–Nunca antes he dicho esto y no lo digo como Rey, sino como hombre: Perdóname Elizabeth, estoy arrepentido de lo que te hice. Te doy mi palabra que no volverá a pasar– buscó los ojos de Elizabeth para mostrarle que estaba siendo honesto, quería verse reflejado en ese color azul y ella pudiera ver la angustia que cargaba.
Pero las cosas no saldría según sus planes. El Rey veía que no podía controlar las voluntades a su gusto.
–No necesita disculparse por protocolo, ni hacer promesas que se las llevará el viento. Si me disculpa, mi señor, quiero descansar– le dio la espalda y se dirigió a la cama.
La respuesta de su esposa fue otro puñal clavado en su pecho. Henry sabía que ella hablaba desde el resentimiento y la venganza y, entendía que tenía sus motivos, pese a eso, las palabras no dejaban de lastimarlo y atormentarlo. Él mismo había creado los cimientos del muro que Elizabeth se empeñaba en mantener con su indiferencia.
No obstante había avanzado un paso, Elizabeth le estaba hablando y eso lo hizo olvidar por un segundo el pesar que sentía.
– Ya me estás respondiendo, es una buena señal– sonrió entusiasta– Me siento extraño estar aquí, tú usando ropa de dormir masculina y estando a solas– caminó hasta su esposa y así tener más acceso a los ojos..
– Nunca me gustaron los camisones. Tampoco quiero exponer esta situación frente a mi lady madre. No tengo otra opción que dormir aquí. – mostró un artefacto utilizado para la autodefensa – Sé que podré dormir segura esta noche.
— No debes estar nerviosa, querida esposa, no haré nada que tú no desees.
–¿Nerviosa yo? En absoluto, simplemente no confío en usted.
–Sé que no me tienes confianza. No es preciso repetirlo– afirmó tajante.
– Lo repito, para que no lo borre de su mente, mi señor.
Elizabeth fue a su lado favorito de la cama, Beth le había dejado las mantas listas, quitó las pantuflas de los pies, se metió a la cama y apagó las velas, dejando a Henry completamente a oscuras para complicarle el camino al lecho. Él solo agitó la cabeza de risa, la pequeña travesura de su esposa le pareció graciosa y hasta un poco infantil.
– Que lástima que apagaste las velas, no pude ver mi rostro... reflejado en tus preciosos ojos antes de dormir. – se metió a la cama y se acomodó de espaldas.
– Cierre los ojos y descanse, mi señor– Elizabeth le dio la espalda y se cubrió completa.
– Aguarda, tengo algo que preguntarte ¿Dónde tu anillo de matrimonio? ¿Qué hiciste con él?
– Me deshice de el antes de llegar aquí. Lo tiré en el patio. No tenía sentido seguir usándolo en mi mano, era apenas una joya sin importancia.
Elizabeth captó que sería una de las noches más largas que haya vivido. Cerraba los ojos, impaciente por el amanecer y sintiendo la respiración y el calor de su marido tan cerca.
Esto último la ponía más nerviosa, era la primera vez que dormía con un hombre. Además que se sentía levemente excitada por la calidez que emanaba del cuerpo de Henry, hasta tuvo miedo de no resistirse lo suficiente si él se atrevía a besarla y tocarla. Después de un largo tiempo batallando con sus pensamientos y sensaciones, se durmió profundamente.
Henry no había parado de observarla, desde que le dio la espalda hasta que empezó moverse dormida. No podía apartar de su mente la escena en medio de la hierba, ahí la había escuchado gemir en sus brazos, vio el deseo y la excitación reflejados en sus ojos azules, sus labios habían respondido activamente a sus apasionados besos. De nuevo, Elizabeth estaba a unos centímetros, tan cerca, emitiendo un aroma a rosas tentador que lo podía encantar.
De imprevisto, Elizabeth se empezó a mover al medio de la cama, se giró y quedó sobre el pecho de Henry; él tenía su brazo levantado y Elizabeth apoyó su cabeza por completo en este espacio, luego paso su brazo por la cintura de su marido mientras seguía dormida.
El cambio de posición de la esposa, despertó al Rey de sorpresa. Se imaginó muchas veces tener el rostro de Elizabeth así de cerca, la luz que filtraba del ventanal permitía a Henry distinguir a la perfección cada sección del hermoso semblante de su esposa. Todo en ella era magnífico, escultural y perfecto, ni el mejor retrato podría reflejar la belleza y majestuosidad de una ocasión tan cotidiana e íntima, ella emanaba un esplendor auténtico y a la vez muy exótico . El admirador quiso preservar cada detalle de aquella escena sublime en su memoria.
