Capitulo 18: La abuela y sus consejos...

Ancianos.

Personas de mayor edad.

Personas que literalmente tienen más energía que toda una generación de jóvenes que le duelen la espalda.

En el caso de mi abuela Teresa...

—¡Pásenme mi bastón que le voy a dar un bastonzaso en la cabezota que tiene!

Ella es impulsiva.

—Pero mamá... Solo te pregunte algo... —Papá suena apenado.

—¡Es que preguntas pendejadas Julio!

—¡Soy Manuel! ¡¿Quien demonios es Julio?!

La abuela ajusta sus lentes y cuando observa con atención sonríe ampliamente.

—¡Mi osito! ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que no vienes a visitarme? —Lo abraza con cariño. Luego seguimos nosotros, un gran besote en la frente— ¡Dios y la Virgen me los bendiga! Mis mellizos únicos y bellos —y por último sigue mi madre— ¡Mi diosa única y sencilla! ¿Cómo te ha tratado este animal?

No está de más decir que mamá es la favorita de la abuela, ella en algunos puntos llega hasta llorar porque siente el cariño de un familiar del cual no tiene nada que ver con ella.

Mi otra abuela... Fue algo dura con ella, por el simple hecho de ser mujer.

—Espero que este holgazán tenga la comida hecha apenas llegues —le toca la cara y mamá se ríe ligeramente mientras que papá está ofendido.

—¡Mamá!

—¡Eres el criado de la casa y tienes que hacer la comida! ¡Es más! Tengo hambre ¡Anda a la cocina hombre!

La abuela odia los estereotipos, es por eso que siempre hace bromas sobre eso, es divertido porque papá no dice nada.

—Bueno, no se queden parados, pasen rápido, tengo un rico almuerzo que les encantará en cuanto esté listo.

Yo siento que los ancianos tienen esa técnica de amarlos al instante, bueno, la mayoría, son muy tiernos y tienen unas manos tan suaves que con tan solo tocarte tienes sueño. Nos dirigimos a la sala dejando las mochilas a un lado, nos sentamos en un sofá con una alegría que es palpable en todo el entorno.

Extrañaba a la abuela.

—Bien, cuéntenme ¿Cómo les han ido en los estudios? —Su mirada se encuentra en nosotros como si fuéramos su adoración.

—A mi como todo el tiempo del mundo, excelente, yo soy un genio, Einstein se queda atrás, yo soy el nuevo genio de la historia.

El egocentrismo de Oliver hace que ruede los ojos descaradamente. Es obvio que le va bien, pero no de esa forma, aunque mi abuela se lo cree por completo.

—¿En serio? —Asiente— ¡Mi niño! El orgullo de esta familia. Toma, una galleta por tu dedicación.

¡¿DEDICACION?!

Lo máximo que hace es echarle una ojeada al cuaderno y luego dice "Lo haré en clase". A veces me sorprende la capacidad de él al hacerlo entre clase, terminar Y LITERALMENTE SACAR UNA BUENA NOTA.

—Dejando al egocéntrico a un lado —murmuro y me fulmina con la mirada— Yo sigo teniendo mi promedio ideal, aunque he fallado un poco, trato de mejorar lo más posible.

No hace falta que la abuela me diga algo por qué en silencio no me da una, sino dos galletas. Ella sabe cómo soy, y lo dedicada que suelo ser, así que no me preocupo por elogios.

Pasamos el rato hablando esperando que se haga la comida. Nada fuera de lo normal, como hemos estado, como nos hemos portado y una que otra historia de ella.

—Y díganme, ¿qué dice la novia y el novio?

Por poco derramamos un poco del jugo que nos ofreció ella. Nos miramos asustados sin saber que responder porque esa pregunta nunca nos hizo ¿Por qué ahora?

Al parecer nota que estamos algo impactados, ya que se ríe.

—Ay por Dios, si mis nietos son todos unos modelos ¿Cómo no van a tener pareja?

—Mamá... Oliver y Olivia son unos mocosos aún. Además, esos mocosos son tan ciegos que no se dan cuenta de las miraditas que les dan todos.

Frunzo el seño confundida.

Es imposible que este hablando también de mi, ya que, aja, soy la presa rara del instituto y tomando que papá no va a la escuela seguido seguro lo dice por hablar. De Oliver si me he dado cuenta de muchas miraditas y más por una morena a la que llamo mejor amiga ¿Mi imaginación? Tal vez, pero nadie me va a negar que va a ver una tensión en el futuro con esos dos.

—Lo que tú digas Manuel, lo que tú digas —rueda los ojos descaradamente la abuela.

Nos servimos la comida y me siento en calma. No hay estrés, no hay gritos, no hay mocosas maquilladas queriéndome bajar la autoestima de alguna forma.

Aunque ahora que lo pienso.

¿Para que se maquillan? Si solo vamos a la escuela, no a un concurso de modas. Me causa incomodidad como se esfuerzan tanto en maquillarse para quedar bien, puede que no se sientan bonitas pero no creo que haya necesidad. Además hay unas que exageran demasiado hasta el punto que me hacen rodar los ojos.

