Interesante

Gabriela miraba a Lilu con terror, mientras ella sonreía con malicia y sostenía la espada Nica en sus manos. Era obvio que no estaba jugando. Iba a usar esa espada en su contra.

Miraba su enorme y monstruoso brazo sin entender que le habia pasado. Sentía que su corazon latía muy fuerte y rapido, y la energia que sentia correr por todo su cuerpo, era tan excitante que sentia que podia arrasar con un ejercito ella sola.

- ¿Sabes?- dijo Lilu con su voz pasiva, y su sonrisa perversa- Cuando yo era niña, tenía… tres hermanas. Solo tres. No como ahora, no. En ese tiempo solo eramos cuatro Lilims. Yo… jugaba con ellas, un juego muy divertido, que consistia en hacer enojar a mi madre, Lilith, para luego, ver quien de nosotras lograba resistir sus ataques por más tiempo.

Gabriela solo intentaba calmar el fuego que estaba ardiendo dentro de ella en aquel momento, mientras escuchaba a aquella aterradora mujer.

- Nunca hubo ganadoras- Agregó Lilu con una sonrisa. Entonces calló unos segundos, mientras miraba a Gabriela. Hasta que agregó- Despues de que mis tres hermanas fueron acusadas de traición y sepultadas en lo mas profundo de este planeta, no volvi a jugar ese juego con nadie más. Pero… hoy me siento muy melancólica.

Lilu mostró su mano derecha, y en ella hizo aparecer un curioso objeto de cristal. Gabriela lo miró con detalle. Era un reloj de arena.

- Hoy jugaré contigo un juego similar- sonrió con malicia y en su mismo tono pasivo y calmado- Si logras darme, aunque sea, un golpe, antes de que toda la arena de este reloj caiga, te dejaré salir con vida de este castillo, junto con mi hermano y su patética novia.

- ¿Y con las cuarenta?- preguntó Gabriela de inmediato, con su voz gutural.

Lilu soltó una carcajada tan fuerte, que hizo un horrible eco en todo el lugar.

- Niña lista- dijo dejando de reír. Pero aun sonriendo- No, no puedo prometerte eso

La miró fijamente, en silencio, sin apagar su enorme y perversa sonrisa.

- Sin embargo- agregó finalmente- Hay algo que si puedo hacer, y sé que te va a encantar.

Gabriela solo se la quedó viendo, esperando a que terminara de decir lo que iba a decir.

- Puedo decirte, quien es tu verdadero padre- dijo Lilu.

El corazón de Gabriela se aceleró más. Sintió una horrible ansiedad repentina. Realmente quería saber el nombre del hibrido que la había engendrado.

Lilu puso el reloj sobre la mesa en la que descansaba el cuerpo inconsciente de Scarlet, y volvió a mirar a Gabriela, mientras la arena comenzaba a caer.

- Pero…- dijo con malicia- Si pierdes, te quedarás en este lugar, como mi esclava, para siempre.

Eso hizo que su piel se erizara y su respiración se congelara. Sabía muy bien que no habia forma de ganarle a aquella mujer. Ni siquiera Diego habia podido. Peor aun, ni Snow le habia podido ganar.

- ¿Lista?- sonrió Lilu levantando la Nica.

- No preguntaste si aceptaba- dijo Gabriela asustada.

- Como si tuvieses opcion- dijo Lilu.

Pudo ver como Lilu se lanzaba hacia ella velozmente, con la espada buscando su cuello, así que saltó con fuerza hacia arriba, y sin saber como, se encontro pegada al alto techo de aquel lugar, con la ayuda de su enorme garra derecha y su garra izquierda.

No entendía nada, solo sentía una gran descarga de adrenalina saliendo de ella.

- Vaya…- sonrió Lilu mirandola desde el suelo- En serio creí que no lograrías evadirme.

- ¿Por qué me atacas?- Gritó Gabriela con su voz de ultratumba. Pero aun asustada- ¡Dijiste que yo debía intentar golpearte!

