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La princesa se subió al carruaje en el que recorrería el camino hasta el templo. En esa misma carroza transitarían las calles de la ciudad y volverían, con su esposo, al palacio para el banquete.

Era un carro magnífico tirado por un tronco de seis corceles. Al ser descubierto, el pueblo podría observar a la pareja real en el paseo triunfal frente a la plebe. Era el mismo carro que había llevado al Emperador Marco de Luna y a su esposa Ira Simm en su boda. Y era también el que había transportado a sus padres cuando se casaron. Para ella usar el mismo vehículo era un honor y una forma de compartir con su madre este momento.

Al pensar en su madre su rostro se ensombreció. Su nana se dio cuenta y le tomó la mano para reconfortarla. Luz sonrió de inmediato recuperando la alegría. Nada debía empañar este día.

Pronto llegaron al templo y los edecanes la ayudaron a bajarse del carro. Su padre la esperaba emocionado en la puerta para llevarla del brazo y entregarla en el altar. Él seguía extrañando a su esposa y le hubiera gustado que ella pudiera disfrutar de este momento con él. Al pensar en esto una lágrima se le escapó por la comisura del ojo, pero la secó de inmediato para no empañar la alegría de su hija.

Luz enganchó su brazo con el de su padre y ambos avanzaron hasta el gran portal de la iglesia. Éste se abrió dándoles paso y de inmediato comenzó a sonar la marcha nupcial.

Padre e hija caminaban lentamente por el pasillo. A medida que avanzaban los asistentes iban quedándose sin aliento. La chica estaba tan hermosa que parecía una visión celestial.

Pronto llegaron frente al altar, Iván tomó la mano de la novia y ambos enfrentaron al sacerdote para presentar sus votos.

El clérigo comenzó la ceremonia invocando los santos escritos. Le recordó a cada uno de los contrayentes los derechos y obligaciones de los cónyuges y, por último, les permitió pronunciar sus votos.

Iván comenzó con semblante serio.

- Yo: Iván Nicolás de Molinec Congo, te tomo a ti, Luz Estrella Congo Sanflower como esposa. Prometo honrarte y respetarte en la salud y la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza hasta que la muerte nos separe. Si así no lo hiciera, que Dios me lo demande.

Ahora le tocó el turno a Luz.

- Yo: Luz Estrella Congo Sanflower, te tomo a ti, : Iván Nicolás de Molinec Congo. Prometo honrarte y respetarte en la salud y la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza hasta que la muerte nos separe. Si así no lo hiciera, que Dios me lo demande.

El sacerdote concluyó:

- Habiendo ambos pronunciado sus votos ante Dios y ante los hombres, los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.

Luz estaba radiante de emoción. Con una tenue sonrisa, Iván levantó el velo que le cubría el rostro y le dio un suave beso en los labios.

La audiencia prorrumpió en atronadores aplausos. La flamante pareja recorrió del brazo el pasillo hasta la salida mientras los invitados arrojaban a su paso pequeñas flores blancas.

Se subieron al carro nupcial y salieron a recorrer las calles de la capital. Iván iba tenso en su asiento, saludando mecánicamente a las multitudes apiñadas a los lados de la calle. Luz notó la incomodidad de su esposo.

- ¿Te sientes bien?

Preguntó sinceramente preocupada.

- Estoy bien. Solo que aun me duran los nervios de la ceremonia.

Con eso esbozó una pequeña sonrisa al tiempo que tomaba su mano. Esto tranquilizó a la muchacha. Se dio vuelta nuevamente y continuó saludando a la multitud con alegría.

Hicieron el recorrido en silencio hasta que llegaron al palacio. Iván ayudó a su esposa a bajar del carruaje y la tomó del brazo para entrar juntos al salón de banquetes.

Los invitados que ya habían llegado prorrumpieron nuevamente en aplausos al entrar la pareja. La chica sentía que el mundo era un lugar luminoso ahora que iban del brazo con su amado. Durante los años de noviazgo Iván no le había dado siquiera un beso. Le decía que era inapropiado que una pareja no casada se besara. El no quería manchar su reputación ni la de ella por ningún motivo. Podía esperar hasta la boda.

