Un regalo extraordinario

Todos enmudecieron. ¿Por qué se levantaba? Lo estaba haciendo tan bien…Miró a su marido, para que le permitiera hablar, y él la dejó interesado.

- En honor a mi nuevo país, Tarek- dijo en Tarsiano- quiero hacerle un regalo a mi esposo por nuestra unión.

- Adelante- dijo el rey. Todo el mundo estaba completamente quieto.

Era la primera vez que oían hablar a la esposa y era en Tarsiano. Es decir, los invitados no estaban entendiendo que ocurría y los otros nunca habían visto que una esposa hiciera regalos, era al revés. Asi que lo que recibían de información es que algo nuevo y por tanto no sabían si bueno, iba a ocurrir.

La joven susurró unas palabras a la sirvienta que salió corriendo y entró al poco seguida de un enorme lobo. Para desgracia de la pobre el lobo era más fuerte que ella y tuvo que pedir ayuda. Estaba a punto de hacerlo cuando la novia silbó y el lobo se soltó yendo hacia ella. Miró a Nemir, lo olió y esperó a una orden.

- Gracias por el regalo- respondió. Con un movimiento de muñeca hizo que se sentara alerta. Era un lobo gigante de Hastha. Un regalo impresionante

Luego ambos se sentaron. Saundarya no volvió a hablar en toda la noche, y los propios guerreros no se creían lo que acababa de ocurrir. ¿Nemir tenía un lobo a su mando ahora? Y no parecía nada manso. Y no sólo eso, la reina le había hecho un regalo, en público, era una valiente. El compañero de armas se bebió tres copas para recuperarse. Había creído que iba a ver a la única mujer que le había caído bien siendo comida por su propio regalo.

La fiesta se fue apagando, y poco a poco todos los invitados se fueron. En cuanto se hizo evidente que se podía ir el padre de la novia, éste se largó de la sala. Sus sirvientes tardaron poco en empaquetar todo. Tenía ganas de salir de ahí, más que nunca. Había pensado que iba a ver a su hija recuperada hacía menos de dos meses por un lobo enorme. ¿Estaban locos todos allí? Y esa mirada… ¿Quería matar a su aliado tan pronto?

Poco a poco todos los invitados se fueron levantando. Cuando sólo quedaban los guerreros Nemir hizo un movimiento y le quitó el velo. Todos brindaron. Ahora era oficial que tenían reina. Y era muy bella y valiente, decidieron. Ahora si había finalizado todo. Les volvieron a dar la enhorabuena y al cabo de unos minutos, cuando el vino se hubo acabado cada uno se despidió y salió de la sala. Ya sólo quedaban la hermana y ellos dos.

- Si me disculpas- dijo cordialmente a la ahora su hermana. En cuanto ella asintió se giró y haciendo gala de una rapidez increíble se levantó, para asombro de la hermana y se dejó guiar por la estupefacta criada, que pensaba que no podría moverse entre el alcohol y el vestido.

En cuanto salió de la sala los hermanos hablaron.

- Te ha hecho un regalo- dijo mirando al lobo, que aun no sabía si confiar en la hermana del dueño.

- Uno muy interesante- dijo tocando al animal. La hermana notó que realmente le había gustado. Había tenido mucha suerte. ¿No había tenido él siempre ganas de tener un lobo de Hastha? Ella misma le había dicho hacía años que eso era imposible, y ahora estaba viéndolo con sus propios ojos.

- Ya es tu esposa. ¿Por qué no la has presentado por su nombre oficial esta noche?

- Porque su nombre oficial es Vera de los montes del Norte.

- ¿No fue Iris la niña que te mandaron matar en tu primera derrota? – el sonrió. Exacto, era ella. La niña que le embaucó de pequeño, y gracias a la cual no había conseguido su reino antes, ahora era su mujer. La hermana pensó lo mismo e hizo otra pregunta- ¿Crees que lo sabe?

- La llamaremos Saundarya de manera oficial mañana. Es el nombre que le han dicho que debe usar. Si sabe lo de Vera o no, es irrelevante.

La hermana asintió. Siguieron bebiendo, y el lobo se dedicó a atacar unos huesos. Estuvieron hablando varias horas y luego la hermana le dejó ver que tenía que ir a la habitación.

