaba violentamente a lo lejos, azotada por la briza marina. Betzabeth se aterró al verla con su telescopio. Buscó minuciosamente, pero no lograba ver tripulantes en aquel enorme navío que se acercaba, con el mascarón de lo que parecía una mujer desnuda con los brazos abiertos y con una larga serpiente rodeando su cuerpo, haciéndose cada vez más grande.

- Imposible- se dijo asustada.

La chica blanca como de 1,55 de estatura y cabellos negros y lisos, bajó su telescopio y corrió velozmente desde aquella torre escalera abajo.

El castillo de Abigor tenía tantos pasillos que de no conocerlo, cualquiera podía perderse. Ella sabía exactamente a donde iba.

- ¡Irlina!- gritaba mientras corría por los pasillos, ignorando las miradas de decenas de mujeres con vestidos blancos y elegantes, que deambulaban por allí en ese momento.

Llegó a una gran puerta de caoba y golpeó fuerte y repetidamente mientras gritaba una y otra vez.

- ¡Irlina!

- ¡Que un mal rayo te parta, Betzabeth!- gritó la voz enojada de una mujer, y luego la puerta se abrió bruscamente y una hermosa y alta morena salió de aquella habitación- ¿A qué se debe tanto escándalo?

- Piratas- dijo Betzabeth, con un hilo de voz y cara de espanto- Vienen directo hacia acá

- No digas estupideces- dijo Irlina con fastidio- Ningún humano puede encontrar esta isla. Somos invisibles para ellos

Betzabeth negó lentamente con una expresión de preocupación, entonces Irlina la miró desconcertada.

- ¿Demonios?- preguntó, y su expresión fue peor que la de Betzabeth cuando esta asintió.

Irlina corrió rápidamente hasta un balcón cercano, con Betzabeth detrás de ella. Podía ver la diminuta figura a lo lejos. Le quitó el telescopio a Betzabeth y miró a través de él. Pudo ver aquel enorme navío acercándose. Su corazón se llenó de terror al ver la bandera y la insignia dibujada en ella.

- Es el Rosa Negra- dijo aterrada.

- ¡¿Qué?!- gritó Betzabeth espantada.

- Da la alarma- se apresuró Irlina- Que todas se preparen para el contraataque.

- Pero Irlina…- dijo Betzabeth confundida y asustada- El Rosa Negra, es un barco Lilim, y… los Lilims no pueden atravesar la barrera.

Irlina volvió a mirar hacia el barco, aterrada, luego miró a Betzabeth a los ojos fijamente.

- Que Dios me perdone si dudo de su gran poder- dijo Irlina- Pero no subestimaré a los Lilims.

- Irlina…- dijo Betzabeth impactada por sus palabras.

- Da la alarma- repitió Irlina- Ahora.

 

Mientras todas las mujeres de aquel enorme castillo corrían en busca de sus armaduras y sus armas, Frida, la mayor de ellas rezaba en una pequeña capilla a su Dios crucificado en un altar, cuando sintió los pesados pasos de Irlina detrás de ella.

- Hermana- dijo ella- Nos atacan.

- Irlina- dijo la mujer en tono pasivo y sin dejar su posición de adoradora- ¿Acaso te has vuelto loca?

- ¿Qué?- se extrañó ella.

La mujer se puso de pie y la miró, con unos cansados ojos azules. Era rubia y anciana. Detalló a aquella morena alta, quien vestía una armadura blanca y una espada dorada en su cintura.

- Eres un querubín, elegido por nuestro Dios para proteger esta isla de los demonios que buscan sus tesoros- dijo la mujer- Nuestro señor confía en tus habilidades, sobre todo en la cordura. Pero en este momento, debe estar decepcionado.

- ¿De qué hablas?- preguntó Irlina confundida.

- La isla no dejará entrar a ningún Lilim- dijo la mujer- Nuestro señor la creo especialmente para alejar a esa raza repugnante.

- Hermana…- intentó decir ella.

- Entiendo que somos, en gran  parte, humanas- interrumpió ella- Y a diferencia de los querubines originales, nosotras y nuestras hermanas de la isla, somos mortales. Pero tu temor a la muerte es insultante.

