15-

A la mañana siguiente se despertó atontada. Le costó mucho hilvanar los pensamientos y las acciones más simples, como higienizarse o vestirse, le demandaron muchísima concentración y energía. Era media mañana y ya estaba agotada. No entendía lo que le pasaba, pero se esforzó por realizar las tareas que se le exigieron.

Era por la tarde ya cuando las telarañas de su mente comenzaron a remitir un poco. En ese momento apareció su tía con una tetera y una taza y le ofreció té. Luz no había comido nada en todo el día y estaba famélica, por lo que la boca se le hizo agua al ver los bocadillos en la bandeja. Aceptó con una sonrisa y se dispuso a beber un pocillo de la humeante infusión. Miró a su tía y descubrió que ésta la observaba con ansiedad. Le pareció sospechoso y comenzó a dudar. Recordaba que en el sueño su cansancio y su letargo comenzaron luego de la llegada del par de madre e hija al palacio. Decidió, pese al hambre, declinar el té.

- Perdón, Señora. Fue un desliz de mi parte. ¿ Cómo osaría dejar que su Señoría me sirviera de esta manera? Si me disculpa, me retiraré a seguir con mis tareas.

Con el estómago dolorido por el hambre, Luz hizo una reverencia y se retiró. Una incrédula y ofuscada Violeta la miró con furia y arrojó la bandeja con todo su contenido contra la pared.

- Sucia negra. ¡Ya veremos si bebes o no!

Salió corriendo hacia la habitación de Iván a contarle lo sucedido.

Luz estaba limpiando una alacena en un depósito cuando la puerta se abrió de golpe y un enfurecido Iván entró por ella. Luz se encogió de miedo en el momento en que lo vio.

- Sucia esclava. Parece que no aprendes.

Traía en la mano una fusta y con ella golpeó el rostro de la chica partiéndole el labio y haciéndola sangrar.

- Señor Mío. No sé cómo lo he ofendido.

La chica se tocaba el rostro donde el hombre la había golpeado y luchaba por contener las lágrimas.

- Te dije que Noelia y Violeta son tus amas ahora. Si ellas te dan una orden, la obedeces y ya.

- Pero Señor Mío. He obedecido todo lo que me han mandado. Hasta las cosas más insignificantes.

- ¿Y el té? ¿Por qué no lo has bebido?

Luz comprendió de inmediato lo que estaba pasando. Ese té debía contener algo que la volvía un ente semi idiota. Pensó en una excusa plausible que darle al hombre. Bajó la cabeza y respondió.

- Porque me dio vergüenza que la Señora me sirviera. Supuse que si el Señor se enteraba de que me había dejado servir, se enfurecería con esta humilde esclava.

- Quítate la ropa.

- Pero, Señor. ¡Esto es un área pública de la casa!

- ¡QUÍTATE LA ROPA!

Luz obedeció sumamente avergonzada. Se sacó la ropa en silencio mientras veía a la servidumbre agolpándose en la puerta para ver el espectáculo.

Date vuelta.

Luz se puso de espaldas al hombre y comenzó a llorar en silencio. Las lágrimas de la mujer exacerbaron la crueldad de su esposo quien comenzó a golpearla con la con la fusta hasta que cayó de rodillas al piso. Entonces la tomó del cabello y la arrastró hasta su cuarto tirando de él. El suelo áspero le causó varias escoriaciones a su cuerpo desnudo, sumado ese dolor al de la paliza. Luz soportó todo en silencio pues sabía que cualquier queja empeoraría las cosas.

A partir de ahora tomarás y comerás cualquier cosa que te den en silencio.

Iván dijo eso después de arrojarla al suelo de su cuarto. La chica se arrodilló mirando el piso y respondió:

- Cómo ordenes, Señor Mío.

- Te quedarás aquí encerrada durante tres días sin comer ni beber nada. Veremos entonces si eres tan melindrosa con lo que te den.

- Si, Señor Mío.

Iván se dio vuelta y salió del cuarto cerrando la puerta con llave. Luz se puso de pie y busco ropa en su Placar para vestirse. Su espalda era una llamarada violenta, pero apretó los dientes y se envolvió con las prendas.

