Una mujer muy capaz

Los días pasaron sin demasiados cambios. Aunque Saundarya era nueva en el reino, estaba claro que conseguía el aprecio de los consejeros y caballeros de la corte poco a poco. Aun se desconocía de dónde había aprendido todo lo que conocía la joven, pero estaba claro que era sensata y sus ideas muy eficaces. Había conseguido aumentar la productividad de los cultivos en tres días, mejorado las habilidades defensivas de los soldados, y solucionado todos los conflictos que se daban en el castillo y con la gente de la ciudadela. Incluso en ese momento, junto con el galeno, probaba una nueva fórmula para curar a un grupo de súbditos que parecían haber contraído una horrible enfermedad. Estaban impresionados con los conocimientos de la joven, y gracias a ello, muchos dentro del castillo la ayudaban con los temas propios de Tarek que, hasta el momento, la hermana había usado para menospreciarla.

La hermana de Nemir, en cambio, estaba muy lejos de sentirse contenta. Una gunidani, experta en cultivos, medicinas, orientación... ¿Qué clase de persona reinaba sobre su adorado país? No podía confiar en ella. Estaba segura de que lo que quería era hacerse con la confianza de la corte para luego aprovecharse de ellos. Pero a lo largo de la semana cada vez que había intentado algo con ella, había fracasado.

Cuando aseguró que podía ampliar la producción de cultivo, se había mofado de ella, y al lograrlo, todos la habían tachado de impertinente. Cuando se habían enfermado los aldeanos ya no hicieron caso de los consejos que dijo, sino que directamente pidieron ayuda a Saundarya. Aunque la hermana quería matarles para que la enfermedad no se propagara, Sundarya había decidido ir a visitarlos, comprobar junto con el galeno las características de lo que les ocurría y preparar una fórmula para curarlos.

El segundo mandaba cartas a su señor con los avances de la reina, aunque omitió contarle las desagradables meteduras de pata de su hermana. Nemir no tardó en volver y se encontró a su mujer junto con el galeno, trabajando.

- ¿Qué haces?

- Mi señor- dijo el galeno. Ante un movimiento suyo, salió de la habitación, con repetidas reverencias.

- He encontrado la solución para curar a los granjeros de la zona noroeste - dijo tranquilamente. Nemir miró la pasta de olor asqueroso.

- ¿Cómo?

- He analizado las condiciones de cada uno, es fácil encontrar qué les enferma y usar una fórmula defensiva tras eso - dijo. En realidad, la pasta en sí no haría nada, pero mientras Nemir estuviera delante, no emplearía el poder sombra para terminar el líquido que tenía entre manos.

- Tienes mucho conocimiento - reconoció. ¿Las gunidani aprendían fórmulas curativas? No se sabía sobre sus entrenamientos, pero acabar con una de ellas cuando su entrenamiento se había completado, era casi imposible. ¿Podía ser porque eran capaces de curarse de cualquier mal? - pero ahora es momento de salir de la torre. Mañana empieza el torneo.

Saundarya acompañó a Nemir de nuevo a la alcoba. No tenía problema con él, pero tampoco le emocionaba acostarse con ese hombre. Casi no lo conocía y ya decidía muchas cosas sobre ella. Cuando él ya estaba dormido, cogió la pasta que había hecho, y saliendo de la habitación, usó su poder sombra sobre ella.

La hermana advirtió preocupada lo que hacía. ¿Era una hechicera la mujer de su hermano? Se escondió antes de ser vista, terriblemente preocupada. ¿Podía ser que ni siquiera era la verdadera hija del rey del norte? Después de tantos años, la joven que una vez escapó podía haber muerto. Si realmente era una hechicera, el reino de Tarek estaba en peligro.

Al día siguiente, se preparaban para dar comienzo al torneo.

- ¿Emocionada?

- Siempre me han gustado las peleas- sonrió

-¿Por qué has llegado ahora?

- Tenía que entregarle el remedio al galeno. Esperemos que de resultado -dijo, aunque sabía que era completamente eficaz.

Cuando ya estaban listos para dar la bienvenida a los luchadores al Reino, llegó la hermana. Parecía mirarla asustada, y Saundarya se extrañó. Ayer mismo había sido muy maleducada con ella, y ahora parecía temerla. ¿Se encontraría bien?