- Jamas dije que me quedaría quieta ¿O sí?- Rió ella- Pero tranquila. No voy a usar más de un uno porciento de mi poder. Eso sería un desperdicio. Sin mencionar que nuestro juego acabaría en menos de un segundo.

Decía la verdad. Su ataque habia sido muy lento en comparacion con los ataques que le habia hecho a Diego y Andreina. Sin duda Lilu estaba disfrutando de aquel macabro juego.

- De nuevo- dijo Lilu con su voz pasiva, y enseguida agitó la espada, lanzando una potente rafaga de viento que se dirigió a Gabriela.

Gabriela saltó del techo y la rafaga impactó en él, haciéndole una enorme zanja. Ella cayó a unos metros detrás de Lilu, y tras pensar por unos segundos, si era prudente atacarla o no, corrió velozmente hacia ella y la atacó con su enorme y deforme brazo derecho. Pero Lilu se giró hacia ella con calma y detuvo aquel brazo con su mano. Entonces la miró a los ojos mientras ella intentaba librarse de su mano palida y fria como hielo.

- Empiezas a tomarlo en serio- sonrió Lilu mientras sostenía su brazo y sonreía- Eso me gusta.

Apretó su brazo con fuerza y luego tiró de él y lanzó a Gabriela violentamente contra una pared a lo lejos. Gabriela rebotó en ella, y luego, varias veces en el suelo, de cara.

- Y lo peor es que eres niñera- Sonreía Lilu, mientras Gabriela trataba de ponerse de pie adolorida- Se supone que debes ser bastante fuerte como para pelear por el hibrido bajo tu tutela. O eso he oido.

- Lilu…- Gruñó Gabriela con sangre en su frente y su cuerpo adolorido.

- ¿Si, esclava?- sonrió Lilu.

- Tu… estás demente- dijo Gabriela.

- Si- dijo ella aun sonriendo y manteniendo su voz pasiva y fría- Eso me han dicho.

Sin pensarlo, Gabriela se lanzó hacia Lilu nuevamente para atacarla con su enorme brazo. Pero esta vez Lilu desapareció y reapareció detrás de ella. La detuvo poniendo su mano en su cabeza con brusquedad, luego la acercó hacia ella.

- Tengo curiosidad por saber que aquí adentro- Le susurró al oido.

En un pestañeó, Gabriela se encontró en un pasillo con poca luz y muchas puertas blancas. Podía ver una puerta al final, justo en frente de ella, con una placa que rezaba “Gabriela Guerra”

- Interesante- susurró la voz de Lilu en su cabeza.

De pronto se encontró sentada en una silla plastica, frente a una mesa, en una habitacion blanca y muy espaciosa, en la que solo habia una pequeña cama y un armario. Tenía una camisa muy pesada puesta, y su cabello estaba mas largo y tan desaliñado que le caia por el rostro.

- Hola, Gabriela- dijo un hombre que estaba sentado del otro lado de la mesa.

Aquel hombre era rubio y ya entrado en años. Llevaba traje casual negro y corbata tambien negra.

- Soy el detective Frederick Lang- continuó aquel hombre.

- No es cierto- dijo ella con voz cansada y ronca- Estuvo en el funeral de Elena. Dijo que era Psicologo. ¿Cuántas profesiones tiene señor Lang?

El hombre sonrió con derrota, luego la miró con sus ojos azules.

- Eres lista- dijo aun sonriendo- No pensé que me recordarías, debido al estado en el que estabas ese dia.

- Estaba dolida, no ciega- gruñó ella- ¿Qué es lo que busca conmigo?

Él tomó aire y miró a Gabriela por unos segundos, luego suspiró resignado, luego metió su mano dentro de su saco y extrajo una fotografia, la cual arrastró luego por la mesa hasta ella.

Gabriela acercó su mano para tomar la fotografia, mientras se miraba las correas sueltas en las mangas de la camisa de fuerza.

- ¿En serio necesitas esa camisa?- le preguntó él mientras ella veía a la foto.

- Me hace ver mas delgada- dijo ella mirando la foto.

