Caminando por la playa, después de un largo día de práctica con el equipo de natación de la universidad, empiezo a preguntarme si tengo lo que hace falta para mantenerme en el carril con la beca. Antes, nadaba por diversión y era tan sencillo, ahora por obligación no es tan fácil, es como si tuviese un ancla en la cintura que no me deja avanzar. Y de paso, este último mes sin dormir, la entrenadora lo ha notado. Pero estas pesadillas son cada vez más seguidas, y la desesperación cuando despierto no me deja volver a conciliar el sueño.
-Rayos! Digo en voz alta agarrando mi cabeza.
- Qué pasa preciosa? pregunta Martín, mi novio desde hace un par de meses. No sé que hago con él, no tenemos nada en común, excepto el amor que creía tener por la piscina. Él es el capitán de la selección masculina.
- Eh eh nada, no mucho, lo de siempre... Ven. le digo sentándome en la arena. Ya empieza el atardecer.
- Nena solo tienes que nadar, brazada tras brazada llegarás a la meta. Agrega lanzándose a mi lado.
Que consejo tan inútil, pienso. Si no fuera porque es guapo...
Hoy la playa está especialmente bonita, hace como 6 meses que no venía por las prácticas y la universidad, no se ve nadie, aunque vivimos en el pueblo que está a 30 minutos en carro, la gente ya no suele venir a estos lados. Solo las parejas vienen cada tanto, pero solo las que no conocen las historias de los ahogados. Yo no creo en esos cuentos y la verdad mis sueños son más escalofriantes que las historias de espantos de por aquí.
- Bueno bebé ya se hizo de noche, este fue el atardecer más corto de toda la historia. Por qué se te ocurrió venir a esta maldita playa? Aquí no hay nada bueno. Vámonos a casa, quizás podamos pasar un buen rato en el carro, qué te parece?
Ahora que ha caído la noche. Se oye bajito, allá en el fondo oscuro, en algún lugar, no sé si del exterior o dentro de mí misma, un hermoso sonido, que me calma y a la vez me invita. Cierro los ojos y siento que se oye mejor...
- Martín, por que no nadamos?
- Tragaste mucha agua con cloro hoy Serena? Sabes mejor que yo, lo que dicen de este lugar. Vámonos.
- Pero podemos nadar desnudos. Le digo seductoramente con voz ronca y lo beso. Siento la cadencia de esa canción que se oye y empiezo a tararearla.
- Serena por favor, este lugar da miedo. Pero lo sigo besando mientras me quito la ropa.
- Vamos a nadar... Grito metiéndome al agua desnuda.
- Estás loca mujer! Pero vamos a estar juntos por fin? Me grita mientras se quita la ropa
Martin grita desde la orilla, yo me adentro un poco, cuando la escena más maravillosa pasa ante mis ojos. La noche oscura se aclara por los rayos de la luna llena, que estaba oculta entre las nubes, cuando tocan el agua, la iluminan cómo hilos de plata que se extienden hasta el horizonte y me invitan a ir más adentro en el mar.
Pero la belleza dura poco, cuando la luna es tapada por una nube y la canción dulce se convierte en gritos, de una mujer, no, de varias, molestas, no se entiende nada. El sonido es horrible y me cubro los oídos con desesperación.
- No, no, por favor no como en mis sueños. Siento un pitido agudo dentro de mi cabeza.
- Serena, qué te pasa? Dice Martín
Volteo hacia él, cuando me abrazan por la espalda.
- Serena que tienes? tus ojos están rojos...y esas quienes son?
Un grito ahogado.
No recuerdo más.
Los rayos del sol me dan en la cara, me cubro los ojos por un fortísimo dolor de cabeza que me agobia.
- Dios que hora es? Intento buscar tanteando en la pequeña cama mi celular.
- Son las 9:20 de la mañana. Responde la voz grave de un hombre jóven.
Abro los ojos como platos, y veo a mi alrededor.
- Dónde rayos estoy? Que hago aquí? Tú quien eres? Pregunto mientras me agarro a la sábana, solo para notar que no tengo ropa.
Me levanto súbitamente con la sábana envuelta. Pero el hombre sentado en una mesita tomando café, ni se inmuta.
- Respóndeme. Quien eres? Dónde está mi ropa?
- Cuando te traje aquí está madrugada no la tenías.
- Me trajiste de dónde? Que me hiciste? Grito.
