Algo empieza

Llegamos a la universidad y es prácticamente de noche, veo a mi papá parado junto a su carro justo enfrente del edificio de los dormitorios de las chicas.

- Rayos va a matarme. Gracias por traerme Tomás, por si no te vuelvo a ver, fue un placer haberte conocido en esta vida, nos vemos también en la que sigue, bromeo

Él se mantiene serio y observa a través de la ventanilla a mi papá, que no es secreto para nadie, luce como un perro enojado. Sin decirme nada se baja del carro primero que yo y se dirige directamente hacia él.

-Ay Diosito, ¿qué va a hacer?

- Tomás, ¿para donde vas? le grito en vano. Tomás, le grito y trato de alcanzar corriendo sus grandes zancadas. Llegamos a dónde mi papá prácticamente al mismo tiempo.

Ni bien me ve, mi padre empieza a gritarme, yo lo conozco, es más por preocupación que por molestia verdadera. Ni siquiera nota a Tomás.

- Serena Isabella Flores, ¿dónde estabas? ¿No habíamos quedado hace un mes en que hoy vendría de visita? ¡Hace un mes! repite

- Si pá, es pero es que...

- Pero nada, tú andas por quién sabe dónde haciendo quien sabe qué, con quién sabe quién! Ni me escribes ni me llamas.

- Pa, es que ayer...

- ¡Nada! Es que ayer nada, tu sabías que venía, grita

- Señor, disculpe, no es culpa de Serena, ella estaba conmigo. Dice Tomás.

- ¿Y tú quien eres? grita mi papá.

- Él es un amigo, le digo a mi papá nerviosa.

- Soy Tomás Rossi señor, dice él extendiéndole la mano. Dueño de la reserva forestal Henry Rossi y de la cadena pesquera de Puerto Pacífico, además amigo de su hija. Es un gusto conocerlo.

Mi papá frunce el ceño pero se mantiene en silencio cuando le da la mano.

- Fernando Flores. Le dice seco.

- Su hija estaba hoy en la reserva observando la naturaleza, pero allá la señal no es muy buena. Continua Tomás.

- Si, si papá, lo interrumpo, estábamos observando la fauna y la flora como parte de un estudio de campo que tengo que hacer para la clase de ecosistemas. Tomás estudia administración aquí y le pedí la oportunidad de ver la reserva para el trabajo. Pero en medio de tanto que había que ver se me olvidó el día papá. Agrego rápidamente y ahora son 2 los que me ven molestos.

- Tu sabías que vendría hoy, al menos podrías haberme avisado. Yo te traje tu comida favorita, dice mi papá.

Y antes de que pueda contestar Tomás dice:

- No volverá a ocurrir señor Fernando. Estaré pendiente que Serena sea más responsable y honesta en sus compromisos. Dice este último adjetivo mirándome inquisitivo.

- Ella es así, mira que una vez me dejó esperándola al salir de la escuela y resulta que habían salido una hora antes y se había ido a la playa a hacer un picnic. Me preocupé tanto que llamé a la policía, pero ella apareció en casa a las 2 horas toda mojada y llena de arena, la hubiese visto Tomás, hablaba hasta por los codos, contándome porque había ido.

- Puedo imaginarlo, dice Tomás con una sonrisa apretada.

- ¡Papá no le cuentes esas historias a Tomás! Que pena, yo no era mal portada de niña.

- Mal portada no, despistada y fugitiva. Si tuviera que contar las veces que te escapaste para ir a la playa, no me alcanzarían los dedos. Nos tuvimos que mudar a la parte más lejana del pueblo, pero nada funcionó. Y se que todavía no funciona.

- Papá en verdad lo siento, pero hay cosas que no puedo evitar. Le digo y lo abrazo. Puedo ir a visitarte en un par de semanas, ¿te parece bien?

- Está bien hija. Ya esté viejo debe ir a casa. Solo quería verte y saber que estás bien, y así parece. Saca del carro un envase con camarones al ajillo y me los da. Mejor compartes con tu amigo, hay bastante.

Después que mi viejo se va, me siento con Tomás en una banca de la plaza cercana.

- Prueba esto, te va a encantar. Le digo sacando un camarón del envase. El acerca su boca a mi mano y se lo come todo, quedo en blanco de mente y colorada de mejillas.

- Umm está muy bueno. Dice muy despreocupado. Nunca los había probado así.

- Eeeee.. sí, son la receta de mi vecina Luz Marina. Los hace así desde que tengo memoria.

- Sabes, deberías ser más abierta y considerada con tu papá. Se nota que se preocupa por tí.

- Lo sé, lo sé. Es solo que... ¿Te has sentido alguna vez como si te faltará algo? A mí me agobia ni siquiera saber que es, pero así me siento, algo falta en mi vida y definitivamente mi papá no me ayudará a encontrarlo si me la paso metida bajo sus alas. No le gusta la idea de que vaya a la playa o sola por ahí, ni siquiera quería al principio que viniera a la universidad, y no me hagas decirte que protesta por todas en mi equipo de natación.

- Te entiendo perfectamente. Lo dice, y acaricia mi mejilla. Yo me sentía igual hasta que te encontré.

