Es el último día de los preparativos.
Se ha producido un movimiento inusitado en el trayecto que va desde la casona de los antiguos Montesclaros, muy próxima a la plaza principal, hasta la casa de la costurera Casilda en la avenida 6 de agosto.
De acera a acera, todas las cuadras, yendo recto por la avenida o subiendo dos cuadras y tomando la misma dirección, son casas cubiertas por corredores amplios de tejas, sostenidos por pilares, en un sin fin de casas, una tras otra, donde no hay cómo mojarse en las idas y venidas, y solamente en las grandes lluvias, se deben enfrentar los cruces entre una esquina y la otra, rápidamente y continuar caminando, o si ya es tan torrencial, quedarse tranquilamente, mirándola despencarse del cielo.
"En el centro de Trinidad no precisas llevar paraguas en tiempo de lluvias" era el decir. "Esta ciudad fue hecha casi como un espejo de Santa Cruz de la Sierra". "Es un barrio lejano de esa capital oriental de Bolivia" sabían decir los visitantes.
¿La verdad? Que hay un motivo, los cruceños se movieron siempre hacia el norte boliviano, ya sea por la búsqueda del dominio jesuita y luego franciscano, como en la intención poderosa de la dominación de tierras y sus fortunas en todos los tiempos, desde los avances militares venidos desde Chuquisaca, a enfrentar a los llamados Bandeirantes del imperio portugués del Brasil, que se apegaron hasta el río Intenez ó Guaporé, en búsqueda de pasar hacia la cordillera de los Andes, y salir al Pacífico bajo las órdenes de Portugal, inclusive transgrediendo el Tratado de Tordesillas, hecho con España, cuando se dividieron el planeta ambos reinos.
Desde ahí, los gobiernos coloniales se radicaron en estas zonas fronterizas y la ciudad de la Santísima Trinidad, recibía huestes de soldados que pasaban hasta las fronteras con el Brasil.
¿Y a que viene todo esto? Pues que ahora en la organización de este matrimonio, la memoria histórica ha destapado el interés tras la búsqueda del ancestro y las fortunas en oro, escondidas en los terrenos en que esos curas y militares, dejaban enterrados, debido a la dificultad de rescatarlos por la cantidad o distancias o porque perdían la vida en alejadas regiones sin poder arribar las murallas cordilleranas.
Aparte de los yacimientos de oro, se buscaba petróleo, casiterita y diamantes, un tesoro mucho más profundo que debería quedar para tecnologías más adelantadas.
Por ello la lista de invitados fue ampliada en la organización del casamiento:
— El ministro del Tesoro General de la nación, el Ministro de Hacienda, el Ministro del Interior, el presidente del Banco Central, etc. etc. contando por supuesto con sus esposas.
— ¿Qué?— dio el grito al cielo doña Genoveva — ¿Quién hizo esa lista?
— Dice que fue usted doña Genoveva — contesta Eneilda —. De tal manera que sugieren que la torta sea de mayor tamaño, por la lista que le hace llegar el Prefecto del Departamento a usted, mire aquí está la carta del prefecto.
Doña Genoveva abre el sobre.
El papel tiembla un poco en sus manos cuando se ha puesto los lentes y lee lo siguiente:
"Señora Genoveva de los tantos, Altísima condesa de Viena y de Génova:
Es un alto honor saber que en ocasión, del casamiento de su hija, usted recibirá en su digna casa a la cual en toda la historia de esta ciudad, han llegado gobernadores de la colonia, jefes supremos y dignatarios de estado de la República, se alojaron en sus habitaciones, siendo atendidos con la nobleza familiar que la caracteriza.
Por tal motivo tan importante, nos cumple el mandato de la patria potestad, agradecerle la recepción que se pueda brindar a tan distinguida comitiva, que cabalmente llega en esta singular ocasión.
Será un altísimo honor, que en sus salones se encuentre la gran sociedad de nuestra ciudad y departamento, dirigiéndose a las personalidades con la atención que se merecen.
Parabienes a los novios, que serán elogiados y aplaudidos significativamente.
De usted quedó... dadadí dadadá... "—.Doña Genoveva, acabó de leer en voz alta y de esa manera tan burlesca, agregó: —Qué bonito final, ahora sí, ni siquiera investigan si es mi hija o qué es y encima organizan, todo un acontecimiento y lo cuelgan de las cinchas del caballo para que otro lo arrastre.
— Señora Genoveva, no hable fuerte, en el zaguán está el secretario general de la Prefectura del Departamento — le afirmó Lola.
— Ah, díganle que ni modo, mejor dicho que no me queda más, mejor dicho aún, que, ¡qué me importa a mí quienes vengan, yo voy a casar a mi modo a mi sobrina, que ellos le hagan el acto de recepción que quieran, el banquete que deseen, no tengo porque abrirle las puertas al gobierno, cuando han dañado la cuestión de mis tierras con la tal reforma agraria y ahora quieren venir a brindar por tal hazaña en mi propia casa!
— Por favor Genoveva–. Se le aproximó don Rigoberto Mustafá y el notario de fe pública se queda a unos metros mientras don Rigo padre le suplica a Genoveva:
— Te pido para recibirlos, un gasto extra, para tí, no representa gasto a la nada, será como hacer un té a cuatro señoras, pero, para mí, que soy el suegro, y encargado de tus tierras, esta oportunidad es como si ya hagamos los trámites de tenencia directa de miles de hectáreas, en tres provincias juntas.
Eso será para tu fortuna, la cereza encima de la torta.
Tu sobrina pasará a ser con todas las prerrogativas, la tenedora de tierras mayor del Departamento.
— Hum...
— Te lo prometo.
— ¿Cómo lo prometes?
— Por los comedidos detalles que me ha hecho llegar el Estado Supremo.
— ¿Es una jugada política?
— No. Es la fórmula rotunda de la buena fortuna. Nos ha llegado el momento de ser para siempre, una verdadera familia de grandes consideraciones por parte del Estado, sin que medien intereses, sino por la misma competencia y denuedo para el trabajo y la lealtad a la nación.
— Oh... te están preparando para candidato.
— Ja,ja, no bromees no te burles ni vengas con sorna, estimada Genoveva. No ahora, cuando tenemos al Gobierno de la República, aquí, delante de tu puerta buscando tu grandiosa personalidad conquistada en tu vida entera... ¿sabes? El Supremo, tiene conocimientos de tu trayectoria y tus influencias no solamente nacionales, sino mundiales, gracias a lo que sabemos...
— Qué es lo que sabemos, finalmente.
— Aquello de las campanas.
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