Capítulo XVI: El riesgo de no perdonarlo.

Pacientemente, el Rey esperaba una carta o mensajero de parte de la Reina, hacía una semana que estaba en Hetford y no daba ninguna señal de querer regresar. Pensó que ella estaría de vuelta al día siguiente, haciendo de cuenta que nada ocurrió entre ellos. Sin embargo, Elizabeth no deseaba bajo ninguna circunstancia ver la cara de su marido ni volver a la Corte. Para Henry ese era la peor sanción que podía recibir. Ya existía el hábito de verla todos los días, sus oídos se habituaron a escuchar las réplicas sarcásticas de la joven, deleitarse con las llamaradas que se expulsaban de sus ojos azules oceánicos, las muecas típicos de su carácter impetuoso y tempestivo; incluso las venenosas palabras de su esposa le hacían falta.

Henry Tudor mandó una misiva a la Reina, en la que le preguntaba por su salud, la de su madre y hermanas y, en qué momento pretendía regresar a la Corte. Él quería averiguar cuál era el grado de enojo de Elizabeth, la respuesta llegó implícita una vez que el emisario le informó que la Soberana tomó la carta, la rompió y sin decir nada lo despidió.

El corazón del monarca se llenó de pesar, luchaba por disimularlo y no mostrar alguna señal de sentimentalismo, pero sus ojos albergaban una pequeña sombra de arrepentimiento. Sabía que había cometido un error gravísimo: había ofendido y humillado a su esposa, las marcas en los brazos de esta eran una prueba del descontrol de ira. De pronto le entró la imperiosa necesidad de suplicar el perdón de Elizabeth, lo cual no sería para nada fácil; ella era ante todo orgullosa e implacable y llegaba a ser insoportablemente fría, existía la cercana posibilidad que jamás lo perdonara.

Aun así, Henry decidió arriesgarse e ir hasta el Palacio de Hetford, suspendió la junta con la cámara de los lords, informó a penas a su tío Jasper que dejaría la Corte y encomendó no ser molestado por unos días a menos que fuera estrictamente necesario.

Elizabeth Woodville sospechaba que algo no andaba bien, desde el momento en que su hija arribó al palacio de manera furtiva y permaneció más tiempo que el debido. Entendía que ella no se hubiera quedado dos semanas sin que algo estuviera pasando. La información que Lizzie le trajo sobre los príncipes era importante y requería ser entregada directamente, no obstante algo más había sucedido que la llevara a no querer regresar al Palacio de Greenwich.

Después del almuerzo, estando la Reina viuda con su hija mayor a solas, se atrevió a cuestionar la razón de permanecer casi dos semanas en Hetford sin enviar ningún mensaje al Rey.

–No quiero hablar de eso. Te rogaría Lady madre que no me preguntaras nada. Me percaté hace días que quieras averiguar sobre ese asunto.

–Por supuesto que sí soy tu madre, tengo derecho a saber qué ocurre con la mayor de mis hijas. Vamos, coméntame ¿Tuviste alguna desavenencia con tu marido? ¿Te ha hecho algo?

–¡Suficiente madre! Ya antes interferiste bastante en mi vida. Mi vida privada es mi problema, no quiero que nadie ni siquiera tú o el Rey, se sientan con la moral de involucrarse. Denme si siquiera algo en lo que yo pueda decidir– se levantó de golpe de la silla y se encaminó a la salida.

–Elizabeth no me hables de esa manera. Todo lo hice fui por ti y nuestra familia, para que te convirtieras en la Reina de Inglaterra y pudieras vengar a tus hermanos asesinados. Nunca olvides que eres una York, por la memoria de tu padre debes investigar a fondo lo que sucedió con los príncipes.

–Gracias madre por recordarme otra vez para qué me pusiste en el trono–la joven volteó a ver su mamá– Sí me disculpas, iré a buscar a Catherine y Anne para salir a un paseo a caballo. Y respecto al asunto que te inquieta saber, no te preocupes, volveré a la Corte, pero cuando yo quiera, no por nada soy la Reina– salió a toda prisa del salón dejando a su madre más intrigada que antes.

El Rey decidió salir de Londres ese mismo día, con una pequeña escolta de soldados, no iba tan lejos de modo que no era necesario tanta seguridad. Nadie, excepto Jasper Tudor, sabían dónde había ido el monarca, aunque no tardarían en deducir su paradero sobre todo Lady Margaret. Por la tarde antes de salir, Henry envió un mensaje a Hetford informando de su llegada, en esta ocasión el remitente era su suegra.

