Consecuencias

Saundarya volvió tarde del pueblo llano. Estaba claro que su hermana no la apreciaba. En la entrada se encontró a Nemir. A su lado estaba el lobo, e hizo parar a la joven.

- Dame la carne.

- Si señora – ella se la entrego rápidamente, y ayudada de su daga, dividió el pedazo de carne.

- Toma – dijo enseñando en su mano un trozo. El lobo no tardó en acercarse a Saundarya. – Aquí tienes.

- ¿ Qué le das? – miró Nemir con interés

- Es carne de presa de hace días… Es lo mejor para potenciar su crecimiento

- ¿Crecimiento?

- Si, aun tiene poco tiempo. Lo miro seria y se dejó acariciar. Luego, volvió a donde estaba Nemir

- Déjanos solos – dijo a la hermana. Ella se fue, enfadada de nuevo. ¿Cómo conseguía hacerse rápidamente con él? Nemir miró al lobo, que lamía la mano de su mujer. ¿No era adulto?

- ¿Qué tal tu día? – preguntó ella cuando ya se había ido.

- No tan productivo como el tuyo – dijo viendo las telas- imagino que te veré con un nuevo vestido pronto.

Saundarya sonrió. Nada más lejos. Esa tela no era para ella. Dio una señal a la criada y ésta fue con todo a dentro. Nemir la miró curioso, sí, sus señas aún no eran perfectas, pero tan solo llevaba un día como reina y había conseguido encantar a la plebe con su discurso perfecto y confesar a un hombre hecho y derecho. Su curiosidad incrementó.

En el reino todo el mundo estaba conmocionado. ¡Tener Segundo, hijo de uno de los consejeros del rey, había sido descubierto intentando traicionar al rey! Se descubrieron documentos de parte de su estrategia militar, robados a su padre en la habitación y a lo largo del día se destapó todo el complot. Tener estaba atrapado en las mazmorras. Mañana matarían a su familia y a él por la traición que había cometido. Intentó demostrar su inocencia, impactado. ¿¡Cómo habían podido descubrirlo!? ¡Y lo iban a condenar como un simple plebeyo! Enfurecido, intentó soltarse. ¡Había amenazado de muerte a su lacayo! Era imposible que hubiera dicho nada… ¿Cómo se había enterado el rey?

Estaban a punto de entrar cuando Saundarya vio a la mujer e hijos de Tener siendo sacados a patadas por la puerta lateral.

-Mañana morirán como esclavos. -dijo Nemir mirándola

Saundarya miró a la mujer, que seguía defendiendo el honor de su marido, incluso cuando ya era evidente su traición.

- ¡La familia Tener es de la nobleza! ¡Exijo hablar con el rey!

Nemir bufó. Descubrir que unos nobles conspiraban contra él no era algo nuevo, al fin y al cabo aún muchos le consideraban el rey usurpador, pero que su mujer mantuviera el orgullo de una noble intachable tras eso… Era lamentable. ¿Exigía?

Entraron dentro y Saundarya le siguió justo detrás. Debía mantener el perfil bajo por ahora y pasar por una reina más hasta tener mayores conocimientos del reino donde vivía. Se inclinó con calma delante de Nemir y habló

- Hoy ha sido un día muy largo para mí, por favor permítame cenar esta noche en la habitación.

Nemir aceptó de un movimiento.

- Llévenle la cena. – dijo cuando ella se hubo ido.

Saundarya se sentó en la mesa de la habitación y revisó el documento. Ahí salían las principales familias nobles. Tachó a los Tener. Sin ellos, probablemente la fuerza del resto se incrementaría. Había conseguido parte del favor de su nuevo marido, pero sabía perfectamente que, si no conseguía apoyo de los nobles, su poder estaría en desventaja. Tenía que estudiar a cada familia y ver qué querían conseguir. Ocho familias…

No mucho mas lejos, un joven recibía un cuervo mensajero. Cogió el pequeño papiro y lo desenrolló.

ENVENENA A LA REINA Y DEJA ESTO EN SU ALCOBA

El joven miró intrigado el sello real. El cuervo abrió el pico y una perla brillante, de la hermana del rey, apareció. La escondió rápidamente. Si alguien le veía con ella, estaría condenado. Miró hacia el castillo. La luz en la habitacion de la reina estaba aún encendida, tendría que esperar.

