Capítulo XIV: El Flashback

Incómoda y molesta por la burla, Elizabeth volvió a su cama de golpe. Se cubrió completa y cerró los ojos para intentar dormir. No lograba encontrar una postura correcta. Se quedó de espaldas en la cama, luego se destapó por el calor que sentía; su lengua rozó los labios, pasó los dedos por encima y recordó lo que pasó entre ella y Henry después de la carrera.

Elizabeth no dejaba de sentir ardor y placer al sentir el cuerpo de su esposo tan cerca. Henry subió por el cuello hasta sus labios, un cálido beso volvió arrebatar su boca.

De pronto abrió los ojos, volvió en sí y con una mano lo hizo a un lado de manera brusca.

–¿Qué...pasó Elizabeth?– Henry trató de recuperar el aliento.

–No puedo... no puedo y no debo hacer esto– acomodó el escote del vestido y bajó su falda.

–No te entiendo, lo estabas gozando y dispuesta a continuar ¿Por qué no puedes?

– Porque no somos un matrimonio de verdad. Esto es solamente trato y nada más. No pueda haber nada entre nosotros en este año y medio.

–De nuevo insiste en eso. ¿Es que acaso no lo vas a olvidar nunca?

–Jamás y tampoco voy a dejar que usted lo olvide. Me dio su palabra y no se puede retractar– se levantó y se puso a mirar dónde estaba su caballo, veía al caballo del Rey y no al de ella.

–Puedes decir todo lo que quieres, lástima que tus acciones no reflejen lo mismo que tus palabras– Henry se levantó y sacudió el pasto de su ropa

–¿Qué quiero decir mi Lord? No lo entiendo.

Elizabeth caminó unos pasos buscando al caballo que había desaparecido. Henry fue hasta ella y se quedó a su lado.

–Se lo voy a explicar Su Majestad: yo te besé y tú respondiste a mi beso, pude sentir como tu cuerpo se estremeció y el calor subió a tu rostro.

Elizabeth permaneció en silencio unos momentos. Hace unos minutos ella estaba disfrutando de los besos y caricias de su marido, entregándose plenamente a sus sentidos. Cuando veía el rostro del Rey no podía olvidar a sus hermanos asesinados ni que había sido forzada a casarse con él. En su mente lo odiaba con toda su alma, no obstante, su cuerpo reaccionaba cuando las manos masculinas acariciaban su piel y su boca era aprisionada por sus besos.

–Un momento de debilidad lo tiene cualquiera. Si usted y otros hombres los tienen y se justifican, entonces yo también tengo derecho hacerlo– protestó hábilmente.

–Para mí sería un placer asistirte en tus momentos de debilidad, si quieres te puedo dar respiración boca a boca– sonrió coqueto.

Elizabeth se apartó irritada, siguió llamando al caballo para poder regresar al palacio, la tarde ya avanzada y estaba muy próximo el anochecer.

– No sea idiota mi señor. No necesito de ningún hombre para eso– admitió con petulancia.

–Acéptalo Elizabeth, tú también me deseas. Lo pude comprobar cuando ardías entre mis brazos y jadeabas con mis besos, no vale de nada negarlo.

–No lo entiendo mi señor. Habíamos acordado que no pasaría nada de esto entre usted y yo ¿Qué cambió de repente?

–Pasa que... –tomó aire profundo– tú me gustas Elizabeth de York. Así es me gustas mucho.

–Su broma no me agrada mi Lord– replicó impactada por semejante declaración.

Henry se puso frente a ella, la sujetó de los brazos y la miró directo a los ojos

– No es una burla. Tú me gustas de verdad. No sé si es tu mal carácter, tus respuestas insolentes o miradas petulantes, pero el hecho es que no te puedo sacar de mi cabeza y estás todo el tiempo en mis pensamientos.

–¿Y Lady Anna también forma parte de sus pensamientos? Mi lady madre tenía razón: los hombres son seres extraños, te profesan su afecto, te prometen el paraíso, ofrecen su vida por ti y, sin embargo, son incapaces de ser fieles a una sola mujer.

–Siempre tienes ácidas respuestas en la punta de tu lengua. No obstante, tu cuerpo me dice otra cosa cuando lo tocó o me aproximo a ti– se acercó para sentir su aliento agitado.