Se sentó en la cama y meditó en lo que estaba pasando. Era obvio que el té que le trajo su tía tenía algo. No quería beberlo, pero no podía negarse. Además, no había comido nada y le esperaban tres días más sin probar alimento. Estaba segura de que no soportaría mucho negándose a consumir lo que le trajeran. No tenía idea de lo que iba a hacer.

Se acostó boca abajo para evitar el fuego de su espalda y se durmió. Descansó toda la tarde, lo que la ayudó a terminar de despejar su mente. Se levantó y miró por la ventana. Agradeció ver qué ya era tarde en la noche. Seguro que a esa hora ya nadie vendría a molestarla.

Tomó su diario, un candil y una pluma y se dispuso a explorar los pasadizos. Si quería salir de este lugar era mejor que conociera las rutas de escape. Decidió hacerlo sistemáticamente y marcar cada recodo para no perderse. Se internó por los pasajes despejando telarañas en el camino. Agradeció el hecho de que nunca había tenido a los insectos o las ratas cómo otras chicas. Si llegaba a aparecer alguno de estos visitantes seguro que hubiera gritado y se hubiera expuesto a que la encontraran.

Despues de dar varias vueltas, siempre hacia la derecha, llegó a un panel. No sabía adónde la conducía, por lo que rogó al cielo que la puerta no hiciera ruido. Tocó la cerradura secreta y se escuchó un casi imperceptible click. Luego de eso se abrió una rendija en la pared.

Luz tapó el candil para que no sea perceptible desde afuera y miró por la hendija. Era el mismo lugar en que se hallaba está tarde cuando Iván la había humillado. Se alegró porque era uno de los depósitos de la cocina.

Salió sigilosamente, esperando que nadie se percatara de su presencia. El pasadizo desembocaba en un estrecho espacio entre dos estanterías, por lo que su salida sería bien disimulada. Avanzó a oscuras tanteando alrededor para no chocar contra nada. La noche era negra, pero la luz de las estrellas iluminaba tenuemente la habitación,ayudándola a no tropezar. Se cruzó con su vestido, que aún estaba tirado en el suelo. Lo miró con una mezcla de ira, vergüenza e indignación. Pero decidió no tocarlo pues sería raro que de pronto desapareciera.

Buscó a tientas en los estantes algún alimento. Encontró un par de embutidos, pan y queso. Tomó un poco de acá y otro poco de allá para que no se note el hurto y pensaba retirarse cuando se dio cuenta de algo: necesitaría un recipiente para guardar las cosas. Debía dejarlas en el pasillo para no ser descubierta. Pero si las dejaba así nomas las ratas y los insectos devorarían todo. Registró las alacenas y encontró una olla mediana de barro con tapa. Lo tomó y le metió las cosas adentro. Volvió al espacio entre las alacenas y aprovechó para hurtar una vasija con agua.

Estaba a punto de marcharse cuando se le ocurrió otra idea: Tomó el candil y se arriesgó a sacarlo por la abertura. Lo que vio la hizo entrar en pánico: sus huellas hechas de polvo por toda la habitación. Volvió a salir y tomó una escoba. Realmente tenía que agradecerle a sus captores por obligarla a trabajar como sirvienta, pues gracias a eso sabía dónde hallar las cosas y no perdió demasiado tiempo buscándolas. Barrió la evidencia y aprovechó para llevarse la escoba. Sería una buena herramienta para borrar sus huellas en el futuro.

Volvió a su habitación y se sirvió una porción de alimentos. Su estómago estaba agradecido pues estaba famélica. De todos modos no quiso comer mucho para no terminarse todo de una sentada. Iván había dicho tres días, pero como venían las cosas nadie papá garantizarle que no serían más.

Con el estómago lleno se acostó feliz en el lecho. Este pequeño acto de rebeldía le daba esperanzas, por lo que su sueño fue placentero.

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Comments

nereida Martinez

nereida Martinez

si es verdad ya lo vivió pero como que le quedó ganas de más /Joyful//Joyful/

2024-02-20

1

Ceci del Castillo

Ceci del Castillo

dos vidas sufriendo,ay nooo que prota mas pendeja e inútil,ya sabe lo q va a pasar y aguanta como si nada

2023-06-28

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