Miranda

Ivanna guiaba a Diego, Gabriela y Miriam por el pasillo público del primer piso de la casa. Diego llevaba a Andreina dormida en sus brazos, mirando sus ojos cerrados y su boca medio abierta, aislada mentalmente de todo lo que estaba pasando. Gabriela miraba la espalda de Ivanna, admirando su estatura de 1,80 mts, su hermosa cintura y su perfecto trasero.

- ¿Qué sucedió con Vega?- preguntó Ivanna sin dejar de caminar- Lo mataste ¿No?

- No- dijo Diego, ahora mirando la espalda de su hermana- Logró escapar.

- ¿Logró escapar?- dijo Ivanna en tono irónico- ¿Del gran Diego Halliwell? Eso no suena muy creíble.

- Es más escurridizo de lo que crees- dijo Diego- Si hicieran un concurso de cobardes… él perdería por cobarde.

Ivanna rió, justo cuando llegaron al espejo del fondo del pasillo. La Ivanna del espejo los miró a todos, y luego miró a la verdadera Ivanna.

- Avril Granger- dijo el reflejo- Fue una poderosa hechicera de Inglaterra, que murió hace ciento veinte años, por mano de un súcubo que quería poseer a su marido. Esta es la pregunta: ¿Quién fue ese súcubo?

- Pues yo- sonrió Ivanna con descaro.

El espejo se abrió hacia adentro como una puerta y ellos pasaron al pasillo oculto. Gabriela pensó en aquello un segundo.

- ¿Eres un súcubo?- Preguntó mientras caminaban por el pasillo oculto.

- Si- dijo ella sin voltear y sin detenerse- Y un súcubo original, lo cual me hace especial, ya que… la mayoría de los súcubos que quedan en el mundo son híbridos.

Gabriela recordó los cadáveres extrañamente completos que había en el poso. Muchos de esos cadáveres, seguro eran obra de Ivanna.

- Se me pasó decirte que también hay súcubos en mi familia- dijo Diego.

De pronto, una puerta a la derecha se abrió. Todos se detuvieron y vieron a un extraño hombre de color gris y con cabellos blancos y largos, pero escasos. Su ropa parecía la de un indigente y estaba manchado de sangre. Además, olía a basura. Venía arrastrando un bote con ruedas y equipo de limpieza en él.

- Señorita Ivanna- dijo aquel hombre mirando a Ivanna con ojos azules, muy opacos.

Gabriela pudo notar que su boca estaba llena de filosos colmillos, amarillos.

- Se te prohibió limpiar las habitaciones mientras estuviesen ocupadas- dijo Ivanna con tono serio.

- La señorita Jessica no está- dijo aquel ser- Se fue hace media hora.

- ¿Qué?- se extrañó Ivanna- ¿A dónde?

- Eh… no lo sé- dijo aquel ser nervioso.

- Ya sé que no lo sabes- dijo Ivanna mirándolo con desprecio- Era una pregunta retórica. Lárgate de mí vista.

El hombre asintió y se alejó rápidamente, con su bote de basura arrastrando.

- ¿Un Ghoul?- dijo Diego mirando a Ivanna- Los creía extintos ya.

- Aún quedan algunos- dijo Ivanna- Y de hecho, tenemos cinco aquí.

- ¿Ah sí?

- Si- dijo Ivanna- Se les ha hecho difícil sobrevivir en el mundo actual.

- ¿Así que les dan trabajo aquí?- dijo Diego- Tengo curiosidad ¿Con que les pagan?

- Te lo pondré de esta manera- sonrió Ivanna- El poso de Cadáveres nunca se llena.

- ¿Los dejan alimentarse de los restos de sus víctimas?- preguntó Diego.

- Correcto- sonrió Ivanna- ¿Ves cómo el socialismo si funciona?

- No lo sé… suena tercermundista.

Ivanna rió, luego siguió caminando y ellos siguieron detrás de ella.

- ¿Qué es un Ghoul?- preguntó Gabriela a Diego en voz baja.

- Es un Demonio Necrófago- dijo Diego- Por lo general viven en los cementerios.

- ¿Necrófago?- preguntó ella perturbada- ¿O sea que comen muertos?

