Celebración

Ahí estaban ya todos sentados y reconoció a la hermana de su marido entre ellos, bellamente vestida. Sonrió al verla y ella le guiñó el ojo. A su lado había dos sitios libres. Mientras iban a sentarse vieron como todos, relajados, reían y hablaban entre sí. Pero ella no estaba atenta a eso.

En su camino de la sala de ceremonias al banquete notó la mirada de su ahora marido en ella. Era como si un depredador viera a su presa y decidió que no era prudente fijarse en las otras personas o hablar con ellas a menos que fuera necesario. Se convenció de ello, como si esa mirada hubiera sido una conversación. Se sentaron y, como ahora era su mujer de forma oficial, decidió tener en cuenta su instinto. No le fallaba.

A parte de disfrutar de la cena al comer, sólo habló con la hermana, y tampoco demasiado, sobre temas banales, como la comida, el castillo, el día y otras cosas, y daba algún movimiento de mano ante la sirvienta cuando se quedaba sin bebida. Bebieron más de lo que una princesa estaría acostumbrada, pero la hermana se fijo en que parecía no flaquear en absoluto. Saundarya en cambio, se fijaba más en Nemir.

Sus brazos tenían cicatrices, pero al igual que las suyas eran de hacía años. Como había mucha gente ajena al reino decidió comer sin quitarse el velo, aunque dificultaba el trabajo, pero, aunque para muchos nobles fue extraño, los propios hombres de la guarnición de Nemir, incluido el segundo, se alegraron. Parecía una mujer sensata, se había dado cuenta de lo posesivo que podía ser. No habría sido la primera vez que en una reunión alegre hubiera matado a alguien por alguna ofensa. Y esa mujer les había caído bien.

Algunos nobles se acercaron a preguntarle alguna cosa por mera educación, pero no contestó a ninguna. Si creía que debía contestar miraba a Nemir, y si no le hacía un asentimiento no contestaba. Sonreía levemente, inclinaba la cabeza lo justo y seguía comiendo. No miró a nadie a la cara en toda la comida, y el padre de ella se preguntó si no estaría exagerando. Era su hija y no le había visto la cara desde hacia un mes, y ¿aun así no se había quitado el velo para comer? Luego recordó que le dijeron que no volvería a ver la cara de su hija. ¿Se referían a eso?

Pero ella no podía saber esas normas, ni siquiera el sabía eso antes de llegar ahí, y se había informado previamente para saber, en caso de que no consiguiera algo, el porqué no lo había hecho. Si ya era su mujer, ¿no sería natural que pudiera enseñar su rostro?

El padre brindó por ella, haciendo que se levantaran todos, pero ella, aunque bebió a su salud lanzó un pequeño gracias, y tras el trago correspondiente, no intentó mantener conversación con su padre ni con nadie nuevo hasta el momento. Rara vez miraba más que a su marido. Al rey no le gusto nada. ¡Era su hija! Pero aguanto bebiendo más y hablando con los hombres.

Los que conocían las costumbres del lugar, en cambio estaban impresionados. Era muy cauta. Aunque los presentes no lo sabían su antigua mujer había muerto tras la boda por enseñar la cara a quien ahora era extranjero para ella. Era un insulto en el país, que la mujer del rey enseñara la cara a un extranjero nada más casarse.

El alcohol y la comida iban pasando. Luego, aparecieron unos jóvenes para hacer la tradicional costumbre del baile del fuego, y el lugar miró en silencio el precioso baile. Aunque para los invitados era una danza increíble, sobre todo en el caso de los nobles, para los que eran de ahí era un momento solemne. Nada más entrar los jóvenes, Saundarya notó el cambio de mirada de Nemir, y no perdió detalle de todo lo que ocurría, tomándolo como algo a lo que merecer respeto.

Los movimientos del fuego, no eran únicamente bonitos, sino que seguían una secuencia, como si de una historia se tratase. De repente entró otro joven que acompañó la historia con signos. Saundarya no comprendía todo, conocía que existía esa lengua, pero no había estudiado antes. Aun así, parecía seguir la historia del inicio de un reino, tiempo atrás. ¿Podía estar viendo la representación de las leyendas tarsianas en vivo?

El padre en cambio admiró el divertido regalo del juego de luces, aunque se perdió un poco cuando un hombre salió a hacer signos y chasquidos, pero supuso que era parte del encanto Tarsiano. Los invitados aplaudieron al acabar, dando a entender que no habían entendido nada. El resto en silencio, bajó la cabeza en señal de respeto al unísono y los jóvenes, que no habían hecho ninguna obra, hicieron la reverencia y se fueron.

- ¡Qué preciosidad! - oyó comentar a unas nobles del reino de Ander.

Saundarya se dio cuenta del porqué tenía sentido no enseñar la cara ante sus invitados. La historia no era bonita, era un drama horrible y acababa con un respeto sepulcral a los caídos. Y en cambio, ellos habían roto ese silencio. Si eran unos ignorantes de la cultura del reino, ella se estaría poniendo al mismo nivel que ellos, quitándose el velo en su presencia. Por suerte con él no veía mal, aunque por las caras del resto, a ella no la vieran con claridad, le pareció que tenía sentido.

Nemir, al irse los jóvenes, se levantó. Eso sí hizo el silencio en la sala. Todos le miraron. Algunos con respeto y otros con temor. Saludó a los invitados, y agradeció que hubieran venido a la ceremonia. Bajó la cabeza hacia su mujer en señal de respeto, y dijo unas palabras en honor a ella, formales. Luego, levantó la copa cogió la mano de Saundarya y exclamó que era la reina en Tarsiano.

- ¡Viva la reina! - respondieron en Tarsiano todos. Los invitados imitaron lo que decían con cierto esfuerzo. Luego bebieron todos y las risas se fueron llenando de nuevo.

Nemir estaba contento. Su mujer parecía haberse dado cuenta de lo posesivo que era, y también había demostrado no ser imbécil en la historia de las leyendas del fuego. Se quedó en silencio como el resto, y no aplaudió sin entender. Su anterior mujer le había dicho en la cara que eran unos cómicos muy divertidos. Ni se molestó en mandarla matar, no quiso tenerla ni un segundo más en su reino.

Pero Saundarya se mantenía atenta, había mirado toda la obra y seguido la historia. Él la había mirado esperando ver una sonrisa y asi tener la escusa de seguir soltero, pero para su asombro, ella miraba seria, asentía y no había perdido detalle. Le apretó la mano y la miró. Delante de los invitados las muestras de afecto daban muestras de debilidad. Dirigió una mirada helada al padre de su mujer y sintió ganas de largarse de ahí en ese mismo instante.

Pero para Saundarya el primer sentimiento de temor había cambiado por el de un rey capaz. Sus caballeros le admiraban, sus súbditos parecían tener una buena relación con él, y aunque los nobles le temían más porque no podían ganarle que por otra cosa, supo que era un buen gobernante. Aunque no era un hombre especialmente robusto era ágil y fuerte.

Todos los invitados habían perdido un poco la compostura gracias al alcohol, pero el se mantenía recto, serio y no perdía detalle. Si, se reía con sus guerreros ante algún comentario y le soltaba alguna pullita a alguno para relajar el ambiente. Pero sobre todo no perdía detalle de su esposa. Había algo en él que a ella le intrigaba. De repente ella se levantó.

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Comments

Jenifer Iguini

Jenifer Iguini

me encanta 👏👏👏

2024-03-15

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Jenifer Iguini

Jenifer Iguini

que se queja si la hizo casar xa no casar a la otra 😤

2024-03-15

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