Llegamos al aeropuerto en silencio y en lugar de entrar al estacionamiento, rodeamos el lugar y nos metimos por un lado que nunca había visto. En ese solo momento que voltee para mirarlo confundida nos metimos en la pista de los aviones, ¿Y cómo? Si solo había volteado un segundo para que la escena de mis ojos cambiara drásticamente.
No me alcanzaban los ojos para mirar a mi alrededor, nos detuvimos casi en el medio de la pista de aterrizaje.
—¿No íbamos a tomar un avión? —dije con curiosidad.
—Ahí esta nuestro avión—, señaló hacia un costado con impoluta calma.
Seguí su dedo con la mirada topándome con un Jet negro con unos signos raros, de seguro coreano, pues es a donde vamos.
Estupefacta me bajé del auto en cuanto el chofer me abrió la puerta, e ignoré, no quería que me lanzara esa mirada que me había estado poniendo durante todo el viaje.
Seguí con la vista el avión y luego a el Señor Lee quien no parecía tener ningún interés en esperarme, por lo que me apresuré a llegar a su lado y subir en silencio. Por detrás él se veía muy elegante, como si hubiera nacido para usar trajes tan bonitos, como el que traía puesto.
Al entrar una mujer delgada de ojos rasgados extendió su mano a un lado mostrándonos el camino, él simplemente la ignoró, mientras que por mi parte decidí que lo mejor era que ella me indicara cuál asiento debía tomar. Me guio hasta uno de los asientos de cuero blanco en paralelo con el asiento de el Señor Lee.
Se acomodó con delicadeza el saco y miró solo unos segundos por la ventanilla, ignorándome. Para ese entonces, ya me había decidido a no ser ignorada por su imponente presencia, por eso, en lugar de sentarme en dónde la aeromoza me indicó, de un brinco tomé el asiento frente a él. Capté su atención de inmediato.
—Asiqué... ¿Vamos a Corea?
Dejó un pequeño intervalo de silencio, entre abrió sus labios como si estuviera a punto de bostezar, y solo asintió con la cabeza, para solo fijar su vista en la ventanilla nuevamente. Ese desinterés en su actuación me estaba desesperando.
—¿Algo que deba saber antes de embarcarme en esta extraña odisea? Porque no me ha dicho nada desde que salimos del edificio. Más que... Iremos a Corea.
Cerró los ojos ante mi ironía.
—En este momento mi secretario, Joon —señaló hacia un costado, en el sillón que se suponía que ocuparía, hay me topé con la mirada penetrante del chófer—. Se ocupará del contrato, por ahora será mejor que descanse. ¿Ha volado alguna vez?
—Eh, sí... —dije algo distraída, me había quedado pensando en cuál era el problema de aquel sujeto—. Cuando me adoptaron, y cuando fui a ver a mis abuelos a Barcelona.
—Bien, porque odiaría oír sus vómitos en todo el viaje.
Frunzo el ceño antes de que él ladee una sonrisa y cierre los ojos. Un bufido se escapa de mis labios, y cuando miro hacia un costado aquel sujeto me sigue mirando, sus ojos café parecen más claros con la luz interior, casi ámbar.
—¿Qué? —Murmuro en su dirección.
La aeromoza nos indica que nos abrocháramos los cinturones, porque estábamos por despegar. Aquello es lo único que corta la tención en el aire, él se ocupa de mirar para su lado y yo para el mío. Después del despegue siento como mi cuerpo, más pesado que antes, sufre los efectos del vuelo. Y el silencio solo causa que el sueño me embargue.
Esto puede ser lo más peligroso que he hecho en mi vida, pero todos tenemos nuestra primera vez.
Cuando abro los ojos, no sé si es de noche o de día. Me siento muy agotada y no es como si me recuperara demasiado rápido de mis heridas anteriores, siento que el estrés esta a punto de matarme, incluso tengo un nudo en el estomago.
¿Como me quedé dormida? Es algo difícil de creer.
—Señorita —La azafata me saco de mi ensoñación, susurrando para no despertar al señor Lee, quien dormía o eso parecía hacer—. Debido a que está haciendo bastante frío en esta época del año, se le preparo un conjunto mas abrigado.
Mi somnoliento cerebro no lograba recibir tanta información, la observé confundida y solo me levanté cuando me señaló el camino con una mano. Obediente la seguí hasta el baño. El avión aun seguía en vuelo. Cerró la puerta y me dejó sola en el baño, me refregué el rostro para despertarme y miré hacia el inodoro donde había un conjunto de ropa, en tonos rojos y negro.
Me puse la ropa y salí, cuando me senté el señor Lee estaba despierto mirando su celular. La ropa, por alguna razón era de mi talla, la blusa cuello de cisne negro y el saco largo se sentía en su peso que era bastante abrigado, incluso empezó a darme calor. Los jeans negros tenían polar en el interior y las botas a juego eran igual de abrigadas. Debería asustarme de eso, todo era de mi talla.
—Veo que le queda bien.
—No solo me queda bien, es mi talla —dije después de ver el número bajo la bota, con sospecha—. ¿Debería asustarme? —repliqué con suspicacia.
Una media sonrisa se colgó en sus labios después de un leve bufido irónico.
—Este es el contrato —dice deslizando lentamente el celular por la mesita frente a nosotros, la única que nos separaba—. Aterrizaremos en tres horas, tómese su tiempo.
Tomé el celular y miré el PDF que estaba en la pantalla. Las primera me pareció razonable, ambos debíamos cumplir con la regla, pero cuando llegue a la segunda mis expectativas se vinieron abajo.
1.El sujeto B residirá en la propiedad del sujeto K sin excusas, con todos los medios necesarios para su comodidad.
2.El sujeto B deberá seguir las reglas de convivencia para comodidad del sujeto K, sin excepciones.
3.El sujeto B se compromete a obedecer al sujeto K.
4.El sujeto B deberá seguir una guía de estudio para aprender el idioma, para facilitar el trabajo de los demás. Opcional.
5.El sujeto B tiene estrictamente prohibida las posibilidades de salir fuera de la residencia mientras se someta a los exámenes médicos y resida en la propiedad del sujeto K
6.El sujeto K se ofrece a usar cualquier medio para cumplir con el sujeto B, mientras el sujeto B cumpla con todas las anteriores.
7.El sujeto B se mantendrá en silencio el contrato así como el sujeto K.
8.El sujeto B no hablará con ningún medio televisivo o reporteros, ni hablará de cualquier acuerdo predicho.
Y la lista continuaba.
—Un momento, ¿Voy a vivir con usted? Y... ¿Que es esto de prohibida las posibilidades de salir? ¿Es un contrato de ayuda o uno de esclavitud?
El desagrado se marcó en mi rostro.
—Lo toma o lo deja, nunca dije que sería justo—, indica con seriedad.
Y yo solo puedo sentir como la sangre me hierve y mi mandíbula se tensa, al punto que oigo el rechinar de mis dientes.
¿Esta de broma?
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 112 Episodes
Comments