- Exacto- dijo Diego- Y es obvio que aquí tienen la comida…

Diego calló de repente y se quedó mirando la espalda de Ivanna mientras seguían caminando.

- Oye, Ivanna- dijo él- ¿Cómo fue que los Ghouls llegaron hasta aquí? Ni siquiera se acercan a los Ángeles negros, menos a un Lilim.

- Yo los compré- dijo Ivanna.

- ¿Cómo así?- dijo él- ¿Ahora hay trata de Ghouls?

- Si- rió Ivanna- A lo que hemos llegado ¿No? El mercado negro está cada vez más variado. Y tengo un buen contacto.

- ¿Quién es?- quiso saber Diego- Es posible que necesite alguno de sus favores.

- ¿Qué quién es?- sonrió ella, y lo miró por encima de su hombro- Esa maldita enferma de Marycer.

Diego calló un momento al escuchar eso.

- Creí que Marycer se había retirado- dijo él.

- Se ha calmado un poco, si- dijo Ivanna deteniéndose frente a una puerta, luego suspiró y lo miró- Pero ya la conoces.

Ella miró la puerta frente a ella, y segundo después, todos los demás también miraron. El nombre grabado en aquella puerta era “Marycer Halliwell”. Pero tras unos segundos de mirarlo, ese nombre se borró y en su lugar apareció el nombre: “Andreina”

- Su propia suite- dijo Ivanna, luego pensó un segundo- Creo que es la primera vez que se crea una para un miembro de las Cuarenta. Espero sea de su agrado.

- Las cuarenta nunca se han sentido a gusto encerradas- dijo Diego- No importa que tan cómoda sea la habitación, nunca la verás en ella.

Diego miró la manilla de la puerta y en seguida esta giró y la puerta abrió hacia adentro. Solo se veía oscuridad en aquella habitación.

- Esperen aquí- dijo Diego a Gabriela y Miriam.

Pero antes de cruzar el umbral de la habitación, él se detuvo y miró a Ivanna.

- ¿Esa puerta decía Marycer Halliwell?- preguntó él.

- Si- dijo Ivanna- fue la última en ocuparla.

- ¿Hace cuánto?- quiso saber él.

- Hace más de setenta años- dijo Ivanna- Recuerdo que ese día la trajiste muy mal herida.

- Ah, ya…- dijo Diego- Ese día tuvo una gran batalla contra un despertar llamado Emma.

- Fuiste muy irresponsable al dejarla pelear contra un despertar- le reprochó Ivanna.

- Pero Marycer ganó la pelea- dijo Diego- Hizo picadillos a esa cosa.

- Y esa hazaña casi le cuesta la vida- le recalcó ella.

- Pero no fue así- dijo Diego- En lugar de eso le otorgaron el título de Lady

- Si…- dijo Ivanna pensativa- Es raro que le den ese título a un semidemonio.

- Un semidemonio entrenado por mí- dijo Diego- No lo olvides.

- Claro- sonrió ella.

Diego terminó de entrar a la habitación y la puerta se cerró tras él. Gabriela y Miriam se quedaron allí con Ivanna, un poco nerviosas sin Diego para que las protegiera de su hermana. Pero ella solo estaba mirando la puerta fijamente.

Una puerta más adelante se abrió, y una chica como de unos quince años salió de ella. Aquella chica era blanca y tenía largos y rizados cabellos rosados. Iba descalza, con una blusa gris que llegaba hasta más arriba de su ombligo y una falda negra que llegaba hasta sus tobillos. Ella bostezó y se estiró con pereza, luego miró a Ivanna con unos hermosos ojos cafés, pero con el ceño fruncido por la luz de aquel pasillo.

- ¿Qué hay, hermana?- dijo la chica con voz un poco cansada.

- Tamara- sonrió Ivanna extrañada- Creí que te habías ido.

- No…- dijo ella con pereza, mientras se rascaba la cabeza- La verdad tenía mucho sueño.

- No lo dudo- sonrió Ivanna- Llevas dos meses dormida.

- ¿Tanto?- se sorprendió ella- Con razón tengo tanta hambre.

Volvió a bostezar y se rascó una axila, mientras miraba a su alrededor como buscando algo.

- Me pareció escuchar la voz de Diego hace un momento- dijo ella confundida.