La fotografia era la de una chica de hermosos rizos rojos como el fuego, de ojos azul cielo y diminutas pecas, apenas visibles sobre su nariz pequeña. Tenia una pequeña pero hermosa sonrisa.

Ella ya habia visto esa foto miles de veces, en los archivos del colegio, la universidad, y sobre su vieja mesa de noche.

- ¿Por qué tiene una foto de Elena?- quiso saber ella.

- Intento probar tu version de los hechos- dijo él- He andando por allí, preguntando si alguien la ha visto.

- ¿Por qué?- preguntó ella.

- Porque te creo, Gabriela. Creo que tu amiga fue raptado por un demonio. Y mi gente, necesita encontrar a ese demonio. Para… evitar que algo asi vuelva a repetirse.

- Los demonios no existen- Aseguró ella.

- ¿No?- Sonrió él- ¿Entonces por que sigues asegurando que los ves en cualquier parte que miras?

- Son alucinaciones- Dijo ella- Por eso estoy aquí.

- Claro que si- dijo con una sonrisa sarcástica.

El hombre se puso de pie y la miró un instante, luego volvió a sonreir, pero esta vez con suficiencia.

- Puedes quedarte con la fotografia- dijo y se dirigió hacia puerta.

- Señor Lang- dijo Gabriela.

- ¿Si?- dijo él volviéndose hacia ella.

- ¿Cual fue el objeto de su visita?- Preguntó ella confundida- ¿Solo… vino a darme esta foto?

- Digamos que… quería ver como estabas- dijo él y sonrió.

Dicho esto, siguió hasta la puerta y golpeó dos veces para que alguien afuera le abriera.

- Nos volveremos a ver, Gabriela- dijo él sin volverse a verla.

Alguien abrió la puerta. Era una chica blanca, como 1, 55 metros de altura, vestida de doctora.

- La proxima vez traiga café- dijo ella, y el la miró desconcertado- Ya es bastante asqueroso tener que comer carne. Pero la leche en lugar de café por las mañanas, es… para suicidarse.

Él sonrió y continuó su camino, hasta que salió de la habitacion. Pero la joven que le había abierto la puerta, se quedó mirando a Gabriela con sus grandes ojos cafés. Parecía preocupada.

De pronto, la voz de Lilu resonó en todo el lugar, como un susurro.

- Betzabeth- Dijo la voz.

De pronto, todo el panorama comenzó a distorcionarse y la menuda doctora, se convirtió inmediatamente en una chica igual de menuda, pero de apariencia mucho mas joven, con cabello castaño claro, una tes blanca y virginal, con pechos enormes y perfectos y un hermoso vestido blanco de hilo.

El escenario tambien habia cambiado. Ahora estaban en una playa solitaria.

- Es la palabra de la hija de un Querubin contra la tuya- Decia aquella chica con una voz dulce y jovial.

Gabriela miraba las delicadas facciones de aquella chica, sus pequeños ojos cafés, sus mejillas gorditas y rosadas, sus labios pequeños, y sus encantadoras pecas sobre su pequeña nariz y sus dientes pequeños y perfectos. Debía tener como maximo unos dieciseis años.

- Lo sé- le dijo Gabriela- Pero yo le creo a Marycer.

Notó que no era su voz. El tono era un poco mas infantil. No tardó en darse cuenta de que nuevamente, estaba en el cuerpo de Rico Halliwell.

- Betzabeth dice que fue ella- dijo la chica- ¿Por qué mentiría?

- Talves la confunde con alguien más- dijo ella.

- Una mujer del clan Halliwell, cabellos oscuros…- suspiró la chica con algo de fastidio- En todo el clan Halliwell solo existe una chica con cabellos oscuros.

- Vamos, Maidetyd- suspiró ella- Sabes que despues de que Marycer siempre está conmigo, y aunque obedece las ordenes de Diego, ella no tiene secretos conmigo.

- A menos que Diego le ordenara no decírtelo- dijo ella.

- Él… nunca se interesó por esa isla. Ademas era una mision suicida. Diego jamás utilizaría a Marycer para algo asi.

