capítulo 6: Acoso y Bromas

^^^Este capítulo trata de un tema delicado, si tienes alguna sugerencia de cómo desenvolver el tema con más fluidez, lo agradecería mucho. Sin más que decir, ¡disfruta! ^^^

Estoy sumamente aburrida.

Hoy tengo casa sola, ya que, papá y mamá están trabajando y el tonto de Oliver se fue con Ian. Suspiro hundiéndome en el sofá junto con el chocolate que tengo en la mano. Tal vez visitar al señor Jules no estaría nada mal aunque no sé como avisarle a mis padres.

Supongo que como estarán afuera un buen rato cuando lleguen les explicaré.

Con más ánimo me levanto del sofá dejando la envoltura del dulce junto con una mandarina que me comí y busco las llaves. Seguro debe estar haciendo postres o plantando su huerto.

Salgo de la casa no sin antes ponerme una chaqueta. Estos días han sido muy fríos, tanto, que necesito dos cobijas encima por las noches. Doy unos cuantos pasos dando pequeños saltos con un poco de rapidez, hasta que me doy cuenta de que tres hombres de unos treinta y tantos vienen en por la dirección en la que voy.

Me siento algo intimidada por ellos, ya que se ven muy... ¿Cómo decirlo?... No encuentro la palabra indicada pero no me inspiran confianza. Me apresuro para estar delante de ellos y no tratar de mirarlos.

Si no los ves, no existen.

Si no los ves, no existen.

Si no los ves, no existen.

—Ay, pero que niña tan guapa — aprieto los ojos mientras sigo caminando.

No respondas.

¿Desde cuándo se me ha hecho tan lejos la casa del señor Jules?

Siento que cada paso que doy estoy aún más lejos.

—Es tan linda que parece una muñeca ¿No crees?

No soy una muñeca por favor váyanse.

—Y no solo eso, también tiene un bello cuerpo.

¿Mi cuerpo?

Instintivamente colocó mis manos en cada brazo cubriéndo.

Tengo miedo.

No lo voy a negar, es la primera vez que experimento algo así y no me paran de sudar las manos ¿Y si me secuestran? ¿Qué harán conmigo?

Un montón de escenas aparecen en mi mente y eso hace que las lágrimas se acumulen en mis ojos y unas ganas de vomitar se presenten. Siento miedo, vulnerabilidad hasta incluso intimidación.

Voy a estar bien. No pasará nada.

Trato de tener esos tipos de pensamientos pero es imposible cuando ellos siguen hablando.

¿Por qué salí? ¿Por qué no me quede en la casa? ¿Es mi culpa?

Quiero voltear, regresarme e ir a llorar a mi habitación. Poco a poco el alivio vuelve a mí cuando ya estoy casi en la entrada de mi vecino, pero la pequeña esperanza se esfuma en cuanto los tres tipos se colocan al frente de mí con sonrisas espeluznantes.

—Hola pequeña... ¡Vaya! Pero mira esos ojazos. Tan preciosos como perlas —. Su intento de amabilidad hace que me tiemblen las rodillas.

—¿Qué tal si vienes con nosotros? Vamos a un parque y nos divertiremos mucho — me mira de arriba a abajo con una expresión que no sabría describir.

Niego con la cabeza con la respiración casi agitada.

—Oh vamos, ¿no quieres un dulce? — el hombre mete su mano en el bolsillo y cuando estoy a punto de negarme de nuevo, se escucha una voz.

—¡Oigan! ¡Vándalos! ¡¿Qué mierda creen que hacen?! — La voz de señor Jules es como la más fina melodía que hace que de nuevo tenga esperanza.

Los tipos ponen cara de amargados.

— Anciano no se meta, vuelva a sus asuntos que este no es su problema.-

El señor Jules estaba rojo de la ira, avanzó hacia ellos dando zancadas hasta estar frente a frente.

—Para qué lo sepan, este SI es mi problema, porque esta niña es mi nieta y no dejaré que parte de la podrida sociedad corrompa su inocencia —. Sus palabras me llegan al corazón y pequeñas lágrimas salen de mis ojos inconscientemente.

—¿O qué? — Pregunta uno de ellos acercándose amenazadoramente.

El señor Jules da una pequeña risa burlona.

—¿Qué es tan divertido anciano?

El sonido de unas sirenas acercándose se escuchan de fondo y mis ojos se abren bastante que duelen. El color de piel de los tipos cambia drásticamente pareciendo fantasmas.

—Creo que no son tan tontos como para no entender ese sonido — sonríe satisfecho.

Uno de ellos intenta escapar pero él es más rápido que lo electrocuta con esas pistolas. Mi boca forma una O, impactada.

A los demás no les da tiempo escapar porque ya dos patrullas están en frente de la casa.