- Si- dijo Ivanna- Está acostando a Andreina.

Tamara guardó silencio mientras veía a Miriam y a Gabriela.

- ¿Y ellas que?- preguntó.

- Vienen con Diego- dijo Ivanna- Son semidemonios.

- No mames, Ivanna- dijo ella fastidiada- Esa mujer es un despertar- señaló a Gabriela.

- Tenemos permiso para tenerla aquí unos días- dijo Ivanna.

- ¿Halliwell puede tener un despertar pero yo no puedo ser novia de Ángel blanco?- dijo ella con ironía- Que hipócrita es esta familia, enserio.

- Si mal no recuerdo, fue diego quien te prohibió acercárte a ese Ángel- sonrió Ivanna- A nadie más le importa ese asunto.

- Es lo que me irrita- dijo ella quejumbrosa, y caminando hacia ellas- Que sea justamente Diego quien se opone a esa relación. Sabe que soy incapaz de desobedecerlo.

- Pobre chica- se burló Ivanna.

Una vez que estuvo cerca de ellas, miró a Gabriela por unos segundos, luego sonrió con ironía y miró a Ivanna.

- ¿Es en serio?- le dijo aun sonriendo.

- Si…- sonrió Ivanna un poco perturbada.

- Mamá va a enloquecer- rió Tamara.

Ella volvió a mirar a Gabriela, y con una sonrisa le ofreció su mano

- Soy Tamara- le dijo- encantada.

- Gabriela- dijo Gabriela estrechando su mano un poco nerviosa.

- Oye, mira- dijo Ivanna señalando a Miriam- ella es tu nueva madrastra.

- ¿Qué?- dijo Miriam confundida.

Tamara miró a Miriam desconcertada y luego a Ivanna, y nuevamente miró a Miriam.

- ¿Eres novia de Diego?- quiso saber Tamara.

- Eh…- dijo Miriam nerviosa- Pues…

- Ya no intentes ocultarlo, cariño- Sonrió Ivanna- Todo tu ser huele a mi hermano.

- ¿A qué te refieres?- preguntó Gabriela un poco confundida.

- Soy un súcubo- dijo Ivanna- puedo oler el semen aunque lo hayan limpiado hace dos semanas.

- ¡¿Osea que…?!- Gritó Gabriela mirando a Miriam impactada- ¡¿Tu y Diego…?!

Miriam bajó a cabeza avergonzada, no sabía que decir.

- Ay…- sonrió Ivanna, luego abrazó a Miriam casi a la fuerza- No te sientas mal, cuñada. El sexo no es algo de lo que debamos avergonzarnos.

Diego salió de la habitación y las miró a todas un segundo.

- Las escuché- dijo él tan inexpresivo como siempre- Dejen de molestar a mi novia. Nuestra vida sexual no es asunto de nadie.

- Solo estábamos jugando- sonrió Ivanna, aun abrazando a Miriam.

Gabriela aún seguía digiriendo aquello; enserio nunca le pasó por la mente que Miriam ya se hubiese entregado a Diego.

- Dios…- suspiró Gabriela- Ya no veré a Miriam igual.

Diego miró a Tamara, de pronto y está sonrió.

- Hola, papi- sonrió Tamara.

- Hola bebé- dijo él.

Los dos se abrazaron. Ella era uno diez centímetros más alta que él, y lucia más madura también.

- Espera…- dijo Miriam con la cabeza vuelta un desastre- ¿Enserio ella es tu hija, Diego?

- Tamara es mi media hermana- dijo Diego mirando a Miriam en cuanto soltó a Tamara.

- Si- dijo Tamara- Pero él me crió desde que nací, hasta que tuve como treinta años. Por eso es mi papi.

Miriam miró a Tamara extrañada. La chica de cabello rosa en verdad lucia mayor que Diego. Era difícil imaginar que ella era su hermanita menor.

- Pero te ves mayor que él- dijo Miriam confundida.

- Pues…- sonrió Tamara- Seguro eres demasiada neófita para saberlo, pero… algunos demonios tenemos un alcance muy limitado de madurez. Envejecemos muy rápido desde que nacemos, pero hasta un punto en el que dicha vejez se detiene. En el caso de Diego, él envejeció hasta tener la apariencia de un niño de doce años.