- Y tu jamás delatarías a tu hermano ¿O me equivoco?- dijo Maidetyd desafiante.

- ¿Ahora me acusas?- gruñó- ¿Por qué no dices lo que en realidad quieres, maldito Angel? Te mueres por llamar a tus hermanos Arcangeles, para que borren de una vez al clan Halliwell de la tierra de los vivos.

- Si quiciera lo haría, culpables o no culpables de destruir la isla de Abigor- dijo ella- Ustedes ya estan en la lista negra de los Arcangeles por ser lo que son. Yo estoy tratando de ayudarlos.

- Ay claro- dijo ella con sarcasmo- La dulce y magnanima Angel Maidetyd ¿No? Ese teatro talves te funcione con mi hermano Diego. Pero yo se la clase de perra que eres.

- ¡Rico, escuchame!- le gritó ella.

- ¿Qué sucede aquí?- Dijo la voz fria de Lilu de pronto.

Gabriela volvió de golpe a la realidad. Fue lanzada al suelo con brusquedad mientras sus ojos y su mente se acostumbraban nuevamente a la habitacion oscura con olor a humedad.

- ¿Por qué tienes ese recuerdo?- preguntó Lilu, aun con su tono frio, aunque ya no tan calmado.

- No lo sé- dijo Gabriela agitada mientras trataba de enfocar su vison en la alta figura de Lilu desde el suelo- Diego dice que tengo un parasito en el cerebro.

Ella se calmó y logró poner su mente y su vista en orden. Entonces se puso de pie y miró a Lilu.

- Oye…- le dijo mirandola a sus ojos rojos- Estoy arta de que entren en mi cabeza.

Rapidamente, Gabriela volvió a atacar a Lilu con su gigantesco brazo. Pero esta brincó por los aires evadiendo el ataque, y mientras lo hacía, apuntó a Gabriela con su mano y le disparó una potente rafaga electrica que comenzó a electrocutarla.

Gabriela gritaba y convulsionaba horriblemente, mientras Lilu mantenía la rafaga electrica que salía de sus dedos como hilos destellantes.

- ¡Eres muy resitente!- reía Lilu de manera desquiciada mientras la electrocutaba- ¡El ultimo despertar al que ataqué con esta tecnica, voló en mil pedazos! ¡Estoy en verdad sorprendida!

Gabriela continuaba gritando mientras su ropa comenzaba a romperse y su piel a llenarse de quemaduras.

- ¿Qué tal se aumentamos un poco la potencia?- rió Lilu.

Lo hizo. Aumentó la potencia de aquella rafaga electrica y con eso, los gritos de dolor de Gabriela.

- ¡Esto es interesante!- reía desquiciadamente- ¡En verdad interesante!

De pronto, Lilu comenzó a notar un aura negra que estaba apareciendo alrededor de Gabriela. Se estaba haciendo más y mas grande mientras ella seguía gritando de dolor.

- Eso es- dijo para si misma sonriendo- Sabía que había algo raro en esta mujer. ¿Por qué otra razon la elegiría como niñera en lugar de asesinarla?

El aura negra de Gabriela se fundió con los rayos electricos de Lilu, y ahora sus gritos se escuchaban como los rugidos feroces de un leon.

- Esto es tan Interesante- se seguía diciendo mientras continuaba electrocutandola- Me preguntó que pasará si esta cosa despierta al cien porciento.

Lilu podía ver los ojos de Gabriela, los cuales se habían tornado de un brillante color a amarillo, con las pupilas verticales en lugar de redondas. Veía su boca enorme y deforme, llena de filosos colmillos, como la boca de una piraña.

De pronto, su brazo izquierdo tambien creció y se deformó hasta quedar igual que su brazo derecho, y comenzó a moverlos lentamente y con mucho esfuerzo hacia el frente.

- Imposible- dijo Lilu sorprendida. Pero aun sonriendo.

Finalmente, logró poder sus enormes y deformes brazos al frente y apuntó a Lilu con sus palmas.

