7-

Al día siguiente Luz se despertó tarde. Sentía la cabeza pesada y no tenía casi nada de energía. Hizo un esfuerzo por levantarse, pero le llevó más de diez minutos salir de la cama.

Hizo sonar la campanilla para llamar a la servidumbre. Cuando la doncella entró a la habitación la ayudó a higienizarse y a vestirse.

- ¿Se encuentra bien, Señora?

- Estoy bien. Solo un poco cansada.

Atribuyó su agotamiento a la actividad que había realizado el día anterior. Hacía tanto tiempo que no se divertía que, tal vez gastó más energía de la que había pensado.

Fue hacia el comedor con paso cansino y se sentó a la mesa a desayunar. Inmediatamente llegaron Violeta y Noelia a hacerle compañía.

- Es muy tarde ya - Dijo la chica - ¿Te sientes bien?

- Estoy bien. Solo un poco cansada. Lamento haberlas dejado solas.

- No hay problema. Déjanos a nosotras hacernos cargo de todo aquí.

Dicho esto se pusieron de pie y se dirigieron a la servidumbre para dar las ordenes pertinentes. Luz se sintió muy agradecida por la ayuda que le estaban brindando.

Terminó de desayunar y se puso de pie tambaleante. Al instante aparecieron la madre y la hija para sostenerla.

- Deberías estar en la cama si estás tan mal.

- No entiendo qué me pasa. Hasta ayer estuve muy bien.

- Es normal cuando estás encinta sentirse un poco cansada a veces. Mejor ve a acostarte.

Las palabras de la Marquesa le parecieron razonables. Después de todo ella ya había pasado por el proceso del embarazo y tenía más experiencia en el asunto.

Les agradeció a ambas y les pidió nuevamente disculpas por las molestias.

La acompañaron a la habitación y la dejaron durmiendo en su cama. Cerraron la puerta y se pusieron a murmurar en el pasillo.

- Creo que deberíamos reducir la dosis.

- Me parece que sí. El efecto debería ser gradual, no tan repentino. Eso podría generar sospechas.

- Esta tarde le daremos la mitad y veremos cómo responde. ¿Estás segura de que no dañará al bebé?

- Ese bastardo es precioso. Podemos dejarlo idiota. Eso no importaría. Pero no debemos matarlo pues nuestros planes se vendrían abajo.

- De acuerdo. Ya que estás tan segura lo haremos así.

La conversación se había desarrollado en susurros, por lo que nadie había escuchado los planes del par.

Era tarde ya cuando Luz se despertó nuevamente. Se sentó en la cama desorientada por que la habitación estaba oscura y no sabía si era de día o de noche.

Ya no se sentía tan agotada y pudo levantarse sola de la cama. Abrió las cortinas y le sorprendió ver que la tarde se estaba terminando. Escuchó unos suaves golpes en la puerta e inmediatamente entraron Violeta y su hija.

- ¿Te sientes Mejor?

- Sí. Ya no estoy tan agotada. Gracias por preocuparte, Tía.

Detrás de la mujer entró Noelia cargando una bandeja con una tetera, una taza y varios bocadillos dulces. Al sentir el aroma de las confituras el estómago de Luz comenzó a rugir.

Se puso roja por la vergüenza y miró a ambas mujeres como pidiendo disculpas.

- Ja, ja, ja. No te preocupes por eso. Es lógico que tengas hambre, ya que te has saltado el almuerzo.

- ¿Tan tarde es?

- Son casi las siete. Has dormido la mayor parte del día.

Luz se sintió preocupada. Nunca había sido tan dormilona.

- No entiendo qué me ha pasado. Intentaré que no vuelva a ocurrir.

- Ya te dije que es normal que durante el embarazo te sientas sin fuerzas. Pero nosotras nos ocuparemos de todo por ti, para que no tengas que sufrir.

Los ojos se le pusieron rojos a la chica por las ganas de llorar. Sintió una sensación cálida en el corazón. Nunca antes la habían cuidado con tanto cariño. Así debería sentirse tener una mamá.

Mientras la muchacha tomaba el té, las tres conversaban animadamente. Quedaron en que a partir del día siguiente empezarían con la decoración del cuarto del niño.

