Capítulo XIII: El cielo en sus ojos.

El Duque de Suffolk se fue al día siguiente. La Reina no apareció para despedirlo, el Rey cumplió con el protocolo de despedida en el salón principal de palacio.

John de la Pole se aproximó a donde estaba sentado el monarca para besar su mano. La tomó y la besó, estuvo breves segundos con la cabeza inclinada sobre la regia mano.

–Elizabeth no permanecerá mucho tiempo con usted. Ella va a ser mia, se lo aseguro–indicó el Duque al Rey.

Henry tenía un aspecto aterrador, la sentencia del Duque era igual a un sorbo de vinagre entrando por su boca. Si los ojos del Rey mataran, John de la Pole estaría muerto en a penas unos segundos.

El monarca optó por conservar el control de sus emociones, entregó una copia del acuerdo de cooperación al Duque de Suffolk y una daga con la heráldica del ducado como prueba de la alianza establecida. El Arzobispo dio su bendición y el Duque abandonó el salón del trono.

John de la Pole estaba a punto de subir a su carruaje en los jardines del palacio, pero una orden lo hizo bajar el pie de las escalinatas

–Deténgase Su Excelencia. Ya no estamos frente a los importantes del Reino, despidámonos como familia que somos–Henry le extendió los brazos a John, este se acercó y le dio el abrazo más hipócrita que se ha visto.

–Tiene razón Su Majestad, compartimos lazos familiares.

–Sigue soñando que Elizabeth un día estará contigo. Esa mujer es mi esposa, jamás dejaré que alguien la aparte de mí. Y el que intente, no saldrá victorioso en un su misión –Henry susurró amenazante.

El Duque soltó el abrazo, con gravedad le dio la espalda, se subió al carruaje y se puso en marcha.

–Por fin. Supuse que no regresaría nunca a Suffolk...

Jasper Tudor y su sobrino permanecieran en la entrada del edificio real, viendo a la comitiva de Suffolk alejarse a la distancia por el camino de pinos. Era una hermosa mañana de primavera, un cálido sol alumbraba los jardines de rosas y tulipanes.

–Yo también tío. No lo quiero volver por aquí otra vez. A veces ser Rey implica ser diplomático con nobles atrevidos.

–Me doy cuenta sobrino. Y es peor si el noble está enamorado de la Reina ¿no es así?– Jasper bromeó.

–Ese no es el punto, John de la Pole tiene derechos al trono de Inglaterra, es un York, podría intentar algo y tomar el poder y, hacer de Elizabeth su Reina. No confío en él.

–No cabe duda, no es un hombre de fiar. Pero para ti la amenaza más grande es otra: es que el Duque de Suffolk tomaría a Elizabeth como su esposa para legitimarse– Henry movió las pupilas todos lados– Te conozco Henry, te asusta más que ella se vaya de tu lado que los nobles que traman contra ti.

Tío y sobrino emprendieron un paseo por el jardín, hacía un día tan lindo que valía la pena estar fuera del edificio unos minutos.

–No sé qué es lo que me pasa con ella tío–suspiró mientras caminaba– A veces me gustaría castigarla por la frialdad que tiene hacia mí. Sus respuestas audaces y sarcásticas me alteran, me evita la mayor parte del tiempo, observa a todos con altanería. Indudablemente, tiene la misma frase en la punta la lengua: "usted mi señor no es mi marido".

–Ya veo que Lizzie te saca de tus casillas. Es una chica excepcional pero también inteligente, astuta y orgullosa– Jasper rió recordando a su sobrina– sabe a la perfección quien es y se impone ante todos, incluso tú. Pero dime algo Henry, con honestidad– detuvo a su sobrino del brazo izquierdo– ¿Qué sientes cuando miras a Elizabeth a los ojos?

Henry levantó la frente, apreció el firmamento de mediodía y luego las rosas rojas que estaban al lado del camino, se alegró cuando recordó el episodio del paseo con la Reina.

–Veo el cielo en sus ojos...– bajó un poco la cabeza disimulando su regocijo– desde que los vi por primera vez, no los puedo sacar de mi cabeza. Tengo la ardiente necesidad de tenerla frente a mí a cada momento, me siento vacío si no la veo... ¿Qué es lo que estoy diciendo? Sueno como sí...

–Como si te estuvieras enamorando de tu esposa –Jasper infirió lo que Henry no se atrevía a confesar– Se te notaba en la cara, yo te críe Henry y te conozco muy bien.

–¿Yo enamorado de esa chica despectiva y altanera? Es hermosa tengo que admitirlo. Hasta ahora es la única mujer que me ha rechazado.

