IAN POV
—Oye, ¿vamos a entrar o no? —la desesperación de Oliver hacen que mi nerviosismo aumente.
—¿Estás seguro de que quieres entrar? Digo, podemos ir a mi casa jugar videojuegos y pasarla bien ¡Es una grandiosa idea! ¡Vamos!
Estoy listo para darme la vuelta, pero Oliver me agarra del hombro y me voltea, cierro los ojos fuertemente y suspiro.
—Te estás tomando lo del examen muy enserió.
—¡Y tú no muy enserió! —Le recriminó.
—Porque yo si estudie.
—¡Yo también! —El alza la ceja— muy bien, solo estudie poco —frunce los labios—, ok, no estudie nada —bajo la cabeza arrepentido.
Esto me hace un inútil.
Todos esforzándose en estudiar mientras que yo nada más me quede de flojo en mi casa.
¿Qué pensarían mis padres si otra vez me saco baja nota?
¡Voy a ser la decepción! De nuevo.
Oliver suspira y con su brazo rodea mis hombros y me guía para que entremos.
—Tranquilo hermano mío, de lo único que te tienes que preocupar es que esas dos nos superen en exámenes —señala a Olivia y Mary que hablan tranquilamente.
Giro la cabeza lentamente fruncido el ceño.
—Me estás medio motivando... —Me separo de un empujón— ¡¿Por qué quieres competir contra Mary?! —La señalo con la mano.
—No únicamente contra ella, también contra Olivia —Aclara.
Ruedo los ojos y volteo para retomar el camino, saludo a las chicas distraído.
Siento como el aire deja mis pulmones mientras voy caminando por los pasillos del instituto hasta mi clase.
Esto me está torturando demasiado.
El viernes tuve un examen, un examen matemáticas, hoy ya es lunes y nos entregan los resultados.
Algunas le atiné a las respuestas pero otras... Tuve que hacer un juego al azar para poder atinarle... La nota máxima es de diez y para pasar necesito un siete.
No creo que llegue ni al seis.
Apenas entro siento algo de tensión. La mayoría están en sus grupos prestando atención a lo que están haciendo en la pizarra. Los inteligentes se dieron el tiempo de resolver los problemas que se acuerdan que estaban en el examen.
—Entonces la respuesta de la tres con la comprobación, tendría que ser por obvias razones menos cinco.
¿Yo puse menos cinco?
—Y la respuesta de la seis con la fórmula es dieciocho.
¿Yo puse dieciocho? Ay creo que no.
Ya no escucho las demás respuestas porque bajo la cabeza y apretó los puños con impotencia.
Me siento decepcionado conmigo mismo. Si sabía que tenía un examen ¿Por qué no estudie? ¿Por qué no hice algo al respecto? Cuando estaba haciendo otra cosa en vez de estudiar, me acordaba que tenía el examen y me arrepentía demasiado ¡Pero aun así no hice nada!
Como si estuviera en automático me guio a mi asiento, no tarda mucho Emma en sentarse en el puesto de al frente, la reconozco por su melena negra ya que, ni me atrevo a alzar la mirada.
—Hola —saluda con ánimo—, ¿todo bien? —Esa pregunta me hace querer rodar los ojos—, al parecer hoy no nos levantamos de humor.
—Y si no lo hice ¿Qué? ¿Algún problema? —Quedo paralizado por las palabras que salieron de mi boca, ni siquiera las pensé—, no espera, lo siento, lo siento tanto, estoy estresado por la nota del examen, lamento haberme desquitado contigo, estuvo mal.
—Hey, tranquilo, todos estamos teniendo un mal día por eso, no tienes por qué disculparte tanto —con su mano me acaricia el brazo para consolarme.
Abro la boca para decir algo y justo entra la profesora con todos los exámenes en mano. Emma me sonríe como despedida y se va a su asiento. Oliver aparece y se sienta al lado mío.