- Estás en Playa Azul, en la mañana cuando iba a pescar te ví en la arena, así como estás ahora. Mira por la ventana. Creo que mejor te hubiese dejado ahí, eres muy gritona.
No sé que decir a eso. Playa azul? pienso, esto está lejos... Que hice ayer? trato de recordar, pero me invade un profundo dolor de cabeza y hasta me sangra la nariz
- Oye estás bien? Dice el jóven que ahora se levanta con una servilleta para taparme la nariz.
Wow es un hombre alto como de 1,80 y es de porte atlético, de espalda ancha y grandes brazos, parece nadador. Lo miro desde abajo prácticamente cuando lo tengo en frente. Su cabello es castaño y su piel está bronceada por el sol.
- Debes inclinarte hacia adelante, no hacia atrás, y abrir la boca. Dice moviendo mi cabeza mientras tapa mi nariz.
- Disculpa. No quise molestarte, digo apenada. Podrías ayudarme a buscar mi ropa y mi celular?
- Primero come, ahí tienes desayuno. Dice y sale de la habitación.
Dejé de sangrar y me siento a la mesa. Veo que estoy en una cabaña pequeña, dónde todo está a la vista, la puerta de madera, una pequeña cocina separada por una isla de una sala- comedor- recámara llena de artículos de pesca, hay una puerta para lo que parece ser un baño y una ventana desde la que se ve la playa abajo.
Intento comer, el emparedado en el plato. Pero me da unas terribles náuseas y salgo corriendo al baño a vomitar, hay algo de sangre, quizás me la tragué cuando me sangró la nariz. Decido bañarme, tengo arena en el cabello.
Lo siento por este pescador, pero usaré su toalla.
Salgo del baño con la sábana envuelta y la toalla en el cabello y el hombre que ahora está en la puerta abierta mirando hacia afuera voltea.
- Ahí en la cama te puse una camisa limpia y un short con tiras para ajustar. Vístete y te espero afuera, agrega saliendo del lugar
- Espera... Se detiene, pero no voltea. Gracias por ayudarme y perdón por usar tus cosas y por gritar. Cómo te llamas?
- Tomás. Dice en seco y tú?
- Serena. Ni bien respondo, se va.
Obviamente toda la ropa me queda enorme, pero es mejor que nada.
- No tenías algo de tu novia que me prestaras? Yo puedo lavarlo y devolverlo mañana. Le digo saliendo de la cabaña entretenida apretando lo más que puedo los pantalones para que no se caigan.
Levanto la mirada. Oh que hermoso lugar.
La cabaña en sí es pequeña, pero el porche es grande, todo de madera con helechos colgados,hay una hamaca y un sillón grande en forma de nido que cuelgan del techo en un lado, y una escalera que parece dar a una terraza del otro lado. Y la vista aún mejor, de un lado la playa hacia abajo y de frente la arboleda de la montaña.
- ¡Ya sé dónde estoy! grito entusiasmada.
He visto este lugar, desde Playa Honda se ve en lo alto del risco. Debe ser la casa más cercana al mar. Pero estamos lejos del camino principal que da al pueblo. Es más fácil llegar en lancha no?
- Sí.
- No eres de mucho hablar, cierto? Eres como un ermitaño.
- Tu hablas por los dos.
Me cayo y asiento, tiene razón. Sigo viendo el bonito paisaje, el contraste entre la tierra y el mar.
- Aún quieres buscar tus cosas?
- Sí, sí vamos.
Salimos en Jeep hasta Playa azul, pero no vimos nada en la arena. Él preguntó a unos pescadores del atracadero que recogían sus redes, pero no vieron nada.
- Tendremos que ir en lancha hasta Playa honda, dice dirigiéndose a mí.
- Mucho cuidado Tomás, que escuchamos que apareció otro ahogado. Dice uno de los pescadores
- Seguro son las sirenas, dice el otro muy serio, ayer hubo luna llena.
- Ay que esas son leyendas, viejo. Pero si es verdad lo que dices, la costa debe estar cerrada. Tendremos que ir por tierra, andando Serena.
- Puedo poner la radio? pregunto después de andar un rato en la camioneta.
El asiente. Pero al poner la emisora un chirrido hace eco en mi cabeza, tapo mis oídos y él la apaga.
- Recuerdas algo de ayer? Pregunta preocupado.
- Recuerdo salir del entrenamiento y caminar en la playa, no sé donde estaba. Pero recuerdo el mar frío y la luna.