- Bienvenidos al reino de Tarek. Durante los próximos días los hombres que aquí se inscriban tendrán el honor de luchar en combate a muerte. El vencedor podrá ganarse un lugar en la corte.

- ¡así que es cierto! La nueva Reina lo ha vuelto más interesante.

- Los combates empezarán a las doce, por orden de llegada. Aquellos que ganen pasarán al siguiente nivel, aquellos que se rindan, no podrán volver a Tarek.

- ¡Por el gran inmortal!

Todos alzaron la mano y el salón se acabó despejando. Hacía años que no oía sobre el Gran Inmortal. Un recuerdo lejano la dejó por un momento fuera de lugar.

- Hermana, no deberías estar aquí - había hablado con su segundo al llegar él día anterior y había descubierto sus meteduras de pata- Ya es hora de que vuelvas a tu palacio

- Prefiero quedarme mientras dure el combate- dijo mirando a Saundarya preocupada. No quería dejarle a solas con esa mujer. Un gunidani y hechicera... No parecía un buen augurio.

Salió de la habitación.

- Echo de menos pelear - reconoció en voz alta. Desde que había llegado a ser princesa de nuevo, no había vuelto a tener una pelea. Aunque sabía que con su nueva identidad no estaba bien visto, se pasó por el patio para ver a los caballeros entrenar. Algunos de ellos se presentaban al torneo en pocas horas.

- ¿Quieres practicar, querida esposa?- dijo Nemir apareciendo detrás de ella. Desde que la conocía había querido luchar con ella.

- Será un placer mi señor - dijo encantada

Al cabo de una hora, el patio trasero de palacio estaba revolucionado. El rey y la reina, ¡estaban luchando! Y era increíble de ver. Nemir blandía la espada como si fuera tan ágil como una pluma. Saundarya, como guerrera experta que era, golpeaba con fuerza cada ataque y giraba la espada con unos movimientos precisos y preciosos. Según iban luchando se movían, se cogían y se reían. En cuatro ocasiones estuvieron a punto de matarse a la vez.

Los caballeros miraban asombrados los juegos de movimiento de la joven, que parecía mantener el combate sin ningún problema. Aun con las ropas de ceremonia, que no eran cómodas de usar, se movía con gracilidad y tenía un juego de brazos y piernas fuera de lo normal. Nemir sonreía mientras ella combatía con él. La agarró y puso un cuchillo en su cuello.

- Has perdido.

- ¿Estás seguro?- el suyo apuntaba hacia sus partes- si te lo clavo ahora, morirás desangrado en poco tiempo.

Nemir se rio. De repente, el lobo apareció en medio de la escena. Ahí fue cuando se dieron cuenta de que no estaban solos.

- ¡Qué gran guerrera! ¡Qué impresionante mujer!

- Increíble entrenamiento - dijo otro.

Saundarya sonrió y agradeció los cumplidos, pero eso estaba muy lejos de ser un verdadero entrenamiento, tan sólo jugaban un poco.

- Ve a arreglarte el pelo, pronto empezará el torneo

- Señor

Nemir estaba encantado con ella. Hacia tiempo que no se divertía tanto peleando, sus compañeros no estaban al nivel. Ella en cambio, era una digna adversaria. El galeno apareció entonces

- ¡Señor! ¡Señor! ¡Buenas noticias!

- Cuéntamelo

- La fórmula de la reina funciona, los hombres se están curando, es un milagro.

- Quiero verlos.

El galeno le acompaño hasta la habitación. Esos hombres estaban recuperando el apetito y el color.

- ¡salve al rey nemir! - dijeron -¡su buena ventura nos ha salvado!

Nemir se fijó en ellos, haciendo caso omiso a sus agradecimientos. La noche anterior los había visto y estaban al borde de la muerte. Era impresionante lo que había logrado. ¿Qué otras cualidades ocultaba su nueva mujer?

- cuídalos, ante cualquier cambio, avísame de inmediato

Nemir fue hacia la ciudadela. Ahí, Saundarya y su hermana ya esperaban a que llegara para que comenzara el torneo. En cuanto se sentó en el palco, se presentaron los primeros combatientes y empezaron a luchar. Nemir en cambio no miró el torneo en un principio, sino a la mujer que tenía a su lado. Tenía que terminar de averiguar qué había sido de ella todos estos años.

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