Todos los policías salen rápido y nos rodean. Me colocó detrás del señor Jules escondiéndome. La mano de él acaricia mi cabello sin mirarme.

—No pasará nada, todo está bien, yo estoy aquí para protegerte.

Una simple frase no puede tranquilizarte. La frase:

Arrestan a los hombres sin hacer preguntas y cuando ya están dentro de las patrullas, la mayoría entran en ellas excepto uno, el que parece ser el líder de ellos. Se acerca para estar al frente del señor Jules.

—Padre — el saludo me desconcierta.

¿Dijo padre? Espera. ¿Él es Nicolás?

Me contó sobre su hijo que ingreso a la fuerza policial y que trabajo muy duro para poder al final ser el líder de todos ellos.

¡Al fin lo conozco!

Es de la altura de su padre, por la gorra casi no lo veo pero por unos mechones rebeldes se escapan deduzco que su cabello es castaño y sus ojos son oscuros, tenía una mirada fría antes de acercarse pero se suavizó cuando estuvieron frente a frente.

—Hijo, enserió te lo agradezco — En su mirada se muestra el orgullo que siente hacia él.

—Sabes que estaré siempre que aprietes el botón que te instale en el teléfono, vendré en dos minutos máximo tres, me explicas claramente por llamada lo que paso, detalles, evidencias, necesito todo para llenar el papeleo ¿Vale? — Asiente —, perfecto, entonces me retiro, Robert, señorita — nos hace un leve gesto con la cabeza a cada uno y se retira.

Cuando se van completamente quedamos los dos en silencio hasta que sacudo mi cabeza sacándome del shock en el que estaba.

—¿Robert?

—Vino la policía y se llevaron unos tipos que acababan de acosarte ¿Y lo único que te impresiona es mi nombre? Niña, no me llamo señor Jules — se ríe abiertamente mientras se da la vuelta para entrar a la casa.

Lo sigo en silencio mientras proceso todo lo que acaba de pasar, aún siento mi corazón un tanto acelerado. Entramos a la casa y el olor a pastel me llega a las fosas nasales.

Esto es el cielo.

Doy una fuerte respiración intentando sentir ese exquisito olor que está por toda la casa. Nos dirigimos a la cocina y él se sienta en uno de los taburetes, da unas cuantas palmadas al que está a su lado, lo que me da a entender que me siente. Le hago caso y lo miro, parece ser que busca las palabras correctas antes de entablar la conversación.

—Escuche señorita, lo que acaba de pasar, no es normal y lo sabes ¿verdad? — Asiento —. Perfecto, entonces más fácil. En el mundo tú sabes que hay personas malas, horribles diría yo, y a pesar de vivir en un mundo "moderno" como dirían los jóvenes hoy en día, hay ciertas cosas que no cambian, por ejemplo, el constante acoso ¿Sabes lo que es acoso? — Asiento nuevamente — explícame que es.

—Es cuando alguien se niega a hacer algo y la otra persona sigue insistiendo.

—Exactamente, y por eso hay que cuidarnos, aunque, suele haber un pequeño problema y eso son la mayoría de hombres que existe en esta sociedad, porque a pesar de ser avanzada también sigue siendo machista ¿qué significa esto? Que no respetan a las mujeres, no respetan su manera de expresar o vestir.

《 Es un tema muy largo y pienso que estás algo pequeña como para que te sobrecargue con tanta información, pero, te puedo dar pequeños consejos para cuando pase de nuevo, aunque me agradaría bastante que no te suceda nunca — suspira pesadamente —. Bueno, primero, cuando intenten hablarte no respondas, ignorarlo es la mejor solución; segundo, si intentan tocarte, grita, da patadas, rasguña, da golpes, haz lo posible por escapar; tercero, cuando seas un poco más grande y puedas salir tu sola, lleva un gas pimienta, créeme te servirá. 》

Escucho atentamente al señor Jules intentando memorizar cada cosa que dice. Él es tan amable por hacer esto, no sé que hubiera pasado si no estuviera en el vecindario, ahora que lo recuerdo él dijo que era su nieta, me emociona un poco el hecho de que me considere alguien de su familia.

En el momento en que termina su explicación me da un abrazo y para que se relaje un poco la situación, nos tomamos el tiempo en revisar el rico pastel que está haciendo, cuando ya lo tiene listo, nos servimos un gran pedazo cada uno acompañado de un café. Me dio muy poco de ello, ya que dice que me puede hacer daño, incluso fuera de peligro me protege.

—Señor Jules, usted es un gran hombre con grandes historias — sonríe enternecido —. No entiendo como mi hermano y su amigo piensan que usted es un hechicero malvado — cambia su expresión a una confundida.

—¿Qué yo que?

