Capítulo XX: El Ataque

–He dicho que no regresaré con el Rey a la Corte Madre. Te pido expresamente que no insistas más. Permaneceré aquí en Hetford – Lizzie ya estaba aburrida y no acabó el vino que su madre le ofreció.

–¿Es que acaso no percibes los sentimientos del Rey? ¿Has reparado en la manera en que te mira?– La Reina viuda la interrogó

–¿Deberían importante sus sentimientos? ¿O sus miradas?

–Sí que eres poco observadora hija mía. ¿No has notado cómo Su Majestad te contempla? El Rey siente algo muy fuerte por ti.

–Todos los hombres dicen sentir "algo especial" por una mujer o, más bien, por muchas mujeres. ¿Cuál es la utilidad de eso?– se tomó el mentón riendo irónica.

–Eso es tu carta ganadora Lizzie. Puedes sacar mucho provecho de los sentimientos del Rey hacía a ti. Esa será tu arma para mantener a Su Majestad de tu parte y te puedas proteger de las artimañas de tus enemigos– se paró al lado de su hija y le acarició el hombro.

–Lady madre, tú más que nadie sabe que los hombres tienen un pie en la tierra y otro en el mar, no son seres firmes ni constantes. Aun así ¿Me incitas a confiar en un hombre que además es nuestro enemigo?

–Este hombre es distinto, es el Rey de Inglaterra. Podría matarnos a todos los York con una sola orden. Si tú lo tienes de tu lado, toda tu familia estará segura; no se atrevería a tocar a los parientes de la mujer que ama. Usa el afecto del Rey para ganar poder e influencia

Elizabeth se volteó a su madre mostrándole una sonrisa malévola y mordaz.

–¿De verdad madre? ¿Piensas que usaría artimañas tan viles para asegurar mi posición como soberana? No necesito de ningún hombre incluso fuera el monarca más poderoso para conseguir poder y dominio en el Reino. Hay otra vía por la cual una Reina acrecienta su autoridad – se sentó con toda jactancia en una silla aterciopelada y dirigió los ojos regios a su madre.

–Me impresionas Lizzie. Has aprendido mucho en tan poco tiempo...

–En medio tantas víboras tienes aprender a convivir y protegerte de sus venenos.

–Suenas igual a tu difunto padre, el Rey Edward IV– se acercó a Lizzie y le acarició con orgullo la mejilla – Una digna York. Aunque insistiré en el otro asunto: si Henry Tudor está enamorado de ti tienes mucho para ganar en la Corte y en el gobierno.

–¿Él enamorado de mí?– echó a reír a carcajadas

Por la tarde, mientras el Rey atendía unos asuntos urgentes que le habían llegado, Elizabeth quiso salir a montar a caballo con Mary y sus hermanas pequeñas; iban a unos terrenos solitarios cerca de palacio así que no solicitaron guardias ni custodios para la seguridad. Era una buena idea para escapar de las interrogaciones de su madre y las insistencias del Rey.

El Rey se fue un pequeño despacho a revisar las misivas, había muchas de Lady Margaret en las que le exigía retornar al Palacio de Greenwich sin la Reina así que optó por dejarlas a un lado y continuar por las más importantes. Un documento tenía a Jasper Tudor como remitente y tenía el sello de la corona, al parecer era de carácter apremiante y requería leerse de inmediato.

Querido Sobrino.

Me tomé el atrevimiento de usar tu sello, no lo hubiera hecho de no ser grave lo que tengo para decirte. Recibimos informes de que un grupo de rebeldes yorkistas disfrazados de monjes anda por los límites de Hetford, llegaron hasta la capital burlando la seguridad y apoyados por nobles de Norfolk, amigos de Francis Lovell. Temo que quieran tenderte una emboscada mientras estás fuera de la ciudad.

A penas leas esto. Por favor, envíame una respuesta para mandar soldados.

Ten mucho cuidado y que Dios te proteja.

Tu tío Jasper Tudor.

El Rey abandonó la habitación. Fue a pedir al mayordomo del palacio que reuniera a los pocos guardias en la puerta principal, quería saber el número de fuerzas que contaba para proteger a la Reina y a su familia. Ordenó no descuidar la entrada, interrogar a los sirvientes y criados y, vigilar los límites de la propiedad.

Comunicó las crudas novedades a Elizabeth Woodville. Pálida y temerosa, admitió que Lizzie y tres de sus hermanas fueron a pasear a caballo hacia un campo que daba a un bosque. La madre inundada por la preocupación, tomó las manos de su yerno para rogarle ir en su búsqueda, ya había perdido a dos de sus hijos, no se creía capaz de aguantar otra tragedia en su familia.

