Me encontraba sentada en el sillón de living, esperando nuevas instrucciones.
—Muy bien, —se me erizó la piel al escuchar esa voz. Jimin atravesó la puerta con una amplia sonrisa—, los libros no están sirviendo de mucho, asique e decidido tomar otro rumbo. El más confiable y cien por ciento asegurado por los fans. —Su voz cantarina me carcomió por dentro. ¿Por qué Jimin? ¿A caso no me dijo que tuviera cuidado? Me siento peor que antes.
—Ok, vamos a estudiar. Pero primero, vamos a conocernos un poco más, siento que tú timidez no está ayudando de mucho. —Estiró la mano para sujetarme, pero se detuvo—. ¿De dónde te agarro? —comenzó a rodearme buscando con detenimiento.
—¿Qué miras? —murmuré mientras me cohibía.
De a poco esto se iba convirtiendo en un Harem con tantos hombres a mi alrededor, incluso parecía ser apropósito. Y esas mirada que me inspeccionaban con intensidad me sucumbían al punto de penetrar mi piel.
¡Que incómodo! Y yo en mi periodo, los cólicos parecían agraviarlo más de lo común.
—Ya se —comenzó a buscar en sus bolsillos. De ellos saco un pañuelo, lo giró en el aire y lo coloco alrededor de mi muñeca—. Listo —ahora me sentía como una mascota. Me guío hacia la cocina.
Con esos ojos oscuros era mejor no observar demasiado. Eran demasiado… interesantes.
Después de un rato en la cocina y de estar escuchando la larga historia de Jimin, por fin se le ocurrió comenzar con la clase. Por poco y me duermo. Descubrí que Jimin es un CEO de una pequeña compañía encargada del desarrollo y promoción de Manhwa, ósea historietas coreanas.
—¿Jimin? No quiero ser maleducada, ¿Pero cuanto duran tus energías? —tenia la cabeza recostada sobre mi antebrazo, los cólicos menstruales estaban volviendo.
Ahora bien, la voz de Jimin resonaba en mis oídos al punto de ensordecerme. No era molesto, pero tenía tantas energías y… y yo en este preciso momento deseaba estar sola, recostada en mi cama con mi computadora viendo un nuevo episodio de Boku no Hero o la película de Tenki no Ko. Llorar un poco y luego admirar las maravillas del universo, cómo el Capitán américa o el Doctor Strang. Sin contar algunos episodios de Grey anatomy.
—Es la misma pregunta que me hacen todos —dijo con alegría.
Por un momento me sentí mal por haberle preguntado aquello. Pero mi dudas seguían en pie, pues nadie que conozca es tan amable sin conocerte bien primero. Jimin era una cosita un tanto especial y por ello me llenada de curiosidad.
—¿Por qué me tratas tan abiertamente y con amabilidad? Apenas nos conocemos —levante mi cabeza y acolchone la mejilla en la mano, mientras reposaba el codo sobre la mesada. Lo mire extrañada. Él solo soltó un suspiro y sonrió tiernamente.
—Hago esto con todo el mundo. No te sientas tan especial —su voz se fue apagando mientras hablaba—. Además… puedo ver que eres bastante enérgica —en este momento me sentía como un pedazo de trapo, su expresión al verme la cara fue una simple risita que cubrió con su mano.
—¿Y no estás ocupado para enseñarme? El señor Lee se la pasa en la empresa, ¿Tu no eres igual? —este chico sonriente me daba un poco de curiosidad. Si me pongo a comparar a Kris y a Jimin, es obvio que Jimin gana por muchas brazadas.
Negó con los ojos cerrados y una sonrisa.
—Nuestros trabajos no tiene similitudes —la primera vez que escuchaba algo así—. ¿Comenzamos con la clase? Y mañana te tocará a ti, me contarás un poco sobre ti—. ¿Qué clase de profesor tenía? Aún que era muy tierno, tal vez… podríamos ser buenos amigos.
La clase termino más rápido de lo que pensé. Y lo siguiente que hice fue, tírame a la cama y ver una lista larga de series televisivas.
[…]
Me levanté temprano es un decir… Pues dicho de otra forma, los dolores me despertaron. Pero lo más importante era que; Si, hoy iba a hacer ejercicio.
A decir que ya me había recuperado de la sorpresa del camarógrafo y ya estaba decidida a salir. Me estaba sintiendo con un poco más de libertad.
Kris casi no estaba en la mansión así que podía caminar por cualquier lado, todos menos afuera. Baje al primer piso y me dirigí a la cocina, iba a comer algo y salir por la puerta del comedor. Saque una manzana del refrigerador y también un agua mineral.
