Marycer

Tamara había llevado a Erika con ella a su habitación para que se recuperara de su herida. Ivanna se quedó con Diego y las chicas en el pasillo.

- Niña idiota- dijo Ivanna en cuanto Tamara entro a la habitación con Erika- ¿De verdad creyó que podría contra Miranda?

- Al menos tuvo ovarios- dijo Diego mientras tomaba la espada Nica del suelo.

- ¿Eso qué quiere decir?- preguntó Ivanna un poco ofendida.

Diego desapareció la espada y miró a Ivanna.

- Nada- dijo él- Solo admiro su valor. Es todo.

En la sala principal de aquella casa, Moa se servía un vaso de whisky, mientras Misha la miraba desde el sofá con una copa de vino en su mano.

- ¿Te sientes bien?- le preguntó.

- Tan bien como de costumbre- dijo Moa, luego la miró y frunció el ceño- ¿Sabes? Los humanos piensan que los demonios odian el vino.

- También piensan que los Lilims somos criaturas llenas de pelo- dijo Misha, luego sonrió- No sé de dónde sacan esas cosas.

- Bueno...- sonrió Moa acariciándose su larga melena rubia- No estaremos cubiertos de pelo, pero... de que somos greñudos, lo somos.

Misha rió, luego Moa tomó asiento en un mueble, con su vaso de whisky en la mano, y miró a su hermana con expresión seria.

- ¿Como fue que Diego supo del arresto de Jade, antes que Lulú y las demás?- Preguntó extrañada.

- No lo sé...- suspiró Misha con pesadez- Es un niño muy astuto, Moa. No es facil ocultarle cosas.

- Si...- dijo Moa con fastidio- En eso tienes razón

Ella se quedó pensativa unos segundos mientras Misha bebia su copa de vino, luego la miró con incertidumbre.

- ¿Por qué no te lo llevas a vivir contigo?- le preguntó.

- ¿A Diego?- dijo Misha- Ya se lo he propuesto, pero… él ama su independencia de esta familia. No es… como Rico.

- Pero es muy problemático, Misha- dijo Moa- No se le puede dar mucha libertad. Es un riesgo hasta para él mismo.

- Por favor…- suspiró Misha fastidiada- Tu preocupación se debe a que Diego conoce tus secretos, y temes que le cuente a mamá.

- ¿De qué hablas?- dijo Moa desconcertada.

- ¿Marbeth Orellana?- sonrió Misha con ironía, y Moa puso cara de pánico- Escuché a Diego nombrarla hace unos momentos, cuando le pediste a Ivanna matar a la tal Gabriela. ¿Quién es? ¿Algún despertar descendiente tuyo? ¿Cómo es eso posible? Eres estéril como la mayoría en esta familia.

Moa tomó aire y puso una expresión de miedo y preocupación, luego miró a Misha, quien esperaba una respuesta.

- Es hija de Ilda- dijo Moa finalmente.

- ¿Nuestra hermana Ilda?- se extrañó Misha- Pero murió hace veinte años, ¿Cómo…?

- Tuvo a su hija unos meses antes- dijo Moa- Yo la ayudé a ocultarla.

- ¿Y cómo fue que Diego supo de ella?- preguntó Misha.

- No tengo idea- dijo Moa- Te lo dije, ese niño es un peligro.

- ¿Peligro?- dijo una voz fría y hueca.

Ellas miraron a Miranda, quien acababa de entrar a la sala, sin que ellas la hubiesen notado. Caminaba lentamente hacia uno de los muebles.

- Diego es un ser calculador- agregó Miranda, y luego se sentó y cruzó sus piernas. Su cabello negro cubría su rostro por completo- Está en su naturaleza de guerrero, estar preparado siempre para el futuro.

- ¿Qué quieres decir exactamente?- preguntó Moa.

- Diego ya cometió el error de confiar demasiado en una de sus hermanas, en… Verónica. Y ya sabemos lo que pasó. Ahora sabe que no puede confiar en nadie, y menos en aquellos Lilims cuyos poderes sobrepasan los suyos.

