El Canto De Las Sirenas
Caminando por la playa, después de un largo día de práctica con el equipo de natación de la universidad, empiezo a preguntarme si tengo lo que hace falta para mantenerme en el carril con la beca. Antes, nadaba por diversión y era tan sencillo, ahora por obligación no es tan fácil, es como si tuviese un ancla en la cintura que no me deja avanzar. Y de paso, este último mes sin dormir, la entrenadora lo ha notado. Pero estas pesadillas son cada vez más seguidas, y la desesperación cuando despierto no me deja volver a conciliar el sueño.
-Rayos! Digo en voz alta agarrando mi cabeza.
- Qué pasa preciosa? pregunta Martín, mi novio desde hace un par de meses. No sé que hago con él, no tenemos nada en común, excepto el amor que creía tener por la piscina. Él es el capitán de la selección masculina.
- Eh eh nada, no mucho, lo de siempre... Ven. le digo sentándome en la arena. Ya empieza el atardecer.
- Nena solo tienes que nadar, brazada tras brazada llegarás a la meta. Agrega lanzándose a mi lado.
Que consejo tan inútil, pienso. Si no fuera porque es guapo...
Hoy la playa está especialmente bonita, hace como 6 meses que no venía por las prácticas y la universidad, no se ve nadie, aunque vivimos en el pueblo que está a 30 minutos en carro, la gente ya no suele venir a estos lados. Solo las parejas vienen cada tanto, pero solo las que no conocen las historias de los ahogados. Yo no creo en esos cuentos y la verdad mis sueños son más escalofriantes que las historias de espantos de por aquí.
- Bueno bebé ya se hizo de noche, este fue el atardecer más corto de toda la historia. Por qué se te ocurrió venir a esta maldita playa? Aquí no hay nada bueno. Vámonos a casa, quizás podamos pasar un buen rato en el carro, qué te parece?
Ahora que ha caído la noche. Se oye bajito, allá en el fondo oscuro, en algún lugar, no sé si del exterior o dentro de mí misma, un hermoso sonido, que me calma y a la vez me invita. Cierro los ojos y siento que se oye mejor...
- Martín, por que no nadamos?
- Tragaste mucha agua con cloro hoy Serena? Sabes mejor que yo, lo que dicen de este lugar. Vámonos.
- Pero podemos nadar desnudos. Le digo seductoramente con voz ronca y lo beso. Siento la cadencia de esa canción que se oye y empiezo a tararearla.
- Serena por favor, este lugar da miedo. Pero lo sigo besando mientras me quito la ropa.
- Vamos a nadar... Grito metiéndome al agua desnuda.
- Estás loca mujer! Pero vamos a estar juntos por fin? Me grita mientras se quita la ropa
Martin grita desde la orilla, yo me adentro un poco, cuando la escena más maravillosa pasa ante mis ojos. La noche oscura se aclara por los rayos de la luna llena, que estaba oculta entre las nubes, cuando tocan el agua, la iluminan cómo hilos de plata que se extienden hasta el horizonte y me invitan a ir más adentro en el mar.
Pero la belleza dura poco, cuando la luna es tapada por una nube y la canción dulce se convierte en gritos, de una mujer, no, de varias, molestas, no se entiende nada. El sonido es horrible y me cubro los oídos con desesperación.
- No, no, por favor no como en mis sueños. Siento un pitido agudo dentro de mi cabeza.
- Serena, qué te pasa? Dice Martín
Volteo hacia él, cuando me abrazan por la espalda.
- Serena que tienes? tus ojos están rojos...y esas quienes son?
Un grito ahogado.
No recuerdo más.
Los rayos del sol me dan en la cara, me cubro los ojos por un fortísimo dolor de cabeza que me agobia.
- Dios que hora es? Intento buscar tanteando en la pequeña cama mi celular.
- Son las 9:20 de la mañana. Responde la voz grave de un hombre jóven.
Abro los ojos como platos, y veo a mi alrededor.
- Dónde rayos estoy? Que hago aquí? Tú quien eres? Pregunto mientras me agarro a la sábana, solo para notar que no tengo ropa.
Me levanto súbitamente con la sábana envuelta. Pero el hombre sentado en una mesita tomando café, ni se inmuta.
- Respóndeme. Quien eres? Dónde está mi ropa?
- Cuando te traje aquí está madrugada no la tenías.
- Me trajiste de dónde? Que me hiciste? Grito.
- Estás en Playa Azul, en la mañana cuando iba a pescar te ví en la arena, así como estás ahora. Mira por la ventana. Creo que mejor te hubiese dejado ahí, eres muy gritona.
No sé que decir a eso. Playa azul? pienso, esto está lejos... Que hice ayer? trato de recordar, pero me invade un profundo dolor de cabeza y hasta me sangra la nariz
- Oye estás bien? Dice el jóven que ahora se levanta con una servilleta para taparme la nariz.
Wow es un hombre alto como de 1,80 y es de porte atlético, de espalda ancha y grandes brazos, parece nadador. Lo miro desde abajo prácticamente cuando lo tengo en frente. Su cabello es castaño y su piel está bronceada por el sol.