Para llamar la atención, esa es mi conclusión, sin embargo, Grease, es bonita y aún así se maquilla, ya tiene atención y aún así lo hace ¿Por qué? ¿Para sentirse superior a todas? ¿Para ser más linda? ¿Es por eso que me dijo que no soy atractiva?

No quiero llamar la atención como ella, no soy de ese tipo de chicas, y espero que mi destino esté libre de todas ellas.

—¿En qué tanto piensas? Mi hermosa niña.

Parpadeo regresando a la realidad después de escuchar la voz de mi abuela y dedicarle una sonrisa, no había notado que ya estábamos solo las dos en la cocina.

—Solo unas cosas que dijeron en la escuela, nada del otro mundo —ella alza la ceja sin creerme nada de lo que digo.

—¿Te molestan? Dime nombres y llamo a mi amigo el narco.

Me río por su comentario pero por su expresión no creo que me esté diciendo un chiste.

—No creo que sea necesario, si, me molestan pero no es la gran cosa —le resto importancia sin tener en cuenta de que a la abuela no le gusta cuando no le cuentan las cosas.

—O me dice ahora y lo hablamos, o te obligo a comerte el hígado que tengo en la nevera, tú eliges nieta.

Abro los ojos como platos cuando dice lo del hígado. Odio el hígado, es horrible.

—En la escuela hay una chica que me molesta, antes me solía defender y... No lo sé con el pasar del tiempo deje que lo hiciera hasta que se volvió costumbre y de alguna forma ahora me intimida. La última vez me dijo que no soy atractiva a la vista y eso me hizo pensar si lo soy o no, y en una parte de mi lo reconozco por que soy como un bicho raro con ojos de colores que hace hablar sin parar a los chicos más grandes y eso me hace sentir insignificante.

Suelto todo sin titubear ningún segundo, eso es lo que siento, eso lo que de verdad tenía guardado y sin poder evitarlo había soltado unas lágrimas mientras relataba todo. Era algo raro y duro para mí contarlo, nunca lo había hablado abiertamente por eso no se me hace extraño el hecho que tenga un nudo en la garganta.

La tristeza y el silencio inunda todo el lugar, no levanto la mirada por vergüenza, vergüenza que me juzgue con su mirada, vergüenza por que sabe que no me defiendo, vergüenza...

Sin esperarlo, en un rápido movimiento me abraza, tardo unos segundos en corresponderle ya que fue al instante pero al final termino abrazándola. Caigo en un hoyo en dónde lo único que puedo hacer es llorar, sacar todo lo que me guarde y reservar para mi misma pensando que las personas me llamarían exagerada por contar algo que puede ser simple.

Duele.

Duele mucho pensar tantas cosas y no tenerle respuesta a ninguna, en los libros no suele ser así, tienen problemas pero los solucionan al instante.

¿Cómo "al instante" me quito el pensamiento de que no soy lo suficientemente atractiva? ¿En qué libro puedo encontrar la solución?

Su agarre es fuerte y delicado.

Quiero preguntarle por su camisa mojada, pero parece no importarle. No quiero que me suelte, estoy bien en sus brazos, estoy protegida, no me hacen daño aquí, pero sé que es muy difícil cumplir ese deseo así que después de un rato, me separó de ella.

—Lo siento, ensucie su camisa, soy débil —hago un pequeño chiste para aligerar el ambiente, pero al parecer a ella no le hace gracia.

—No hagas bromas en dónde te autollamas débil, no me gusta. Nadie es débil, porque si lo fuéramos nadie se levantaría cada mañana para enfrentar la vida que tienen.

Me deja sin palabras y sin esperar respuesta alguna de mi parte sigue hablando.

—¿Por qué ves tu belleza como algo extraño y no único? Puede que no lo entiendas ahora porque estás cegada con la idea de que eres extraña y rara hasta incluso nada atractiva, pero te puedo decir una cosa, tu belleza tanto física como emocional es sumamente hermosa, muchas personas lo creen y lo aseguran, solo faltas tu. Y el día en que te mires al espejo y digas "Diablos, soy una diosa que no necesita aprobación de nadie" miraras al pasado y te darás cuenta que botar lágrimas por neandertales fue muy en vano.

Mis lágrimas ya no resbalaban por mis mejillas, se habían secado, es como si todo mi cuerpo se hubiera puesto de acuerdo en escuchar atentamente a la abuela Teresa.

—¿Y que hago hasta que ese día llegue? —Sorbo mis mocos.

—Enfocarte en cosas más importantes que en la opinión de los demás.

Parpadeo sorprendida, sabía que la abuela me iba a dar una lección pero no sabía que literalmente iba a cambiar mi perspectiva por completo.

—Eres muy sabía —digo con total admiración.

—Eso es porque soy yo querida, viniste con la persona indicada, tener sesenta años no son de por gusto.

—¿Papá no nos dijo que tenía ochenta y cua...?

—¡Tengo sesenta! ¡Soy muy joven! —Me mira con los ojos muy abiertos dándome a entender que deja el tema ahí.