–Es por eso que Elizabeth te gusta, ella no está dispuesta a complacerte ni a seguir tus órdenes, era lógico que te acabará gustando.

–¿De qué sirve eso?– inhaló un poco de aire– No puedo mentirte tío, desde que la vi ella me ha gustado. Me enojo cuando Elizabeth me responde con insolencia, pero a la vez quiero taparle la boca de un beso. La manera desdeñosa con la que me mira, aflige y a la vez me gusta.Tengo miedo que alguno de los York se la lleve o la convenza de irse y la aparte de mi lado para siempre. Me he acostumbrado a ver su cara de mal genio en la Corte– se alegró al recordar las expresiones maliciosas de su esposa.

–¿Y por qué no se lo dices? Ella debe saber lo que tú sientes– el tío pasó la mano por la espalda de su sobrino en señal de cariño.

–Ya se lo dije, en esa salida a caballo en la que nos retrasamos. ¿Quieres saber qué respondió?– Henry se puso serio– que mi broma no le hacía gracia, pensó que estaba jugando con ella. Despreció sin remordimientos mi confesión

–Henry, querido sobrino del tiempo que llevas casado, debes saber que tu esposa no es como las otras. Ella no es Lady Anna que cae rendida a tus pies para sacar provecho. Es Elizabeth de York, la orgullosa e intrépida Elizabeth. Trata de ganarte su confianza, apoyarla más y darle en algunos gustos, la pobre chica está sola aquí y ha pasado por cosas terribles. Yo estoy seguro de que tú también le gustas, no lo admitirá fácil porque es terca como tú.

–¿En serio crees que yo pueda gustarle? Es tan obstinada en compartir sus sentimientos –el rostro del Rey se iluminó como el de un niño.

–Por supuesto que sí. Tú eres apuesto y encantador, tal como yo– ambos rieron con la broma.

Tío y sobrino se dieron un abrazo y regresaron al palacio.

Henry era el tipo de hombre al que las mujeres buscaban complacer y atender. Cuando estuvo en Francia tuvo amantes, todas con el mismo perfil: dóciles, coquetas, obedientes y presumidas, con el punto en común que lo admiraban y llenaban de elogios. Él siempre conseguía que una mujer se sometiese a su voluntad, sin cuestionarlo ni criticarlo.

Su relación con el sexo opuesto fue así hasta que conoció a Elizabeth. Ella a pesar de recibir una educación adecuada para una princesa y futura reina, modesta y recatada, acabó siendo lo contrario. Elizabeth era de carácter fuerte, tenaz, independiente, obstinada y astuta. Henry creyó que Elizabeth caería rendida ante él, pero ella le dejó claro desde el primer momento que no estaba dispuesta a ser su esposa ni su mujer; él tomó las actitudes tercas de su esposa como un desafío que exigía una respuesta frontal.

Se propuso a sí mismo que acabaría con la resistencia que Elizabeth impuso. Pero el reto que Henry se fijó le jugaba una mala pasada: había empezado albergar fuertes sentimientos por su altanera esposa, no obstante estos le generaban conflictos entre los deseos de su corazón y los razonamientos de su mente que le recordaban que ella era su enemiga y el matrimonio era solo un pacto.

Ya era tarde cuando el Rey se retiró a sus aposentos a descansar, había pasado entre el consejo y el parlamento, por lo que estaba agotado y quería exclusivamente dormir para recuperar las fuerzas. Henry se iba a quitar la camisa cuando la puerta se abrió y entró Lady Anna en camisón de dormir.

–¿Qué es esta intromisión en mis aposentos? Yo no te he llamado esta noche– se molestó por la impertinencia

–Supuse que necesitarías compañía Henry y por eso estoy aquí– la dama se acercó al Rey, le quitó la camisa y alzó sus labios para besarlo.

Henry corrió la cara y se alejó hacia una fuente con agua para lavarse.

–¿Está pasando algo Henry? Antes no despreciaba mis besos ni mi compañía.

–Estoy cansado y quiero dormir.

–Eso no es cierto, me estás engañando– Lady Anna se puso al lado de él mientras este se lavaba la cara– ¿es tu esposa verdad? Esa mujer algo te hizo o te dijo en ese dichoso paseo. Vamos dime.

–¡Ten cuidado con lo que dices!– sujetó un brazo de ella con fuerza– No estás hablando de una persona común, ella es mi esposa y mi Reina. Ya que lo preguntas, te aclaro que si pasó algo en nuestra salida. Eso es todo. No te debo ninguna explicación.

–Ella te dijo que te amaba y tú le creíste. Eso es mentira Henry, tu esposa nunca te va a amar como yo– Anna rompió a llorar– No le creas nada, para eso me tienes a mí– abrazó el torso desnudo del monarca con desesperación.