Un desayuno saludable para una chica saludable, como yo.
Deje la manzana sobre la mesada, y me serví un poco de agua en un vaso. Regresé la botella al refrigerador. Cuando cerré la puerta me encontré con una figura parada enfrente de mi. Por poco y grito, el señor Kris era muy silencioso.
—¿Qué estás haciendo? —Me retire un poco para que pudiera abrir la heladera.
Este sujeto parecía una sombra, mi corazón daba varios golpes sobre mi pecho, había quedado un poco exaltada por su repentina aparición.
—Solo me servía agua —agarre la manzana y la lavé.
—Esta vestida de deportivo —saco una botella de agua y bebió de ella.
—Solo… quería salir a correr —bajo la botella y me miró—. Puedo salir sola, no es necesario que me escolte un guardaespaldas —enroscó la tapa y dejó la botella en el refrigerador, su expresión se tenso.
—La acompañaré —un sonido de sorpresa salió de mi boca, ¿No sé iba a negar? —Si no quiere, tendré que negarme a que salga sola—. Moví mis manos negando, realmente quería salir. Si me negaba a que me acompañará iba a ser peor, para mí.
—Gracias —deje la manzana y lo seguí de cerca. Salimos por la puerta del comedor.
—Si está dispuesta a seguir mi rutina de ejercicio, puede acompañarme —Su ropa deportiva era bastante interesante, unos shorts blancos y una chaqueta deportiva blanca con líneas rojas, parecía jugador de futbol. Yo prefería las calzas y las camperas deportivas.
Dicho de otra forma él se veía muy bien. A comparación de mi, el señor Kris se notaba con más energías, acompañado de un cuerpo bastante tonificado. Sus piernas tenían marcado los músculos y aunque no podía ver los que tenía en el pecho…
Reacciona, no es tiempo para pensar en eso. Fue entonces que los recuerdos de él con la camisa desabotonada llegaron a mi mente.
¡Ah! ¡Reacciona!
Mis mejillas tomaron un color cálido y rosáceo. Ignore aquellos pensamientos impuros y comencé a trotar a su lado.
—Aun no comenzamos y usted ya está roja…
Su voz captó mi atención y mis mejillas se encendieron. Si supiera la razón, yo no podía volver verlo a los ojos. Negué con la cabeza y le seguí el paso.
Mientras corríamos, noté que iba a ser demasiado pesado el camino. Con razón me dijo eso. Los caminos eran muy hermosos, y daban la sensación de estar subiendo una montaña boscosa. Ya me estaba cansado y recién llevábamos minutos corriendo, comencé a aflojar el paso. Hasta que me detuve.
—¿Cómo pueden cuidar tanto espacio sin seguridad? —dije a suspiros mientras me sujetaba de las rodillas para no caer. Me enderece y me sujete la cintura, mire a mí alrededor y Kris no estaba—. Ah, descarado —susurre. Me abandono, menos mal que nadie intenta matarme.
Seguí el camino, pero caminando. Se sentía bien, el aire fresco y el aroma de los árboles. Mientras iba caminando me encontré con una pequeña casa, se veía simple, grandes ventanas y una puerta. El camino pasaba por al lado de la casa, estaba muy bien cuidada, la pintura blanca intacta y los vidrios igual.
—¿Por qué tiene una casa tan alejada de la mansión? —me quedé mirando exhorta de mi alrededor.
—Es una habitación privada —me lleve un buen sobresalto. Gire para mirarlo, el sudor se corría por su rostro y cuello.
—¿Una habitación privada? ¿Para que? —me miró de reojo y no respondió—. ¿La mansión no tiene suficientes habitaciones? —estire los labios dudosa y volví la mirada a la casa. Kris ignoro nuevamente mi pregunta y comenzó a trotar, sin más que decir lo seguí. «Habitación privada» me quedé pensando.
Al llegar a la mansión, me di un buen baño. Esto también le iba a ayudar a mi periodo, me tarde una hora en el baño. Me sentía demasiado sucia como para salir tan rápido. Así pues, mientras me relajaba en la tina escuché varios ruidos.
—Ya llegue —su voz cantarina me despertó por completo, abrí los ojos como plato—, ¿Lista para tu clase? —Jimin estaba dentro de la habitación—, ya déjame —se oyó un forcejeó.
—Señorita, salga cuando se desocupe —la voz de Kris me dio calma—, fuera—. Solo reí por lo bajo cuando escuché los quejidos de Jimin.
El señor Kris era una buena persona.
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