- No es temor hermana- dijo Irlina con firmeza- Algo hay en ese barco. Los Lilims son muchas cosas, pero jamás estúpidos. No nos atacarían sin un plan para perforar la barrera.

- ¿Qué pueden tener los hijos de Lilith, que sea más poderoso que nuestro señor?

En ese momento, Betzabeth entró agitada a aquella capilla y las miró a ambas, preocupada. También llevaba una armadura blanca y una espada enfundada.

- Irlina- dijo  con voz queda- Tienes que ver una cosa.

Sin perder tiempo, Irlina corrió con Betzabeth hasta la salida del castillo, luego hasta la playa, donde un ejército de mujeres con armaduras blancas y espadas, esperaban a los tripulantes de aquel barco, con sus espadas empuñadas.

- Mira- dijo Betzabeth dándole el telescopio, una vez que estuvieron al frente de aquel ejército.

Ella miró el barco. Seguía de frente hacia la isla, sin tripulantes a la vista. Pero había algo nuevo ahora.

- Se detuvieron- dijo Irlina extrañada, a pesar de que la razón era obvia.

- No pueden pasar la barrera- dijo Betzabeth- Son Lilims.

- Pero…- dijo ella aun extrañada- ¿Cuál era el objeto de venir aquí?

- ¡Irlina!- gritó una mujer desde lo alto de una torre del castillo.

Irlina miró a la mujer, la cual estaba señalando nerviosa hacia la playa.

- ¡Oh Dios mío!- Gritó Betzabeth sacando su espada rápidamente.

Para cuando Irlina miró de nuevo a la playa, la mitad superior del cuerpo de seis mujeres ya se veían fuera del agua.

- Imposible- se dijo Irlina incrédula.

Más mujeres comenzaron a salir de agua, caminando hacia la orilla. De pronto hicieron crecer sus uñas como cuchillas y comenzaron a correr hacia las mujeres con armaduras y espadas, sin temor alguno hacia ellas.

- ¡Ataquen!- gritó Irlina al ver a aquellas aterradoras mujeres correr hacia ellas- ¡No las dejen entrar al castillo!

Se inició una gran batalla en aquella playa. Los querubines mortales eran muy fuertes, podían eliminar a sus enemigos con facilidad, pero estos, no dejaban de salir del agua. Parecía un ejército interminable. En un segundo se vieron superadas en número por aquellas invasoras y las bajas no pudieron evitarse.

- ¡Se supone que los Lilims no pueden entrar!- gritaba Betzabeth mientras luchaba- ¡No lo entiendo!

- ¡Estas cosas no son Lilims!- dijo Irlina al tiempo que decapitaba a una de sus enemigas- ¡Son híbridas de clase “B”!

- ¿Qué?- dijo Betzabeth extrañada.

- ¡Todo es parte de un plan!- Gritó Irlina- ¡Los verdaderos Lilims siguen en el barco!

En ese momento, se oyó un fuerte estruendo en el agua, e Irlina pudo ver la silueta de una mujer salir disparada hacia arriba. Aquella silueta apuntó con las palmas de sus manos hacia donde todas se encontraban peleando y disparó una gran esfera de energía roja. Todo fue tan rápido, que nadie mas pudo ver lo que había sucedido, solo sintieron el calor abrasador de las llamas cuando la playa estalló de manera infernal. Solo Betzabeth e Irlina lograron evadir la explosión pero la onda expansiva las derivó. Cayeron adoloridas a un lado de la playa.

Mientras se levantaban con esfuerzo, vieron como mas de aquellas mujeres salían del agua e iban velozmente hacia sus compañeras, quienes no podían siquiera arrastrarse por la arena. Las invasoras comenzaron a devorarlas como animales hambrientos, y no solo a ellas si no a sus propias camaradas, quienes también habían recibido el ataque.

Miraron aquello con horror, pero sabiendo que ya no podían hacer nada por sus amigas, pues de igual forma morirían. Entonces vieron hacia arriba, mientras aquella silueta caía velozmente, pero de pie. Cayó con las rodillas flexionadas. Era una mujer blanca y alta, con largos y hermosos rizos negros, que incluso estando mojados, brillaban por el sol. Las miró con unos grandes y hermosos ojos cafés, luego esbozó una enorme y radiante sonrisa. Aquellos dientes eran perfectos, grandes y hermosos.