–Retírate de aquí antes que pierda la paciencia contigo. No vuelvas a entrar a mis aposentos a menos que yo te llame.

Humillada y frustrada en sus planes de pasar la noche con el Rey, para luego decírselo a la Reina, Anna Stanley se dio la vuelta y fue hasta la puerta, giró esperando una señal del Rey y no hubo respuesta, salió de los aposentos dando un fuerte golpe.

Enojado, salió a la terraza y fue hasta el balcón para tomar aire fresco. Giró su vista a la derecha unos metros más abajo, allí estaba ella, la mujer que lo hacía enojar, la que lo enfrentaba y hacía latir su corazón con más fuerza. Elizabeth estaba en un camisón delgado sin mangas, el cabello suelto y con los codos apoyados en el balcón mirando a las estrellas.

–Hay algunos que dicen que te ves tan hermosa como la luna. Yo podría decir que la luna se ve tan hermosa como tú– Henry estaba complacido con verla en esas fechas

Elizabeth se sobresaltó y levantó sus ojos con enfado.

–Buenas Noches, Su Majestad.

–¿Ya te vas? Pensé que podíamos quedarnos a conversar de lo que pasó en la carrera de caballos. ¿O estás huyendo de mí?

–No le tengo miedo, por eso no huyo de usted. Quiero regresar a mi cama, eso es todo– hizo una reverencia– Que tenga buenas noches Su Real Majestad.

–Tendría buenas noches si lo pasara contigo en tu lecho.