–Soberano, hablo ante usted como una madre suplicando por la seguridad de sus hijas. Por favor. No permita que algo les pase, tráigalas de regreso a casa– sollozaba y se secaba las lágrimas que caían por las mejillas.

–Mi señora, iré por las hijas y se las regresaré a los brazos de su madre. Deme su bendición y rece por el bienestar de ellas– tomó la mano de su suegra, la besó y salió impaciente.

En el campo las hermanas York jugaron un rato a las escondidas, hicieron unas breves carreras a caballo para cuidar a las más pequeñas, se aventuraron unos momentos en el bosque y acabaron tendidas sobre la hierba observando las nubes.

Mary se percató de un grupo de monjes caminando a prisa por el bosque, llevaban los rostros cubiertos e inclinados como si no quisiesen que los reconocieran.

Los hombres las siguieron desde lejos y vigilando cada paso. Pareciera que trataban de adivinar lo que conversaran.

La princesa tuvo la sospecha que los monjes las estaban espiando. Se puso de pie, los observó arrodillados cerca de la entrada de la arboleda no muy lejos de donde ellas estaban.

–Lizzie hay unos hombres vestidos de monjes, allí donde están esos abetos– apuntó con la vista– Venían tras nosotras al dejar el bosque... yo creo que algo pretenden.

–¿Dónde están?– alzó la vista– Por lo visto están rezando, he venido antes aquí y jamás los había encontrado ¿Mary crees que estén tramando algo?

–Shhhhhh, habla más abajo, tengo la impresión de que están atentos a todo lo hablemos. Mejor volvamos a casa, para seguridad de las pequeñas es prudente irnos de este lugar.

Las hermanas iban caminando a los caballos, los temores de Mary convencieron a Elizabeth de irse de ese lugar para no correr riesgos; los hombres las vigilaban detenidamente con unas miradas de terror y cuando las chicas empezaron a caminar, ellos las persiguieron disimuladamente. Faltaban unos metros para llegar hasta los caballos, en ese momento Elizabeth vio volar una flecha por encima y pegó en el árbol donde estaban los animales.

–¿De dónde salió eso, Elizabeth?

–Vino desde la arboleda. Han sido esos hombres ¡Mary súbete a los caballos y llévate a las niñas¡ ¡Vamos hazlo!

Mary obedeció a la orden de su hermana mayor. Tenía demasiado miedo y lo único que ansiaba era escapar de ahí, subió a Anne y Catherine a sus respectivos caballos, Elizabeth les hizo una seña y se fueron a tiro galope mientras otra fecha salió disparada contra ellas, sin alcanzarlas. Asustada, Mary gritó y volteó para ver a Lizzie, caminando hacia la entrada al bosque.

–¡Hermana! ¡Qué demonios intentas hacer!

Elizabeth hizo omiso al grito de Mary, si no que avanzó sola en dirección a la floresta. Sí los desconocidos la querían a ella por ser la Reina de Inglaterra, los enfrentaría sin miedo para averiguar qué pretendían. Se había enfrentado a situaciones peores en el pasado, cuando su padre se encontraba en la guerra, así que estos desconocidos no hacían temblar ni siquiera un cabello de su cabeza.

–¡Aquí me tienen sola y desarmada! Me quieren a mí ¿no es cierto?. Vamos, ataquen de frente y no como los cobardes que son o, como los traidores que les ordenaron alzarse contra su Reina.

Uno de los hombres salió de entre los árboles, caminó en dirección a Elizabeth, sosteniendo en la mano derecha un arco; al parecer no quería atacarla pero su andar era rápido e intimidante. A ella le pareció familiar esa manera de caminar, no recordaba exactamente de quién, aunque reconoció los pies separados al pisar en el suelo.

El incógnito individuo seguía avanzando, Elizabeth tenía agarrada su daga debajo de la capa. El agónico silencio fue interrumpido por un ruido de caballos que se acercaban, el Rey se hizo acompañar por los guardias del palacio; antes se topó con la Princesa Mary, la cual le informó que la Reina se quedó sola para enfrentar a los rebeldes. Henry tragó saliva y apresuró más al animal, no concebía la idea que a su esposa le pasara algo malo, ni concebir las viles acciones que esos malhechores podrían cometer con ella.

–¡Elizabeth!

La chica se giró hacia la hueste que venía con el Rey y se puso el triple de nerviosa, ya que él corría más peligro que ella. Una flecha salió disparada dirigida al grupo que estaba por llegar. Por instinto, Elizabeth se volteó al sujeto que escapaba al bosque; de pronto sintió un fuerte y punzante dolor en lado izquierdo del pecho justo abajo de la clavícula, se miró y ahí estaba la mancha roja que crecía sobre el vestido. Llena de coraje se arrancó la saeta para luego caer de rodillas y desplomarse en el suelo.