Del brazo llegaron hasta la mesa de la cabecera, donde se sentaron lado a lado y comenzó la ronda de brindis. Luz veía con preocupación cómo Iván tomaba copa tras copa de licor. Trató de aconsejarlo, pero él la ignoró. Le achacó su actitud a los nervios y se relajó para seguir disfrutando.

Después de la cena vino el baile. Las mesas fueron retiradas por los sirvientes y el espacio interior se despejó. Iván la tomó de la cintura y ambos comenzaron a danzar al compás del vals. Luego de una pieza su padre le pidió tomar su lugar a Iván para bailar con su hija. A su vez Noelia, su prima, le pidió a su esposo que bailara con ella.

Un rato después se sentaron y ya no volvieron a bailar. Pasada una hora, más o menos, vino Nanny a buscarla para prepararla para recibir a su esposo. Se lo comunicó a su marido mientras se ponía de pie. Iván la miró con una expresión inescrutable y asintió en silencio.

Así terminó la fiesta para ella.

Nanny y las doncellas la acompañaron a la cámara nupcial, donde un enorme lecho cubierto de sábanas blancas dominaba desde el centro de la habitación. La sábana inferior sería guardada como prueba de su virtud. Eso era parte de la costumbre nupcial en Kjall.

Le quitaron el vestido y lo guardaron con esmero. Mañana sería llevado a la tintorería y vuelto a guardar en el tesoro del palacio. Desarmaron su complicado peinado dejándole el crespo cabello suelto sobre los hombros. La bañaron y le colocaron un camisón casi transparente. Luz estaba roja de la vergüenza de solo pensar que el correcto Iván la viera así.

Cuando todo estuvo listo se sentó en el borde de la cama a esperar a su esposo.

Pasó alrededor de una hora hasta que finalmente se escucharon pasos en el pasillo. La puerta se abrió con un golpe e Iván entró en la habitación con una expresión sombría en el rostro.

- Esposo...

El hombre la calló con un chistido.

- No hables, mujer. Terminemos rápido con esto.

Se acercó a Luz que temblaba con partes iguales de miedo y expectación. Al estar más cerca, ella pudo sentir el fuerte aroma a alcohol que provenía de él.

- Estás borracho.

Dijo tratando de suprimir el asco que le daba el fuerte olor. En respuesta él le tapó los labios con los suyos. Ella pensó que la besaría, pero en realidad solo le cubrió los labios para callarla. En el momento siguiente la puso de espaldas en la cama y le subió el camisón hasta la cintura. Le arrancó la ropa interior y se bajó un poco los pantalones. Luego le abrió las piernas y entró en ella sin preparación previa.

Luz quiso gritar por el dolor, pero él le tapó la boca con una mano, mientras que con la otra sostenía sus muñecas por encima de la cabeza para inmovilizarla. Se movió con rudeza dentro de ella y terminó con un gemido. Se tomó un instante para recuperar el aliento, se paró, se subió los pantalones y se dirigió a la salida de la habitación. Antes de llegar a la puerta se detuvo y, sin darse vuelta, le dijo reflejando en su voz un profundo desprecio:

- Con el tiempo tu cuerpo se acostumbrará y dejará de dolerte. No tienes permitido gritar hasta que eso suceda. Eres una princesa. Compórtate como corresponde a tu dignidad real.

Luego se marchó sin mirar atrás.

Luz se quedó en la cama terriblemente dolorida y frustrada. ¿Dónde estaba el placer que le había mencionado Nanny? Solo sintió dolor y una sensación de asco que le provocó náuseas. Se levantó como pudo y fue al baño a vomitar todo lo que había comido en el banquete.

Volvió a la cama y se acurrucó en posición fetal. Lloró amargamente hasta quedarse dormida.

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Comments

nereida Martinez

nereida Martinez

maldito prácticamente abuso de ella que clase de ser hombre este..que busca entonces???

2024-02-20

0

Maris Benitez

Maris Benitez

HP 😡😡🤬🤬🤬🤬🤬🤬🤬🤬🤬🤬 empieza el tormento de Luz ☹️☹️😥😢😥😓😓😓😓😞😞😞😞

2023-12-27

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