Capítulos
1 Capítulo I: Deber y venganza
2 Capítulo II: Solo es un acuerdo.
3 Capítulo III: Te doy mi palabra.
4 Capítulo IV: Primeras diferencias.
5 Capítulo V: Reina de Inglaterra.
6 Capítulo VI: Lenta con los labios.
7 Capítulo VII: No eres mi marido
8 Capítulo VIII: Las sospechas que llevan al deseo.
9 Capítulo IX: Proximidad
10 Capítulo X: Celos
11 Capítulo XI: La singular cobranza para un premio.
12 Capítulo XII: Yo no perdono.
13 Capítulo XIII: El cielo en sus ojos.
14 Capítulo XIV: El Flashback
15 Capítulo XV: La salida de la discordia.
16 Capítulo XVI: El riesgo de no perdonarlo.
17 Capítulo XVII: Huésped indeseable.
18 Capítulo XVIII: Esta mujer tiene dueño.
19 Capítulo XIX: Eres linda, aunque no tanto.
20 Capítulo XX: El Ataque
21 Capítulo XXI: Mi vida va a perder sentido.
22 Capítulo XXII: Regresa a mí.
23 Capítulo XXIII: Ha llegado la hora de actuar.
24 Capítulo XXIV: Enemigos.
25 Capítulo XXV: El Plan.
26 Capítulo XXVI: La Tregua.
27 Capítulo XXVII: ¡Él es mi marido!
28 Capítulo XXVIII: Íntima.
29 Capítulo XXIX: Propuesta.
30 Capítulo XXX: Acuerdo.
31 Capítulo XXXI: Juntos.
32 Capítulo XXXII: Panorama sombrío.
33 Capítulo XXXIII: Regalo.
34 Capítulo XXXIV: Días contados.
35 Capítulo XXXV: Cartas.
36 Capítulo XXXVI: Perdiste Elizabeth.
37 Capítulo XXXVII: Obligación.
38 Capítulo XXXVIII: Toda la repugnancia.
39 Capítulo XXXIX: Alejarme.
40 Capítulo XL: Baile del final.
41 Capítulo XLI: Se ha ido.
42 Capítulo XLII: Expuestas.
43 Capítulo XLIII: Volverá.
44 Capítulo XLIV: Lejanía.
45 Capítulo XLV: Esperanzas.
46 Capítulo XLVI: Sentimientos.
47 Capítulo XLVII: Una señal.
48 Capítulo XLVIII: Destino.
49 Capítulo XLIX: Ilusión idílica.
50 Capítulo L: Soy su marido.
51 Capítulo LI: Tuyo.
52 Capítulo LII: Confesión.
53 Capítulo LIII: Ella ya no está más.
54 Capítulo LIV: Secretos dolorosos.
55 Capítulo LV: Pieza de ajedrez.
56 Capítulo LVI: Corazón quebrado.
57 Capítulo LVII: Me amas, me deseas.
58 Capítulo LVIII: A mí no.
59 Capítulo LIX: Estoy sola.
60 Capítulo LX: Henry.
61 Capítulo LXI: Gracias.
62 Capítulo LXII: El trato se anuló.
63 Capítulo LXIII: Sigan en lo suyo.
64 Capítulo LXIV: Lealtad.
65 Capítulo LXV: La Furia del Amor.
66 Capítulo LXVI: El mar.
67 Capítulo LXVII: Luna de Miel.
68 Capítulo LXVIII: Ocaso.
69 Capítulo LXIX: Sangre.
70 Capítulo LXX: Abismo.
71 Capítulo LXXI– Un niño.
72 Capítulo LXXII: Maldito destino.
73 Capítulo LXXIII: Guerra.
74 Capítulo LXXIV: Saldremos muertos.
75 Capítulo LXXV: Hija de Judas.
76 Capítulo LXXVI: Barrera
77 Capítulo LXXVII: Juramento.
78 Capítulo LXXVIII: Escondido.
79 Capítulo LXXIX: Irá y Júbilo.
80 Capítulo LXXX: Fantasma de Mujer.
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1
Capítulo I: Deber y venganza
2
Capítulo II: Solo es un acuerdo.
3
Capítulo III: Te doy mi palabra.
4
Capítulo IV: Primeras diferencias.
5
Capítulo V: Reina de Inglaterra.
6
Capítulo VI: Lenta con los labios.
7
Capítulo VII: No eres mi marido
8
Capítulo VIII: Las sospechas que llevan al deseo.
9
Capítulo IX: Proximidad
10
Capítulo X: Celos
11
Capítulo XI: La singular cobranza para un premio.
12
Capítulo XII: Yo no perdono.
13
Capítulo XIII: El cielo en sus ojos.
14
Capítulo XIV: El Flashback
15
Capítulo XV: La salida de la discordia.
16
Capítulo XVI: El riesgo de no perdonarlo.
17
Capítulo XVII: Huésped indeseable.
18
Capítulo XVIII: Esta mujer tiene dueño.
19
Capítulo XIX: Eres linda, aunque no tanto.
20
Capítulo XX: El Ataque
21
Capítulo XXI: Mi vida va a perder sentido.
22
Capítulo XXII: Regresa a mí.
23
Capítulo XXIII: Ha llegado la hora de actuar.
24
Capítulo XXIV: Enemigos.
25
Capítulo XXV: El Plan.
26
Capítulo XXVI: La Tregua.
27
Capítulo XXVII: ¡Él es mi marido!
28
Capítulo XXVIII: Íntima.
29
Capítulo XXIX: Propuesta.
30
Capítulo XXX: Acuerdo.
31
Capítulo XXXI: Juntos.
32
Capítulo XXXII: Panorama sombrío.
33
Capítulo XXXIII: Regalo.
34
Capítulo XXXIV: Días contados.
35
Capítulo XXXV: Cartas.
36
Capítulo XXXVI: Perdiste Elizabeth.
37
Capítulo XXXVII: Obligación.
38
Capítulo XXXVIII: Toda la repugnancia.
39
Capítulo XXXIX: Alejarme.
40
Capítulo XL: Baile del final.
41
Capítulo XLI: Se ha ido.
42
Capítulo XLII: Expuestas.
43
Capítulo XLIII: Volverá.
44
Capítulo XLIV: Lejanía.
45
Capítulo XLV: Esperanzas.
46
Capítulo XLVI: Sentimientos.
47
Capítulo XLVII: Una señal.
48
Capítulo XLVIII: Destino.
49
Capítulo XLIX: Ilusión idílica.
50
Capítulo L: Soy su marido.
51
Capítulo LI: Tuyo.
52
Capítulo LII: Confesión.
53
Capítulo LIII: Ella ya no está más.
54
Capítulo LIV: Secretos dolorosos.
55
Capítulo LV: Pieza de ajedrez.
56
Capítulo LVI: Corazón quebrado.
57
Capítulo LVII: Me amas, me deseas.
58
Capítulo LVIII: A mí no.
59
Capítulo LIX: Estoy sola.
60
Capítulo LX: Henry.
61
Capítulo LXI: Gracias.
62
Capítulo LXII: El trato se anuló.
63
Capítulo LXIII: Sigan en lo suyo.
64
Capítulo LXIV: Lealtad.
65
Capítulo LXV: La Furia del Amor.
66
Capítulo LXVI: El mar.
67
Capítulo LXVII: Luna de Miel.
68
Capítulo LXVIII: Ocaso.
69
Capítulo LXIX: Sangre.
70
Capítulo LXX: Abismo.
71
Capítulo LXXI– Un niño.
72
Capítulo LXXII: Maldito destino.
73
Capítulo LXXIII: Guerra.
74
Capítulo LXXIV: Saldremos muertos.
75
Capítulo LXXV: Hija de Judas.
76
Capítulo LXXVI: Barrera
77
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