Ella ignoró lo último que dijo el Rey. Se soltó y empezó a caminar sola. Henry fue a buscar su caballo, se subió y percibió que el otro animal no estaba.

–Parece que su caballo regresó solo mi señora. Ven sube aquí, así no tardaremos en regresar– señaló la montura delante de él.

–No pienso subir ahí. Tengo dos pies para usarlos, por lo que volveré caminando al palacio.

–Vamos no seas terca. Ya está oscureciendo y no me perdonaría si algo te pasa.

Ella siguió caminando a paso ligero y Henry la seguía. Las botas de montar que llevaba eran más pesadas, por lo que unos cuantos metros avanzados ya le dolían los pies. Él se dio cuenta, descendió del caballo, la tomó bruscamente en brazos, la puso sobre la montura y luego se ubicó detrás de ella.

De nuevo estaban cerca el uno del otro. Henry estiró las manos debajo de los brazos de Elizabeth para sujetar las tiendas, su mentón barbudo rozaba el hombro de su esposa y llegaba hasta su nariz un embriagador aroma a rosas que lo hacía perder los sentidos. Ella se puso nerviosa otra vez, sentía el aliento tibio de su esposo en su cuello y su espalda pegada al torso de él.

No había vuelta atrás. Henry despertaba sus más íntimos deseos, sensaciones que nunca sintió antes. Su enemigo se había transformado en el dueño y amo de su cuerpo, el ardor recorría cada célula de su organismo cuando las manos de su marido acariciaban su piel y sus labios secuestraban los suyos.

–Supongo mi Señor que quedó con ganas de estar con una mujer, llegando al palacio podrá hacerlo– Henry rió por la sugerencia perspicaz de su esposa

–Esas ganas llevan tu nombre– Elizabeth se estremeció– y la única mujer con la que quiero estar es contigo.

Llegaron de noche al palacio, al parecer los soldados estaban buscándolos porque los creían perdidos, así pudieron entrando directamente al establo para dejar el caballo; ahí se encontraba el caballo de la Reina dentro de su corral, el animal regresó solo y eso preocupó a la guardia del palacio.

Henry descendió de un salto del caballo, con un brazo rodeó a Elizabeth por la cintura para bajarla y colocarla sobre el suelo, ambos quedaron frente a frente sintiendo sus respiraciones. Él no resistió la tentación, la apretó contra él y la besó con pasión, esta vez ella no opuso ninguna resistencia y devolvió los besos que el Rey le daba, es más le gustaron. Elizabeth empezaba a retroceder hasta que chocó con una pared, Henry no soltaba sus labios ni sus fuertes manos se despegaban del cuerpo de ella, por unos segundos dejó la boca para ir a la clavícula; su esposa temblaba y arqueada el cuello demostrando que disfrutaba las caricias que su esposo le daba.

–¿Lo has notado? Hay una sola mujer a la que deseo– clavó la mirada directo en sus ojos– Esa eres tú Elizabeth, pero jamás te voy a tomar a la fuerza. Serás mía cuando tú lo quieras y, cuando llegue ese día y estés en mis brazos vas a olvidar ese bendito acuerdo.

Elizabeth no borraba de su mente ese momento ni las palabras del Rey, ahora justo cuando salió al balcón para distraerse y respirar profundo se había topado con él. No se atrevió a reconocer que los besos de Henry provocaban un calor en su interior, no sabía como explicarlo, algo como un fuego surgía dentro de su cuerpo cada vez que él la tocaba, pero ella lo atribuía simplemente a la debilidad que cualquier mujer pudiera experimentar ante un hombre atractivo como su marido.

La joven pensaba que al momento en que su madre le avisó sobre el matrimonio, no existía ninguna posibilidad de ser feliz. Desde pequeña sabía que su futuro era cuestión de Estado, todo quedaba a decisión de sus padres y de los políticos pero valiéndose de su astucia, puso como condición que el futuro pretendiente al menos fuera de su agrado y fuera honrado. Con Henry Tudor fue todo rápido e impuesto, nada semejante a como imaginó.