Se me encienden los cachetes de la vergüenza y siento mi corazón latir con fuerza.

- Aún así, no creo que te cueste demasiado hablar con tu padre cada tanto ¿no? Agrega.

Lo veo a los ojos prácticamente embobada, quiero besarlo, abrazarlo, no sé, comérmelo que se yo. Nunca me había sentido así.

Él suspira y se levanta de la banqueta.

- Será mejor que me vaya, debes estar cansada. Hasta te quedaste callada.

- No es eso. Solo que... hoy la pasé muy bien, titubeo.

- ¿Nos vemos mañana? ¿Quieres volver a la reserva? Me pregunta.

- ¿Puedo tomarme en serio lo que me dijiste temprano? Sobre lo de ir cuando quiera.

- Por supuesto que sí, me gustaría verte siempre, y aún faltan muchas cosas por ver.

- El otro día en la piscina, le digo acercándome lentamente, me dijiste que no te alejarías de mí, y no te ví casi por 2 semanas. ¿Cómo se que no desaparecerás de nuevo?

Toma mi mano y se toca la cara con ella.

- Si tú me lo pides, creo que haría lo que sea, hasta quedarme...

- ¿Me lo prometes?

El asiente. Me acerco más, y le doy un beso rápido y suave en los labios.

- Te lo estoy pidiendo, le digo y sonrío.

Él me devuelve la sonrisa, pero de pronto se incomoda y se despide. Volteo y veo que Coral y Estella, están caminando hacía nosotros desde la residencia de chicas.

- Debo irme, prométeme que te cuidaras hoy, que me llamarás cualquier cosa y que nos veremos mañana.

- Tomás! Le grito cuando está lejos. Es una promesa. Lo veo irse.

- Muchachas ¿cómo están? ¿Que hacen por aquí? no es hoy un día maravilloso?

Ella se miran extrañadas.

- Miren nada más, que cielo tan estrellado hay y que luna. Suspiro.

- Nada del otro mundo dice Coral.

- Veo que tú y el pescador son amigos, dice Estella.

- ¿Cómo sabes que es pescador? ¿lo conoces?

- Digamos que sí, es popular entre las chicas. Me responde ella.

- Es muy guapo y amable ¿no les parece?

- Y metiche... dice Coral en voz baja entre dientes.

- ¿Qué dices Coral? ¿Tú también lo conoces? Le digo un poco molesta por su actitud, él es nuevo en la Universidad y vive bastante alejado de todo como para molestar a nadie.

- No, para nada. Solo que creo que te mereces algo mejor, querida.

Su comentario me molesta en lo profundo.

Se oye un trueno a lo lejos.

- No creo que tú sepas lo que me merezco y tampoco creo que seas la más indicada para juzgar a alguien.

- No lo dice a mal, Serena, dice Estella para calmarme.

- Pues ¿saben que? Replica Coral fastidiada. Sí me parece un metiche y un desterrado que no ha debido venir nunca a esta universidad.

- ¡Cállate! Le grito y parece que un rayo cae cerca del poste de luz que tenemos cerca, apagando todas las luces del recinto.

Estella grita del susto.

- Ya basta muchachas, volvamos a los dormitorios. Coral será mejor que te disculpes, dice Estella nerviosa.

- Disculpa Serena por ofender a tu pescador. Dice entre dientes y se aleja de nosotras primero.

- ¿Pero que rayos le pasa hoy? Digo indignada.

- No lo sé, pero no le prestes demasiada atención, sabes que ella es bastante malcriada, seguro se peleó con el novio.

- No me interesa lo que sea, no tiene derecho a hablar nada de Tomás. No creas que porque Artina la ayuda, me voy a tragar todas las tonterías que dice.

Empieza a llover.

Estella se pone nerviosa.

- Serena mejor vamos corriendo.

Yo comparto cuarto con Estella y Teles. El resto de las chicas están en un piso más abajo, excepto Artina que vive en un apartamento fuera de la universidad.

Cuando llegamos al cuarto, afuera hay una tormenta, me molesta pensar que hay gente tan vanidosa como Coral que puede juzgar a quien no conoce, y de verdad no lo conoce nada, no le ha dado una oportunidad.

Teles mira a Estella como interrogativa.

- ¿Y a tí qué te pasa también? ¿Les picó un bicho raro a todas? Digo alzando la voz.

Afuera un relámpago surca el cielo.

- No, no amiga, nada. Solo que luces molesta y de paso se cortó el servicio eléctrico, mejor sécate antes de que resfries, dice Teles ansiosa.

- Gracias. Le digo obstinada.

- Sere, dice Estella, sentándose conmigo en mi cama. ¿Te acuerdas de lo que pasó ayer?

- Recuerdo que bebimos en el karaoke, pero no sé cómo amanecí en la casa de Tomás.

- Ah, es que tú lo llamaste. Pero no me pareció mala persona, y por eso te deje ir.

- La próxima vez no me dejes beber tanto por favor, no me acordaba de eso.

- Tranquila, estaré más pendiente. ¿No recuerdas nada más?

- No nada.

Me acuesto con dolor de cabeza dándole vueltas a lo de ayer, pero por más que intento no recuerdo nada. Me duermo viendo caer la lluvia por la ventana.

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