nunca, nunca...

AUDIN:

Me quedo de piedra mirando la cara de Fernando, el novio de mi madrina María de los Ángeles. Mi cara de confusión es notable y sin esperar nada solo tomo del brazo al hombre y paro su avance.

—Deja que hable yo con ella y luego cuando este más tranquila necesito que me espliques bien que pasa acá —digo y lo dejo ahí con la mirada perdida por donde salió disparada mi novia.

Tomo el camino que ella marco y me llevan al exterior del lugar. Afuera está fresco, miro a los lados y me adentro al jardín buscándola. No avanzo mucho cuando su silueta aparece junto a una fuente que hay cerca. Esta sentada un banco que hay en frente. Lentamente me acerco y tomo lugar a su lado, no quiero asustarla por eso solo me quedo a su lado y espero.

Sus sollozos me llenan de confusión, no entiendo nada. Como puede ser que de un momento a otro todo haya cambiado. Estaba tan feliz y de repente ahora llora y lo peor de todo que no entiendo por qué.

—¿Tu, sabias algo? —escucho su voz congestionada y mi corazón se achica al escucharla así.

—La verdad no entiendo nada de lo que paso —hablo con toda la sinceridad y me acerco para estrecharla en mi pecho, no soporto tenerla cerca y tan lejos a la vez.

—Fernando es mi tío... —dice de pronto y la miro confundido.

—Pero tu tío no debería estar en … —vergüenza debería de tener al no saber de qué país es mi novia.

—Se supone, pero lo que más me duele es que... —se queda callada mirando hacia la nada. Espero que siga con su relato.

—¿Quieres hablar con él? —pregunto tratando de encontrar una solución—. Mi madrina es buena gente, si te preocupa eso.

—No es eso —me mira y seco sus lágrimas con mis dedos.

—Si no quieres contarme, entenderé.

—Mi objetivo es encontrar a mi hermana, esa es la razón por la que estoy aquí —comienza a decir mientras su mirada se dirige a sus manos, luego apoya su cabeza en mi pecho y yo la acaricio para que sienta mi apoyo—. Mi madre se quedó embarazada cuando estuvo presa y conoció al que sería mi padre, él fue ejecutado.

—Lo siento, no sabía nada de eso.

—Yo no, se lo merecía era un hijo de puta que sedujo a mi madre, la dejo embarazada mientras estaban presos y luego él fue ejecutado. Mi madre murió de una sobredosis y a mí me entregaron a mi familia materna donde fui criada por mis tíos —me mira y le sonrió para que continúe narrando su historia—. Con el tiempo me enteré que tenía una hermana de parte de mi padre y por eso vine quiero conocerla, pero no sé cómo acercarme a ella.

—¿A que le temes? —pregunto pasando mis dedos por su mejilla, ella sonríe y besa mis dedos.

—A su rechazo. ¿Cómo me presento ante ella? ¿Hola soy tu hermana tu padre es la misma escoria que la mía? —dice con sarcasmo—. Pero ahora resulta que mi tío no tuvo la cara de decirme que la conocía y lo más importante de todo que tiene una relación con ella —me quedo helado al escuchar eso.

—¿Mi madrina es tu hermana? —asiente—. ¿María de los ángeles? —Vuelve a asentir y es como un baldazo de agua fría que siento caer sobre mi —. Tu padre es El Diablo.

—Si, como sabes...

—Conozco muy bien la historia de mi madrina. La conecta con mi madre —ambos nos miramos—. Supongo que debe tener una explicación para no haberte dicho que tenía una relación con ella.

—Sea como sea, no estoy lista para escucharla.

—Bien...

Nos quedamos mirando la fuente, de fondo se escucha el murmullo de la música en el salón y el bullicio de la gente.

—Hijo, Amy, aquí están. Llevo tiempo buscándolos —mi madre llega para recordarme que esta es mi fiesta de cumpleaños, carajo peor no podría ser. Miro a mi chica y tomo su mano.

—No te dejare en toda la noche, pero necesito volver a la fiesta ¿Qué dices? —murmuro para que ella me escuche—. Enseguida voy mama —levanto la voz para calmar a mi madre, sin dejar de ver los ojos de Amy a mi lado.

—No me sueltes nunca ¿Sí?

—Nunca, nunca —beso sus labios y la ayudo a que se incorpore, recorro su cuerpo con la mirada y noto que está muy sexy—. ¿Te dije, ya, lo sexy que estas?