- Cierto- dijo Diego- Y eso solo me tomó tres días.

- A mí me tomó un mes alcanzar esta apariencia- dijo Ivanna, luego puso cara de tristeza- Un mes que pasó muy rápido.

- Eres una mujer hermosa- le dijo Diego.

- Gracias- sonrió Ivanna aunque no muy animada.

- Como sea- rió Tamara, luego miró a Gabriela- Los descendientes de demonios, como tú, si envejecen normalmente, mientras su célula demoniaca no despierte. Si eso llega a pasar, permanecerán tal y como eran al momento de despertar.

- ¿Es decir que tendré veintitrés años para siempre?- sonrió Gabriela.

- Exacto- dijo Tamara- ¿No es genial?

- ¿Cuántos años tienes tú?- preguntó Miriam a Tamara de repente.

- Ciento setenta- dijo Tamara- Así que ni pienses que te llamaré mamá.

- Menos mal- dijo Miriam con desagrado.

- Perdónenla- Sonrió Ivanna- ella es muy celosa con… su papi.

- Posesiva…- dijo la voz ronca y cansada de una mujer.

Ellos miraron hacia una de las puertas y vieron a una mujer alta y voluptuosa, recostada de dicha puerta. Era blanca, de cabellos ondulados y negros, tan largos y abundantes, que casi cubrían todo su cuerpo hasta los tobillos.

- Ese es un término que la define mejor- agregó la mujer mirándolos.

Tenía ojos azules y labios pequeños pero carnosos.

- Erika- dijo Diego.

- ¿Hola bombón?- dijo la mujer con su misma voz ronca.

Aquella mujer miró a Diego fijamente unos segundos, luego lo llamó con su dedo índice. Él miró a Ivanna, quien pasaba su mirada de él a la mujer, con expresión seria. Entonces él volvió a mirar a Erika y comenzó a caminar hacia ella.

- Mira quien lo dice- dijo Tamara mirando a Erika mientras Diego caminaba- No tienes moral para llamarme posesiva.

Diego llegó con Erika, y esta tomó su cabeza por sus mejillas, delicadamente con sus manos y se inclinó hacia él, para besar sus labios. Aunque fue un beso muy corto, pudo notarse cierta pasión en aquella escena.

- ¿Te metes en problemas de nuevo?- dijo Erika mirándolo a los ojos, luego.

- Lo normal- dijo Diego- Nada que no pueda solucionar

Ella sonrió con deleite mientras acariciaba el rostro de Diego con sus dedos.

- Por supuesto- dijo ella aun sonriendo.

Gabriela miró a Miriam, quien tenía una expresión de ira; una ira que iba a estallar.

- Oye…- le dijo en voz baja, y Miriam la miró con sus ojos encolerizados- No hagas nada estúpido, por favor.

- Es suficiente, Erika- Dijo Ivanna de repente, con un tono autoritario.

Erika la miró, mientras aun acariciaba el rostro de Diego.

- ¿Disculpa?- dijo Erika, luego sonrió.

- Déjalo ya- ordenó Ivanna, manteniendo la calma.

- ¿Qué no está bastante grande para hablar por sí mismo?- sonrió Erika

- No me hagas ir hasta allá- le advirtió Ivanna, y Gabriela observó cómo las uñas de la sexy pelirroja se hacían largas y filosas.

Erika volvió a sonreír, con sus dientes blancos y perfectos, luego miró a Diego nuevamente.

- ¿Qué tengo que hacer para poder tener al menos media hora, a solas con mi hermano?- preguntó ella.

- Eso lo sabes tú- dijo Diego- Siempre lo arruinas en los primeros cinco minutos.

- Erika, basta- volvió a advertir Ivanna.

- Odio cuando quieren arrebatarme estos momentos- Gruño Erika mirando a Ivanna- ¿No puedes simplemente dejar tu faceta de madre sobreprotectora? No te queda, en serio.

- Podemos hablar luego, Erika- dijo Diego, y ella lo miró, luego sonrió.

- ¿Le temes a Ivanna?- le preguntó.

Diego negó con la cabeza, mientras miraba a Erika con su inexpresivo rostro.

