Olivia POV
No me gusta el rojo. Bueno, no exactamente así.
Este color representa la pasión y la elegancia. Una mujer se viste de rojo, increíble y más si es un vestido, se ve hermosa.
Es el color favorito de muchos.
Y no es que lo deteste pero en la tan famosa festividad de San Valentín es un color que más se representa en todo el mes de febrero y me dan ganas de sacarme los ojos. Se supone que es el día del amor y la amistad pero más parece el día de dar amor que dar amistad.
Y también lo veo como un día para criticar parejas pero ese no es el punto, no estamos hablando de mi lado chismoso y criticón.
A lo que quiero llegar es que tenga cierta envidia de ver todas las flores que obtienen las chicas de la escuela.
Es como tener esa necesidad de esperar esa flor que puede que nunca llegue. Mamá siempre me enseño que nunca espere nada de nadie pero no sé si es la escuela o es la sociedad en sí, que te genera esa pequeña vocecita que te dice constantemente que no tienes regalo de nadie.
Hoy es catorce de febrero, y el amor se siente en el aire.
Ni siquiera entramos a la escuela y literalmente los grandes ya se están comiendo a besos, y uno se está declarando de la manera más vergonzosa posible, que pena. Desvió la mirada de tal humillación, no quiero saber la respuesta, la cara de la chica me lo dice todo.
—Deja esa carita, la envidia es mala —era obvio que Oliver me iba a hacer un chiste sobre mi felicidad.
—No es envidia, siento pena.
—Envidia o no, en algún momento te va a gustar, puede que ahora sientas pena pero cuando te lo hagan a ti te encantara.
Ruedo los ojos ante tal comentario.
Vamos por los pasillos y veo las típicas rosas, con cartas, los que quieren impresionar, chocolates. Noto que este año se han esforzado veo marcas caras. Me impresionan, a pesar de no ser para mí, cada año se esmeran más para que las chicas se emocionen. Ahora parece estar de moda dar regalos a través de los casilleros, hasta los chicos reciben regalos. Oliver y yo abrimos los nuestros y en la de él caen dos cartas junto con varios chocolates pequeños.
Chocolates de almendra que se ven deliciosos.
Miro el mio y no entiendo porque tengo la ligera esperanza de que algo caería pero nada, esa diminuta esperanza se esfuma y se convierte en una gran decepción. Es increíble como un pequeño sentimiento se puede convertir tan rápido en un pensamiento negativo. Trato de evitar que se note en mi rostro la tristeza mientras guardo mis libros para cambiarlos por otros pero es muy tarde, Oliver noto de inmediato mi cambio.
—¿Quieres? —Extiende su mano ofreciendo todos los dulces.
Tal vez algo de azúcar me alegre.
Se los acepto con un suspiro.
—Tranquila, tal vez este año sea diferente, además, no esperes nada de los idiotas de aquí, no están preparados para conquistar la tremenda belleza que tengo como hermana.
No aguanto las ganas y lo abrazo. Oliver puede ser un tonto, pero es el mejor hermano que me pudieron dar. Me acaricia el cabello mientras me tomo mi tiempo, él sabe que eso me calma puedo hasta dormirme con ese simple gesto. Cuando me separo ya no me siento tan mal.
—Gracias, lo necesitaba —me da pequeños toques en la cabeza—, iré a ver a Mary, de seguro ya está en clase, quiero también los chocolates que le dieron —rio un poco.
No sé si es mi impresión pero algo en Oliver cambia, se pone recto y se aclara la garganta.
—¿En serio? ¿Recibe muchos? ¿Sabes quiénes son? —Alzo la ceja por lo nervioso que se puso de la nada.
—Lo que recuerdo es que el año pasado recibió tres cartas, pero las arrugó y boto, dijo que si querían llamar su atención debieron esforzarse un poco más —subo y bajo mis hombros sin interés alguno.
Murmura algo que por desgracia no escucho y se queda pensativo.
—Bueno... Creo que iré a clase... —doy pequeños pasos hacia atrás pero el no se mueve—, que te vaya bien... Nos vemos en casa...
Y si, sigue sin decir ni una sola palabra.
¿Que pensamiento lo estará atormentando?
Ya dándome la vuelta, está vez a paso rápido voy a mi clase. Llegó y de inmediato veo a Mary comiendo bombones.
Uy, alguien se esforzó.
—¡Oliv! Tienes que probar esto, es delicioso, lo dejaron en mi casillero, al parecer esa persona me conoce porque supo que yo amo y adoro los bombones —se deleita con otro mientras me ofrece uno.
¿Quien soy yo para negarme?
En el momento en que lo pruebo siento como las campanas de los angeles están tocando.
—La persona que te dió esto debe ser un admirador súper cercano.
—Eso lo pensé pero descarte la idea porque el único amigo que tenemos es Oliver.
Ahora que lo pienso, tiene razón, en todo momento él estuvo conmigo y no llevaba regalos encima así que queda descartado.