—Si, ellos dicen que hace embrujos y que elige cosas para su caldero o cosas así ¡Hasta le tienen un apodo! "El hechicero de la calle treinta y cuatro". — Sube una ceja pero de inmediato cambia a una sonrisa maliciosa.

—Con que hechicero ¿Eh?

Oh, oh.

Esa sonrisa, esos ojos con esa chispa maliciosa, el cómo se frota las manos de manera sospechosa.

Es obvio que tiene una idea.

—¿Qué trama?

—¿Yo? — Se hace el inocente por un momento — bueno, ellos piensan que soy un hechicero ¿Qué tal si se lo hacemos creer de verdad?

Cuando entiendo su mirada hago la misma expresión de él.

—¿Cuál es el plan?

Nuevamente, me explica una "pequeña" broma que quiere hacer. Este señor puede ser viejo pero tiene la mentalidad de un niño. Su idea es llamar a Ian pidiendo auxilio y cuando ellos entren a la casa a buscarme.

Porque si, los dos son tan tontos como para entrar a la casa de la persona que les asusta.

El señor Jules se pondrá un disfraz de brujo y les dará el susto de su vida. Organizamos todo antes de que lleguen, apagamos algunas luces para que se vea más tétrico y dejando un camino para que no empiecen a buscar por todas las habitaciones sino en una en específico.

En ese cuarto vacío decoramos todo al estilo Halloween, por suerte el señor Jules tiene un caldero grande en donde coloca los dulces, pero en vez de ellos pondrá un líquido verde.

Me sorprende como todo está minuciosamente organizado, hasta me da miedo a mí. Él saca de una caja un aparato.

—¿Qué es?

—Ya lo verá señorita — lo deja en el suelo y lo enciende.

El humo empieza a brotar de él y yo sonrío emocionada. El señor Jules se pone su capa y varias cosas encima para parecer más tenebroso.

Ahora solo falta las víctimas.

Esperamos pacientemente mirando por la ventana, hasta que dos figuras se hacen presentes en mi campo visual.

Llego la hora.

Me alegra tener buena memoria para el número de Ian. Con el celular de mi vecino lo llamo y miramos por la ventana que antes de entrar ellos se detienen por el sonido y cuando Ian saca su teléfono frunce el ceño pero igual contesta.

—¿Hola? — Pregunta nervioso.

Modo actriz del drama activado.

—¿Ian? Ian tienes que ayudarme por favor — finjo desesperación.

—¿Olivia? ¿Qué sucedió? — Puso el altavoz al escuchar que era yo.

—El señor Jules — intento hacer la voz como si llorara — vengan, ayúdenme, tenían razón, es un hechicero y está a punto de echarme a su caldero... — Grito fuertemente para que escuchen ellos al otro lado.

Cuelgo y ellos están pálidos.

—Hora del show — dice mi compañero de bromas.

—Sip.

Subimos rápidamente cuando se mueven hacia acá. Me escondo atrás de unas cajas y pongo música que pareciera que estamos a punto de invocar algo.

La puerta de abajo se escucha como se abre e intento aguantar la risa. Los pasos resuenan y el señor Jules empieza a hablar un idioma extraño.

—pulli dicunt pio pio, quando esuriunt, cum frigent.

Ok, ahora sí pienso que invocaremos a Michael Jackson.

Al menos sabré el chisme.

Dos cabezas se asoman y por sus caras digo que van a llorar. Ian le empujo a Oliver para que entre y esté lo fulmina con la mirada pero vuelve a su expresión miedosa.

—He-he-hechicero de la calle veinticuatro...

—Treinta y cuatro — Le corrige Ian.

—¡Eso mismo! De-de-devu-vuelveme a mi-mi herma-mana — todo se escucha horrible. Dios, siento que me sangraran los oídos.

—¿Su hermana? — Pregunta cauteloso y siniestro.

—Si — se hacen los valientes pero no saben lo que les espera.

—Oh, ¿esta hermana? — Saca un brazo que se ve muy real del caldero — ¿O está? — esta vez saca una pierna.

Lo siguiente que sucede es un grito por parte de los dos. Es como el grito de una niña pequeña. Salen corriendo y nosotros nos echamos a reír.

Salgo de mi escondite con dolor de estómago por la risa y el señor Jules se limpia una lágrima mientras nos seguimos riendo.

—¿Viste como gritaron? — Me pregunta él.

—Sus caras... — No puedo completar una frase. Poco a poco van bajando las risas y por fin puedo preguntar — ¿Qué fue ese idioma? Pensé que iba a venir Lady Di de la tumba.

—Solo cante los pollitos en latín — explotamos de nuevo en risas.

Este día pudo haber empezado mal pero en definitiva terminó muy bien.

Gracias a él.

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