14-

Dos días después de comunicarle a su esposo del embarazo aparecieron su tía y su prima. Parecía que todo ocurría más rápido que en su pesadilla: en ésta las mujeres aparecían un par de meses después.

Otra cosa que cambió fue que ahora su esposo mismo vino a presentarlas. Alineó a la servidumbre y les comunicó que las dos mujeres se harían cargo desde ahora de llevar la casa. En ese momento Luz miró dolida a Iván. Éste puso una expresión seria y le ordenó ir a su cuarto. Ella se retiró en silencio y esperó sentada en la cama a que su marido apareciera.

Al rato su esposo entró pateando la puerta y, sin previo aviso, la tomó del cabello y la arrojó al suelo. Luz supo que en ese momento comenzaba su tormento.

- Esta es mi casa y aquí mando yo.

- Si, esposo.

- ¿Esposo? No me llames así, perra. Soy tu amo, y como tal deberás llamarme Señor Mío.

- ¡Sí, Señor Mío!

Luz tenía miedo por su bebé y por eso no quiso contradecir a Iván. De todos modos este se quitó el cinturón grueso de cuero que llevaba y la obligó a pararse frente a él.

- Vamos a dejar claras las cosas desde hoy: Tu eres una negra sucia, un pedazo de excremento. ¡Mírate! Si hasta el color del excremento tienes. Tu tía y tu prima son mujeres blancas, verdaderas mujeres. Así que, a partir de ahora las servirás como la esclava negra que eres. Si recibo aunque sea una queja de ellas te golpearé hasta dejarte inconsciente.

Luz miró a Iván a los ojos. Éste se enfureció.

- Parece que no entiendes tu lugar en esta casa, negra sucia. Soy tu amo. ¡No me mires a los ojos!

Luz bajó la mirada inmediatamente.

- Te daré una muestra de lo que te espera si desobedeces. ¡Quítate la ropa!

La chica se sometió en silencio.

- Date vuelta y agárrate de los postes de la cama.

Luz hizo lo que su esposo le pidió e inmediatamente éste comenzó a golpearla. La mujer no pudo evitar las lágrimas, pero no emitió ni un quejido.

Cuando se le cansó el brazo, el hombre detuvo la golpiza. Luz apenas podía mantenerse en pie y su espalda era una dolorosa masa roja y negra.

- Espero que te queden claras las cosas ahora.

- Sí, Señor Mío.

- ¿Qué debes hacer, entonces?

- Obedecer a mi señor y a las señoras.

- Muy bien perra. No creas que por tu embarazo sentiré pena. Así como te metí un crío en el vientre puedo meterte otro.

Dicho esto se retiró dejando a la mujer aterrada y dolorida. Luz se tomó el vientre aún plano y le susurró a su hijo:

- Todo estará bien, Bebé. Yo te protegeré.

Esa tarde apareció Noelia en su cuarto portando una bandeja de té acompañado de algunas masas. Luz se puso de pie como pudo y se inclinó ante ella.

- Señorita Noelia…

- Prima: no seas tan formal conmigo. Te traje un poco de té y algo para que comas.

Luz moría de hambre, pero tenía miedo de aceptar la amabilidad de la muchacha.

Noelia se sentó como si ésta fuera su habitación y le ordenó a la chica que se sentara frente a ella.

- Toma un poco de té, prima. Creo que te hará bien.

Con mucha desconfianza, Luz se sentó al borde de la silla con la mirada baja.

- ¿Qué te pasa, querida? ¿Por qué eres tan tímida?

- Se me ordenó servir a la Señorita. No ser atendida por ella. Si el amo se entera, me castigará.

Al tener la mirada baja, Luz no pudo ver el regocijo en el rostro de la muchacha blanca.

- Iván no está aquí ahora. Puedes comer con confianza.

Con esto sirvió una taza de humeante té y le ordenó a la muchacha beber. También la obligó a comer unos bocadillos.

Luz masticaba despacio. Miraba hacia la puerta esperando ver a Iván entrar furioso en cualquier momento. Cuando terminó la merienda, su prima levantó la bandeja y salió de la habitación sonriendo. Afuera la esperaba, ansiosa, su madre.

- ¿Se lo bebió todo?

- Sí. Dos tazas.

Ambas se fueron por el pasillo cuchicheando divertidas.

Luz esperó un rato. Estaba segura de que su esposo aparecería en cualquier momento a golpearla por la visita de su prima. Después de un rato suspiró aliviada al ver que no pasaba nada.

Se levantó de la silla en donde estaba sentada. Su cuerpo era una sola llamarada de dolor. Buscó algo para hacer, ya que no se atrevía a salir de su cuarto. Recordó el pasadizo y decidió recorrerlo un poco.

Tomó un candil y se cubrió con una sábana. Había muchas telarañas y polvo en el lugar. Debía cubrirse para no arrastrar tanta suciedad al salir de la habitación y por eso ser descubierta. Además, si la mugre se adhería a sus heridas estas se infectarían y no quería eso.

Se fijó muy bien el recorrido que hacía, pues no quería perderse en ese laberinto. Al rato volvió a la habitación con una idea en su mente: debía trazar un plano del dédalo de corredores para saber en qué lugar se hallaba. Además pensó que sería útil marcar cada pasillo para no desorientarse.

Con este pensamiento en mente salió del pasaje y lo cerró con cuidado. Limpió las huellas de polvo y telarañas del piso y se dispuso a higienizarse. Luego, con mucho cuidado por las contusiones, se acostó en el lecho e intento dormirse. Pero, aunque estaba agotada, el sueño no llegaba. Estaba muy excitada por los acontecimientos del día. Además del dolor en la espalda que era un fuego que la quemaba sin un segundo de descanso. Por fin, varias horas de agonía después, logró quedarse dormida.

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play