—Honestamente, prefiero no saberlo, quiero disfrutar del dulce sabor ¡Ah! Y también encontré esto.
Me enseña un pequeño ramo de tulipanes de papel hechas a mano.
—Son tus favoritas.
—¡Si! Esa persona merece el cielo.
Mi pecho se aprieta un poco al ver todos esos regalos.
No.
Olivia, no puedes sentir envidia de tu propia amiga. Eso no se hace.
Tratando de ignorar el pensamiento, me siento y cambiamos de tema, no quiero seguir hablando de esto. Ya fue suficiente, a pesar de que apenas estemos iniciando el día y muy probablemente no deje el tema hasta ahí pero al menos no quiero seguir con esta tortura personal.
¿Por qué quisieron agregarle el día de la amistad también?
Supongo que para que nadie se sienta mal.
Oh sorpresa, eso no funciona para mí.
¿Estoy haciendo drama?
Puede ser, es confuso. Llegué a tener una sola carta en toda mi vida, no se lo dije a nadie por qué no sabía si de verdad era para mí o no, lo confirme cuando vi unas cerezas dibujadas en la esquina de abajo. Aún la tengo, está guardada en el fondo de mi ropa intacta, no quiero que se arruine.
Lo mejor de todo es que la carta tenía perfume.
Raro, pero un gran detalle y aún se conserva con lo bien que la cuide; sin embargo, como está en mi ropa a veces me suelen preguntar por qué huelo ligeramente al hombre.
La fragancia masculina es adictiva.
¿Por qué no existe una secta en dónde haya chicas a las que les encante el perfume masculino?
Yo sería la primera en inscribirse.
Deberíamos hasta hacerlo un deporte.
Reacción ante tal fragancia y la última en desmayarse será la ganadora.
Ganadora de que, no lo sé, pero invertir mi tiempo en pensar en algo inexistente es mi pasatiempo favorito en las clases más aburridas.
Por desgracia pasan rápido y son tan pesadas que no me dejaron pensar con calma.
Maldito tiempo.
Cuando menos lo espero ya estamos en la clase de educación física. La profesora nos tiene friéndonos bajo el Sol mientras nos mira detenidamente bajo la gloriosa sombra.
Vieja culeca.
—Hoy haremos una actividad diferente. Cómo es la tan famosa festividad le pedí un pequeño favor a los chicos.
Frunzo el ceño y de inmediato volteo a mirar a Mary que está igual de confundida que yo.
—Como hay mas niñas que niños, algunos tuvieron que apañárselas, así que, por favor muchachos háganos los honores.
Todos salen corriendo y de inmediato esta cada uno con una o dos rosas en mano.
No, no, no.
Sentimiento de esperanza apágate.
Cada niño pasa adelante, dice el nombre de la chica que le dan la rosa y la abrazan. En el caso de los que tienen dos, se las dan al mismo tiempo. Uno me llama la atención, y ese es Cristopher, por su nerviosismo casi se le caen los lentes junto con las rosas además que entre sus manos también lleva chocolates.
—Bueno, hola… eh, este regalo va para una niña especial, con una personalidad explosiva pero que si observas bien es alguien muy amable.
¿Y si…?
—Mary.
¡Obvio que era para ella!
Es dulce, linda y explosiva.
Me ilusione rápido, lo siento.
Ella sonríe y va hacia el para darle un abrazo, recibe los regalos y seguimos. Algo en mi se va rompiendo cuando ya la mayoría dio lo suyo. Trato de mantener la calma, aun falta uno, no es la gran cosa solo es un regalo… Solo es un regalo… No tiene nada de especial…. Solo es algo insignificante.
—En fin, como soy el ultimo tampoco quiero que se vea menos importante, mi descripción es así, la chica a la que le voy a dar esto es alguien de verdad se preocupa por todo y por todos, su sonrisa es linda y sus ojos aún más.
Mi pecho siente la presión, la gran presión que te da cuando estás a punto de pasar algo emocionante. Solo estaba haciendo drama, este se nota que si puede ser para mí.
—Darla, ten, con mucho cariño de mi parte.
Siento como mi corazón se rompe en miles de pedacitos. Era el último, no hay nadie más, cada quien tiene lo suyo, miro a los lados esperando que alguien salga de algún lado y me diga que es una pésima broma y que aquí esta el mío pero al pasar los segundo no pasa nada.
—¿Y el de la niña Olivia? —La profesora también parece estar confundida.
Al parecer nadie se había dado cuenta del error hasta que lo mencionan.
Bajo la cabeza cuando todos los pares de ojos van hacia mí. Esto es vergonzoso, me pellizco mis dedos para concentrarme en otra cosa y no llorar. No quiero llorar.
—Se suponía que la iba a traer Abel.
—¿Yo? ¿No habíamos quedado que Julian?
—A mi no me metas yo no me ofrecí para darle a ella.
O sea que se organizaron para dar a todas menos a mí.
No me duele. No me duele. No me duele.
Esto al final de cuentas no me importa.