- Marycer Halliwell…- dijo Irlina desconcertada, y a la vez preocupada.

- Capitana Marycer Halliwell- le corrigió la mujer, aun sonriendo.

Irlina miró hacia el barco, y luego a la mujer. Estaba muy confundida. Pero luego fue como si la respuesta golpeara su cabeza.

- No hay un Lilim en ese barco- dijo mirándola- ¿Cierto?

- Muy cierto- dijo Marycer, de nuevo sonriendo.

- ¿Por qué haces esto?- quiso saber Irlina.

- Porque tienes algo que yo quiero.

Las puertas del castillo se abrieron y una nueva horda de querubines salió a luchar contra aquellas mujeres. Pero Marycer hizo aparecer una espada negra en su mano y corrió directo hacia ella velozmente.

- ¡Deténganla!- gritó Betzabeth.

Marycer comenzó a abrirse paso entre aquella horda, asesinando a cualquiera que se le atravesaba. Finalmente logró atravesar la puerta. Sus secuaces se reunieron con los querubines para hacerles frente, mientras ella corría por el amplio y largo pasillo.

Betzabeth, apareció frente a ella y la atacó con su espada, pero ella detuvo el ataque con la suya. Retrocedió un poco y la miró, luego sonrió con sus grandes y perfectos dientes.

- Betzabeth…- sonrió- Creí que tú eras más listas que tu padre, exiliado del cielo por entregarse a sus deseos. Pero al igual que él, crees que Dios te aceptará en su seno cuando mueras. Que desperdicio de vida.

- ¡Cierra la boca!- gritó Betzabeth y comenzó a atacarla con su espada.

 

Afuera, Irlina y sus compañeras peleaban ferozmente en contra de sus enemigas. Pero no dejaba de notar que aquellas mujeres seguían saliendo del agua y no paraban. Aquello no iba a acabar nunca.

- ¡Selene!- gritó hacia lo alto del castillo, donde una chica negra con trenzas en el cabello disparaba flechas con un arco hacia las invasoras.

- ¿Qué ocurre?- le gritó la mujer.

- ¡Vuelen ese barco!- ordenó Irlina- ¡Seguirán saliendo mientras ese barco siga allí!

- ¡Entendido!- gritó Selene.

 

Marycer y Betzabeth, corrían por aquel pasillo mientras chocaban sus espadas velozmente. Betzabeth logró dispararle una bola de energía con su mano, que la mandó contra una puerta al final del pasillo. La atravesó y cayó rodando por el suelo. Al levantar la cara se vio en una especie de salón de adoración, y enseguida vio el anciano rostro de Frida, quien la miraba desconcertada.

- ¿Qué es esto?- dijo Frida incrédula.

Detrás de Frida, Marycer pudo ver un enorme cofre dorado sobre una gran mesa de piedra, frente a la gran estatua del Cristo crucificado en el altar. Se puso de pie rápidamente y tomó a la anciana por detrás, luego le colocó su espada en la garganta, y miró a Betzabeth quien acababa de entrar.

- Atrás- le ordenó apretando los dientes- O la anciana muere.

- Maldita- gruñó Betzabeth.

- Son descendientes de querubines- dijo Marycer- Pero son mortales, y no son ni la mitad de poderosas que sus padres. Puedo matar a esta perra con solo degollarla. Tú lo sabes.

- ¿Qué es lo que quieres?- preguntó Betzabeth de inmediato.

- El cofre- dijo Marycer señalando el cofre con un movimiento de su cabeza- Me dejarás salir de aquí con él.

 

En lo alto del castillo, Selene junto a dos de sus compañeras formaban una gran bola de energía amarilla entre las tres, con sus manos apuntando hacia el barco, mientras el número de querubines en el campo de batalla, disminuía cada vez más con relación a sus enemigos.

 

Marycer continuaba con la anciana Frida de rehén, mientras Betzabeth trataba de tomar una decisión correcta.

- ¿Qué estás esperando?- dijo Marycer impaciente.

Betzabeth tomó aire y la miró con tristeza y resignación.

- De todos modos, vas a matarla- dijo con un nudo en la garganta

Marycer la miró unos segundos, en silencio, mientras ella empezaba a derramar lágrimas sin poderlo evitar.