—Bien estudiantes, ya los exámenes están revisados y pasados la nota, si tuvieron baja calificación pueden recuperarlo, pero recuerden, yo no voy a buscarlos, ya que no pienso perder clases con ustedes, cada uno me tiene que buscar en mi escritorio y volver a darme el mismo examen, pero ojo, solo se puede recuperar en los siguientes siete días. Así que a estudiar —nos sonríe—, bien, con eso dicho, procedo a entregarles.
Empieza a nombrar a cada uno y yo estoy subiendo y bajando la rodilla de la desesperación. A Oliver lo llaman primero y cuando regresa, no aguanto y le pregunto:
—¿Cuánto sacaste?
—¡Nueve! —Dice con emoción.
Trago saliva y asiento.
Ok, no me debió ir tan mal entonces. Inhalo y exhalo tratando de calmarme, y cuando menos lo espero, dicen mi nombre, un escalofrío pasa por toda mi columna y como si todo pasara en cámara lenta me levanto. Cada paso que doy es como si me sudara todo el cuerpo, ¿desde cuándo hace tanto calor en el salón? ¿El ventilador no está prendido o porque me siento tan sofocado?
Estiro la mano temblando y cierro los ojos sin querer ver la nota. Vuelvo a mi asiento y Oliver es el que pregunta esta vez.
—¿Cuánto sacaste?
Despego la hoja de mi pecho y al ver el número en la esquina hace que el aire salga de mis pulmones, completamente perplejo.
Seis coma setenta y cinco.
La voz de Oliver llamándome se escucha lejana, no quiero responder, no quiero estar en clases, quiero ir a mi cuarto a llorar. ¿Esto es a lo que puedo llegar? Es como estar tan cerca pero tan lejos de la nota máxima. El papel es arrebatado de mis manos y yo ya no escucho solo siento como mi corazón late en mis oídos, las lágrimas se acumulan en mis ojos y yo solo pido permiso para ir al baño.
No sé si me la dieron, solamente sé que me levante y me fui corriendo al mismo. Las lágrimas pueden correr libremente cuando me encierro en un cubículo, me hago bola abrazando mis rodillas.
¿Por qué? ¿Por qué soy tan vago? ¿Por qué no me aplico? ¿Por qué no puedo alcanzar una nota buena?
Por lo que tú mismo dices, no te aplicas y no estudias.
Pero me esfuerzo.
Al parecer no lo suficiente.
¡Deja de decir eso!
¿Y qué quieres que te diga? Eres un pésimo estudiante, y ni te esfuerzas en ser mejor.
¡No es cierto! ¡Cállate de una buena vez!
Claro, prefieres que me calle antes que te diga todas las cosas que son verdad…
—¿Ian? —Una voz interrumpen todos mis pensamientos— ¿Ian estás aquí?
—¿No? —Me siento patético por responder eso.
—Bien, ya sé dónde estás.
Escucho unos pasos y de la nada, silencio. Reconocí la voz de inmediato así que es un peligro que se halla que quedado todo en silencio. Abro la puerta del cubículo y la patada en el estómago es tan rápida que ni la logro procesarla y caigo de rodillas al suelo.
—¡Dios! ¡Lo siento! Ay no, Oliv me matará, me va a matar —la miro con cara de ¿Qué demonios?— Oye, pero hay que tener en cuenta esa patada poderosa que iba a dar a esa puerta ¡La iba a derribar! —dice orgullosa.
—Mary, creo que no es el momento —menciono un poco adolorido.
—Ay cierto, tienes razón ¿Cómo estás?
La miro con la misma cara que la anterior, ya que, estoy agachado por la patada, mis ojos están rojos por el llanto y si tiene buen oído me escucho llorar, ¿le parece que estoy bien?
—Ya, ya perdón, es la peor pregunta que puedo hacer, pero ¿Por qué estás así? —Se agacha a mi altura y me mira como intentando averiguar que me pasa.