La criada le trajo la cena

- Siéntate conmigo, hay demasiada comida, sería un desperdicio no compartirla. – dijo sonriendo con cariño Saundarya.

- Si mi señora - ¡Qué gentil! Su rey había tenido mucha suerte con ella.

Cenaron en compañía, mientras la criada le contaba los últimos cotilleos de palacio. No estaba realmente interesada en ellos, pero sabía que al menos debía conocerlos.

- Se dice que Tener segundo llevaba robando a palacio por años… Usted es aún nueva, pero ¡Hacerle eso a nuestro rey! – dijo indignada. Estaba claro que lo valoraba.

- Me alegra ver que le respetas.

- La gente le llama el rey usurpador, pero yo le considero el rey destinado… antes el caos y la corrupción eran cotidianos en Tarek. El trajo fuerza y estabilidad al reino. – dijo levantando la mano.

Saundarya sonrió.

- Ahora que por fin la encontró a usted, la descendencia de Nemir nos dará prosperidad durante años– dijo encantada

- Hablas muy locuazmente hoy- dijo Saundarya.

- Perdone señora, no quise molestarla

- No es eso. ¿Quién es tu padre?

- No llegué a conocerlo- reconoció- aunque me dijeron que era un fiel escudero y murió con honor.

- Entiendo. Dejemos de hablar y comamos.

Terminaron de cenar en silencio. Justo cuando Nemir entró, salía la sirvienta con la bandeja vacía. Se inclinó ante el rey.

- Mi señor – dijo Saundarya al verle. Estaba manchado de sangre y cogió el barreño de agua que tenía para su cara y le limpió con un trapo

Él la miró curioso.

- Mañana salgo al sur con la caballería. No volveré hasta dentro de seis días para el comienzo del torneo. Mi segundo te ayudará en el consejo. – dijo. La sangre no era de él. ¿Habría matado el mismo a Tener?

- Deberíamos descansar entonces pronto para que mañana esté despejado – dijo Saundarya quitándole el abrigo.

El miró su escote y sonrió.

- Antes debemos hacer algo de ejercicio.

Enseguida estaban en la cama de nuevo. Acarició a su mujer cuando ella ya dormía. Aun durmiendo, mantenía una posición defensiva.

Mejor partir antes de que despertara. Se vistió con rapidez y salió de la habitación. Saundarya no tardó mucho más en despertarse. Aún era de noche. Se vistió y asomó a la ventana. Era el momento que estaba esperando.

Saltó sin más desde esa enorme altura y cayó sin ruido y sin hacerse un rasguño. Ya en el patio caminó hacia la armería. Debía practicar. Ayudada de una horquilla de su pelo, abrió sin problema la cerradura y se dispuso a analizar las armas.

Unos minutos más tarde, el joven se colaba en su alcoba. ¿Eh? ¿No estaba la reina? No le dio importancia y escondió la perla bajo su cama. No podría envenenarla, pero si inculparla. Sonrió feliz, saliendo de nuevo. Daba igual si era la reina, tan solo era una recién llegada, y la hermana de Nemir era su ojo derecho. Ahora, su honor estaría por los suelos. Pronto su venganza se cumpliría.

Saundarya no tardó en volver a su habitación. Nada más entrar lo notó. Alguien había estado ahí. Revisó con cuidado toda la habitación y de repente encontró una perla brillante. ¿De quién sería eso? Sonrió curiosa. ¿Querían incriminarla? La perla era muy brillante para ser algo de poco valor. Debía ser parte de las cosas de su nueva hermana. Estaba claro que, si la encontraban con esto, probablemente la condenarían.

Nemir acababa de conocerla y su hermana estaba en un lugar más privilegiado. Aunque era un matrimonio, tan solo estaban juntos por una alianza, mientras que la hermana de Nemir llevaba toda la vida con él.

- Meterte conmigo no te saldrá gratis - sus ojos se volvieron oscuros y su poder Sombra apareció. Era momento de preparar la ofensiva.

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