–¡Basta! No te puedes permitir en este momento que las emociones o sensaciones te desvíen del objetivo. Debes dominar tus sentimientos y enfriar al máximo tu corazón– se levantó de la cama para ubicarse frente al espejo– Eres Elizabeth de York, hija del Rey Edward IV y Elizabeth Woodville, Reina de Inglaterra, nada ni mucho menos el Rey te va a disuadir de tu propósito: vas a vengarte de Henry Tudor y harás que page ante la justicia por sus crímenes, junto con todos sus cómplices. No hay lugar para sentimentalismos.

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Teresa Villarreal

Teresa Villarreal

espero q sus hermanos estén vivos

2023-01-03

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Capítulos
1 Capítulo I: Deber y venganza
2 Capítulo II: Solo es un acuerdo.
3 Capítulo III: Te doy mi palabra.
4 Capítulo IV: Primeras diferencias.
5 Capítulo V: Reina de Inglaterra.
6 Capítulo VI: Lenta con los labios.
7 Capítulo VII: No eres mi marido
8 Capítulo VIII: Las sospechas que llevan al deseo.
9 Capítulo IX: Proximidad
10 Capítulo X: Celos
11 Capítulo XI: La singular cobranza para un premio.
12 Capítulo XII: Yo no perdono.
13 Capítulo XIII: El cielo en sus ojos.
14 Capítulo XIV: El Flashback
15 Capítulo XV: La salida de la discordia.
16 Capítulo XVI: El riesgo de no perdonarlo.
17 Capítulo XVII: Huésped indeseable.
18 Capítulo XVIII: Esta mujer tiene dueño.
19 Capítulo XIX: Eres linda, aunque no tanto.
20 Capítulo XX: El Ataque
21 Capítulo XXI: Mi vida va a perder sentido.
22 Capítulo XXII: Regresa a mí.
23 Capítulo XXIII: Ha llegado la hora de actuar.
24 Capítulo XXIV: Enemigos.
25 Capítulo XXV: El Plan.
26 Capítulo XXVI: La Tregua.
27 Capítulo XXVII: ¡Él es mi marido!
28 Capítulo XXVIII: Íntima.
29 Capítulo XXIX: Propuesta.
30 Capítulo XXX: Acuerdo.
31 Capítulo XXXI: Juntos.
32 Capítulo XXXII: Panorama sombrío.
33 Capítulo XXXIII: Regalo.
34 Capítulo XXXIV: Días contados.
35 Capítulo XXXV: Cartas.
36 Capítulo XXXVI: Perdiste Elizabeth.
37 Capítulo XXXVII: Obligación.
38 Capítulo XXXVIII: Toda la repugnancia.
39 Capítulo XXXIX: Alejarme.
40 Capítulo XL: Baile del final.
41 Capítulo XLI: Se ha ido.
42 Capítulo XLII: Expuestas.
43 Capítulo XLIII: Volverá.
44 Capítulo XLIV: Lejanía.
45 Capítulo XLV: Esperanzas.
46 Capítulo XLVI: Sentimientos.
47 Capítulo XLVII: Una señal.
48 Capítulo XLVIII: Destino.
49 Capítulo XLIX: Ilusión idílica.
50 Capítulo L: Soy su marido.
51 Capítulo LI: Tuyo.
52 Capítulo LII: Confesión.
53 Capítulo LIII: Ella ya no está más.
54 Capítulo LIV: Secretos dolorosos.
55 Capítulo LV: Pieza de ajedrez.
56 Capítulo LVI: Corazón quebrado.
57 Capítulo LVII: Me amas, me deseas.
58 Capítulo LVIII: A mí no.
59 Capítulo LIX: Estoy sola.
60 Capítulo LX: Henry.
61 Capítulo LXI: Gracias.
62 Capítulo LXII: El trato se anuló.
63 Capítulo LXIII: Sigan en lo suyo.
64 Capítulo LXIV: Lealtad.
65 Capítulo LXV: La Furia del Amor.
66 Capítulo LXVI: El mar.
67 Capítulo LXVII: Luna de Miel.
68 Capítulo LXVIII: Ocaso.
69 Capítulo LXIX: Sangre.