- Nosotras te ayudaremos. Lástima que no podemos saber si es niño o niña.

Noelia hizo un gesto contrariado. Su madre le respondió:

- Igual podemos usar colores neutros. Algunas cosas se pueden dejar para luego del nacimiento. Así que mañana nos pondremos manos a la obra.

Luz sonreía contenta. Su vida había cambiado mucho con la llegada del par.

- ¿Puedo pedirles un favor?

- Adelante, habla.

- No le digan nada a Iván sobre lo que pasó hoy. No quiero preocuparlo innecesariamente.

- Madre e hija se miraron preocupadas.

Violeta habló por las dos.

- No podemos prometerte eso. Nosotras dependemos de la buena voluntad de tu esposo. Si él llegase a enterarse de que le estamos escondiendo información podría enojarse con nosotras y quedaríamos en la calle.

- Entiendo. No quiero meterlas en problemas.

- Hagamos una cosa: si él no pregunta, no le diremos nada. Pero si llega a preguntar por ti tendremos que contarle lo que pasó. ¿Te parece bien?

Luz sonrió complacida. Si él decía algo sería por que se habría preocupado por ella.

- De acuerdo.

Charlaron un rato más y luego cada una se fue a su habitación a prepararse para la cena.

La comida fue entre las tres. Luz había merendado tarde, por lo que no tenía mucho apetito. Pero se sintió contenta con la compañía de las dos mujeres.

Terminaron de cenar y se dirigió nuevamente a su habitación bostezando. No entendía por qué su cuerpo estaba tan falto de energía.

Se higienizó y se aprestó para dormir. De repente, la puerta se abrió con un golpe.

La muchacha se puso feliz al ver que era su esposo, a quien no veía hacía ya varios meses. Quiso saludarlo pero su sonrisa se congeló en su rostro al recibir una cachetada por parte de él.

El golpe la había arrojado sobre la cama. Luz miró a su marido sin comprender nada, demasiado sorprendida como para llorar o preguntar qué estaba pasando.

- Tú, maldita ramera –Le gritó el hombre - ¿Cómo te atreves a descuidar a mi hijo?

Luz se quedó muda por la impresión ¿En qué momento descuidó al bebé?

- No entiendo a qué te refieres.

El hombre la miró con furia.

- Cuando pregunté me dijeron que estuviste todo el día en la cama. ¿Todavía me dices que no sabes nada?

- Me dijo Violeta que era normal sentirse agotada durante el embarazo, por eso no le di mucha importancia.

- Yo decido qué es importante o no.

Luz bajó la cabeza, compungida.

- Está bien, Iván. No volverá a suceder.

- ¿Iván? No vuelvas a llamarme de esa manera.

- Pero… Eres mi esposo... ¿Cómo debería llamarte, entonces?

- Eres una mujer despreciable. No mereces usar mi nombre. A partir de ahora me llamarás Señor Mío.

Luz abrió los ojos incrédula pero no pudo emitir palabra debido a la impresión. Iván le dio otra bofetada y la agarró del cuello mientras le gritaba.

- ¿Has entendido o no?

Luz estaba aterrorizada. Temía que el hombre la golpeara y llegara a perder el bebé. Se cubrió el vientre con las manos y gritó.

- Sí, entendí. No le pegues al bebé, por favor.

Iván le dio otra cachetada y volvió a preguntar.

- ¿Entendiste, sí o no?

- Sí, Señor Mío. ¡Entendí!

La chica lloraba desconsolada tomándose el vientre. El hombre la soltó y la arrojó sobre la cama. Luego se sacó el cinturón y comenzó a golpearle la espalda con saña. Luz gritaba que no golpeara al bebé, que no le pegara en el vientre. Iván necesitaba a ese niño para sus planes, así que tuvo mucho cuidado de que los golpes fueran todos lejos de su barriga.

La golpeó hasta que se le cansó el brazo. Para esto, Luz ya se había desmayado en la cama.

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Comments

nereida Martinez

nereida Martinez

maldito.../Curse//Curse//Curse//Curse/

2024-02-20

0

Maris Benitez

Maris Benitez

maldito HP 😡😡🤬🤬🤬🤬🤬🤬 esa tía y sobrina son un par de joyitas

2023-12-27

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