–¡Nooooooooo! ¡Elizabeth!– una cantidad de fechas salieron del bosque, Henry y sus hombres tuvieron que arrojarse a la hierba para no ser alcanzados.

Los rebeldes tenían el objetivo de alcanzar al Rey, la emboscada era para él con el propósito de darle muerte de manera rápida y que les diera tiempo para huir. Herir a la Reina no era parte de los planes. Pagarían un alto precio por esa fechoría.

–Tengo que ir con ella. Se está desangrando– angustiado veía el cuerpo sin movimiento de su esposa en el suelo.

– Aguarde Su Majestad, estos forajidos no van a resistir solo con arcos.

Los soldados penetraron a la arboleda, mientras los rebeldes depusieron sus armas y salieron huyendo entre los gruesos robles.

Corriendo, el Rey fue hasta su esposa y se arrodilló afligido a su lado. Elizabeth a penas respiraba, su piel era pálida y había una gran cantidad de sangre a su lado.

–¡Elizabeth abre los ojos! Vamos, ya estoy aquí y no te dejaré ¡Maldita sea, por favor, permanece conmigo!

–Mi... Señor...– balbuceó apenas abriendo los ojos y luego perdió la conciencia.

Henry la tomó en brazos, sin antes armar una venda improvisada para detener la sangre.

–Quédate conmigo, no cierres tus ojos. ¡Vas a estar bien!

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Comments

Carmen Blanco

Carmen Blanco

me gusta mucho la historia espero leer.toda la historia.

2023-03-10

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Capítulos
1 Capítulo I: Deber y venganza
2 Capítulo II: Solo es un acuerdo.
3 Capítulo III: Te doy mi palabra.
4 Capítulo IV: Primeras diferencias.
5 Capítulo V: Reina de Inglaterra.
6 Capítulo VI: Lenta con los labios.
7 Capítulo VII: No eres mi marido
8 Capítulo VIII: Las sospechas que llevan al deseo.
9 Capítulo IX: Proximidad
10 Capítulo X: Celos
11 Capítulo XI: La singular cobranza para un premio.
12 Capítulo XII: Yo no perdono.
13 Capítulo XIII: El cielo en sus ojos.
14 Capítulo XIV: El Flashback
15 Capítulo XV: La salida de la discordia.
16 Capítulo XVI: El riesgo de no perdonarlo.
17 Capítulo XVII: Huésped indeseable.
18 Capítulo XVIII: Esta mujer tiene dueño.
19 Capítulo XIX: Eres linda, aunque no tanto.
20 Capítulo XX: El Ataque
21 Capítulo XXI: Mi vida va a perder sentido.
22 Capítulo XXII: Regresa a mí.
23 Capítulo XXIII: Ha llegado la hora de actuar.
24 Capítulo XXIV: Enemigos.
25 Capítulo XXV: El Plan.
26 Capítulo XXVI: La Tregua.
27 Capítulo XXVII: ¡Él es mi marido!
28 Capítulo XXVIII: Íntima.
29 Capítulo XXIX: Propuesta.
30 Capítulo XXX: Acuerdo.
31 Capítulo XXXI: Juntos.
32 Capítulo XXXII: Panorama sombrío.
33 Capítulo XXXIII: Regalo.
34 Capítulo XXXIV: Días contados.
35 Capítulo XXXV: Cartas.
36 Capítulo XXXVI: Perdiste Elizabeth.
37 Capítulo XXXVII: Obligación.
38 Capítulo XXXVIII: Toda la repugnancia.
39 Capítulo XXXIX: Alejarme.
40 Capítulo XL: Baile del final.
41 Capítulo XLI: Se ha ido.
42 Capítulo XLII: Expuestas.
43 Capítulo XLIII: Volverá.
44 Capítulo XLIV: Lejanía.
45 Capítulo XLV: Esperanzas.
46 Capítulo XLVI: Sentimientos.
47 Capítulo XLVII: Una señal.
48 Capítulo XLVIII: Destino.
49 Capítulo XLIX: Ilusión idílica.
50 Capítulo L: Soy su marido.
51 Capítulo LI: Tuyo.
52 Capítulo LII: Confesión.
53 Capítulo LIII: Ella ya no está más.
54 Capítulo LIV: Secretos dolorosos.
55 Capítulo LV: Pieza de ajedrez.
56 Capítulo LVI: Corazón quebrado.
57 Capítulo LVII: Me amas, me deseas.
58 Capítulo LVIII: A mí no.
59 Capítulo LIX: Estoy sola.
60 Capítulo LX: Henry.
61 Capítulo LXI: Gracias.
62 Capítulo LXII: El trato se anuló.
63 Capítulo LXIII: Sigan en lo suyo.
64 Capítulo LXIV: Lealtad.
65 Capítulo LXV: La Furia del Amor.
66 Capítulo LXVI: El mar.
67 Capítulo LXVII: Luna de Miel.
68 Capítulo LXVIII: Ocaso.
69 Capítulo LXIX: Sangre.
70 Capítulo LXX: Abismo.
71 Capítulo LXXI– Un niño.
72 Capítulo LXXII: Maldito destino.
73 Capítulo LXXIII: Guerra.
74 Capítulo LXXIV: Saldremos muertos.
75 Capítulo LXXV: Hija de Judas.
76 Capítulo LXXVI: Barrera
77 Capítulo LXXVII: Juramento.
78 Capítulo LXXVIII: Escondido.
79 Capítulo LXXIX: Irá y Júbilo.
80 Capítulo LXXX: Fantasma de Mujer.
Capítulos