La Reina viuda Elizabeth se puso nerviosa, el soberano ya estaba de camino y no había nada preparado. Lizzie salió a montar a caballo con sus hermanas menores y no avisó a qué hora volvería, por ello no habría ningún recibimiento formal, a penas estarían la madre de la Reina y dos de las princesas York para saludarlo. Elizabeth Woodville encargó a los pocos sirvientes del palacio que arreglaran todo y a la cocinera, le encomendó una abundante y apetitosa comida para la cena.

A media tarde el Rey ya entraba por las principales puertas del palacio de Hetford.

–Su Real Majestad. Sea bienvenido a Hetford– se inclinó– es un honor para nosotras recibirlo. A mis hijas ya las conoce: la Princesa Cecily y la Princesa Mary.

Ambas hicieron una reverencia. Henry les sonrió, pero sus ojos no se estaban quietos y buscaba con impaciencia a su esposa, la que no había venido para recibirlo.

–Siempre es un gusto verla mi Señora. Me alegra que todas gocen de buena salud y estén cómodas aquí ¿Dónde el resto de sus hijas?

–Si pregunta por Lizzie, se fue después del almuerzo– Cecily intrigante lanzó la verdad a medias

El marido de su hermana la fulminó con los ojos, después se dirigió a Elizabeth esperando una explicación.

–¡Cecily, por favor! Su Majestad, la Reina salió con sus hermanas menores a dar un paseo a caballo por el campo. Debe estar a punto de llegar– la madre hizo un gesto de reprensión a su segunda hija.

Para calmar la molestia de su yerno, la Reina viuda le ofreció algo de comer e hizo que le trajeron dulces y una jarra de vino, él se sentó en un gran sillón de madera y cuero para comer de la bandeja de un sirviente. Ella ya entró en preocupación, habían pasado muchas varias horas desde la salida de Lizzie y aún no regresaba; su hija era bastante capaz de huir sola y encargar a otro que trajera a sus hermanas de vuelta al palacio. Aguardó con nervios su regreso.

Elizabeth llevó a Catherine y Anne al campo muy alejado del Palacio de Hetford. Se había divertido recogiendo fresas y jugando a las escondidas. En el fondo, Lizzie envidiaba mucho a sus hermanas menores: ellas eran inocentes y libres, no habían sufrido la pérdida de su padre y sus hermanos, no cargaban con la responsabilidad del deber y vivían felices. Quiso atesorar en su corazón esas horas libres en la naturaleza, sin protocolos ni marido.

Sin ninguna prisa, retornaron al atardecer, felices y con unas bolsas llenas de fresas para el postre. Lizzie no tenía idea de la regia visita que la esperaba. En las caballerizas, guardó los caballos y sus hermanas se fueron corriendo a lavarse las manos.

–¿Dónde se supone que estaban? Nos tenían preocupadas, mi lady madre llegó a pensar que les pudo pasar algo.

–Siempre pendiente de todo lo que hago. Ocúpate de tus asuntos Cecily. No le debo explicación a nadie.

–Elizabeth espera...

La Reina dejó atrás a su hermana y se dirigió a paso rápido al salón. Quería descansar antes de prepararse para la merienda, la silla de cuero y plumas le parecía un siento perfecto. Abrió la puerta, vio una bandeja con una jarra de vino y algunos dulces, pensó que se los tenían servidos a ella; se acercó a la ventana al ver en el jardín a un oficial real sosteniendo el estandarte del Rey de Inglaterra ¿Qué estaba haciendo ahí?

–Buenas tardes, Elizabeth– la chica se sobresaltó por el habla familiar– Si soy yo, Henry Tudor, tu marido.

Complemente sin palabras y llena de rabia, trató de mover los labios para hablar; sin embargo, optó por no decir nada. Elizabeth encendió su rostro de la furia, ver a Henry frente a ella la llevó a revivir cada segundo del instante en que le apretó los brazos y la muñeca. Casi por instinto retrocedió para alejarse de él o salir corriendo si pudiese.

En cambio, Henry no pudo ocultar su emoción, al fin su esposa estaba frente a sus ojos otra vez, llevaba dos semanas anhelando esa deliciosa ocasión. Elizabeth lucía más hermosa que nunca, ese vestido color crema pálido de corpiño aflojado destacaba más su busto, tenía un escote rectangular más osado, su despeinado cabello con ondas era perfecto y tenía una mancha de fresa en los labios; parecía una auténtica ninfa de los bosques, divina y sobrenatural.