- No a Ivanna- dijo Diego, luego señaló detrás de Erika- A ella.

Érika miró detrás de ella, luego todas las demás miraron en la misma dirección, y vieron como la puerta del cuarto de Miranda se abría lentamente.

- Ay no- dio Ivanna nerviosa, y sus uñas volvieron a la normalidad.

Gabriela se paralizó del terror cuando comenzó a sentir aquel inmenso y siniestro poder, proveniente de aquella puerta. Entonces fuertes pisadas de tacones se escucharon y una figura alta salió de aquella habitación.

Todos miraron a una mujer extraordinariamente alta, con un largo y hermoso vestido rojo, cuya cola se arrastraba por el suelo, y cabello sedoso, tan negro, que parecía brillar como las alas de un cuervo. Este cabello era muy largo, al igual que el de otros Lilims, y estaba cubriendo todo su rostro.

La mujer se puso de frente hacia ellos, sus pechos grandes, parecían que iban a salir de su vestido, y su perfecta cintura parecía estar viva.

- Miranda- Dijo Erika asustada.

El largo vestido de la mujer, casi cubría sus tacones rojos. Gabriela, tan detallista como siempre, notaba que ese vestido se movía a pesar de que no había viento en aquel pasillo.

- Lo diré una sola vez- dijo la mujer, con una voz fría, pero que se escuchaba hueca y extraña- No voy a tolerar comportamientos indebidos durante mi estadía en esta casa.

- Miranda…- dijo Ivanna.

- Silencio Ivy- dijo Miranda- Sabes que hay un motivo por el cual nunca me dejan a cargo de las centrales, y es porque… no soy nada tolerante. Así que… esto es lo que haremos. Para mañana quiero a Tamara y a Erika, fuera de esta casa.

- Ah, bien- dijo Tamara despreocupada- Yo ya me iba de todos modos.

- Diego- dijo Miranda- Antes de que la semana se cumpla, ya debes haberte ido, junto con el despertar. Supongo que no será ningún problema para ti ¿O me equivoco?

- No, no te equivocas- dijo Diego.

- Oye, no puedes correrme de esta casa- dijo Erika en tono arrogante- De hecho no puedes correr a ningún Lilim sin permiso de mi mamá.

- Puedo hacer lo que yo quiera- dijo Miranda sin cambiar el tono de su voz- Esa es la ventaja de ser yo- hubo un silencio- Por ejemplo, si yo decidiera arrancarte los brazos ahora… ¿Crees que alguien me cuestionaría?

- Abusas de tu poder- dijo Erika un poco alterada- Ni siquiera deberías estar aquí; eres un monstruo. Deberías ser un abisal como Lilu, y vivir en el agujero más profundo y oscuro del planeta.

- Erika, ya cállate- se sugirió Tamara- Sabes que no te apoyaremos.

- Que interesante- dijo Miranda avanzando.

Gabriela notaba que sus pasos eran lentos y e incoherentes, era como si pesara mucho más de lo que parecía.

- ¿Por qué no vienes y me obligas a ir a ese agujero?- agregó Miranda.

Erika se mantuvo frente a ella, firme, pero se notaban sus nervios.

- Discúlpate- le dijo Diego a Erika, y ella lo miró.

- No- le dijo ella- Estoy harta de esta tipa.

- Estoy esperando- dijo Miranda.

Gabriela miró a Ivanna y a Tamara, un poco nerviosa.

- Oigan… ¿No deberían detener esto?- les dijo en voz baja.

- En ocasiones normales lo haríamos- dijo Ivanna- Pero esta no es una ocasión normal.

- ¿A qué te refieres?- preguntó Gabriela confundida.

- Miranda es un Lilim, del que técnicamente no sabemos nada- dijo Ivanna- Duerme la mayor parte del tiempo. A veces se duerme por años. No conocemos el alcance de su poder, pero… ten por seguro que… este poder que estas sintiendo ahora, no es ni el uno por ciento de su poder real.

- En pocas palabras- dijo Tamara- Hay que estar súper loca y con deseos de morir, para enfrentar a esa cosa.

Erika continuaba mirando a Miranda, mientras ella la esperaba, inmóvil.