- Y estabas con alguien?
- Que raro que no gritaste de sorpresa por meterme en el agua de noche... Mi papá enloquecerá cuando se entere. Y no, no recuerdo estar con nadie.
Al llegar, veo el carro de Martín, una pesada sensación me embarga. Corro a la playa, lo busco con desespero y no lo veo.
- Ese es el carro de mi novio, pero él no está aquí. Un policía toma fotos a un extremo de la playa, junto a las rocas.
- Tomas se agacha y parece que toca la arena. Recuerdas estar aquí ayer?
- No, no me acuerdo. Le grito desesperada.
- Deben irse, grita uno de los policías. Hasta que sepamos que pasó esta área está vigilada. Un joven se ahogó y se está buscando por mar el cuerpo de una mujer.
Quedo atónita. Dónde está Martín y con quién estaba?
- Vámonos Serena. Te llevo a casa.
Un fuerte dolor de cabeza me paraliza, un pitido intenso me deja sorda y ahí, en la playa, me desmayo.
El cielo azul celeste sobre mí, sin una nube o un pájaro que tape los cálidos rayos del sol, el agua tibia está en calma y se siente como si no existieran las preocupaciones. Cuando estoy flotando de espalda sobre las olas en este estado de relajación mágico, oigo el tarareo suave y dulce de alguna tonada de cuna que me mece y me invita a un plácido sueño, así permanezco por algún rato, como dormida, hipnotizada y completamente feliz.
De pronto, un chirrido horroroso y agudo, las nubes oscuras aparecen y el cielo se pinta de gris y tormenta, el oleaje se pica, y tengo que incorporarme en búsqueda de la orilla más cercana para escapar del clima. Se ve a lo lejos la playa, a lo lejos... Pero en cuanto trato de nadar a ella, la bruma me envuelve y siento como algo, mejor dicho, alguien, me hala por los pies al fondo del mar, trato de luchar, no quiero morir. Pero no hay gritos que valgan, pataleo hasta que la fatiga y la desesperación me carcomen. Tengo miedo de morir ahogada, siento la dificultad para respirar, la presión en el pecho y el corazón a mil por hora, cuando ya se me acaba el aire y me siento desfallecer a la más horrenda y torturante muerte, me despierto ansiosa.
Me siento en la cama de golpe, necesito respirar, respirar profundo con la nariz y la boca, tengo hambre de aire, estoy sudorosa y veo borroso.
- Tranquila Serena, estás bien, no pasa nada, estás bien. Me dice mi padre acariciando mi cabello. Estamos en lo que parece ser un cuarto de hospital y estoy usando una bata de paciente.
- Pa, qué pasó? Que hago aquí? y Tomás? pregunto con la respiración aún entre cortada.
- Tranquila hija estamos en el hospital. Te desmayaste en la playa cuando te enteraste de que Martín... se interrumpe
- Qué le pasó a Martín papá? Está muerto verdad? La policía lo dijo?
- Sí, pero trata de calmarte por favor.
- Papá papá pero como? Dijeron que se había ahogado alguien y que buscaban por mar a una mujer... No creo que sea Martín, si alguien sabe nadar es él.
- Serena, lo siento. Pero ya lo reconocieron sus padres. Encontraron su cuerpo ahogado junto al peñasco grande de Playa Honda, tenía heridas como si lo hubiese atacado un animal y dijeron los pescadores que no tenía ni una gota de sangre en el cuerpo. Quizás fue un tiburón y por eso no pudo escapar.
- Papá sabes mejor que yo que en éstas costas no hay tiburones, lo sabes.
- No lo sé, Serena. No sé que clase de animal demoníaco hace eso. Por eso siempre te he dicho que te mantengas lejos del mar, pero tu no me escuchas. De ahora en adelante debes hacerme caso, no debes ir nunca más allá. Lo dice como un regaño que le duele más a él que a mí.
- Ya, pa, ya, no te pongas así. Solo quería saber. Vi su carro cuando pasaba con... me cayo, si le cuento lo que me pasó se pondrá histérico. Pa, y encontraron a la mujer que buscaban?
- Parece que no. En realidad solo tenían sospechas de que estaba con alguien pero no estaban seguros.
- Pa pero...
- Ya está bueno Serena, debes descansar y no pensar más en ello, si él estaba ahí con otra chica o no, no es lo más importante. Cuando te recuperes puedes ir a dar tus condolencias a sus familiares.