- ¿Supones que Diego nos investiga para saber nuestras debilidades, en caso de que decidamos atentar en su contra?- dijo Misha, luego sonrió con recelo- Esa es una teoría ridícula.

- ¿Lo es?- preguntó Miranda.

- Diego no pensaría así de su propia familia- dijo Misha.

- ¿La familia que durmió a las Cuarenta hace cincuenta y dos años?- dijo Miranda- ¿La familia que mata a sus descendientes humanos? ¿La familia que lo mantiene alejado de la única cosa que él ama realmente? Claro, no creo que Diego piense mal de esa familia.

Al oír estas palabras, llenas de sarcasmo, Misha y Moa se miraron un poco dudosas.

La noche era muy fría, pero con un cielo estrellado, tan hermoso, que se reflejaba sobre las aguas de aquella tranquila playa, frente a la cual, aquella chica alta, blanca y de largos y rizados cabellos negros, se encontraba sentada sobre un viejo tronco, mirando aquel paisaje con sus enormes y hermosos ojos cafés. Llevaba solo un pequeño short y una camisa blanca de algodón. Suspiraba y pensaba en tantas cosas, que al final no supo en que estaba pensando realmente.

- Ya sé que estás allí- dijo ella con una voz suave y algo cansada.

Una niña rubia, como de diez años aparentemente y con uniforme de primaria, apareció detrás de ella, entonces suspiró y sin voltear a verla le preguntó:

- ¿Puedo ayudarte en algo?

- Marycer Halliwell ¿Cierto?- dijo la niña- Me dijeron que te encontraría aquí.

- Te hice una pregunta- dijo la chica.

- Traigo un mensaje- dijo la niña- De parte de Moa.

La chica volteó a mirar a la niña rubia, un poco confundida, luego miró los cabellos rubios, que llegaban hasta sus tobillos.

- ¿Eres un Lilim?- preguntó, aun extrañada.

- Si- dijo la niña- Mi nombre es Saori.

- Lo siento- suspiró la chica apenada- No suelen venir muchos de tus familiares por aquí.

- Disculpa aceptada- dijo la niña, y luego le ofreció un sobre blanco a la chica- Esto es para ti.

- ¿Segura?- dijo la chica tomando el sobre, extrañada.

- Me dijeron que se la entregara a Lady Marycer Halliwell. Esa eres tú ¿O no?

- Si- suspiró la chica.

Ella abrió el sobre y sacó una carta, la cual comenzó a leer para sí misma. Entonces suspiró y negó con fastidio.

- Es tarde- dijo.

- ¿Qué?- preguntó la niña extrañada.

- Se fue- dijo ella.

- ¿A dónde?- quiso saber la niña

- No lo sé- Dijo con desinterés- No soy su maldita niñera

- Lo eres- le recordó ella.

Marycer suspiró un poco irritada y la miró un instante.

- Mira- dijo- Soy una Halliwell ¿Okey? Mi lealtad está con mi Clan. No tengo por qué rendirte cuentas de mis actos, ni a ti, ni a Moa, ni a ningún Lilim, que no sea Diego, o Rico. Lo que significa, que no te diré donde está.

- Eres Lady, gracias a mi madre- gruñó la niña- Tu lealtad es con la corona Lilim.

- ¡No es cierto!- gritó Marycer enfadada, luego tomó aire y se calmó- Cuando la reina Lilith decidió nombrarme Lady, le dije que, con o sin título, yo era una Halliwell, y que para mí, nadie estaba por encima de Diego y Rico. Ella lo entendió y aun así me nombro Lady.

Saori la miró fijamente por unos segundos, mientras ella seguía sentada. Luego, velozmente, y sin que Marycer lo pudiera evitar, puso su mano en su cabeza. Un destello de luz las segó a ambas.