Él era consciente del gravísimo error y lo difícil que iba a ser remediarlo, aunque no perdía nada con intentarlo. Ya estaba ahí frente a frente con su esposa, era el primer paso, no se movería de ese lugar hasta conseguir el perdón y volver con su Reina a la Corte.

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Comments

Vivian Pfeiffer

Vivian Pfeiffer

altanería? la obligaron a casarse con el asesino de su padre y hermanos

2024-01-13

0

Diana Maria Echavarria

Diana Maria Echavarria

ya me está aburriendo tanta altanería y no gustan los hombres bobos

2023-01-03

4

Total
Capítulos
1 Capítulo I: Deber y venganza
2 Capítulo II: Solo es un acuerdo.
3 Capítulo III: Te doy mi palabra.
4 Capítulo IV: Primeras diferencias.
5 Capítulo V: Reina de Inglaterra.
6 Capítulo VI: Lenta con los labios.
7 Capítulo VII: No eres mi marido
8 Capítulo VIII: Las sospechas que llevan al deseo.
9 Capítulo IX: Proximidad
10 Capítulo X: Celos
11 Capítulo XI: La singular cobranza para un premio.
12 Capítulo XII: Yo no perdono.
13 Capítulo XIII: El cielo en sus ojos.
14 Capítulo XIV: El Flashback
15 Capítulo XV: La salida de la discordia.
16 Capítulo XVI: El riesgo de no perdonarlo.
17 Capítulo XVII: Huésped indeseable.
18 Capítulo XVIII: Esta mujer tiene dueño.
19 Capítulo XIX: Eres linda, aunque no tanto.
20 Capítulo XX: El Ataque
21 Capítulo XXI: Mi vida va a perder sentido.
22 Capítulo XXII: Regresa a mí.
23 Capítulo XXIII: Ha llegado la hora de actuar.
24 Capítulo XXIV: Enemigos.
25 Capítulo XXV: El Plan.
26 Capítulo XXVI: La Tregua.
27 Capítulo XXVII: ¡Él es mi marido!
28 Capítulo XXVIII: Íntima.
29 Capítulo XXIX: Propuesta.
30 Capítulo XXX: Acuerdo.
31 Capítulo XXXI: Juntos.
32 Capítulo XXXII: Panorama sombrío.
33 Capítulo XXXIII: Regalo.
34 Capítulo XXXIV: Días contados.
35 Capítulo XXXV: Cartas.
36 Capítulo XXXVI: Perdiste Elizabeth.
37 Capítulo XXXVII: Obligación.
38 Capítulo XXXVIII: Toda la repugnancia.
39 Capítulo XXXIX: Alejarme.
40 Capítulo XL: Baile del final.
41 Capítulo XLI: Se ha ido.
42 Capítulo XLII: Expuestas.
43 Capítulo XLIII: Volverá.
44 Capítulo XLIV: Lejanía.
45 Capítulo XLV: Esperanzas.
46 Capítulo XLVI: Sentimientos.
47 Capítulo XLVII: Una señal.
48 Capítulo XLVIII: Destino.
49 Capítulo XLIX: Ilusión idílica.
50 Capítulo L: Soy su marido.
51 Capítulo LI: Tuyo.
52 Capítulo LII: Confesión.
53 Capítulo LIII: Ella ya no está más.
54 Capítulo LIV: Secretos dolorosos.
55 Capítulo LV: Pieza de ajedrez.
56 Capítulo LVI: Corazón quebrado.
57 Capítulo LVII: Me amas, me deseas.
58 Capítulo LVIII: A mí no.
59 Capítulo LIX: Estoy sola.
60 Capítulo LX: Henry.
61 Capítulo LXI: Gracias.
62 Capítulo LXII: El trato se anuló.
63 Capítulo LXIII: Sigan en lo suyo.
64 Capítulo LXIV: Lealtad.
65 Capítulo LXV: La Furia del Amor.
66 Capítulo LXVI: El mar.
67 Capítulo LXVII: Luna de Miel.
68 Capítulo LXVIII: Ocaso.
69 Capítulo LXIX: Sangre.
70 Capítulo LXX: Abismo.
71 Capítulo LXXI– Un niño.
72 Capítulo LXXII: Maldito destino.
73 Capítulo LXXIII: Guerra.
74 Capítulo LXXIV: Saldremos muertos.
75 Capítulo LXXV: Hija de Judas.
76 Capítulo LXXVI: Barrera
77 Capítulo LXXVII: Juramento.
78 Capítulo LXXVIII: Escondido.
79 Capítulo LXXIX: Irá y Júbilo.
80 Capítulo LXXX: Fantasma de Mujer.
Capítulos