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1
Capítulo I: Deber y venganza
2
Capítulo II: Solo es un acuerdo.
3
Capítulo III: Te doy mi palabra.
4
Capítulo IV: Primeras diferencias.
5
Capítulo V: Reina de Inglaterra.
6
Capítulo VI: Lenta con los labios.
7
Capítulo VII: No eres mi marido
8
Capítulo VIII: Las sospechas que llevan al deseo.
9
Capítulo IX: Proximidad
10
Capítulo X: Celos
11
Capítulo XI: La singular cobranza para un premio.
12
Capítulo XII: Yo no perdono.
13
Capítulo XIII: El cielo en sus ojos.
14
Capítulo XIV: El Flashback
15
Capítulo XV: La salida de la discordia.
16
Capítulo XVI: El riesgo de no perdonarlo.
17
Capítulo XVII: Huésped indeseable.
18
Capítulo XVIII: Esta mujer tiene dueño.
19
Capítulo XIX: Eres linda, aunque no tanto.
20
Capítulo XX: El Ataque
21
Capítulo XXI: Mi vida va a perder sentido.
22
Capítulo XXII: Regresa a mí.
23
Capítulo XXIII: Ha llegado la hora de actuar.
24
Capítulo XXIV: Enemigos.
25
Capítulo XXV: El Plan.
26
Capítulo XXVI: La Tregua.
27
Capítulo XXVII: ¡Él es mi marido!
28
Capítulo XXVIII: Íntima.
29
Capítulo XXIX: Propuesta.
30
Capítulo XXX: Acuerdo.
31
Capítulo XXXI: Juntos.
32
Capítulo XXXII: Panorama sombrío.
33
Capítulo XXXIII: Regalo.
34
Capítulo XXXIV: Días contados.
35
Capítulo XXXV: Cartas.
36
Capítulo XXXVI: Perdiste Elizabeth.
37
Capítulo XXXVII: Obligación.
38
Capítulo XXXVIII: Toda la repugnancia.
39
Capítulo XXXIX: Alejarme.
40
Capítulo XL: Baile del final.
41
Capítulo XLI: Se ha ido.
42
Capítulo XLII: Expuestas.
43
Capítulo XLIII: Volverá.
44
Capítulo XLIV: Lejanía.
45
Capítulo XLV: Esperanzas.
46
Capítulo XLVI: Sentimientos.
47
Capítulo XLVII: Una señal.
48
Capítulo XLVIII: Destino.
49
Capítulo XLIX: Ilusión idílica.
50
Capítulo L: Soy su marido.
51
Capítulo LI: Tuyo.
52
Capítulo LII: Confesión.
53
Capítulo LIII: Ella ya no está más.
54
Capítulo LIV: Secretos dolorosos.
55
Capítulo LV: Pieza de ajedrez.
56
Capítulo LVI: Corazón quebrado.
57
Capítulo LVII: Me amas, me deseas.
58
Capítulo LVIII: A mí no.
59
Capítulo LIX: Estoy sola.
60
Capítulo LX: Henry.
61
Capítulo LXI: Gracias.
62
Capítulo LXII: El trato se anuló.
63
Capítulo LXIII: Sigan en lo suyo.
64
Capítulo LXIV: Lealtad.
65
Capítulo LXV: La Furia del Amor.
66
Capítulo LXVI: El mar.
67
Capítulo LXVII: Luna de Miel.
68
Capítulo LXVIII: Ocaso.
69
Capítulo LXIX: Sangre.
70
Capítulo LXX: Abismo.
71
Capítulo LXXI– Un niño.
72
Capítulo LXXII: Maldito destino.
73
Capítulo LXXIII: Guerra.
74
Capítulo LXXIV: Saldremos muertos.
75
Capítulo LXXV: Hija de Judas.
76
Capítulo LXXVI: Barrera
77
Capítulo LXXVII: Juramento.
78
Capítulo LXXVIII: Escondido.
79
Capítulo LXXIX: Irá y Júbilo.
80
Capítulo LXXX: Fantasma de Mujer.

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