Saori se encontró en aquel mismo lugar. Pero ya no era de noche. El sol apenas se estaba ocultando en el horizonte. Frente a ella, vio a Marycer charlando con una mujer trigueña, de la misma estatura de Marycer, con cabellos negros y sedosos, vestida de negro, con un suéter de capucha, el cual, a pesar de ser un poco holgado, no disimulaba para nada los enormes pechos de la chica.

- Hay muchos muertos- decía aquella chica- Entre ellos están Rebeca y María.

- Dios…- dijo Marycer con pesar- ¿Cómo está Diego?

- Huyó después de la batalla. Luego de que los Arcángeles aterrizaran en el lugar- dijo la chica- Sospecho que a la casa de las muñecas.

- Eso está en Cumaná- dijo Marycer preocupada- Nada lejos de aquí.

- Exacto- dijo la chica- Debes tomar precauciones.

- ¿Qué?- se extrañó Marycer- ¿De qué estás hablando, Lucelis?

- Ambas sabemos que Diego vendrá a buscarte- dijo ella- No puedes dejar que lo vea a él.

- ¿Me pides que traicione a Diego?- le reprochó Marycer.

- No es traición, Marycer- dijo Lucelis- Se trata de protegerlos a ambos.

Marycer calló y lo pensó por varios segundos.

- ¿Cómo se supone que voy a ocultarlo sin que ninguno de ellos se dé cuenta?- preguntó.

- Envíalo lejos- dijo Lucelis.

- ¿A dónde?

Saori esperó atenta la respuesta. Pero de pronto, la voz de Marycer se oyó en todo el lugar.

- ¡Basta!- gritó la voz

Todo aquel panorama se desvaneció, y Saori se encontró de nuevo en el presente. Miró a Marycer frente a ella, de rodillas en la arena y mirándola con sus ojos llenos de lágrimas de odio y rencor.

- Así que lo sabias- dijo Saori, luego se extrañó- Pero Lucelis… es un Hades. Se supone que son neutrales. No pueden apoyar ninguna causa. Lo que hizo fue un crimen.

- Maldita- gruñó Marycer- Vas a pagar por esto.

Saori la miró un instante a los ojos.

- Veo que Diego te enseñó a bloquear tu mente y a expulsar intrusos de ella- dijo- Pero hay muchas maneras de sacar información ¿Sabes?

Ella hizo aparecer una espada dorada en su mano izquierda y miró a Marycer un momento.

- Dime a donde lo enviaste, Marycer- le exigió.

- La idea…- dijo Marycer aun muerta de rabia- Es mantenerlo lejos de Diego. A donde lo envié, es irrelevante. Debería bastarte con saber que Diego no lo encontrará.

- Mamá preguntará por su ubicación- dijo Saori- No me perdonará si le digo que no lo sé.

- En ese caso… puede venir a preguntármelo.

- Me estás irritando- gruñó Saori empuñando su espada con fuerza.

Marycer se puso de pie, luego tomó aire y la miró con firmeza.

- Cuanto lo siento- dijo.

Saori la atacó con su espada. Pero Marycer detuvo el ataque con una espada azul que apareció en su mano. El impacto mando a Marycer hacia atrás, y casi cayó al suelo.

- ¿Pero qué…?- dijo Saori confundida e impactada, al ver la espada que sostenía Marycer.

Era una espada azul zafiro, con la empuñadura en forma de una horrible boca que sujetaba la hoja con sus dientes. La hoja tenía varios símbolos grabados.

- Es… imposible- dijo aun sin poder procesar aquello- ¿Cómo puedes tener a Nica?

Marycer la miró desafiante mientras agitaba la espada en su mano.

- ¡¿Cómo la obtuviste?!- gritó Saori enojada.

- ¿De verdad pensaste que Diego me dejaría desprotegida?- dijo Marycer, y luego esbozó una enorme y gran sonrisa- ¿Acaso nunca te has preguntado, como es que sigo con vida, teniendo tantos enemigos? No, gracias a tu mami. Eso es obvio.