Le doy un último abrazo sintiendo esa misma seguridad que había sentido antes. Una figura curiosa y odiosa entra a dónde estamos y por su expresión se siente muy ofendido.

—¿Está regalando abrazos y no me da uno? Esto es indignante —Coloca una mano en su frente y se recuesta en el mesón.

—Muchacho dramático —murmura la abuela—, muevete antes de que los empiece a cobrar.

El corre con una sonrisa y nos abraza a los dos, apretujandonos contra su pecho y para finalizar con un beso en la frente.

—Vayan a jugar, es un día espléndido como para que chicos como ustedes estén agarrando un poco de Sol, fuera de mi cocina.

Nos empuja hacia la puerta trasera y la cierra sin dejar que reprochemos. Miro el patio y la abuela lo tiene lleno de flores, rosas, gardenias, tulipanes y lirios, con tan solo verlo te recuerdo a un arcoíris por lo colorido que es.

—Bueno... ¿Que quieres jugar? Porque yo la verdad quiero regresarme a ver televisión.

Ruedo los ojos por el alma de la fiesta que tengo a mi lado.

—Escondidas, el que encuentre al otro primer en menos de un minuto tendrá que hacer o decir lo que se le diga ¿Trato?

—¡Va! Pero, solo se contarán quince segundos. Empiezo yo.

El se da la vuelta para contar y yo corro a buscar un escondite perfecto. El patio el lo suficientemente grande como para tener donde ocultarse. Escojo entre los tulipanes, es un lugar seguro y no hay probabilidad en la que dañe las más bonitas flores que tiene la abuela. Trato de ser lo más cuidadosa posible mientras las acomodo un poco para taparme por completo.

—¡Ahí voy!

Empiezo a contar en mi mente esperando que pase el tiempo rápido. No quiero hacer lo que el dice, la última vez me hizo mojarme a papá con la manguera, está de más decir que termine peor que él.

¡Cincuenta!

Diez segundos más y yo ganaré está ronda.

Cinco. Cuatro. Tres. Dos. ¡Uno! ¡Gane!

Doy un brinco y con el dedo lo señalo.

—¡PERDISTE! ¡ES TU CARA CIEGO!

Da un pisotón en el suelo y se cruza de brazos. A ninguno nos gusta perder, es por eso que solemos ser muy competitivos con el otro. Abre la boca para reclamar pero yo me adelanto.

—Y evitate el discurso de que hice trampa, por me escondí y conté lentamente para que te diera tiempo a encontrarme y no lo hiciste así que... —Le saco la lengua.

Otro pisotón.

Es muy berrinchudo.

—Te toca —habla tan amargado que me da cierta satisfacción.

Me voy a un rincón a contar, quiero abrir un ojo para poder verlo esconderse pero se que se daría cuenta. Lo conozco tan bien que se que se está volteando cada tres segundos para poder pillarme si hago trampa alguna.

—¡Y quince! ¡Listos o no, ahí voy! —Lo que el no sabe es que tengo mi tecnica para ganar— ¡Ya te vi!

—¡Mentira! —Sale de dónde está situadas las rosas haciendo volar algunos pétalos, cuando se da cuenta lo que hice empieza a reprochar de nuevo— ¡No vale!

—¡Te encontré! ¡Gane por segunda vez! —Celebro mi pequeña trampa y victoria.

—Exijo que lo hagas de nuevo —sus brazos se vuelven a cruzar— y sin decir está vez que ya me viste —ruedo los ojos.

—Bieeen llorón, pero con la condición de que si gano de nuevo además de hacer lo que yo te diga una vez tendrás que hacerlo por toda la semana.

—¡Hecho!

Vuelvo a girarme dispuesta a contar, un poco nerviosa ya que está vez nada de trampas, pero confío en mi instinto y en lo tonto que puede llegar a ser.

En cuanto llegó a quince volteo de un salto y empiezo a analizar todo lista para buscarlo, quedó confundida cuando lo veo parado viendo no se que.

Ok, ya empiezo a dudar si es tonto o estúpido por ocultarse de esa forma. Me acerco a él caminando tratando de buscarle una razón lógica de porque se arriesgó de esa forma.

—Oliver...

—Olivia, creo que ya sé que haremos está noche.

Lo miro confundida y al ver que no entiendo, señala el árbol de mangos que está al otro lado de la cerca, y que está peligrosamente de nuestro lado.

Oh no.

Los mangos de los vecinos Jackson.

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FELIZ NAVIDAD PERSONITA A TRAVÉS DE LA PANTALLA!!!

Segunda navidad para mis mellizos, te agradezco por seguir aquí, iloveyou.

TARDE EN ACTUALIZAR LOSE.

Pero no olvides que te quiero mucho y nunca te abandonaré T-T (mis excusas para que no me maten por no actualizar perdón)

Por cierto, con el tema del maquillaje y Olivia, créanme que eso le pasará, recuerden que apenas tiene 13 y pues digamos que muchos hicimos cosas que preferimos no recordar hasta ahora, ejemplo, yo, y esos puntos de vista irán evolucionando, no se preocupen, ella cambiará para bien ^^.

NO olviden que los quiero!

Hasta pronto personita~

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