Con la vista puesta en la ventana por un segundo, suspiró y volvió su atención hacia mi. Estremeciéndome con esos ojos oscuros.
—La razón por la que he tomado esta decisiones porque, es más seguro que vivas conmigo. Corea está llena de personas que no les interesa lo que haces y en especial muchos acosadores... —se tomó unos segundos en silencio y se inclinó como si estuviera a punto de contar un secreto—. Además las noticias vuelan, de seguro tardarán seis días en llegar. Si te mantengo oculta en mi mansión reduciremos el chisme y las noticias.
No pude entender muy bien el final y mi cara lo decía todo. «¿Que rayos?»
—Haber, haber, haber —levanté la mano para frenarlo ganándome una mirada furtiva—, me está diciendo que voy a vivir con usted, y de paso que estaré oculta, ¿A qué se refiere con oculta?
Baje mi mano y esperé.
—Me refiero a que estará encerrada dentro de mi residencia, no podrá ir a conocer la ciudad de Seúl como una simple turista. De esta manera nadie sabrá que está conmigo, y los reporteros no tendrán ninguna historia que contar.
Me quedé boquiabierta, me estaba negando mi libertad, y de paso me iba a mantener encerrada en su residencia.
No pude más que fruncir el ceño.
—Eso es inhumano —repliqué indignada—. ¡Me mantendrá encerrada solo para su conveniencia! —mis gritos resonaron en todo el Jet—. Ahora me dice que me mantendrá encerrada, para que nadie sepa que estoy con usted, ¿Y lo que sucedió en París que? Dijo que me ayudaría, incluso me saco a jalones enfrente de muchos paparazis. ¿Todo para encerrarme?
Me crucé de brazos indignada tratando de calmarme.
—Dije que la ayudaría. Pero será más seguro mantenerla alejada de la prensa—, se puso cómodo afirmando la mandíbula sobre los nudillos—. Corea está llena de reporteros que no descansan hasta encontrar una historia jugosa. Por eso, los médicos se tomarán el tiempo de examinarla en la residencia, lo más seguro es que crean que estoy siendo tratado por caída de alguna enfermedad.
Se cruzó de brazos y sonrió satisfecho.
—¿Está enfermo? —dudé con preocupación.
De todo lo que dijo esa fue la que me quedo más presente. La importancia de estar encerrada se quedó en el pasado. ¿Él estaba enfermo?
—Para nada.
Su afirmación me dejó satisfecha, asentí y volví a lo del principio.
—Aun así... creo que mantenerme encerrada... —murmuré muy bajo, pero para que él escuchará.
—No será permanente. Tómelo como una manera de mantenerla segura.
—Me han mantenido segura desde que nací. Al menos ellos si me dejaban respirar—, murmuro lo último para mí.
—Supongo que debo decir esto antes de llegar, de esa manera no se sorprenderá cuando suceda, pero yo soy la persona menos indicada para mantenerla segura, hay muchas personas detrás de mí que harán lo que sea para verme caer, incluso que no durarían en apuñalarme por la espalda. ¿Lo entiende ahora?
Su voz tenía unos tonos suaves que me cosquilleo los oídos y sentí como una extraña tranquilidad llegó después de haber recibido aquella información nada reconfortante. Así que era por eso, supongo que eso sucede con las personas que poseen mucho dinero, sin embargo, ¿Por qué correría peligro? Ni siquiera estamos unidos de alguna manera personal, entre los dos, yo podria hacerlo caer.
Su mirada analítica no se apartó de mi rostro hasta que asentí en silencio. Por alguna razón, sentí que esa información tenía algún código de advertencia para mi. ¿Dudaba de mi? No tenía porqué. Antes bien, no me conocía y de ahí sus dudas sobre mi. Sería mejor arreglar y entablar algún tipo de amistad que le dé la confianza que necesitaba. Ante mis ojos él se veía como un enorme muro imposible de romper, incluso el pensamiento de saltarlo era inimaginable.
Su mirada se posó nuevamente en la ventanilla y su sonrisa se borró tornándose desganada y afligida. Espera, ¿En que momento había sonreído?
Estaba tan distraída pensando, que no lo había notado.