Saori iba a atacarla ahora con todo su poder. Pero de pronto…

- Detente ahora mismo, Saori- dijo una voz fémina, sensualmente ronca y pasiva, dentro de su cabeza.

Ella se detuvo con una expresión de terror.

- Ma… madre- dijo temblorosa- ¿Que…?

- Estás en territorio Halliwell, intentando asesinar a una Lady ¿Puedo saber bajo qué ordenes?

- Moa…- intentó decir ella asustada- Moa me dijo…

- No creo que Moa te haya ordenado asesinar a Marycer- dijo la voz- Te aconsejo que vayas a la Casa De Las Muñecas ahora mismo, y te quedes allí.

Asustada y sin decir nada más, Saori desapareció de aquel lugar. Marycer, por supuesto, no pudo escuchar aquella voz, por lo que estaba confundida ante aquella acción.

- Qué raro- se dijo, luego desapareció la espada.

Se quedó allí parada procesando aquello un rato, luego tomó aire y miró hacia la casa colorida y de dos pisos, a pocos metros de aquel lugar. Caminó hacia ella. Atravesó el espacioso porche y entró a la sala principal, la cual lucia muy limpia y cómoda. Se acercó a una pequeña mesa de vidrio y sobre ella vio un libro cuya portada era negra y rezaba “El Flautista de Hamelin”. Ella suspiró con pesar, luego miró a su alrededor, pensando en lo que acaba de pasar.

- ¿Qué fue todo eso?- se preguntó confundida- Saori pudo haberme asesinado sin problemas ¿Por qué huiría?

De pronto, un extraño calor se empezó a sentir. Ella miró el libro sobre la mesa y notó que la portada se empezaba a incendiar por las esquinas. Entonces sintió el inmenso y aterrador poder en aquel lugar. Lo supo de inmediato.

Se giró hacia el umbral que daba hacia el pasillo siguiente, y vio con terror una silueta femenina, alta, y alrededor de la cual emanaba un increíble vapor.

- Mi señora- dijo de inmediato, arrodillándose y agachando la cabeza en señal de reverencia.

- Lady Marycer Halliwell- dijo una hermosa y sensual voz ronca y pasiva proveniente de la silueta- La segunda súbdita más poderosa de mi hijo Diego. Pero la primera más leal a él, según parece. Perdón por no avisar antes de venir.

- No tiene por qué pedir perdón, mi señora- dijo Marycer sin levantar la mirada- Está es su casa. Siempre es bienvenida.

- Pero, aun así… se te dio un arma para protegerla de los Lilims- dijo la mujer- Tengo curiosidad ¿Por qué?

- La espada es… para protegerme de demonios que quieran dañarme- dijo Marycer- Le juro que no es para los Lilims.

- ¿Me lo juras Mary?- preguntó la mujer. Su voz no cambiaba el tono ronco y pasivo- ¿Cómo juraste no haber destruido la isla de Abigor hace doscientos años?

Marycer se aterró al escuchar eso. No supo ni siquiera que decir para defenderse de aquella acusación.

- Si…- agregó la mujer- Lo sé, Marycer. Sé que tú y mi hijo me lo han estado ocultando todo este tiempo. Pero…No lo entiendo ¿Por qué, Mary? ¿Qué es lo que Diego y tú no quieren que yo sepa exactamente?

Ella levantó la cara para ver la silueta, y luego negó con la cabeza, temblando por los nervios que sentía.

- Oh, Mary…- dijo la mujer, y Marycer pudo notar que levantaba su mano para apuntarle- Tan leal hasta la muerte a mi hijo. Admiro eso, enserio lo admiro. Pero de alguna u otra forma… obtendré la respuesta.

Un rayó dorado salió de aquella mano, directo hacia Marycer. Su grito se escuchó hasta un kilómetro alrededor de aquella casa.

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Comments

Valeria Diaz

Valeria Diaz

¡ Que emocion! cada capitulo es mejor que el anterior.

2022-11-25

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