Pasaban los días y La chica ya tenía una idea de la distribución interior del laberinto de pasadizos. Hacia la derecha de su habitación se hallaban las dependencias de servicio, hacia la izquierda se hallaban las habitaciones residenciales. Luz se esforzaba por investigar todas las noches, pero estaba un poco aletargada por la droga que su cuerpo alcanzaba a digerir antes de lograr vomitarla.
Se dirigió a la izquierda tratando aún de hallar la salida. Llegó a una salida y se arriesgó a abrirla. Pese a los años de desuso las puertas secretas se mantenían milagrosamente silenciosas. Además, siempre estaban disimuladas dentro de un mueble o tras un tapiz.
Este era el caso de la puerta que halló hoy: salía a un inmenso armario en el que la ropa hacía de escudo para los ojos curiosos. Sintió el olor familiar a la colonia que usaba Iván y se dio cuenta de que esa era la habitación de su marido.
Nunca había podido entrar a ese cuarto. Le dio curiosidad y se acercó a la puerta del armario. Estaba un poco abierta, así que pudo espiar por la hendija. Vio que el cuarto estaba a media luz y vio movimientos en la cama.
Luz hizo un gesto de hastío. Imaginó al hombre con su tía teniendo relaciones. Par de alimañas, ya tomaría su venganza.
Iba a retirarse cuando escuchó algo que la clavó en su lugar.
- Querido ¿Cuándo podré embarazarme de tu hijo?
Definitivamente esa no era la voz de Violeta, sino de Noelia.
- Mi amor. Ten un poco de paciencia. En un par de semanas podré inscribirte como mi concubina y ya podrás tener mis hijos.
- Estoy harta de tomar ese asqueroso té anticonceptivo.
- Aguanta un poco más. Sólo un poco más.
- Por ti, lo que sea. Pero no quiero ser solo tu concubina. Quiero ser tu esposa.
- Y lo serás, en cuanto la perra negra tenga a su crío.
- ¿Qué harás con ella? ¿Vas a matarla?
- Al principio pensaba hacer eso. Que muera desangrada como su madre. Eso no sería sospechoso.
- Si no la vas a matar, ¿cómo conseguiré ser tu esposa?
- Me va a dejar por su amante.
- ¿Qué?
Luz escuchaba la conversación y también quedó impactada con la declaración del hombre.
- Como escuchaste: voy a encontrar en su habitación una nota diciendo que se va con su amante.
- Entiendo.
La chica rió cruelmente.
- ¿Cómo harás para convencerla de que escriba la nota?
- Usaré el poder de convicción de mi látigo. Además está tan drogada que ni sabrá lo que está escribiendo.
- ¿Qué le pasará realmente?
- Se la voy a vender al conde Asford. Me la pidió hace un tiempo ya. Me dijo que no le importaba que esté usada, pues solo se divertiría con ella y, que cuando se aburra, la pondría a trabajar en uno de los prostíbulos que tiene en la capital de Necar.
- El conde es un pervertido.
- Pagará bien por ella, es lo único que debe importarnos.
Luz se cubrió la boca para no gritar. Ahora más que nunca sintió desesperación por encontrar la salida. Retrocedió hacia la entrada secreta y cerró la puerta asegurándose de que no quedaran rastros de polvo donde había pisado.
En la habitación a Iván le pareció escuchar algo, se paró de la cama y se dirigió al armario. Lo abrió de golpe pero no vio nada. Se encogió de hombros y se dirigió a la cama para continuar divirtiéndose con su amante.
Luz llegó a su cuarto asqueada por el descubrimiento que había hecho. Se sintió desesperada por que se daba cuenta de que le quedaba poco tiempo. Maldijo las drogas que la aletargaban y que no le permitían explorar demasiado.
Además el embarazo había progresado y su vientre crecía cada vez más, impidiéndole moverse libremente.
Revisó los planos que había dibujado en su diario y se dio cuenta que seguir investigando hacia la izquierda no tenía sentido, pues solo hallaría las habitaciones del trío. La derecha llevaba a las dependencias de servicio, por lo tanto quedaba solo ir hacia el frente.
Se acostó a dormir pues estaba cansada. Noelia o Violeta llegaban todos los días a las seis a traerle el té, por lo que no le quedaban muchas horas de sueño. Intentó dormir, pero cada vez que conciliaba el sueño, las pesadillas la despertaban jadeando y toda transpirada. Debía salir pronto de ahí si quería salvarse y salvar a su hijo.
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