—Es que… —Me sorbo los mocos y con tan solo recordar lo que paso las lágrimas se acumulan en mis ojos y vuelvo a dejarlas caer.
—Ian… —El abrazo no tarda en llegar y no puedo evitar aferrarme a ella.
Deja que llore por un buen rato.
De todas las personas que me podían consolar, Mary es de las últimas que me hubiera imaginado que lo haría, no porque no me agrade sino porque a pesar de ser los mejores amigos de los pelirrojos, no solemos ser muy unidos. Siempre pensé que sería una reina del hielo, pero al parecer esta reina del hilo tiene un buen corazón.
—¿Quieres que evitemos el tema o quieres hablar de lo que te paso? —Me pregunta cuando ya me he dejado un poco de llorar.
Me separo y de alguna forma me siento listo para hablar.
—El viernes tuvimos un examen, no sé si en tu clase también la tuvieron —ella asiente— bien, ese examen lo quería pasar en serio lo quería hacer, pero por culpa de mi vagancia no estudie, y me siento inútil, todos los demás pasaron mientras que yo… yo me quedo atrás, todos avanzando mientras que yo estoy retrocediendo y es exasperante e irritante preguntar ‘Oye, ¿entendiste?’ y que los demás te digan que si fácilmente, pero yo que me esfuerzo en concentrarme no puedo.
»También está el tema de mis padres, no quieren que llegue con una baja calificación porque sino me castigan, y no quiero eso, no quiero ver de nuevo esa expresión de decepción de nuevo. No lo soportaría Mary.
Termino de decir todo lo que tenía guardado con una presión en el pecho que no me deja respirar normalmente. Levanto la mirada y Mary está mirando un punto fijo pensativo.
—Te haré una pregunta —la confusión me atrapa completamente—, si no mal recuerdo hay recuperación del examen ¿verdad? —Asiento—, bien, ¿quieres pasar tiempo con Oliv?
—¿Eso a que viene al te…?
—¡Solo responde y ya!
—Si, Mary sí.
—Bien, pues en la hora del descanso quiero, no, te exijo que te acerques y le pidas ayuda para que te enseñe el tema del examen, esa recuperación la vas a dar hoy mismo a la hora de la salida, ¿entendido? —Asiento con confusión— perfecto.
—Espera, no me dirás nada respecto a lo que te dije.
Así funciona la consolación ¿verdad? ¿O me equivoco?
—Lo único que necesitabas es desahogarte, y eso hiciste, no tengo por qué opinar sobre un tema que tú mismo sabes que tiene solución, lo único que pasa es que te nublas con el estúpido pensamiento de ‘no puedo, no puedo, ayúdenme’, todos podemos simplemente que algunos más rápido que otros, pero eso no significa que sean menos inteligente, claro que lo son, simplemente les falta práctica, fin.
—Me lo pudiste decir más suave —murmuro y ella alza la ceja.
—¿Esperas que te pinte los pajaritos en el aire y decirte que el mundo es color de rosa y sacaras buena calificación? Si esperas eso, anda a desahogarte con el estúpido de Oliver y listo.
Esta chica es increíble.
Tiene razón, necesito la realidad no que me digan verdades vacías. La motivación de Mary es un poco brusca, pero de verdad me sirvió para poder calmarme.
Me levanto decidido y me lavo la cara para quitar los restos de lágrimas que quedaban y hacer que se desinflamen mis ojos.
—Voy a hacer lo que dices. Iré con Olivia
—Sí.
—Le pediré ayuda.
—Aja.
—Pasaré el examen.
—Muy bien.
—Y le daré un gran beso a Olivia.
—Si… Espera ¿Qué? No, no, no, no, en definitiva no puedes hacer eso.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Primero, somos menores de edad, segundo se desmayaría y tercero ¡Estamos en un libro Family Friendly! —Habla alterada.
—¿Qué?
—¡Nada!