- Debes inclinarte hacia adelante, no hacia atrás, y abrir la boca. Dice moviendo mi cabeza mientras tapa mi nariz.
- Disculpa. No quise molestarte, digo apenada. Podrías ayudarme a buscar mi ropa y mi celular?
- Primero come, ahí tienes desayuno. Dice y sale de la habitación.
Dejé de sangrar y me siento a la mesa. Veo que estoy en una cabaña pequeña, dónde todo está a la vista, la puerta de madera, una pequeña cocina separada por una isla de una sala- comedor- recámara llena de artículos de pesca, hay una puerta para lo que parece ser un baño y una ventana desde la que se ve la playa abajo.
Intento comer, el emparedado en el plato. Pero me da unas terribles náuseas y salgo corriendo al baño a vomitar, hay algo de sangre, quizás me la tragué cuando me sangró la nariz. Decido bañarme, tengo arena en el cabello.
Lo siento por este pescador, pero usaré su toalla.
Salgo del baño con la sábana envuelta y la toalla en el cabello y el hombre que ahora está en la puerta abierta mirando hacia afuera voltea.
- Ahí en la cama te puse una camisa limpia y un short con tiras para ajustar. Vístete y te espero afuera, agrega saliendo del lugar
- Espera... Se detiene, pero no voltea. Gracias por ayudarme y perdón por usar tus cosas y por gritar. Cómo te llamas?
- Tomás. Dice en seco y tú?
- Serena. Ni bien respondo, se va.
Obviamente toda la ropa me queda enorme, pero es mejor que nada.
- No tenías algo de tu novia que me prestaras? Yo puedo lavarlo y devolverlo mañana. Le digo saliendo de la cabaña entretenida apretando lo más que puedo los pantalones para que no se caigan.
Levanto la mirada. Oh que hermoso lugar.
La cabaña en sí es pequeña, pero el porche es grande, todo de madera con helechos colgados,hay una hamaca y un sillón grande en forma de nido que cuelgan del techo en un lado, y una escalera que parece dar a una terraza del otro lado. Y la vista aún mejor, de un lado la playa hacia abajo y de frente la arboleda de la montaña.
- ¡Ya sé dónde estoy! grito entusiasmada.
He visto este lugar, desde Playa Honda se ve en lo alto del risco. Debe ser la casa más cercana al mar. Pero estamos lejos del camino principal que da al pueblo. Es más fácil llegar en lancha no?
- Sí.
- No eres de mucho hablar, cierto? Eres como un ermitaño.
- Tu hablas por los dos.
Me cayo y asiento, tiene razón. Sigo viendo el bonito paisaje, el contraste entre la tierra y el mar.
- Aún quieres buscar tus cosas?
- Sí, sí vamos.
Salimos en Jeep hasta Playa azul, pero no vimos nada en la arena. Él preguntó a unos pescadores del atracadero que recogían sus redes, pero no vieron nada.
- Tendremos que ir en lancha hasta Playa honda, dice dirigiéndose a mí.
- Mucho cuidado Tomás, que escuchamos que apareció otro ahogado. Dice uno de los pescadores
- Seguro son las sirenas, dice el otro muy serio, ayer hubo luna llena.
- Ay que esas son leyendas, viejo. Pero si es verdad lo que dices, la costa debe estar cerrada. Tendremos que ir por tierra, andando Serena.
- Puedo poner la radio? pregunto después de andar un rato en la camioneta.
El asiente. Pero al poner la emisora un chirrido hace eco en mi cabeza, tapo mis oídos y él la apaga.
- Recuerdas algo de ayer? Pregunta preocupado.
- Recuerdo salir del entrenamiento y caminar en la playa, no sé donde estaba. Pero recuerdo el mar frío y la luna.
- Y estabas con alguien?
- Que raro que no gritaste de sorpresa por meterme en el agua de noche... Mi papá enloquecerá cuando se entere. Y no, no recuerdo estar con nadie.
Al llegar, veo el carro de Martín, una pesada sensación me embarga. Corro a la playa, lo busco con desespero y no lo veo.
- Ese es el carro de mi novio, pero él no está aquí. Un policía toma fotos a un extremo de la playa, junto a las rocas.
- Tomas se agacha y parece que toca la arena. Recuerdas estar aquí ayer?
- No, no me acuerdo. Le grito desesperada.
- Deben irse, grita uno de los policías. Hasta que sepamos que pasó esta área está vigilada. Un joven se ahogó y se está buscando por mar el cuerpo de una mujer.
Quedo atónita. Dónde está Martín y con quién estaba?
- Vámonos Serena. Te llevo a casa.
Un fuerte dolor de cabeza me paraliza, un pitido intenso me deja sorda y ahí, en la playa, me desmayo.
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Updated 66 Episodes
Comments
Dulce Morales
me gusto
2024-11-09
0
Patricia Salazar
Interésate 🤷♀️
2024-10-10
0
elizabeth mejill
ya me atrapaste en la historia y es primer capítulo 🙀
2024-08-12
3