Trato de convencerme cada año con esas palabras, pero ya no puedo mentirme más.
Si me importa. Si me gustaría.
Me gustaría que me regalen flores, chocolates, cartas y todo tipo de cosas bonitas en este dia especial. Y es tan doloroso ver que cada una si tiene y yo no.
¿Qué me falta?
Quiero mejorar mi autoestima para poder sentir me bonita y esto simplemente la empeora.
¿De verdad no merezco ningún regalo? ¿No le importo a nadie como para poder darme algo?
Un sollozo sale de mis labios y siento las primeras lagrimas salir de mis ojos y deslizarse por mis mejillas. Debo salir de aquí, pero parece que hubiera raíces en mis pies que no puedo moverme. Me limpio las lagrimas con el dorso de mi mano, pero unas nuevas aparecen con mas fuerza.
—No importa, yo… yo… yo estoy bien, es el lindo el gesto que le hicieron a cada una —fuerzo una pequeña sonrisa.
Siento por fin las piernas y puedo salir corriendo al baño para poder sacar la frustración que tengo encima. No puedo con esto, no quiero mentirme mas, no quiero tener que decir una y otra vez las frases que todo el tiempo digo porque al final de cuentas la que se esta mintiendo soy yo.
Entro a uno de los cubículos y me encierro.
Caigo de rodillas y todo sale, nadie me escucha y me siento tranquila por eso.
¿Por qué no yo? Yo también quiero sentirme bien, quiero sentir un gusto amigable hacia mi quiero simplemente cariño genuino. Mary y Oliver son personas que siempre me dan eso pero no lo se, quisiera que alguien mas lo haga, a su voluntad.
Doy un golpe al piso sin importarme el dolor.
Repito ¿estoy haciendo drama? ¿Estoy demasiado abrumada con esto de San Valentín que lloro por esto? ¿Cuándo llegara alguien que de verdad le importe de esa manera?
No soy como las demás chicas que están al pendiente de su apariencia, yo apenas cuido mi piel en las mañanas pero, no me maquillo, no trato de verme bonita, no me esfuerzo. Tal vez sea eso, no me veo bonita para ellos y eso es lo que me altera.
¿Me altera no verme linda para los niños?
Trato de pensarlo dándole vueltas a la pregunta, pero de verdad no le encuentro respuesta.
No se.
Estoy tan indecisa en este momento que si me preguntan sobre algo siento que les respondería con un aja si. Recostada en el suelo del baño esperando que me calme de a poco, ya no siento nada, no salen sollozos, ni mucho menos hay respiraciones agitadas. Solo mi vista en un punto fijo dejando bajar todo esperando que se vaya.
Me veo ridícula.
Me siento ridícula.
Soy ridícula.
Muerdo mi labio para dejar de llorar cuando todos esos pensamientos se me vienen a la cabeza. Ya no, estoy cansada, quiero irme a casa. Quiero al señor Jules, quiero que el venga por mi y me lleve a tomar un café junto con pastel para olvidarme de todo y de todos.
Escucho como abren la puerta y decido quedarme en silencio, que alguien mas me vea de este modo ya seria humillante.
—Olivia, linda, si estás aquí sal por favor.
La voz de Mary.
Mi cerebro dice que no quiere a nadie, pero en mi corazón necesito la compañía de ella. Mi soporte en estos momentos.
Con la mano temblando abro la puerta con cuidado de que no me caiga y escucho sus pasos apresurados, en cuanto me mira, se tira al suelo conmigo a abrazarme. Ya no puedo evitar no sentir nada, me desmorono por completo de nuevo, pero con el conocimiento de que ella si está ahí para sostenerme.
—Tranquila preciosa, estoy aquí, estamos aquí para ti.
Al parecer no se aguanto las ganas de ir a decirle a Oliver.
El no, yo esta vez solo quiero estar con ella, la abrazo con más fuerza dándole esa señal de que quiero que se quede conmigo y ella lo recibe sin ningún tipo de queja. Me dice cosas para calmarme y mientras sucede eso me voy dando cuenta que su voz esta algo ronca, levanto la cabeza un poco.
—¿Qué le paso a tu voz? —Susurro.
—¿Crees que me voy a quedar con las ganas de mandarlos al diablo después de lo que te hicieron? Le grite hasta la profesora, creo que me suspenderán una semana —su pecho vibra por la risa que da.
Yo también me rio un poco ante eso.
—Oliver tampoco se queda atrás, escapo de clase y fue a gritarles también, casi se agarra a golpes con uno que dijo algo.
—¿Qué dijo? —Pregunto con curiosidad.
—No es importante. Ahora nos importas tu.
Me acomodo para que me siga acariciando y esperar con ella pacientemente.
Hace un momento me quejaba de que quería un cariño diferente, pero este es el que necesito… Mary y Oliver son todo lo que necesito.
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Comments
Jeeniffer Rodríguez
si era dia de la amistad tambien porque mary no le llevo un presente a olivia 😔
2024-05-21
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