- ¡Patético ser!- gritó Gabriela con voz de ultratumba, y en seguida una esfera negra y gigantesca salió disparada de sus manos y se dirigió hacia Lilu.

Lilu interrumpió los rayos electricos que salían de su mano al ver la esfera que venia hacia ella, y con la misma mano detuvo dicha esfera sin problemas y sonriendo. La esfera siguió alli contra la mano, tratando de seguir su paso por unos segundos, hasta que se desvaneció si dejar rastro.

Gabriela cayó de rodillas en el suelo, agitada, cansada y asustada. Sus brazos habían vuelto a la normalidad, y sus quemaduras habían desaparecido totalmente. Su cara estaba empapada de lagrimas, su ropa muy rasgada y su cuerpo humeando.

- Muy interesante- dijo Lilu mirándola con una sonrisa perversa- Por lo general es fácil para los descendientes de demonios… despertar. Por eso son peligrosos. Pero… por alguna razón, tu no puedes despertar por completo. ¿Cuál es esa razón, Gabriela? ¿La conoces?

Gabriela solo negó con su cabeza, llorando.

- ¿De verdad?- dijo Lilu, y luego contempló la espada Nica en su mano- Bueno… yo creo que la razón es muy simple, aunque preocupante- Miró a Gabriela por encima de la hoja de la espada- Creo que tienes demasiado poder dentro de ti, y no va a despertar tan fácil.

Lilu comenzó a caminar hacia ella con la espada en mano. Gabriela estaba tan agotada que no podía ponerse de pie.

- Como dije, eso es preocupante- dijo Lilu mientras se acercaba a Gabriela- Cuando un descendiente despierta por primera vez, pierde la razon. No puede pensar nada más que en comer y eso implica caos en donde sea que estén- Ella se detuvo frente a Gabriela- Un despertar con tu poder, podría incluso destruir esta ciudad, y eso… nos generaría un serio problema en lo que a nuestro anonimato se refiere.

Gabriela la miraba desde el suelo, asustada, con el rostro enrojecido y lleno de lagrimas.

- Por favor…- suplicó aterrada- No lo hagas.

- Lo siento, hermosa- dijo Lilu levantando la espada Nica- En verdad me agradas. Pero no puedo dejarte salir de aquí con vida.

Lilu dirigió la espada hacia Gabriela en sentido vertical. Pero se detuvo a escasos centímetros de la frente de Diego, quien se había cruzado entre la espada y Gabriela.

- ¿Qué crees que estás haciendo?- Le preguntó ella con su voz pasiva.

Diego la miró con su inexpresivo rostro, el cual estaba empapado de su propia sangre.

- Es mía- dijo él con su acostumbrada voz fría.

- Lo que te convierte en un traidor- sonrió Lilu- Pero una vez muerta esta mujer, me encargaré de que tu nombre no aparezca ligado a este incidente. Nadie te culpará de nada.

- No lo entiendes- dijo Diego- Esta mujer me pertenece. Es mi niñera. Si la matas, tendrás que matarme a mi también.

Lilu hizo una mueca como si lo estuviese considerando. Pero sin retroceder con la espada.

- Bueno…- dijo ella- Puedo decir que me atacaste y no tuve más opción que defenderme. Asi me libraría de un despertar problemático y de un mocoso bastante molesto.

- Y luego tendrías que matar a Lady Galatea, a Lady Marycer y a la princesa Priscilla- dijo Diego aun mirándola con su inexpresivo rostro- Pero lo verdaderamente problemático, es que también tendrás que matar a Ivanna, a Misha, a las Lilims que yo crié desde que nacieron, y por supuesto, a Rico. Y… al matar a Rico, también tendrás que matar a Azusa, a Ritsu, a Kaoru, a Mio, a Misato, a Minako. En fin, a todas nuestras hermanas asiáticas que fueron criadas por Rico. No creo que nuestra madre vea esos actos con orgullo, hermana. ¿Tu si lo crees?