Su mirada perdida en las limpias nubes blancas me lo decían todo, se veía desolado como si hubiera estado solo en el mundo. Había un pequeño brillo en sus ojos que se reflejaba por los rayos de sol. Él me iba a ayudar, lo notaba en su mirada, pero la idea de estar encerrada... no me gustaba mucho. Además él dijo que esto sería por el momento, tal vez... después cambie de opinión, no estaré para siempre a su lado. Esto solo será para ayudarnos a ambos, luego que pase todo podre volver a París con mi madre y todo será distinto. Al menos si encontramos la cura.
Las largas horas en el avión se hicieron interminables, y el señor Kris no me habló en todo el camino. El cansancio se apoderó nuevamente de mí dejándome totalmente noqueada.
...🦋
...
Cuando crucé la puerta un gélido viento me carcomido los huesos, el hombre tenía razón, Corea era fría en esta época del año.
La noche parecía de día con tanta iluminación, el aeropuerto se veía como cualquier otro, a quien engaño era enorme.
Me abrace a mi misma tratando de darme calor, y a la vez, que el saco no se me volara. Con cuidado baje las escaleras y miré a mí alrededor, se notaba que ya no estaba en París. Frente a mí había un auto gris perlado y reposando sobre él estaba el señor Lee. Ahora tenía unos lentes de Sol oscuros —cuando era de noche—, abrió la puerta de atrás y me dejo entrar, él se montó en el otro lado.
Ya en el auto el silencio se coló en el aire.
—Ahora entiendo —indiqué señalándome la ropa que me habían dado en el jet.
No lo miré, simplemente quería escuchar su respuesta, además estaba bastante entretenida con esta nueva ciudad.
—Supuse que no habías traído ropa tan abrigada —su voz gangosa fue la única que se escuchó en el aire.
—Gracias —no tenía más para decirle, pero—, firmaré el contrato. No por que confíe en usted, si no por que confío en mi—, lo mire de costado y note una frágil sonrisa.
Minutos después, quedé ensimismada con Corea. Era un mundo completamente diferente, uno mucho más adelantado al que vivíamos, pantallas por doquier y personas a multitudes de aquí para allá, a pesar de las altas horas de la noche, cómo si fueran corrientes de ríos. Ah, a eso era a lo que se refería, gente que no se interesa en ti. Todos se veían muy atareados.
Estaba tan perdida en aquel nuevo exterior que los minutos pasaron volando, o fueron horas, no tengo idea.
—Woo, ¿Que es eso? —Señalé la enorme torre a lo lejos que estaba cambiando de colores.
—La N Seoul Tower.
—¿Podemos pasar por ahí? —Dije señalando con mi dedo, cuando voltee me encontré con sus ojos oscuros sin una pizca de optimismo.
Dejé de señalar y me senté en silencio. Ya veo que no se puede.
Nos mantuvimos en silencio por aquel camino que se fue tornando menos urbano, era más como si estuviéramos rodeando una montaña, el camino se adornaba con árboles y casas más separadas. Hasta que nos estuvimos frente a un enorme portón negro una L plateada en el centro. Todo estaba cerrado con enredaderas, no se veía para dentro.
De a poco, se abrió ampliamente dejando a la vista lo que él llamaba “su residencia”. Siempre había visto en internet esas mansiones llena de árboles pequeños y flores perfilando una calle de piedrillas que siguen hasta que una enorme mansión, con una fuente en el medio, tan solo para verse extravagante y un auto pueda girar... Bueno, eso era y mucho más, doble piso con algunas enredaderas trepando las paredes. Y solo estaba viendo el frente, porque no parecía tener final la parte trasera.
Cerré la boca cuando me percaté de que la tenía abierta de par en par. Todo parece un sueño. Bella se quedó pendeja con aquella mansión.
Al bajar del auto noté que la mansión me hacía sentir como un hongo insignificante. Mire a mí alrededor, todo estaba lleno de flores, rosas para ser exactos, rosas rojas.
—¿Se quedará mirando o va a entrar? —la voz del señor Kris arruinó el hermosos paisaje.
