Agencia

Mark entró a la oficina y vio a Daniel escribiendo. Él estaba muy concentrado.

—¿Qué sucede? —preguntó sin apartar la vista de su escrito.

Mark caminó hasta el escritorio.

—Entrevistamos a todas las personas cercanas a la víctima. Ninguna tenía razones para hacerle daño.

—¿Qué hay de sus coartadas? —Pudimos confirmarlos.

—¿Y las chicas de las agencias?

—Aún no pudimos contactarnos con ellas.

—Déjame ver los papeles que trajiste

—Bien

Con una mano, Daniel agarró las copias y con la otra, se puso a jugar con el bolígrafo.

—Iré

—¿Seguro? Podría irme con Luka

Daniel negó con la cabeza.

—Quédate por si necesito tu ayuda.

—Está bien —contestó al mismo tiempo que veía a Daniel ponerse de pie.

Ambos salieron de la oficina y caminaron hacia la dirección opuesta a la que el otro iba.

Daniel subió a su auto y se marchó a la agencia de modelaje.

Una mujer de ojos verdes y con gafas chocó contra él, ella cayó al piso. Algunos papeles se esparcieron por los alrededores.

—¿Estás bien? —preguntó mientras se inclinaba y la ayudaba a recoger los papeles.

Ella asintió.

Daniel se acercó a ella.

—Aquí están —le entregó.

La chica se quedó observando.

—Gracias —sonrió.

Daniel se sorprendió.

—Tú eres...

—Lo siento, tengo que irme —dijo agarrando los papeles y se alejó.

Daniel se dio media vuelta y la vio alejarse cada vez más. Se quedó pensativo, sentía que ya la había visto.

Entró a la agencia.

El guardia de seguridad lo llevó hasta una puerta cerrada.

—Aquí es.

—Muchas gracias

El uniformado se retiró.

Daniel golpeó la puerta.

En el interior de la habitación se encontraban varias mujeres, cada una de ellas se hallaban sentadas en diferentes sitios.

Las chicas estaban tranquilas, parecía que no se encontraban afectadas por la muerte de su compañera.

—¿Quién es usted? —preguntó una de ellas

—Creo que es un detective

—Así es, soy un detective. Ya se imaginarán por qué estoy aquí.

—Por Emily, ¿verdad?

—Me gustaría saber qué clase de amiga y compañera era ella.

Una risa se produjo en el fondo.

El detective caminó hasta el fondo y se quedó de pie a un costado de la mujer que se había reído.

—¿Por qué no empezamos por ti?

—¿Por mí?

Daniel afirmó con un movimiento de cabeza.

—Bien —comenzó la chica que se acaba de retocar su labial—. Ella era una maldita perra que se acostaba con quién sea para conseguir lo que quería.

—Además, siempre nos restregaba su dinero en nuestra cara. Muchas de nosotras, llegamos hasta donde estamos con mucho sacrificio.

—No solo eso, en muchas ocasiones se victimizaba y por eso, muchos de los fotógrafos terminaban eligiendola.

—Muchas de nosotras sufrimos desprecio por parte de ella y especialmente la nueva.

—¿La nueva?

Las cuatro chicas asintieron.

—Hace un par de meses apareció un fotógrafo, él se había enamorado del encanto de la nueva. Quería a toda costa que fuera su modelo, pero, Emily le hizo una mala jugada.

—¿A qué te refieres con mala jugada?

—La empujó de la escalera —respondió la chica de taco negro.

—¿No la sancionaron?

—Ella dijo que solo fue un accidente, pero todas estamos muy seguras de que fue intencional.

—Afortunadamente, no fue tan grave la caída, pero de igual manera, el fotógrafo la reemplazó con Emily —continuó la mujer de cabello atado.

—¿Cómo reaccionó ella?

—Obviamente, muy mal, casi se pelearon. Afortunadamente, el fotógrafo decidió ponerlas como modelo principal.

—¿Cuál es su nombre?

—Martina

Daniel anotó el nombre en su libreta

—¿Qué hay del fotógrafo?

—Su nombre es Emanuel Bianchi

—E-ma-nu-el —escribió en la libreta. Ambos nombres lo encerraron en un círculo—. ¿Tienen algo más que aportar?

Todas negaron

—Bien, recuerde que se pueden comunicar conmigo en cualquier momento si es que se acuerdan de algún otro detalle —les entregó una tarjeta a todas

Asintieron mientras agarraban la tarjeta.

Daniel salió de la agencia.

Mientras conducía de vuelta a la estación, recibió una llamada. Daniel conectó el auricular con Bluetooth y contestó.

Escuchó la voz de una mujer. Ella le decía que había alguien que quería hablar con él.

—Bien. Quiero hablar con ella —contestó mientras sonreía—. No te enojes, sé que te había dicho que me iría pronto a verte. Pero, estos días estoy ocupado, prometo resolver este caso lo más rápido posible para ir a verte. Así que no te enfades.

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