—Ok... Siguiendo con el tema, no lo haré y si lo hubiera hecho, la habría besado en la mejilla —rueda los ojos.
—Claaaaro casanova, vámonos antes de que un profesor me vea aquí adentro.
Me voltea y me empuja hacia afuera, ante todo lo sucedido no me he puesto a pensar un dato muy importante.
—¿Por qué entraste al baño de chicos? —Pregunto cuando ya estamos en los solitarios pasillos.
—Porque tengo miembro y me urgía ir al baño Ian —ruedo los ojos por su sarcasmo— Porque vi a un llorón entrando y me apresure en entrar para poder tener sus lágrimas en mi camiseta, fin de la historia.
Me río un poco y justo suena el timbre cambiando de hora.
—Bueno, me tengo que ir, ya perdí toda una clase no quiero perder dos —le digo y me despido con la mano para salir corriendo de ahí.
Espero que la profe salga y entro rápido a clases, Oliver me mira preocupado y de una vez me abraza. Sé que no hablara al respecto así que cuando se separa nos vamos a nuestros puestos.
Pasan las horas y la del descanso llega algo lento, en cuento suena la campana salgo corriendo para esperar a Olivia en la entrada. La veo como sale hablando con Mary.
—¡Olivia! —La llamo para que no avance más.
Se detiene y mira a los lados intentando ver quien le llamó, en cuanto me ve, algo en ella cambia, como que algo se ilumina, se ve aún más linda, no sé si es ella o es la luz.
No importa, esta lindísima.
—Hola —le saludo.
—Hola —ella me lo devuelve.
Abro la boca para pedirle la práctica, pero de inmediato se atoran las palabras en mi garganta.
¿Por qué no pensé lo que iba a decir? Me veré como un idiota si solo se lo pido como si fuera mi esclava. No podría. No a ella.
Pero ¿Qué le digo?
Al parecer Mary vio que estoy a punto de entrar en crisis porque me ayuda.
—Oye Oliv ¿Cuánto sacaste en el examen anterior de matemáticas? —Pregunta ella a mi rescate.
—Nueve, me equivoqué con los signos en la última —responde.
¡Ja! ¿Quién lo diría? Los hermanos sacaron lo mismo.
—¡Oh! Bueno, nuestro querido Ian necesita unas prácticas con ese tema, ya que saco baja nota y quiere recuperar.
Ella me mira con las cejas levantadas y yo bajo la cabeza y asiento con la cabeza avergonzado.
El silencio que se forma es un poco agobiante.
Ahora me dirá que no, fue una pésima idea, ¿por qué diría que si? Mejor me doy media vuelta y me resigno a seguir con baja nota, vamos, es Olivia, seguro tiene mejores cosas que hacer en vez de enseñarme Matema...
—Claro, ¿te parece que te ayude en tu salón? Es que en el mío sales y no vuelves a entrar —quedo sorprendido por su respuesta.
No soy capaz de hablar ni de responderle, no es hasta que siento un golpe en el brazo y reacciono de inmediato.
—¡Si! Vamos, por favor, disculpa que te moleste.
—Nah, Mary sobrevivirá sin mí ¿cierto?
—Obvio, los veo después tortolitos.
Olivia se pone a mi lado y comenzamos a caminar casualmente, charlamos un poco y es satisfactorio poder hablar libremente con alguien después de desahogarse.
Llegamos y enseguida nos ponemos manos a la obra, ella agarra un marcador y me pone un ejercicio en la pizarra, hago el intento de resolverlo mientras ella me explica los errores que cometo.
En algunos momentos me distraigo, no porque quiera hacerlo.
¡Es que ella es tan buena explicando y aun así se ve linda!
¿Hay algo que Olivia no haga bien?
Aunque, ¿la estoy idolatrando?
Si, ella no es perfecta, pero para mí ciertamente lo es, aunque, idolatrar es admirar con exceso a una persona, ¿la estoy admirando es exceso? Eso me preguntaré después, es extraño y curioso.
