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Es un placer conocerla, Su Majestad.

La marquesa Violeta Congo de Márquez rondaba los treinta años pero seguía siendo hermosa. Con su cabello rubio - un poco más oscuro que el de Luther - y sus ojos azules, llamaba inmediatamente la atención sin importar el lugar en el que se encontrara. Tenía la piel tersa, sin una arruga, tanto así que parecía de porcelana, igual que la de su hija.

...Violeta Congo de Márquez...

Luz se sintió impactada cuando vio a la mujer. Era la hermana menor de su padre pero nunca habían tenido contacto debido al distanciamiento de las dos familias. Ahora que la conocía podía ver los rasgos familiares en ella.

La mujer hizo una reverencia ante la muchacha, pero ésta se apresuró a detenerla.

- Tía: No es necesario eso entre nosotras. Somos familia.

- Gracias, Majestad. Es muy amable de su parte.

- No me lo agradezcas. Soy yo la que debería reconocer tu gesto y el de tu hija por abandonar todo y venir a hacerme compañía.

- No es ningún sacrificio por nuestra parte, Alteza. Es lo que la familia debería hacer.

- De todos modos, lo agradezco.

La marquesa hizo un gesto de reconocimiento con la cabeza pero no dijo nada.

- A propósito, tía. Llámame Luz, no Alteza. Como bien has dicho somos familia.

- Como ordenes, Alte… Perdón: Luz. Espero que nuestra presencia aquí no sea una molestia para ti.

- Al contrario: es un alivio para mi soledad.

- Me complace oír eso.

- ¿Ya están instaladas? ¿Necesitan algo más? Cualquier cosa que les haga falta solo deben pedirla a la servidumbre.

- Lo tendremos en cuenta.

En ese momento entró Noelia en la habitación.

- Mami, Prima: ¿Ya se presentaron?

Ambas mujeres sonrieron ante la frescura de la muchacha.

- Así es, Noelia. Su Magest… Perdón: Luz, ha sido muy

considerada con nosotras al permitir nuestra invasión a su morada de esta manera.

La princesa hizo un gesto con la mano para restar importancia al comentario.

- Dejémonos de esas cosas y pasemos al salón a tomar el té. Permítanme llamar a la servidumbre.

- No te molestes, prima. Yo me encargo.

Sin permitirle refutar, Noelia salió corriendo hacia la cocina.

- Esa muchacha… Te ruego que no tengas en cuanta su efusividad.

Luz sonrió a la mujer con simpatía.

- No hay problema por eso.

Ambas se sentaron en sillones enfrentados para poder charlar con más comodidad.

- Cuéntame algo de tu vida, Tía. La verdad es que papá no habla mucho de la familia, así que no sé nada de ustedes.

Violeta lanzó un sonoro suspiro.

- Eso se debe a que tu padre y tu abuelo son muy orgullosos los dos. Tu abuelo no quería a tu madre como esposa para Luther y por eso rompió relaciones con él cuando se casaron.

- Eso es lo que me contó papá. Pero no hablemos de viejos rencores, sino de ti.

- Está bien Es una buena idea.

La Marquesa se acomodó en el asiento y comenzó a hablar.

- Como ya sabes, soy la hija menor de la familia Congo. Mi padre me casó a los catorce años con el Marqués de Márquez y un año después nació Noelia. Mi esposo tenía más de setenta años, así que no vivió mucho tiempo. Cuando llevábamos tres años de casados falleció de un paro cardíaco. Desde ahí que vivo sola con mi hija.

Luz miró a la mujer espantada.

- ¡Debe ser terrible estar casada a tan temprana edad y con un hombre tan mayor!

- El Marqués siempre fue gentil conmigo, así que no me pareció tan terrible. Además, no había nada que yo pudiera hacer al respecto, por lo tanto, no pensé mucho en el asunto. Como sea, el resultado de ese matrimonio fue Noelia. Ella me ayudó a sobrellevar la soledad todos estos años. Sin su apoyo no sé cómo habría aguantado. Mi padre intentó volver a casarme, pero, gracias a Dios no lo logró. No quiero otro matrimonio sin amor.

Luz se sentía profundamente apenada por la mujer. Su vida matrimonial era dura, pero ella adoraba a su esposo. No podía concebir la idea de estar con alguien a quien no amara.

- ¿Y cómo es que Iván les pidió que vinieran a vivir con nosotros aquí?

- Iván es mi sobrino, ¿lo sabes? Es primo de Noelia. Él sabía que nuestra situación económica no era buena porque los parientes del Marqués nos despojaron de casi todos los bienes cuando falleció. Por eso nos propuso venir al palacio y hacerte compañía. Acepté gustosa, porque tú eres mi familia. Él nos prometió que a Noelia ni a mí no nos faltaría nada. Así que aquí estamos.

Luz tomó la mano de su tía y se solidarizó con ella.

- No te preocupes. Aquí estás muy bien.

- Pero no hablemos más de mí, sino de ti.

En eso llegó Noelia seguida de la servidumbre. Traían bandejas con té y bocadillos para acompañarlo. Dejaron todo en una pequeña mesita y se retiraron discretamente.

La chica miró a las dos mujeres y preguntó sonriendo:

- ¿De qué hablaban?

- Luz estaba a punto de contarme sobre su embarazo.

- ¿Sí? ¡Qué bien! ¡Cuéntanos!

Así pasaron la tarde conversando y riéndose. Hacía rato que Luz no se sentía tan bien. La compañía de las dos mujeres le había devuelto el buen ánimo y le había hecho pensar en que su marido realmente se preocupaba por ella.

Esa noche se fue a dormir contenta y relajada. Se tocó el vientre y habló con su hijo, como lo venía haciendo todas las noches desde que se enteró de que estaba encinta.

- Bebé: parece que las cosas empiezan a mejorar. Hoy tu papá nos envió a dos ángeles para que nos cuiden. Al final nos ama mucho. Sólo que está ocupado.

Se acomodó en el lecho y, sin dejar de acariciar su pequeño vientre, se quedó dormida con una sonrisa en los labios.

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Comments

nereida Martinez

nereida Martinez

entonces si es su sobrino eso sería incesto...

2024-02-20

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