Dando el primer sorbo noté ha mi madre tomar una postura de brazos cruzados, afirmando la espalda baja sobre el mármol de la cocina. Eso no podía ser bueno, cuando ella adoptaba esa postura era cien por siento seguro que tenía algo que discutir conmigo, y por lo que veía en su semblante levemente angustiado, se tratará de sus sermones.
Ayer, después del insistente del auto tuve una discusión con Max sobre mi futuro y mis estudios, tal vez contarle qué no me sentía preparada para avanzar en ese paso no fue buena idea.
—¿Cómo dormiste? —Y así es como prepara el terreno. Su tenue sonrisa y voz empañada de afecto me calaron hondo, no quiero discutir.
Giré sobre mi trasero para verla de frente, elevando una ceja y esforzándome por sonreír imperturbablemente para que mi irresolutos pensamientos no salieran a la luz para dar una batalla de madre madura e hija inmadura. Lo entiendo, es normal que una madre se preocupe por su hija, pero ella no me entiende a plenitud, no quiero que tome más decisiones por mi, estoy decidida a defender mi firme postura. Quiero hacer lo que me gusta, pero ella cree que ser artista digital es una manera de perder el tiempo, cosa que no es así, ¿No sabe cuántas personas han logrado tanto con sus digitalizaciones? Marvel, DC y Mangas son mundialmente reconocidos por su arte e increíbles talentos. Yo quería hacer lo mismo, de alguna forma hacerme reconocer por mis proezas y no por mi voluble enfermedad.
—Dormí de maravilla—, levanté un pulgar con una media sonrisa. Entonces asintió con la cabeza y se quedó en silencio, odiaba que le diera vueltas al asunto, odio esperar demasiado. Soy impaciente, asique lo hice, abrí mi boca—; solo dilo.
Ella no quería pagar mis estudios en línea, porque a la universidad nunca iba a ir. En parte fue su culpa, sentí demasiada sobreprotección con el pasar de los años, ahora eran ellas dos quienes me insistían en abrirme al mundo, dejar de tener ese miedo tremendo ha sufrir dolor.
La seriedad en su mirada tenía un brillo melancólico.
—Max me contó. ¿Por qué no quieres ir?
—Para ver cómo las demás comen frente a los pobres, no gracias—, desplomé excentricidad desviando la mirada.
Estaba preparada para esto.
—Es la universidad.
—Sí ¿Y sabes que conlleva la universidad?
—Vas a estudiar—, levantó la voz, estremeciéndome.
—Sí, se va a estudiar, pero aparte hay otras cosas que estoy segura que te estás olvidando—. Moví mi dedo índice formando un arco invisible con una expresión indiferente—, hay fraternidades, clubes, eventos —conté cada una con los dedos—, y por supuesto Fiestas. Sabes muy bien que sucede en esas fiestas, terminan con sexo.
¿Y si me enamoro de alguien?
—No me levantes la voz jovencita—, replicó molesta—. ¿Y acaso quieres hacer lo mismo que hacen las demás chicas?
—¡Sí! Quiero ser normal, quiero enamorarme algún día y salir con alguien, pero no puedo y tú no lo entiendes—, mi pecho subiendo y bajando con exasperación solo intensificaban la conversación para nada afable que habíamos iniciado, perdiéndose la estabilidad que insté a mantenerme—. No me obligues a ir ha un lugar donde podría encontrarme con un chico que podría gustarme, no quiero.
¿Alguien querría estar con alguien a quien no pueden tocar?
Se me hizo un nudo en la garganta.
Todos tenemos la necesidad de amar y ser amados, pero para mí, el poder ser amada podía volverse la carga de alguien más. Mi madre era una muestra, dedicando tanto por mí, invirtiendo dinero y tiempo desde que llegué a su vida, sumando mi poca madurez para decidir que hacer con mi vida. No soy la hija favorita de una madre, solo soy un lastre en vida ajena. El nudo en mi garganta se apretaba con más fuerza. En ese momento fue como si sus ojos castaños pudieran leer atreves de mis córneas, como si pudiera ver lo que pienso y siento sin necesidad de expresarlo con palabras. Mis ojos se llenaron de lágrimas al igual que los suyos, dejo atrás la mesada y me enrolló entre sus cálidos brazos en un abrazo reconfortante. Las lágrimas comenzaron a caer y los sollozos abandonaron mi cuerpo a coro con los qué ella comenzaba a soltar.
—Lo siento—, sollozó en una sorbida de mocos—. Solo quiero que seas feliz, que hagas una vida como cualquier chica de tu edad. No sabía que te dolía demasiado hablar de eso.
¿Por qué cree que no soy feliz? Es cierto que hablar del tema me sensibilizaba, debo admitir que pensar en pasar el resto de mi vida sin experimentar lo que es tocar a un hombre en diversas maneras no me agradaba mucho, es más, aborrecía la idea. Sin embargo, sabía que podía lidiar con eso al concentrarme en lo que me gustaba, podría tener uno de esos amores platónicos como Harry Styles o Shawn Mendez. Sonreí.
—Estoy bien mamá, soy feliz contigo.
Deslizando sus manos delicadamente hasta mis hombros para apartarme y ver mi rostro empapado en lágrimas, sonrió con ternura mirándome desde arriba.
—¿De verdad puedes con esto? —Intentó ocultar lo preocupada que estaba sonriendo.
Su cabello rubio liso caía sobre sus hombros como cascada, hasta sus mejillas húmedas se habían llenado de algunas hebras pegajosas. Sin borrar mi sonrisa acaricié sus mejillas apartando los mechones y secando un poco de las lágrimas.
—Siempre. Cómo dijo Max; los hombres no son todo en la vida.
Reímos a coro por lo bajo, me gustaba ver esa sonrisa tan legítima y hermosa, esa misma sonrisa la que me encantó cuando la conocí por primera vez, era como si me dijera; ven a casa conmigo mi niña.
De repente el cálido y maternal momento se vio interrumpido por el sonido del celular en su bolsillo trasero. Me sonrió antes de apartarse, mis brazos se deslizaron por su cintura hasta caer a mis costados, sintiéndome igual que niño qué le quitan a su madre por corto tiempo. Hice un mohín que le saco una sonrisa.
—Es tu tío, ya vuelvo—. Colocó la mano sobre el micrófono. Asentí y salió de la cocina.
En ese corto tiempo pude acabar con mi delicioso desayuno, el cual estaba tibio, supongo que fue una buena discusión después de todo.
Subí a mi habitación para continuar con lo que había dejado pendiente ayer en mi laptop, después de unas horas concentrada en el dibujo qué ¡Por favor!, me costó logros crear alguien tocó a la puerta de mi habitación, respondiendo con un —¿Sí? —Mi madre entró en un aire sigiloso, asomando lentamente la cabeza como si quisiera respetar mi privacidad. Volteé para verla mejor.
—¿Qué pasó Ma? —Dije con leve interés, jugando con el lápiz electrónico entre mis dedos.
Cerró la puerta antes de afirmar la espalda sobre ella en una posición relajada, regalándome una sonrisa de labios cerrados entre mescla de dudas y nervios, sus ojos eran un pedazo de cristal, podía ver a través de ellos.
—¿Te gustaría llevarle… llevarle el desayuno a tu tío? —dudando en sus palabras, su voz tembló.
Por otro lado, yo no me lo podía creer ¿Yo? ¿Llevarle el desayuno a mi tío? Algo estaba cambiando este día, y valla que estaba en lo cierto pues, no tenía ni idea de que conllevaría mi siguiente decisión.
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