Sí - afirmó una vez más, de las mil veces que quizá lo haya repetido: era una señorita como las hay, ninguna.
A los veinte años, muy esperada en la región por su afamada belleza y la fortuna de los Montesclaros, había retornado de Italia, precisamente de Génova, en la cual vivió parte de su infancia y adolescencia, junto a su tía carnal Hermesinda, hermana de doña Odila de Montesclaros, casada con un italiano, por tal motivo y teniendo con quien pueda vivir allí, ella tuvo esa dicha de residir en ese país por muchos años.
La vida y la mano, de Genoveva, muy ambicionada, era tan comentada, que inclusive se daban a tejer una serie de historias, como aquella que afirmaba, que la joven, era nacida en Génova, de donde provenía su nombre. Otras, alegaban que ella era trinitaria auténtica, nacida y bautizada en la capital ganadera de Trinidad.
Genoveva sonreía al escuchar esas versiones y un día aseveró: Soy Rica por eso, si fuera pobre, nadie se molestaría en saber si fui nacida y bautizada en Getafe.
Tenía palabras tajantes, otras graciosas, y otras tantas, repletas de ironía y sarcasmo muy refinado, que sino dañaban, pasaban raspando en los comentarios llenos de curiosidad y maledicencia.
Su bella postura, marcaba la cuadra y la calle de aceras con pilares a cada lado, lo cual era la característica principal de esa ciudad española en medio de la llanura semi selvática boliviana.
- Sí, mejor que ni intenten pedirme en casamiento. Si viene un rico, más rico que yo, deberé amarlo de verdad, para casarme. No soy interesada ni lo preciso y así quiero que seas, Piba.
La sobrina huérfana, sin padre ni apellido, llevó el de la familia, siendo Piba Constelaros y no de las Casas. La madre Dalila, la tía Olidia y principalmente Genoveva, no quisieron por nada, que llevara el apellido de su progenitor.
Así, Dominga de las Casas, o sea Piba, se quedaría sin casarse también, pues se haría tradición, pues la fuerza de la que se hizo leyenda, el soltero de ciertas mujeres de la región, era de discutir hasta en el clero, pues mejor para la iglesia tener solteronas adineradas y son hijos, así las donaciones eran mejores. Piba, ocultada bajo su cabellera, pues ya los mantones y las mantillas estaban en desuso, y no había con qué cubrir la preciosa y delicada imagen de la mujer no ultrajada por el acoso sexual de los jóvenes varones, aunque sea este visual, ni tocada por la mirada pecaminosa de los viejos verdes. Piba Monresclaros caminaba presurosa, y una vez le dijo su tía: ¿Para qué andas así, como huyendo? Las miradas de los hombres se las espanta con un donaire que nace de la indiferencia.
- Jajaja- rió Piba, usted es fantástica tía, de dónde saca esas formas de tratar a los hombres?
- Así era desde el tiempo de Cleopatra, porque crees tú, que esa famosa reina egipcia conquistó a dos hombres hermosos y poderosos a la vez, y ambos sucumbieron ante ella y si poder femenino? Pues porque, sabía para qué sirve el desprecio y la indiferencia, que nosotras las mujeres, tenemos facilidad de demostrarlo, pues en el hombre queda feo, pero en la mujer es el don de la decencia y de la pulcritud moral, que enloquece al género masculino, acostumbrado a tratar mal al sexo femenino...mientras más indiferente y fría es la mujer al demostrarle al hombre su pasión, más lo envuelve y lo arrastra, para dominarlo hasta a la muerte, si posible.
- Tía, cada vez usted me sorprende más, aparte de lo que sabe de la vida, ha estudiado mucho...
- Es que es así hija... Cleopatra enloqueció al Cesar y el imperio romano quedó a merced de los egipcios, Marco Antonio ni se diga, se suicidó por amor...
-Ay tía, yo seré una esclava del amor, como fue mi madre.
- Cállate mejor... no me agradan las mujeres así débiles, no lloriquees, nuestro sexo debe ser fuerte, en Europa hay una corriente que lucha ya por la igualdad entre hombres y mujeres, pero si siguen así como vos, serán esclavas toda la vida.
- Qué opina usted de Olivia.
- Ay, ese es otro caso de mujer sumisa, no se si vos sos más o ella. Pero, creo que igual va a sufrir, pese a que es más suelta socialmente, es de aquellas que, se acuestan con el marido a solo un silbido.
- Ja, ja, ja... tía, me hace usted reír.
- ¿Ves que no entiendes el mensaje del sentido mordaz de las palabras y las frases? Qué pena Piba y Olivita, aparentadas por el destino, ambas, se encontrarán en el camino, de la misma forma que se separarán...
- No entiendo tía.
- Ella es una sumisa que se ha casado, vos sois una sumisa que si no haces lo posible quedarás así, a vestir Santos, pero a atender a machos sin alma, como a ese Rigoberto, que te tiene loca... ¿o acaso crees que no me di cuenta?
- No la entiendo tía... qué quiere decirme usted.
- Que estuvo con vos, que ya te ultraje, que ya no eres virgen, que te poseyó y te ha dejado en el camino, usada y mancillada... que torpe y tonta que fuiste.
Piba tembló, se calló. Sería inútil intentar mentir o nada… por lo escuchado, su tía se dio cuenta...¿o será que lo vio? Era casi la una de la madrugada, ella debería estar durmiendo pesado, no podría haber escuchado, desde esa recámara al cuarto de Genoveva, había todo un patio enladrillado entremedio. ¿Cómo puede entonces saber o imaginarse su tía?
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