- Te estará esperando. Es una Gunidani que te ha regalado un lobo, no puede ser una mala mujer.

El hermano le levantó la mano en el aire. Su cara no permitía broma ninguna.

- Como vuelva a oír que hablas así de mi mujer te corto la cara hermana. – no era la primera vez que le amenazaba, pero si de esa forma. Asintió sin decir nada y se quedó sola un buen rato. Jamás había sentido tanto miedo por su hermano. En cuanto salieron ambos de la habitación, los criados entraron a recoger.

Nemir fue al cuarto. Cabría esperar que tras tantos sucesos Saundarya estuviera agotada y cansada, pero le pasaba justo lo opuesto. ¿Y ahora qué? No sabía con quien se había casado, pero algo en él le sonaba, y cuando en su pasado alguien le sonaba, ¿no había sido un problema? Eso le mantuvo dando vueltas en la habitación. Pero él no había hecho alusión a conocerla.

No le había mirado como si la hubiese visto antes. Se habría dado cuenta. Ella sí. Cuando el entró hacía rato que miraba las estrellas. Ahí estaban las vidas de todos los que habían muerto, iluminando el cielo nocturno. Se giró al notar que entraba. Él se acercó a ella y la acarició.

- Gracias por el regalo- dijo tranquilamente mientras la tocaba. Luego la besó. Era la primera vez que le besaban y no esperaba sentir humedad y calor al mismo tiempo. Le indicó que se sentara en la cama, y él se sentó a su lado. – Aquí en Tarek tenemos una costumbre. Cuando unas personas se casan se cogen así de las manos- dijo colocando sus manos sobre las de ella- y se dan el corazón de uno al otro. Metafóricamente.

- No lo conocía. Es muy bonito.

- En realidad, es algo muy serio y por eso nunca se hace en una boda o celebración. Se hace en la intimidad, cuando la pareja está dispuesta a darle el corazón, que es donde su vida empieza al otro. Lo complicado del asunto es que no sólo uno da el corazón al otro, sino que los dos lo dan. Eso implica que, a partir de ese momento, ella -dijo tocándole el pecho con la mano fría- es de él, pero también- dijo cogiendo su mano

- Él de ella.

- Exacto. Por lo tanto, ya no es sólo una pareja la que se ve, es dos en una persona. No solo pueden pensar en ellos a partir de ese momento, sino en si al otro le vendrá bien. Implica una total dedicación. – dijo soltando su mano.

- ¿Y cuando se hace? – él sonrió.

- Eso es lo difícil. Ambos tienen que entregar su corazón a la vez, sin reparos. No uno, y luego el otro, y siempre de forma voluntaria. Cada pareja debe hacerlo cuando sepa con certeza que se puede hacer cargo del corazón del otro.

- En donde yo crecí existía una costumbre entre las parejas- dijo Saundarya- no se podían considerar casadas hasta que hubieran visto cada parte de la otra persona.

- Cada parte- sonrió Nemir. - ¿Y cómo lo hacían?

Saundarya le cogió la mano a Nemir, indicándole que se levantara. Él se levantó.

- Pues no es sencillo. Nadie conoce cada parte de uno mismo, asi que… ¿cómo iba a poder conocerla el otro? – dijo quitándole el abrigo. – Lo primero es ver sus manos. – dijo tocándolas- el cuello y la cara- le miró sonriente y le quitó la chaqueta y la camisa.

- ¿Y luego? – preguntó Nemir sin dejar de mirarla.

- Había que mirar las cicatrices de la espalda. – dijo poniéndose detrás de él- es importante tocarlas para distinguir las de enfermedad de las de heridas de combate- dijo dándole un mordisco en una de ellas- así sabes si es un sano y fuerte, o enfermo y débil. También son importantes los brazos, - dijo tocándole uno mientras se abrazaba con él. Nemir era algo más alto que ella asi que desde ahí la tenía en sus brazos y no le quitaba ojo- para saber si podrían apoyarse en ellos o, por el contrario, darles apoyo- se recostó sobre el levemente. – También el torso es importante- dijo ya dejando de mirarle, y acariciando sus cicatrices- si se mantiene duro, la relación será larga, pero si por el contrario está blando, la pareja no vivirá mucho. – No paró de tocarle.

- ¿Cuál es el siguiente paso? – dijo sin soltarla

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