70 Capítulo LXX: Abismo.
71 Capítulo LXXI– Un niño.
72 Capítulo LXXII: Maldito destino.
73 Capítulo LXXIII: Guerra.
74 Capítulo LXXIV: Saldremos muertos.
75 Capítulo LXXV: Hija de Judas.
76 Capítulo LXXVI: Barrera
77 Capítulo LXXVII: Juramento.
78 Capítulo LXXVIII: Escondido.
79 Capítulo LXXIX: Irá y Júbilo.
80 Capítulo LXXX: Fantasma de Mujer.
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1
Capítulo I: Deber y venganza
2
Capítulo II: Solo es un acuerdo.
3
Capítulo III: Te doy mi palabra.
4
Capítulo IV: Primeras diferencias.
5
Capítulo V: Reina de Inglaterra.
6
Capítulo VI: Lenta con los labios.
7
Capítulo VII: No eres mi marido
8
Capítulo VIII: Las sospechas que llevan al deseo.
9
Capítulo IX: Proximidad
10
Capítulo X: Celos
11
Capítulo XI: La singular cobranza para un premio.
12
Capítulo XII: Yo no perdono.
13
Capítulo XIII: El cielo en sus ojos.
14
Capítulo XIV: El Flashback
15
Capítulo XV: La salida de la discordia.
16
Capítulo XVI: El riesgo de no perdonarlo.
17
Capítulo XVII: Huésped indeseable.
18
Capítulo XVIII: Esta mujer tiene dueño.
19
Capítulo XIX: Eres linda, aunque no tanto.
20
Capítulo XX: El Ataque
21
Capítulo XXI: Mi vida va a perder sentido.
22
Capítulo XXII: Regresa a mí.
23
Capítulo XXIII: Ha llegado la hora de actuar.
24
Capítulo XXIV: Enemigos.
25
Capítulo XXV: El Plan.
26
Capítulo XXVI: La Tregua.
27
Capítulo XXVII: ¡Él es mi marido!
28
Capítulo XXVIII: Íntima.
29
Capítulo XXIX: Propuesta.
30
Capítulo XXX: Acuerdo.
31
Capítulo XXXI: Juntos.
32
Capítulo XXXII: Panorama sombrío.
33
Capítulo XXXIII: Regalo.
34
Capítulo XXXIV: Días contados.
35
Capítulo XXXV: Cartas.
36
Capítulo XXXVI: Perdiste Elizabeth.
37
Capítulo XXXVII: Obligación.
38
Capítulo XXXVIII: Toda la repugnancia.
39
Capítulo XXXIX: Alejarme.
40
Capítulo XL: Baile del final.
41
Capítulo XLI: Se ha ido.
42
Capítulo XLII: Expuestas.
43
Capítulo XLIII: Volverá.
44
Capítulo XLIV: Lejanía.
45
Capítulo XLV: Esperanzas.
46
Capítulo XLVI: Sentimientos.
47
Capítulo XLVII: Una señal.
48
Capítulo XLVIII: Destino.
49
Capítulo XLIX: Ilusión idílica.
50
Capítulo L: Soy su marido.
51
Capítulo LI: Tuyo.
52
Capítulo LII: Confesión.
53
Capítulo LIII: Ella ya no está más.
54
Capítulo LIV: Secretos dolorosos.
55
Capítulo LV: Pieza de ajedrez.
56
Capítulo LVI: Corazón quebrado.
57
Capítulo LVII: Me amas, me deseas.
58
Capítulo LVIII: A mí no.
59
Capítulo LIX: Estoy sola.
60
Capítulo LX: Henry.
61
Capítulo LXI: Gracias.
62
Capítulo LXII: El trato se anuló.
63
Capítulo LXIII: Sigan en lo suyo.
64
Capítulo LXIV: Lealtad.
65
Capítulo LXV: La Furia del Amor.
66
Capítulo LXVI: El mar.
67
Capítulo LXVII: Luna de Miel.
68
Capítulo LXVIII: Ocaso.
69
Capítulo LXIX: Sangre.
70
Capítulo LXX: Abismo.
71
Capítulo LXXI– Un niño.
72
Capítulo LXXII: Maldito destino.
73
Capítulo LXXIII: Guerra.
74
Capítulo LXXIV: Saldremos muertos.
75
Capítulo LXXV: Hija de Judas.
76
Capítulo LXXVI: Barrera
77
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78
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