Fer

–Vengo a arreglar el refrigerador del señor…–Miro un papel, mientras intento sonar lo más convincente que puedo–. Guerrero.

El conserje asiente. –Sí, acabo de hablar con él, me dijo que la dejara pasar. –Suspiro agradecida. Aprender a hablar como hombre me sirvió después de todo. No sabía que se me daba tan bien lo de imitar voces–. Debo decir que estoy impresionado de que hayan enviado a una mujer.

Me obligo a sonreír y evito decirle que su comentario es de lo más machista que he escuchado últimamente.

–Ya lo ve. Hasta nos dejan usar destornilladores y todo –mascullo.

El conserje ríe y mi irritación aumenta.

–La llave –dice entregándomela–. El caballero dijo que llegaría pronto, pero si termina antes, le ruego me entregue la llave sólo a mí.

Asiento y me dirijo al ascensor.

Eso fue fácil.

En realidad, lo de solicitar la llave fue sólo una precaución, ya le robé la original a Woody. Me inventé lo del refrigerador para no levantar sospechas en conserjería.

El ascensor se detiene y busco el departamento número 66. Sonrío al ver la puerta. Tomo la llave y la abro.

Al entrar piso unas cartas que están en el suelo. Me apresuro a recogerlas y arrugo el ceño al leer el destinario.

–Cristóbal Guerrero Henríquez.

Por lo que averigüé de Woody, fue adoptado por su primo y la esposa de éste, cuando tenía 12 años. ¿Por qué alguien le enviaría una carta con su antiguo nombre?, ¿alguien de su pasado tal vez?

–Concéntrate, Fer –mascullo decepcionada de mi comportamiento. Debo buscar evidencias en contra de Cristóbal y su familia, no debo distraerme con tonterías.

Cierro la puerta con llave y me siento en su sofá gris, sorprendida de lo cómodo que es. Miro a mi alrededor y sonrío. Es un lugar muy agradable.

La sala es cuadrada, pintada en colores claros y tiene dos ventanales grandes en las que puedes ver el atardecer. Estiro mis piernas y las apoyo en una mesa de centro de madera pesada en dónde hay revistas, documentos y una taza de café vacía. En la pared central que está pintada de un hermoso amarillo, hay un televisor plano empotrado en la pared y abajo un rack con un equipo de música y una gran cantidad de cd´s.

Curiosa, me levanto, y miro la música que le gusta a Guerrero. Se puede saber mucho de la personalidad de una persona conociendo el tipo de música que escucha.

La mayoría es de rock antiguo y hay otros cd de cantantes y grupos de los años cincuenta y también hay varios cd´s de jazz.

–Vaya.

Tomo el cd de Aretha Franklin, que tanto me gusta, y sin poder contenerme lo pongo en su equipo de música.

La música envuelve el lugar y me siento tranquila.

Olvidándome de todo husmeo por su hogar. Tiene una cocina americana decorada en tonos madera. La mesa para comer es cuadrada y domina el lugar. Hay una habitación que parece que nadie vive en ella, no está personalizada.

Abro la otra puerta y sé de inmediato que es su habitación.

La luz naranja del atardecer entra con fuerza por el gran ventanal y resalta los colores claros de la pared, pero resalta aún más la enorme cama con el edredón azul y unos enormes almohadones que prometen un sueño reparador. En el velador hay un libro y un vaso. También hay dos puertas que imagino deben tratarse del baño y el vestidor.

Sin poder detenerme, me tiro a la cama y suspiro.

¡Es todo lo que prometía!

Abrazo un almohadón y gimo. Que no daría por tener un lugar así.

La casa de mis padres es hermosa, pero es de ellos. Siempre he querido tener un lugar al cual poder llamar mi hogar, sin embargo, hasta el día de hoy no he podido. Ser periodista es difícil y no tan bien remunerado como esperé, pero, de todas maneras, no me importa. Amo lo que hago.

Giro por la cama, disfrutando de la suavidad del colchón. Pruebo la resistencia saltando un poco y sollozo ante la agradable sensación.

Si tuviera una cama como esta podría decirle adiós al dolor de espalda.

Debe ser un buen lugar para tener sexo.

Mierda. ¿De dónde vino eso?

Me sonrojo al imaginar a Cristóbal amando a una mujer en esta cama, pero luego de un momento me enfurezco, aunque no sabría decir por qué.

Vuelvo a girar y veo muchas más cartas sin abrir dirigidas a Cristóbal Guerrero Henríquez, tiradas en el suelo, como si las hubiese lanzado a propósito.

Mi cuero cabelludo pica, igual que cuando estoy a punto de descubrir algo importante. Me pongo de pie y recojo las cartas.

Si las abro con cuidado luego puedo volver a cerrarlas. Quizá haya algo importante aquí.

