—¿Po-por qué? —los miro a ambos nerviosa.
—Seguridad dijo que había un individuo no autorizado vagando por el edificio—, responde el mismo—. ¿Podemos ver si permiso? —extiende su enorme mano amedrentándome. Con esa mano podría destruirme el rostro, tan solo en un apretón.
—No tengo ninguno—, vuelvo ha temblar mirando a ambos—. Pero… mi tío trabaja aquí, el no tarda en venir—, nunca me había temblado la voz como ahora. ´
No llores por favor.
—Lo siento señorita, pero sin permiso tenemos la estricta norma de sacarla del edificio—. La voz gruesa del otro sujeto de ojos verdes me hizo retroceder levemente.
—Bien… Pero, ¿Al menos le puedo avisar a mi tío? —dije sonriendo nerviosa.
—En este momento su tío está ocupado, nos encargaremos de avisarle—, dicta el ojos verdes.
—¿Cómo saben quién es mi tío? Solo déjenme avisar. Se pondrá de los pelos si descubre que me fui sin avisar.
—Señorita, coopere—, zanjó el ojos grises—. Por aquí—, me señaló el camino y sin evadirlo más lo seguí, el ojos verdes iba detrás de mí.
Caminamos hacia el ascensor. Al parecer ya era la hora del almuerzo, porque comenzaron a amontonarse algunas personas en ambos ascensores. Retrocedí temerosa chocando con el pecho del gigantón que me escoltaba.
—¿Podemos no tomar el ascensor? —dije mirando de soslayo al escolta, el cual solo se dedicó en ignorarme. Las puertas se abrieron y mi pecho explotó con latidos acelerados—. Señora, de verdad. No puedo subir ahí—. Las personas comenzaron a subir y el que tenía detrás me dio un suave empujó en la espalda contrayendo todos mis músculos—, por favor, no me toque—. Replique asustada.
—Suba—, dictó. Negué con la cabeza.
—No puedo, ¿No lo entiende? Tengo una… —No me dejó terminar que me tomó de los antebrazos obligándome ha avanzar—. ¡Ah! —solté un grito al sentir el ardor que se metía dentro de mi piel y navegaba mis venas como ácido clorhídrico—. ¡No! Suéltame—, grité a todo pulmón llamando la atención de todos que se giraron a ver. El dolor llegó a mi cuerpo como un azote mordaz.
—¡Suba! —dicto y me empujó entre la multitud que ya estaba en el ascensor.
Choqué con el pecho del de ojos grises y mis piernas flaquearon, cai de rodillas al suelo y lo que me temía me absorbió. Todo ocurrió demasiado rápido, la respiración comenzó a faltarme, mis músculos se contrajeron y las venas se me hincharon volviéndose de un color más oscuro. Oí un grito femenino y luego todo fue silencio, comencé a convulsionar en el suelo del ascensor. Mi visión de volvió borrosa por las lágrimas que habían comenzado ha caer por mis mejillas.
¡Me duele! ¡Me duele mucho! ¡Mamá!
Cerré los ojos deseando que mi madre se encontrará entre la multitud lista para abrazarme y calmar todo el dolor con sus dulces palabras.
«Tranquila Katt, todo va ha estar bien», puedo ver sus ojos llenos de lágrimas mientras me carga en brazos. Ojalá ella estuviera aquí.
Intenta respirar Katt, oigo la voz tenue y vivida de mi tío, ahora completamente desesperado. Respira cariño.
¿Qué es lo que hacen?
¡Llamen una ambulancia!
¡Una ambulancia!
¿Que es lo que hacen?
Pudo oír voces, pero lo demás sólo son siluetas borrosas. Quiero que mamá este aquí, quiero que me abrace. Entonces como si mis deseos fueran escuchados algo cálido me levanta del suelo frío en el que estoy. No puedo sentir más que movimientos, porque mi cuerpo está sumido en dolor que lentamente entumece mis sentidos y detiene cualquier tipo de sensaciones. Mi cuerpo se está preparando para la última faceta, es cuando todo se vuelve negro.
¡Suéltala! Oigo a mi tío por última vez.
Escucha Katt, la verdad es que… yo no soy tu verdadera mamá. Oír la voz de la mujer que me crio abraza mi mente de contradicciones e inseguridad, y mis ojos se calientan debido a las lagrimas que los inundan. Pero eso no significa que no te quiera, te amo. Seguido de un abrazo, todos mis tormentos dejan salir un brillante arcoíris. De repente, ese arcoíris pierde su color tornándose en un gris y por ultimo en un negro. Mi madre ya no me esta abrazando. En lo alto del cielo gris veo un ave de plumas plateadas, da un giro y se abalanza sobre mi. Grito con fuerza y cubro mi rostro, la niña que soy no puede defenderse contra un ave tan grande. Entonces siento unos suaves y cálidos brazos que me rodean, mis manitos se ciñen al pecho de quien me abraza. Su aroma es dulce. Mis ojos cerrados se abren y subo la vista topándome con ese par de ojos negros.