–Te ves tan encantadora y tranquila durmiendo, nadie podría sospechar el carácter de fiera que tienes. Eres mi vida, Elizabeth– la estrechó con fuerza, pero con delicadeza–Nunca me pidas dejarte o alejarte de mí. – acercó su nariz a su cabello para impregnarse de ese aroma a rosas, agachó un poco más la cabeza y depositó un tierno beso en la frente de su esposa.
En la mañana nada había cambiado, Elizabeth seguía durmiendo en los fornidos brazos de su marido, él la había atraído a su velludo pecho y no se apartó de allí. Henry se levantó con sumo cuidado para no despertarla. Se sentía tan atraído por ella que fue una tortura dejarla a un lado, tenía unas desgarradoras ganas de probar esos labios carmesí.
Sí llegase a intentarlo Elizabeth despertaría agresiva o, probablemente respondería esplendorosamente a sus besos e igualmente acabaría entregándose a la pasión.
Optó por levantarse y salir a un pequeño balcón que se encontraba al final del pasillo. Tomar aire lo ayudaría a calmar sus deseos y, a pensar la ardua empresa de convencer a la Reina de volver a la Corte.
–Buenos días, cuñado – una voz femenina le habló por la espalda– ¿Acaso descansaste lo suficiente?
–Buen día, Princesa Cecily...Yo... dormí muy bien– Su cuñada se encaminó hasta él en ropa de dormir, vistiendo un camisón escotado de brazos descubiertos y ajustado a su figura.
–Estoy contenta que sea así. Mi hermana es tan insoportable y no lo debe dejar en paz. Ella es fría como el invierno.
–¿Por qué hablas así de tu hermana?– consultó extrañado
–Solo digo la verdad, querido cuñado. Lizzie no sabe amar.
Cecily deambuló seductoramente hasta el monarca, con total atrevimiento puso una mano sobre los pectorales y acercando sus labios a la boca.
–Si un día necesita satisfacer sus necesidades de hombre, yo con gusto estaré disponible
–¿Qué es esta desfachatez? Soy el marido de tu hermana ¿Qué acaso no tienes respeto por tu persona?– ella rio y quiso tocarle la mejilla– ¿Qué es esto? ¿Por qué estás usando este anillo?– indagó exaltado
–Es precioso ¿no es verdad? Lizzie lo tiró en la entrada de palacio, yo lo tomé para mí.
–¡Quítatelo! Este anillo no te pertenece– la alejó sin piedad y le tomó la mano.
–¿Cecily? ¿Qué haces en estas fachas?– Elizabeth quedó sorprendida y hasta le provocó gracia la escena de su hermana con el Rey.
Henry, en cambio estaba levemente angustiado, había venido arreglar las cosas con Elizabeth y ahora todo podría estropearse. Intentar darle alguna explicación terminaría empeorándolo todo.
–Lizzie yo... yo... mejor me voy– Cecily agachó la cabeza, hizo una reverencia y salió a prisa.
–¡Alto ahí, Su Alteza Real! Por favor, entrégueme la joya y déjeme devolverlo a su propietaria– la chica entregó el anillo y desapareció por el pasillo.
La Reina echó una carcajada estrepitosa, reía sin parar por la actitud insolente de su hermana, se cubrió la boca para no llamar la atención por sus carcajadas.
–¿De qué te estás riendo?– Henry no sabía cuál era el motivo de reír.
–Me causa chiste lo tonta que es Cecily, me di cuenta de que le coqueteaba y que trataría de seducirlo. No me imaginé encontrarla en pleno acto–respiró y continuó riendo.
–Jamás pensaría en tu hermana de esa manera. Es mi cuñada y una princesa de este Reino.
–Usted puede estar con quiera quiera, Su Majestad, yo no soy su dueña ni su ama. Yo soy libre y mi señor también lo es– miró el anillo en su mano– ¿De dónde sacó eso?
–"Eso", tu argolla de bodas, regresó a donde pertenece– agarró la mano derecha de su esposa y puso la joya en su dedo– Este anillo, efectivamente, le va a decir a todos que esta mujer sí tiene dueño.
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Comments
Mari Marisbah
efectivamente está novela no avanza, más de lo mismo, no hay acción, y no me refiero a sexo, me refiero a que la haga más interesante, hay que tener más imaginación abandonó la novela
2024-12-30
1
Elvia Santos
hay no ya me esta aburriendo y creo abandonar la novela pues no pasas de lo mismo la novela no a avanzado nada esta como empezó con esa reyna que no se deja querer que fastidio
2023-06-03
2