- ¿Tengo que ir hasta allá?- preguntó Miranda

Diego hizo aparecer la espada Nica en su mano, y se la ofreció a Erika. Ella miró la espeluznante espada con la empuñadura color azul zafiro y el protector de manos, que parecía una horrible boca que sujetaba la hoja con sus colmillos, y los símbolos grabados en su hoja de doble filo.

- No creo que te ayude mucho- dio Diego- Nunca he tenido fe en las armas.

Erika tomó la espada, luego miró a Diego.

- Eres malvado- le dijo.

- Lo digo todo el tiempo- dijo Diego- No sé por qué siempre se sorprenden.

Erika miró a Miranda con la espada Nica empuñada.

- ¿Sabes?- se apresuró a decir Tamara- Yo creo que deberías pensarlo mejor, hermana, de verdad.

- Ah- dijo Miranda de pronto- Así que esa espada ha estado contigo todo este tiempo, Diego. Ahora entiendo por qué a Rico, no parece importarle el hecho de que aun exista un arma como esa. Él sabe que está en manos de su… “Didi”.

- ¿Sabes dónde está Rico?- quiso saber Diego.

- Justo ahora, debe estar comiendo galletas de coco con leche, antes de su desayuno- dijo ella.

Diego miró a Miranda unos segundos, en silencio.

- Gracias- dijo finalmente.

De pronto, Erika comenzó a expulsar su poder, y un aura negra apareció a su alrededor mientras el suelo comenzaba a temblar.

- Enserio lo va a hacer- dijo Ivanna preocupada- No puedo creerlo.

Miranda permanecía en el mismo lugar, inmóvil y sin alterar su poder. Lo siguiente pasó en una fracción de segundos: Erika salió disparada hacia ella como una onda invisible, al tiempo que las luces parpadearon, y entonces, se encontró a unos metros detrás de Miranda, de espaldas una a la otra. Miranda seguía en su misma posición, y Erika, detrás de ella, dejó caer la espada al suelo, luego cayó ella de rodillas. Comenzó a sangrar.

Gabriela, mirando aquello confusa, pudo escuchar un ruido extraño, proveniente de Miranda, era algo parecido a un siseo, seguido del castañeo de algo sólido.

Nadie había visto a Miranda moverse, ni la habían sentido expulsar algún poder. Solo permaneció allí parada.

- Interesante técnica- dijo Miranda, mientras Erika agonizaba en el suelo, y el charco de sangre se hacía más grande- Se dice que eres el Lilim más rápido que existe. Pero… es obvio que no eres muy inteligente, Erika.

- Miranda- dijo Diego- Creo que ya aprendió la lección. No sigas.

- Me sorprende que seas tú quien me lo pida- dijo Miranda- Hace diez años casi haces que la ejecuten.

- Es mi hermana- dijo Diego- Verla morir no me hará ninguna gracia.

- Cierto- dijo ella- Por desgracia es nuestra hermana.

Miranda comenzó a caminar hacia ellos. Gabriela seguía notando lo pesado que era su andar, a pesar de que no tenía señales de sobrepeso. Al ir acercándose, le pareció mucho más alta, debía medir unos dos metros y algo, ¡Era enorme! Incluso sin sus tacones, esa mujer debía medir alrededor de 2,10mts. Mientras pasaba por el frente de ella, se sintió como una mosca, pues su metro ochenta no era nada frente aquella Diosa demoniaca. No podía ver su rostro debajo de aquella hermosa cabellera negra. Pero sus oídos pudieron escuchar el siseo y el castañeo sólido con claridad. Entonces notó que ese ruido perturbador, venia de debajo de su vestido.

Miranda terminó de pasar frente a ellos y siguió por el pasillo hasta desparecer.

- Erika- dijo Ivanna corriendo a ayudar a su hermana.

Tamara también fue a ayudarla. Ambas la levantaron cuidadosamente, apoyando los brazos de la chica en sus hombros.

- ¡Dios!- dijo Gabriela horrorizada, al ver la enorme herida en el vientre de la chica. Parecía una mordida de algún animal gigantesco.

- ¿Cómo hizo eso?- dijo Miriam también horrorizada.

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Comments

Valeria Diaz

Valeria Diaz

Waao! esa miranda es poderosa...con razon le tienen tanto miedo.

2022-11-23

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