—Ahora solo tienes que hacer la comprobación —busco en mi cerebro la fórmula de la comprobación y como que algo se prende en mí, y recuerdo.
Empiezo a escribir en la pizarra y cuando termino, escucho saltos atrás mío.
—¡Siiiii! ¡Lo lograste!
La respuesta es uno igual a uno... ¡Entonces todo el proceso estará bien!
Giro sobre mis talones y una sonrisa gigantesca aparece en mi rostro y doy saltos igual que ella.
—¡Lo logré! ¡Lo logré!
—Sabía que podías Ian.
Saber que alguien más tiene fe en mí hace que mi corazón lata muy fuerte.
Eso o ver a Olivia feliz.
Tiene que ser una de dos.
Abrazo a Olivia y le agradezco un montón, me separo y agarro su rostro entre mis manos para darle un beso en la frente.
—Te debo una, no, te debo mil —se ríe un poco.
—Lo tomaré en cuenta —sus mejillas están tan rojas como su cabello.
Justo toca la campana y ella se despide, me siento en mi puesto para hacer más ejercicios y seguir practicando, casi no preste atención a las demás clases, aunque esta vez no fue porque me distrajera con cualquier cosa, no, está vez fue por algo productivo.
La última hora llego, y me siento preparado para lo que se viene, busco el escritorio de la profe de Matemáticas y le menciono sobre la recuperación, ella encantada me da unos ejercicios y los comienzo a resolver.
Olivia, Mary, no les voy a fallar.
Pasan unos veinte minutos cuando le entrego la hoja, ella lo revise y me dice algunos errores que tuve y me pone la nota.
—Felicidades niño, sacaste ocho.
Lo que sentía antes no se asemeja a lo que siento ahora. Orgulloso de mi mismo salgo del instituto, veo a los muchachos a unos metros de distancia y camino hacia ellos.
Olivia es la primera que me ve y se acerca rápido.
—¿Y? ¿Cuánto sacaste? Estoy tan desesperada por saber la respuesta que siento que me voy a desmayar.
—Parece que... ¡Voy a pasar estos y muchos exámenes más! —Les muestro y los tres ven el gran ocho.
Todos me felicitan y se siente bien el hecho que lo hagan, es increíble.
—Así que este día termino con un final feliz —dice Oliver— tú con un ocho y yo con un nueve —de una forma mágica saca su examen de su espalda y lo enseña descaradamente a las chicas.
La risa de Mary empieza a oírse fuerte.
—Tú crees... Que... —La risa no la deja decir las cosas bien.
Cuando ya se calma, saca su examen de la mochila y un perfecto diez aparece en ella mientras nos mira con superioridad.
Los dos quedamos sorprendidos por lo inteligente que es Mary.
—¿Cómo te quedó el ojo rosita fresita?
Oliver se pone rojo de la ira.
—¡Eso no cuenta! —Reprocha.
—¡Claro que si!
—¡Claro que no! A ti no te gustan las matemáticas.
—Que no me gusten no significa que no me esfuerce.
Otra vez pelean.
Miro a Olivia y le sonrío, ella mira hacia otro lado tímida.
—Me alegra que hayas pasado, sabía que lo podías hacer.
—No lo pude hacer sin ti, y por millonésima vez te lo diré, gracias Olivia, en serio gracias.
Me mira con una expresión muy satisfecha.
—No hay de que Ian.
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3082 PALABRAS DE PURO PODER 👺👺👺 JAJAJAJAJAJAJ
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Comments
María Saori 😎🤫
aja
2023-06-26
1
María Saori 😎🤫
ahhhhh ajajaja nada tonto el amigo
2023-06-26
1
María Saori 😎🤫
eso es verdad es muy doloroso ver la expresion de decepción de nuestros padres, por q de otras personas te da igual pero de tus papas no 😢😥
2023-06-26
1