Updated 80 Episodes

1
Capítulo I: Deber y venganza
2
Capítulo II: Solo es un acuerdo.
3
Capítulo III: Te doy mi palabra.
4
Capítulo IV: Primeras diferencias.
5
Capítulo V: Reina de Inglaterra.
6
Capítulo VI: Lenta con los labios.
7
Capítulo VII: No eres mi marido
8
Capítulo VIII: Las sospechas que llevan al deseo.
9
Capítulo IX: Proximidad
10
Capítulo X: Celos
11
Capítulo XI: La singular cobranza para un premio.
12
Capítulo XII: Yo no perdono.
13
Capítulo XIII: El cielo en sus ojos.
14
Capítulo XIV: El Flashback
15
Capítulo XV: La salida de la discordia.
16
Capítulo XVI: El riesgo de no perdonarlo.
17
Capítulo XVII: Huésped indeseable.
18
Capítulo XVIII: Esta mujer tiene dueño.
19
Capítulo XIX: Eres linda, aunque no tanto.
20
Capítulo XX: El Ataque
21
Capítulo XXI: Mi vida va a perder sentido.
22
Capítulo XXII: Regresa a mí.
23
Capítulo XXIII: Ha llegado la hora de actuar.
24
Capítulo XXIV: Enemigos.
25
Capítulo XXV: El Plan.
26
Capítulo XXVI: La Tregua.
27
Capítulo XXVII: ¡Él es mi marido!
28
Capítulo XXVIII: Íntima.
29
Capítulo XXIX: Propuesta.
30
Capítulo XXX: Acuerdo.
31
Capítulo XXXI: Juntos.
32
Capítulo XXXII: Panorama sombrío.
33
Capítulo XXXIII: Regalo.
34
Capítulo XXXIV: Días contados.
35
Capítulo XXXV: Cartas.
36
Capítulo XXXVI: Perdiste Elizabeth.
37
Capítulo XXXVII: Obligación.
38
Capítulo XXXVIII: Toda la repugnancia.
39
Capítulo XXXIX: Alejarme.
40
Capítulo XL: Baile del final.
41
Capítulo XLI: Se ha ido.
42
Capítulo XLII: Expuestas.
43
Capítulo XLIII: Volverá.
44
Capítulo XLIV: Lejanía.
45
Capítulo XLV: Esperanzas.
46
Capítulo XLVI: Sentimientos.
47
Capítulo XLVII: Una señal.
48
Capítulo XLVIII: Destino.
49
Capítulo XLIX: Ilusión idílica.
50
Capítulo L: Soy su marido.
51
Capítulo LI: Tuyo.
52
Capítulo LII: Confesión.
53
Capítulo LIII: Ella ya no está más.
54
Capítulo LIV: Secretos dolorosos.
55
Capítulo LV: Pieza de ajedrez.
56
Capítulo LVI: Corazón quebrado.
57
Capítulo LVII: Me amas, me deseas.
58
Capítulo LVIII: A mí no.
59
Capítulo LIX: Estoy sola.
60
Capítulo LX: Henry.
61
Capítulo LXI: Gracias.
62
Capítulo LXII: El trato se anuló.
63
Capítulo LXIII: Sigan en lo suyo.
64
Capítulo LXIV: Lealtad.
65
Capítulo LXV: La Furia del Amor.
66
Capítulo LXVI: El mar.
67
Capítulo LXVII: Luna de Miel.
68
Capítulo LXVIII: Ocaso.
69
Capítulo LXIX: Sangre.
70
Capítulo LXX: Abismo.
71
Capítulo LXXI– Un niño.
72
Capítulo LXXII: Maldito destino.
73
Capítulo LXXIII: Guerra.
74
Capítulo LXXIV: Saldremos muertos.
75
Capítulo LXXV: Hija de Judas.
76
Capítulo LXXVI: Barrera
77
Capítulo LXXVII: Juramento.
78
Capítulo LXXVIII: Escondido.
79
Capítulo LXXIX: Irá y Júbilo.
80
Capítulo LXXX: Fantasma de Mujer.

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