Me acuesto sobre mi estómago, en la cómoda cama, y abro una con mucha delicadeza.

Dentro hay una hoja de oficio, escrita a mano con lápiz de tinta azul.

Respiro profundo, antes de leer.

Cristóbal:

Hijo, ya no sé cómo llamarte, lo último que quiero hacer en este momento es molestarte. Sé que merezco que no quieras contactarme, lo sé, por lo mismo, te juro que nunca pediré tu perdón. No lo merezco, cariño.

¿Sabes? En este momento cierro mis ojos y trato de imaginar cómo te ves ahora, pero lo único que veo es a mi hermoso niño travieso que me seguía a todos lados y me decía unas veinte veces al día que me amaba.

Quisiera poder recordar a Claudio tanto como a ti, pero cuando los abandoné, mi bebé apenas tenía dos años. Sin embargo, recuerdo su dulce sonrisa y su pelo castaño rizado. Mi hermoso bebé.

Sé que, si lees esta carta, no llorarás como lo hago yo al escribirla. Tal vez puede que tu odio crezca un poco más… si es posible. No sé qué les habrá dicho César de mí, pero, aunque te cueste creerlo, no todo es verdad… Quizá con el tiempo me permitas contarte lo que pasó, o quizá lo único que estoy provocando es que te alejes más de mí.

Me juré que nunca los buscaría, que nunca los dañaría de nuevo, pero ya ves, ni siquiera puedo cumplirles eso.

Como te he escrito muchas veces, pero creo que aún no lo sabes, ya que me sigues enviando las cartas de vuelta, tuve una hija, se llama Beatriz, le puedes decir Betty. Es la niña más hermosa y buena que existe, y sí, aunque te cueste creerlo, es mi hija.

He pensado mucho últimamente, y antes solía creer que no existía un Dios por todo lo que viví y nunca estuvo ahí para ayudarme, pero ahora sé que lo hay. ¿Por qué lo sé? Porque está haciéndome pagar por mis pecados con los que más amo.

Sí, sé que debes pensar que tengo lo que merezco, que por fin alguien me está haciendo pagar por todo el daño que les hice, y Dios sabe que mi castigo ha sido horrible.

Perdí al hombre que más he amado y amaré en mi vida. Murió hace dos años, y hoy duele tanto como aquel día. El único consuelo que he tenido es mi Betty, ella me ha dado la fuerza para no dejarme vencer por el dolor, pero ahora… Ahora la estoy perdiendo a ella también.

Es una niña, Cristóbal, no merece pagar por mis pecados. Mi pequeñita no ha lastimado nunca a nadie, y cada día veo como recibe el castigo que debería recibir yo.

Es por eso que te he escrito, cariño. Tu hermana te necesita. Betty necesita un trasplante de médula ósea y yo no soy compatible con ella. Es lo que más me duele. Le daría mi corazón si con eso pudiera salvarla, pero mi castigo es ver como la persona que más amo en este mundo se apaga día tras día y yo no la puedo ayudar.

Hijo, te lo ruego, salva a mi niña. Puedes escupirme en la cara, gritarme, decirme cuanto me odias y todo lo que tengas dentro, pero salva a mi Betty. Juro nunca más volver a molestarte de nuevo.

Con cada carta que escribo y que es devuelta a mí, pierdo la esperanza, pero no me rendiré. Mi Betty merece todo el sacrificio del mundo. No he querido ir a tu casa, pero ya no me estás dejando otra alternativa.

No puedo seguir esperando. Betty no puede seguir esperando.

Te lo ruego… No castigues a tu hermana, sálvala.

Cristina Henríquez.

Mis manos tiemblan. Abro otra carta y es básicamente lo mismo. Sigo leyéndolas, y entre más actual es la fecha, más visible es su desesperación.

Es una madre rogando misericordia por su hija.

–Nunca pensé que te tendría tan pronto en mi cama, Rapunzel.

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Comments

Adriana Romero

Adriana Romero

Me imaginaba que algo así sería, los busca para no perder a du hija Beatriz. para el trasplante de médula. no quiero ni imaginar que va a pasar ahora que Rapunzel leyó las cartas y sabe la verdad. y qué hará Cristobal?
Cómo afectará esta situación a los hermanos?
Quedó algo oculto en el pasado de Cristina con Cesar?
Amanecerá y veremos 😏

2025-04-01

1

Mauren Coronado

Mauren Coronado

No es sinismo, creo que cuando sabes que haces daño a si la culpa no sea tuya, lo que menos quieres es seguir haciéndolo, pero como ella dijo es una medida desesperada por salvar una vida inocente y hasta ahora no savemos su verdad.

2025-01-06

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Mauren Coronado

Mauren Coronado

ja! esto se puso interesante !!

2025-01-06

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