—No... —susurra con timidez y tomo su mano, entramos nuevamente al salón y la acompaño al tocador para que se arregle.

Mientras la espero su tío se acerca y lo freno con mi mano en su pecho.

—No está lista para hablar, cuando lo esté, te buscara —le digo serio, el me mira, mira la puerta del baño y vuelve la mira a mí.

—¿La cuidaras? —pregunta con un tono oscuro.

—Mas que a mi vida —respondo de igual tono.

Asiente y sonríe, suelto el aire que no sabía que estaba conteniendo, palmea mi hombro y lo veo volver al lado de María de los Ángeles, que al verme me sonríe y yo la imito.

Al cabo de un rato, ella sale del baño ya más repuesta y tomando su mano para pegarla a mi lado nos adentramos a lo que es la fiesta.

Por suerte con tanto alboroto pudo distraerse y olvidarse del momento que paso con su tío y su hermana.

Luego de la cena, todos los mayores se dispersaron en las distintas habitaciones que hay en la gran casa quinta de mi madrina. Los jóvenes nos adentramos a lo que sería realmente mi fiesta junto con mi querida hermanita.

Nos dirigimos hacia más allá del bosque, cerca de una laguna. El lugar está lleno de arena. Todo fue preparado con anterioridad. Había una pista de baile, música, bebidas y diferentes artículos de cotillón.

Nos divertimos un montón, bailando gritando y tomando.

Bueno yo más que bailar, miraba como mi novia se movía con mi hermana y sus amigas. Para no saber hacerlo lo hacía muy bien, robando varias miradas. El alcohol le quitaba la timidez. Y puedo quedarme tranquilo que se olvidó del pequeño incidente al comenzar la noche, pero yo no. No dejo de pensar en que su padre es el Diablo, ese tipo demente que está suelto y su objetivo es la razón de mi ser.

—Amor, me duelen los pies... —dice cuando se acerca a mí. Esta algo sudada y su maquillaje ya casi no está, pero es la cosa más bella que he visto en toda mi vida.

—¿Quieres que te ayude a quitarte los zapatos? —pregunto abrazándola y apretándola a mi pecho.

—Quiero que me saques todo y me hagas tuya —dice con una mirada picara que no le conocía.

—Creo que ya has tomado suficiente —digo tratando de que mi mente no procese en hecho de que su cuerpo literalmente se está refregando en torno a mí, pero no lo logro. Cierta parte de mi quiere eso que ella me pide.

—Si, he tomado, pero no lo que quiero —dice rozando sus labios a los míos, pero sin tocarlos—. Y lo que quiero es a ti.

La miro y veo la decisión en sus ojos, pero también veo que a pesar de lo que dice suena muy convincente, los grados de alcohol en su sistema me persuaden de querer tomarla cuando lo que quiero es que este con todos sus sentidos a mil.

Mierda voy a necesitar una ducha heladísima ya mismo.

—Ven, yo sé lo que necesitas de verdad —beso sus labios y rodeo su cintura para guiarla hacia las habitaciones de la gran casa.

Llegamos y entre besos entramos a la habitación. Ella está muy decidida, cosa que me sorprende. Comienza a sacar mi camisa, lo logra y luego separándose de mí, saca su vestido de una manera tan sexy que me pone más de lo que ya estoy. Mierda, lleva un conjunto de lencería tan revelador que logra que muerda mis labios con ganas.

—¿Te gusta? Es mi regalo de cumpleaños...

—Dios... mujer me vuelves realmente loco —digo acercándome a ella.

La tomo por la cintura, beso sus labios carnosos. Sus manos se ajustan en mi nuca y siento como enrosca una de sus piernas en mi cintura. La tomo por la cadera y la levanto, pera besarla mientras enrosca ambas piernas en mí. La llevo a la cama, sin dejar de besarla la deposito en ella.

Me levanto para mírala mejor, sus ojos brillan y noto lo deseosa que esta, pero otra vez viene a mi mente que no está en todos sus sentidos.

Beso su boca y luego me dirijo a su cuello, sigo mi camino hasta el valle de sus pechos. Dulces gemidos salen de su boca y juro que me quiero pegar un coscorrón cuando presiono ese lugar que sé que la dejara profundamente dormida.

Lo logro, me levanto y la miro. Su respiración es acompasada. Acomodo su cuerpo en la cama y me dirijo al baño. Ya necesito esa ducha helada.

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