Me quedo pensando en todo ello y aún tengo demasiadas dudas, no es que estuviera enamorada de Martín ni nada, pero lo conocía desde que estaba en el liceo y no era de los que tenía muchas novias, era demasiado tonto para seducir. Suena un teléfono en la mesa junto a la cama, es el mío. Pero pensé que lo había perdido, es un mensaje del chat universitario, todos en relación a la muerte de nuestro capitán del equipo de natación. Reviso el celular con calma y saco arena de playa de la carcasa.
- Papá, quién me trajo desde la playa? Quien te avisó que estaba aquí?
- Mi vida me llamó un joven usando tu celular. Pero cuando llegué aquí ya estabas sola.
Al otro día en la mañana me dieron de alta, solo porque mi papá insistió en hacerme muchos exámenes. El doctor dijo que me encontraba realmente bien y podía irme antes, pero mi viejo sobreprotector no estaba tan seguro.
- La gente jóven y sana no necesita vitaminas señor, le explicaba el paciente médico a mi exasperante padre. Solo una dieta balanceada, abundantes líquidos y 8 horas de sueño.
Mientras ellos discuten aún cuando salimos a la sala de espera, bueno, mi papá discute y el doctor oye. Yo me quedo rezagada con resignación, antes mi papá me avergonzaba porque me cuidaba demasiado, ya no me afecta tanto, igual ya entiendo que es un padre primerizo soltero que solo no sabe que hacer, pero siempre hace lo mejor que puede.
Cuando volteo hacia la entrada, me da la idea de que veo salir a un hombre alto de cabello castaño y pinta de nadador... Tomás?
Sin pensarlo voy corriendo a la puerta, veo el estacionamiento pero no lo veo y tampoco el Jeep.
Me estaré volviendo loca? pienso, mientras lo busco con la mirada de un lado a otro.
- Ya estamos listos para ir a casa mi vida, me dice mi papá tocando mi hombro.
- Ah, muy bien. Le digo aún dubitativa. Será que era o no era él? pienso todo el camino.
- Es importante que hoy descanses mi cielo, mañana tienes que volver a la universidad. Aunque yo creo que deberíamos suspender las prácticas de natación por un tiempo, no crees?
- No pa, no creo! Le suelto alzando la voz. Si me retiro ahorita nunca podré mejorar mis tiempos y podría perder la beca. Ya mi estancia en el equipo peligra y el doctor dijo que estoy bien. Yo lo oí, digo esto último haciendo un puchero y poniendo ojos remilgones.
- Está bien, está bien. Tienes razón, pero a fin de mes iré a verte, quiero que duermas y comas bien. Que cualquier cosa me llames y por favor, por lo que más quieras, mantente alejada de esa malvada playa.
- Está bien pa, tenemos un trato. Eres el mejor.
En la universidad la gente es condescendiente conmigo, algunos porque ha fallecido mi novio y otros porque creen que me ha engañado, aunque nunca apareció ninguna mujer. Fuera de eso, los días pasan sin mucho sentido, sigo con la misma pesadilla cada noche, las dificultades en la piscina y de tanto en tanto, me imagino a Tomás en una esquina o en un café, pero cuando me acerco no es él o aún peor, no hay nadie. Por qué habrá desaparecido?
Pero al pasar los días pienso cada vez más en él, hasta creí verlo en las gradas hoy en la práctica. Por orden de la entrenadora me quedo después del entrenamiento regular. Cuando me canso de luchar contra el tiempo y el agua, me pongo a flotar resignada, tarareando, pero me da un calambre, me dejo hundir al fondo de la piscina para recuperarme. No sé cuánto me tardo pero siento que alguien me sube a la superficie agarrada por la cintura.
- Eres tú? Digo al tomar una bocanada de aire.
- Qué se supone que estás haciendo Serena? Casi me das un susto de muerte.
- Pues, entrenando, no quise preocuparte pero...Noto que se tiró al agua con todo y ropa, así que no puedo contener una sonrisa. Tú que haces aquí? le digo tocando su cara para asegurarme que es real.
- Entrenando? Parece que se te olvidó como nadar, agrega molesto.
- Tranquilo, respira, soy como un pez en el agua, bromeo. No parezco una sirena?
- No es gracioso Serena. Dice Tomás y se aleja de mí hacia la orilla. Veo que es rápido y tiene técnica para nadar.
- Oye, a dónde vas? Espérame.