El clima estaba más frío y un poco húmedo. Rápidamente le seguí por las escaleras hasta la entrada. La puerta era bastante alta y de un color marrón oscuro. Abrió la puerta y me cedió el paso.
Todo dentro era bastante lujoso, enfrente había una gran escalera que llevaba al segundo piso y del techo caía un hermoso candelabro.
De la nada una señora mayor se acercó a nosotros e hizo una pequeña reverencia.
—Bienvenido a casa Joven Kris. Ha pasado un tiempo, —no lo entendí ni siquiera un poco, lo único que comprendí fue el nombre.
—Ya estoy en casa, ella es una invitada especial estará con nosotros por bastante tiempo—, Kris hablaba con la señora y yo me sentía como sapo de otro pozo—, por favor muéstrele la habitación en la que se quedará—. Si, hay estaba yo con la sonrisa más fingida que tenía, no entiendo.
—Oh, es un gusto tenerla con nosotros. Además es muy bonita—, la señora se dirigió a mi y yo solo pude asentir con la cabeza.
—La señorita Blue — ¿Que le estaba diciendo de mi? —No la entenderá, ya que no tiene una educación de nuestro idioma, por el momento. Por eso, por ahora muéstrele su habitación—. La señora entristeció un poco, sujetó mi maleta y la acercó hasta las escaleras.
—¿Que le dijo? —Lo mire esperando algo desagradable de su parte, o al menos eso se cruzaba por mi imaginación.
—Solo que no entiendes nuestro idioma —se metió las manos a los bolsillos—, deje sus cosas en la habitación y luego baje, aún tengo que hablar con usted. Además, supongo de que debe estar hambrienta.
Por qué se miraba tan apático, ¿Acaso tenía estrés? No lo dudaría con un trabajo como el suyo. Pero deje de pensar y seguí a la señora la cual estaba vestida de mucama, igual que en una película, el vestido negro y el delantal blanco.
Al llegar al segundo piso mire hacia ambos lados, el pasillo era bastante extenso y habían puertas cada seis metros. La señora me señalo la primera puerta que estaba a la vista, está estaba enfrente de las escaleras.
—Habitación —su pronunciación casi me hace reír, me cubrí la boca ahogando una sonrisa y entre a la habitación. La señora dejo la maleta y salió cerrando la puerta junto con una sonrisa en su rostro.
La habitación se veía como debería verse, lo imaginé en cuanto vi la mansión. Las paredes blancas con muebles a juego, algunos cuadros de flores y una enorme cama de princesa, incluso había alfombras peludas en cada esquina del suelo de mármol blanco. Había una puerta en un costado, suponiendo que era el baño, puesto que nada podía sorprenderme ya.
Deje la maleta sobre la cama y baje a la sala de entrada. Observé a mi alrededor y seguí a la señora antes de que se me perdiera, pasamos por un enorme living bien equipado, luego de cruzar una puerta de doble hoja con pequeñas ventanillas me di cuenta de que me estaba llevando a el comedor, primero tenía que cruzar la enorme cocina industrial. Ya me estaba marcando, ¿el lugar no podía ser menos grande?
De repente, me encontré con la sala más bonita que había visto en mi vida, todas las paredes eran de vidrio con pilares blancos y un hermoso paisaje del exterior. El techo era también de vidrio pero con un efecto esférico, como un cátedras o estilo Romano.
—¿Que le hizo tardarse tanto? —Esa voz me saco de mi ensimismamiento, me invitó a sentarme con un ademán de manos.
Cuando me senté agradecí que en el medio de la mesa circular estuviera aquel jarrón de cerámica obstruyendo nuestras miradas, prácticamente el enorme florero me cubrió la vista a su rostro. Al menos no me sentiría nerviosa al estar con esa mirada sobre mi.
Como si me hubiera leído la mente, el florero comenzó a moverse, aclaro, comenzó a moverlo con su mano empujándolo, haciendo un lugar entre nuestro espacio.
—Así podré ver su cara.
Su mirada comenzó a hacerse visible lentamente, tenía unos ojos bastante llamativos y profundos. Sobretodo «Que cejas más bonitas se acopla perfectamente con su mirada» ¿Que?...
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