¿Estas bien?
Me despierto de golpe y me encuentro ha oscuras con una tenue luz al costado de mi cama sobre una mesita, a mi lado esta el medidor de pulsos sonando normal, siento la presión en mi dedo. En el fondo, entre las cortinas de la oscuridad hay un televisor LCD, y debajo unos sillones con una mesita enana. Y la puerta del baño.
Habitación… ¿VIP?
Maldición, estoy en el hospital. Mi madre va a matarme.
El suero gotea a la izquierda guindando del metal. Un suspiro profundo capta mi atención, a mi lado hay una figura encorvada, con la cabeza caída hacia adelante, los brazos sobre el regazo, y al parecer esta dormida. Su cabello negro cae hacia adelante cubriendo su rostro.
¿Quién rayos es? No tengo tíos ni tías con ese estilo tan sofisticado de corte idol. Tal vez uno de mis primos… Me inclino levemente tratando de hacer caso omiso al dolor que recorre todo mi cuerpo, mi brazo se pellizca con uno de mis movimientos y gimo, encogiéndome.
—Ah… —jadeo en silencio, acomodándome sobre la almohada nuevamente. Cuando levantó la vista me encuentro con un par de ojos idénticos a los de mi sueño—. ¿Qué hace…?
—Me aseguró de que despierte y no denuncie a mi empresa—, su voz grave es suave como una melodía, aún que la seriedad en sus ojos dice lo contrario.
—Denunciar… ¿Por qué? —Mi garganta está seca—, agua…
Se endereza y toma una jarra con agua y sirve en un vaso, me lo entrega con cuidado. Bebo despacio sin apartar la vista de sus movimientos, le devuelvo el vaso y carraspeo.
—Denunciar por agresión.
—Ah… —es lo único que mi cerebrito logra transmitir—. Estoy bien—, digo llevándome una mano a la cabeza por culpa del punzante dolor que me atraviesa.
—Supongo que no está del todo consciente de lo que causó—, hay cierta hostilidad en su voz que me remueve las entrañas.
—Casi muero, ¿Qué más de eso debo estar consciente? —murmuro intentado de conservar mi paciencia debido al dolor de cabeza, frunzo el ceño y él eleva una ceja quejoso.
—Lo suficiente como para confesar el por qué, estaba vagando por la empresa sin un permiso—, no se oía molesto, pero si dictador.
No había notado que tenía la camisa con los primeros botones desprendidos y las mangas de sus brazos arremangado, mostrando su blanca piel enmarcada con finas venas sobresaltado. ´
Vuelve.
—Le llevaba el almuerzo a mi tío. Además la chica rubia de la entrada me dejó pasar—, no tenía intenciones de contarle toda la historia de, por qué dejé mis cosas en el baño si era lo que quería preguntar.
—¿De verdad? —Dijo soltando una sonrisita molesto, ¿Se está burlando? —Porque Francesca dijo que no había visto su rostro en ningún momento, y que no le dio permiso a nadie.
—¿Qué? —Quede boquiabierta, sin palabras.
¿De qué estaba hablando? Por supuesto que me dejó entrar, incluso me sonrió, el guardia de seguridad también me vio. ¿Qué clase de estupidez es esta? Frunzo el ceño. Él me penetra con la mirada intimidándome, ¿Qué clase de juego es este?
—Las cámaras de se…
Me interrumpe sin una pizca de duda.
—Están vacías… Ha excepción de las que están en el pasillo donde se ve a usted montando una actitud extraña, ¿Qué fue lo que dejó en el baño? —Se inclinó acercándose hacia mí, me encogí—. ¿Una bomba? —¿Qué? Abrí los ojos de par en par sorprendida—. Lo que más me llama la atención es… ¿Cómo entro?
Levanta una ceja altanera y eleva una de sus comisuras en una media sonrisa.
Ok, ok, ok. ¿Qué diablos tiene este sujeto y su maldita empresa? ¿Cómo que no estoy en las cámaras de entrada? Y sobre todo, ¿Por qué esa tal Francesca miente?
¿Quieren culparme de algo que no hice? Oh, no. Por supuesto que eso nunca va a suceder. Lo miro con suspicaz astucia.
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