Afuera, busco mi toalla y poniéndome de puntillas le seco el cabello y la cara.
- Me dirás qué haces aquí? Pregunto suavemente mirándolo a los ojos
- No es obvio? Solo estaba preocupado. Agarra la toalla y la pone alrededor de mis hombros.
- Por qué? y por qué me dejaste sola ese día en el hospital? Digo esto como un susurro, estamos realmente cerca. Sus labios...
- Debo irme, tengo clases. Por favor trata de no morir ahogada.
Lo tomo del brazo cuando se aleja.
- Solo si prometes que nos volveremos a ver.
- Pero no lo ves? Desde que te encontré, no he podido mantenerme alejado de tí...
No he visto más a Tomás y han pasado varios días, para que me diría que nos volveríamos a ver si ni me ha llamado. Mis amigas notan que ando cabizbaja, no soy del grupo más popular de la uni, porque paso muchas horas entrenando, pero creanme, a ninguna del equipo de natación, le falta un pretendiente o alguien con quién salir, en general son un grupo de mujeres muy hermosas.
-Sere, hoy es viernes, deja la cara larga y vamos a bailar, ya ha pasado casi un mes de lo de Martín y todas sabemos que no te gustaba, dice Coral. ¿Muchachas vamos a salir hoy si?
- Claro, hoy hay noche de Karaoke dónde Luigi's agrega Marina, que las mira provocadora.
- Ustedes están locas, yo solo canto cuando me baño, y ese bar está muy cerca de la playa. Ya saben que le prometí a mi papá que no volvería.
- Sabemos que puedes hacerlo Serena, dice Artina, nuestra capitana. Además hay algunas cosas de las que tenemos que hablar.
- Ya se que se acerca una competencia y no estoy en mis mejores tiempos pero... Me interrumpe rápidamente.
- No se trata de eso, hay cosas que están pasando y tus sueños... Hace una pausa, como meditando lo que va a decir. Ya es hora que prestes atención a lo que dicen, concluye.
La miro extrañada, ya se lo había contado y solo se echó a reír, ¿por qué ahora quiere hablar de ello ahora?
En la noche, las 7 miembros del equipo fuimos al bar.
- Me gusta ese labial Serena, dice Estella, la más hermosa del grupo, su cabello rubio y largo le da siempre un estilo fresco y llamativo. Desde que llegamos no ha dejado de levantar la mirada de los hombres, incluso de los que van acompañados.
- Gracias, respondo apenada. Mira, ya Teles y Pisínoe traen algunas bebidas, desvío el tema. Muchachas no creen que es mucho para empezar? les pregunto cuando veo que traen 2 bandejas de shots y cócteles.
- Sere, tu eres la más nueva del grupo, tienes que saber que nosotras no compramos nada, aquí cualquiera nos invita. Trata de disfrutar, que la noche apenas empieza.
Entradas en calor, y ya un poquito prendida por el alcohol, veo subirse al escenario para cantar el karaoke a Artina, Teles y Coral. Cantan en un trío fabuloso, no se de dónde saca Coral una guitarra y ya no hizo falta ninguna pista. Algunos hombres se paran al borde del escenario y parecen embobados por el show, cualquiera que las viera pensaría que es un grupo profesional.
- Deberían tener una banda, le digo a Estella.
Suenan genial.
Cuando acaba la canción bajan por la parte de atrás y son seguidas por el grupo de hombres, hacia la terraza de afuera.
- Vamos a ver qué esten bien, le digo a las demás, mientras un poco mareada me pongo de pie.
- Tranquila Sere, ellas estarán bien, dice Marina entre risas, ahora ellos, no sé... Se interrumpe por un golpe que le da Estella en el brazo.
- Cuida lo que dices Marina. Y anda que te toca a ti cantar.
- Estoy mareada. Oigo a Marina empezar a cantar una balada muy bella, que me hace cerrar los ojos y recordar mi infancia, a mis padres corriendo junto a mí en la playa. Pero necesito aire, tomé demasiado, todo me da vueltas. Paso con dificultad entre una pila de hombres embelesados por Marina y logro salir del bar.
Voy a la baranda y pongo mi cara entre mis manos, en serio que soy malísima bebedora.
Después de un par de minutos así, estoy decidida a decirle a las chicas que me voy. Cuando subo la mirada, se ve desde la entrada la playa oscura, y el mar negro, que apenas se ilumina con la luz de la luna pero que se oye romper las olas con intensidad. La luna por otro lado, parece que se hace cada vez más grande y más brillante en el cielo.