- Tienes razón- dijo Marycer y cortó la garganta de la anciana

Dejó caer el cuerpo sin vida de Frida, mientras el torrente de sangre salía de su garganta. Betzabeth fue hacia el cuerpo y lo sostuvo en el suelo, llorando. Marycer la ignoró y fue hacia el cofre. Ella lo abrió sin dificultad y miró dentro. Su enorme y radiante sonrisa volvió a aparecer en su rostro. Entonces el sonido de una explosión hizo que su corazón se helara y su expresión cambió súbitamente.

- Ay no- se dijo nerviosa.

Ella cerró el cofre, lo tomó de su lugar y corrió de nuevo por el pasillo con él, hasta llegar a una ventana, desde la cual pudo ver su barco en llamas, hundiéndose.

- El Rosa Negra- se dijo con terror y a la vez con tristeza- Mi barco.

- Se acabó- dijo la voz de Betzabeth detrás de ella- Ese fue el fin del Rosa Negra.

- Así parece- dijo Marycer con voz queda, sin voltear a verla, luego tomó aire- Pero eso ya no importa.

Marycer se giró rápidamente y le disparó a Betzabeth un rayo rojo con una de sus manos. Betzabeth cayó al suelo, gravemente lastimada, y la miró agonizando, mientras ella se acercaba lista para dispararle nuevamente, pero esta vez apuntaba a su cara.

- ¿Sabías que hay una recompensa por tu cabeza?- dijo mientras le apuntaba.

- Creí que por eso estabas aqui- dijo Betzabeth con voz agonizante.

- No...- sonrió Marycer- Ni siquiera pensé que te encontraría aquí. No creí que caerías tan bajo.

- Pensamos diferente sobre lo que es caer bajo- dijo ella.

- Ciertamente- dijo Marycer y luego suspiró con fatiga, aun apuntandole a la cara con su mano- Bueno, ya tengo lo que quiero. El clan Halliwell ganó, perra.

Antes que pudiera dispararle, Betzabeth desapareció de aquel lugar, y ella se quedó allí sorprendida y confundida.

- Huyó- se dijo incrédula- Eso es un crimen para los querubines.

 

Afuera, Irlina había acabado con todo el bando enemigo. Desgraciadamente, sus compañeras también estaban muertas.

- Dios…- se dijo cansada y horrorizada al ver todo aquel desastre.

- ¡Irlina!- gritó Selene desde lo alto.

Irlina la miró y ella señaló hacia una gran esfera plateada que se alzaba hacia el cielo.

- Ay no…- dijo aterrada al ver aquello.

- Ya lo dije- dijo la voz de Marycer detrás de ella.

Ella se giró rápidamente y vio a Marycer sosteniendo el pesado cofre bajo su brazo derecho y con su mano izquierda levantada hacia el cielo, con su índice y su dedo del medio en forma de pistola.

- El clan Halliwell ganó- agregó y luego sonrió- Esta técnica se llama “Ojo de Luna” por cierto

- Marycer…- dijo Irlina asustada- No lo hagas.

- Quisiera no hacerlo- dijo con una extraña sinceridad, luego hizo aparecer en su otra mano, un broche dorado en forma de orquídea y con un rubí en el centro, el cual apretó en su mano fuertemente.

- Eramos amigas- lloró Irlina.

Marycer acercó la mano en la cual empuñaba el broche a sus labios y luego le susurró:

- Llevame con Diego.

Al susurrar esas palabras, Marycer desapareció de aquel lugar y enseguida, Irlina vio como una extraña luz proveniente de la esfera plateada comenzaba a cubrir la isla como un gran foco de luz.

- Dios…- dijo asustada.

Quizá pretendía orar a Dios en aquel momento. Pero no tuvo tiempo. La luz se expandió rápidamente y una inmensa explosión desapareció la isla sin dejar rastro.

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Comments

Cindy Circe

Cindy Circe

otra Halliwell???

2022-11-26

0

izanamy

izanamy

ok pero me.falta Diego ...jajajja

2022-09-21

0

Vanessa Lang

Vanessa Lang

ok... tienes mi atencion

2022-08-25

1

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