Lilu se lo quedó mirando, en silencio, y sin desaparecer su sonrisa perversa. Y después de unos segundos retrocedió con la espada, aun mirándolo con una sonrisa.

- Eres un enano muy listo- le dijo sonriendo- Pero dime, ¿Qué harás cuando mamá se entere de que tienes a esta criatura como niñera? ¿Cómo la convencerás de que no la ejecute?

- Deja que yo me preocupe por eso- dijo él. Luego extendió su mano hacia ella- Mi espada, por favor.

Lilu suspiró y miró la espada nuevamente, detallandola. Luego miró a Diego.

- ¿Alguna vez te dijo como la obtuvo?- le preguntó.

- Si- dijo Diego- Pero obviamente mintió.

- ¿Y no sientes curiosidad?

- No me interesa saber nada que tenga que ver con Veronica.

- Entiendo- sonrió ella, y luego le entregó la espada.

Diego desapareció la espada y miró a Andreína, quien estaba profundamente dormida en el suelo. Luego miró a Lilu de nuevo.

- ¿Y si solo me la llevo a ella?- le preguntó.

- Para serte sincera, si dependiera de mi, dejaría que te las llevaras a todas- dijo Lilu en tono serio- Pero son ordenes de nuestra madre. No puedo desobedecerla.

- Tiene que haber algo que se pueda hacer- dijo él.

- ¿Iniciaremos otra pelea?- le preguntó ella, y sonrió.

- No…- dijo él- No podría resistir. Ya no tengo poderes. Usé lo poco que me quedaba cuando te ataqué. Ni siquiera se como puedo mantenerme en pié.

- La verdad, creí que te habías quedado dormido- sonrió Lilu.

Ella suspiró y miró a Andreina, luego extendió su mano hacia ella y el cuerpo de la pequeña Lilim flotó por los aires, hasta colocarse en una de las mesas de piedra vacias. Quedó perfectamente acomodada.

- Vas a cuidarlas ¿Verdad?- le preguntó Diego, y ella lo miró.

- ¿Qué tanto cuidado pueden requerir estando dormidas?- sonrió.

Ellos se miraron por varios segundos, en silencio. Entonces Lilu se inclino hacia él despacio y acercó sus labios a su oído izquierdo.

- Ten esto presente- le susurró- Si vuelves a entrar a mi castillo sin una orden firmada por nuestra madre te ataré con cadenas en este lugar, y me divertiré bebiendo tu sangre todos los días, durante los próximos veinte años.

Dicho esto, ella le dio un beso en su mejilla y se reincorporó.

- Ahora lárguense de mi casa- dijo ella con voz fría y desapareció del lugar.

En cuanto Lilu desapareció, Diego se volvió hacia Gabriela, quien aun estaba de rodillas, llorando asustada.

- Gaby- dijo él inclinándose hacia ella.

Ella lo abrazó fuerte y con desespero.

- Sacame de aquí- dijo asustada y casi sin aire- Por favor.

- Shhhh- siseó Diego mientras la abrazaba y acariciaba su cabeza- Tienes que calmarte. Se que fue horrible. Pero estás viva, Gaby, y eso es lo que te tiene que importar ahora.

Él tomó su cabeza con delicadeza y juntó su frente con la de él.

- Mirame- le dijo mirando sus ojos cafés- Hay demonios en el techo intentando matar a Priscilla. Necesito que estés calmada, porque Miriam está severamente lastimada y yo no tengo poderes. Tu eres todo lo que tengo ahora.

- Pe… pero…- tartamudeó ella nerviosa.

- Gaby, por favor- Le dijo él- estoy perdiendo la vista. Lo siguiente será la movilidad de mis piernas y mis brazos. Tenemos que llegar con Marycer antes de que eso pase.

- ¿Con Marycer?- dijo ella confundida y nerviosa- ¿Por qué?

- No cuestiones ahora- dijo él- Solo ponte de pie y toma a Miriam.

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Comments

Elizza Diaz

Elizza Diaz

Pobre criatura! está hermanas son más tóxicas que yo con los míos.😥

2023-07-09

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