Admiro su belleza y no se si es la música que sale del bar que me invita a cerrar los ojos para oírla mejor, pero me parece que hace eco en la playa, me dan ganas de acercarme a la orilla, así que dejo ahí los zapatos y me acerco al agua. En el mar se ven de nuevo los hilos de plata que se pierden en el horizonte cuando la luna se descubre de atrás de una nube y lo ilumina. Quiero ir a dónde la melodía me llama, el agua apenas toca mis pies.
De pronto, un chirrido atroz seguido por el grito gutural de un hombre me saca de mi ensueño, doy un paso atrás y reacciono, busco con la mirada para ver de dónde viene, pero el mar de nuevo esta oscuro como la noche, abro los ojos como platos cuando veo la silueta de una mujer desnuda salir del agua, me froto los ojos es... es Artina. Más atrás Teles y Coral, salen desnudas también.
- ¿Ustedes que hacían? Escucharon eso? Que tienen en la cara? Sus ojos... Mil preguntas me acosan.
- Coral, Teles vayan al bar. Yo hablaré con Serena un rato, dice Artina sentándose en la arena. Mientras las otras agarran su ropa y se van.
- Serena es hora de hablar.
- ¿Que hacían Artina? No puedo dejar pasar el grito que oí hace unos segundos.
- ¿Tú qué crees que hacíamos? Responde con una sonrisa bastante rara, mientras se pone la ropa.
- No lo sé, grito desesperada. ¿Lo de tu cara es sangre? Ella se limpia la mejilla con el dorso de la mano y pone una extraña expresión de satisfacción cuando la ve.
- Ustedes estaban cantando y salieron con esos hombres. ¿Dónde están ellos? Pregunto buscándolos alrededor con la mirada.
- Dónde están los demás, responde ella y camina por la playa hacia el bar. Donde están todos aquellos que creyeron que podrían tenernos, dice sin mirarme.
- ¿Qué significa eso?
- ¿Por que llegaste aquí Serena? Que te trajo a la playa? Se voltea repentinamente para preguntar.
- Oí algo, una canción. Rayos, me estoy volviendo loca. Digo agitando mi cabello con la mano.
- Lo que oíste fue un llamado. ¿Entendiste lo que decía la canción? Se acerca un poco amenazadora.
- No, no realmente. Solo sentí que debía venir.
- Quizás tienes demasiado tiempo alejada. No lo recuerdas. Pero el llamado no espera, ya pasó hace un mes, si no prestas atención, se molestarán aún más, no todas pueden vivir como nosotras; y lo que hagas nos puede dejar en evidencia.
- ¿Quiénes se molestarán? ¿De qué hablas?
- Presta atención Serena, por qué si no logras recordar horribles cosas pueden pasar, me señala con el dedo y me toca el pecho. Si sigues negando lo que eres, no podrás controlarlo.
- ¿Lo que soy? ¿Que se supone que soy?
Me agarro la cabeza que me duele y ahora me da vueltas.
Empieza a caer una lluvia fría sobre nosotras.
- Serena contrólate. Piensa en tus sueños tienes que enfrentarlo. Si luchas contra el agua te vas a ahogar, si te dejas llevar quizás puedas sobrevivir.
Volteo al ver que viene Marina cantando por la playa seguida por un muchacho, que cuando pasa junto a nosotras parece que ni nos ve, y se meten juntos al agua.
- ¿Qué está pasando?
- Si quieres saber tienes que nadar. Ven vamos. Mira hacia el cielo, aún no te controlas, aprovecha la luna llena para liberarte.
De nuevo se ilumina el agua. Artina se mete hasta que el agua le llega a la cintura y sus ojos se ponen rojos. Escucho la canción que me invita al mar; pero esta vez me da miedo saber lo que está pasando, el hombre lanza un grito desolador, levanto la mirada, y se ve a lo lejos como Marina lo hunde en lo profundo.
- Ven Serena, esto es lo que eres.
- Ah? Yo... no, no.. doy un paso atrás. Mi cabeza. Ahora es Artina quien me lanza un grito agudo.
- Serena, Serena, gritan desde atrás pero como no volteo me agarran por el brazo. Vámonos de aquí.
Me giro y veo a Tomás, miro de nuevo al agua y creo ver que Artina se aleja nadando, pero que es eso? Una cola? No lo resisto y me desmayo.
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