La primera prueba

El reino era precioso. La muralla tenía unos tonos rojizos mezclados con marrones, y la puerta, demasiado nueva, era una auténtica obra de artesanía, en donde se podían ver grabados de dragones. Cuando llegaron a la plaza, llevaban una comitiva de gente detrás de ellos desde hacía rato. Salió del carruaje intranquila y al levantar la vista miró maravillada el castillo. No tenía idea sobre su valor, pero le pareció mucho mejor que el de su padre, aunque curiosamente no parecía tan impresionante a primera vista. Era más útil que decorado, y eso le pareció mucho más sensato. En las escaleras vio, esta vez sí, a quien era su prometido, aunque sólo de espaldas y brevemente.

Mantenía una buena postura la cabeza alta y mirada interesada, y aunque parecía una locura, creyó por un segundo que lo había visto antes. Se fue rápidamente dentro sin pararse a ayudar a sus nuevos huéspedes, dejando que uno de los hombres a su cargo les ayudara con todo el viaje.

- Señora, por aquí. Los cuartos de la zona este están preparados para usted. – ella miró a su sirvienta, pero ella no subió las escaleras. – a partir de ahora, tendrá un sirviente de la casa, es la costumbre- dijo al notar su mirada de incomprensión. Siguió el camino que el joven le indicaba sin perder detalle de todo. Se sentía observada, aunque casi no vio a personas.

El rey recordó su primera impresión. Parecía interesante y eso era nuevo.

- ¿Qué sabes de ella? – preguntó al que le acompañaba.

- En realidad, casi nada, es la primogénita del rey, pero hasta hace unas semanas nadie la conocía. Parece más despierta que las otras, como si hubiera recibido entrenamiento.

- Notó que estaba escondido, y me atacó.

- ¿Por qué te escondiste de la princesa?

- Mi intención inicial era acompañar el carro, cuando me los encontré de vuelta, pero entonces la vi salir. No quería que me encontrara antes de tiempo. Curiosamente, supo que estaba en el árbol. Está claro que ha recibido entrenamiento. Quiero que la investigues, una princesa no debería haberme descubierto.

- ¿Cree que es una espía?

- Tu investiga.

- Si señor

Llegó a su habitación, y una sirvienta le esperaba. Hizo una reverencia, pero no habló. El joven que la había acompañado, decidió explicarle.

- Las sirvientas no hablan con las prometidas. Puede pedirle lo que quiera mientras esté instalada aquí. Ella estará encantada de atenderla. Como es costumbre su ropa actual debe ser cambiada durante su estancia aquí, por lo que luego pasará el sastre y la costurera. – Hizo una reverencia y se alejó cerrando tras de sí. La sirvienta le señaló el baño.

- Gracias. – dijo mientras la ayudaba a desvestirse. La sirvienta no podía hablar, era parte de las costumbres, pero se quedó impresionada. ¿Una princesa le acababa de agradecer? ¿Qué clase de noble era?

No fue lo único que le llamó la atención. Al desnudarse vio un dibujo tatuado en la espalda de la noble. Algo que no reconocía, pero no se atrevió a contarlo. No sabía de que reino provenía ella, y a lo mejor era un tatuaje propio de las princesas. También descubrió con asombro que tenía cicatrices. No eran grandes, y parecían viejas, pero estaba claro que no eran por alguna enfermedad. Empezó a tener más dudas y no pudo evitar tocar una cuando la enjabonaba. Ella le cogió la mano.

- Son sólo historias, no es necesario preocuparse por el pasado. – la sirvienta asintió y la princesa le soltó. Esa princesa era muy fuerte.

El rey esperaba ansioso en el salón al que le habían ordenado ir. Esperaba que su propia hija hubiera dejado de hacer cosas innecesarias. No quería entrar en conflicto. Pronto apareció el guerrero que acompañaba al rey.

- Como es tradición en este país, la princesa será sometida a una serie de pruebas durante unos días de diferente índole, para comprobar si es una digna prometida, a parte de las obvias clases de decoro propias de la zona. Durante todo este tiempo tendrá tanto ella como usted a cargo sirvientes del palacio. Si no supera alguna prueba, volverá con ella a su palacio y no podrá volver a pisar el país. Si, por el contrario, es la indicada, se empezará con los preparativos de la ceremonia, y dos sirvientes elegidos de su reino podrán acompañarla aquí dentro como muestra de alianza, hasta el fin de la boda. Desde el momento en que sea la elegida dejará de poder ver la cara de su hija. Durante las pruebas es importante que entienda una cosa: si la ve más de una vez a la semana será expulsada. Si le da cualquier advertencia sobre alguna cuestión hablada aquí será expulsada, y si intenta que algún sirviente suyo entre aquí, perderá su mano.

- ¿La de ella? - dijo sin entender todo lo que le contaba. ¿Y el joven rey? El hombre negó.

- Usted perderá su mano. – aclaró. - ¿Alguna otra cosa?

- No, creo que está claro.

- Disfrute de su estancia aquí señor- dijo inclinando la cabeza. En ese mismo instante un sirviente apareció.

La joven no volvió a ver a su padre el resto del día y los siguientes. No habló con nadie, y en general comía sola. Dos mujeres la acompañaban a todos lados, pero parecía tener muchos límites en lo que podía ver y hacer. Tras tres días de paseos aburridos y silencios espesos apareció de nuevo el sirviente.

- Buenos días señora, hoy haremos una visita por el castillo. Quiero presentarle a las doncellas. – ella asintió.

Siguieron el camino de siempre, pero esta vez, de repente giraron por un corredor que hasta ese momento parecía haber tenido prohibido el acceso. Cuando llegó al final de éste, el sirviente abrió la puerta y en una habitación, una serie de mujeres hicieron una reverencia.

Pero había unas ahí que no encajaban. Ella no había tenido doncella mucho tiempo, pero si sabía cómo se comportaba una cuando lo era. Y esas dos hacían una reverencia poco preparada, como si no la hubieran tenido que hacer demasiado, y aunque llevaban las mismas ropas e intentaban tener el mismo aspecto sumiso, sus posturas les delataban. ¿Sería la primera prueba?

- Tiene ante usted a nuestras doncellas. ¿Hay alguna que le llame la atención? – estaba claro que lo era. Curioso. No había esperado semejante prueba.

- Permítame decirle que anda usted equivocado. Aquí solo tres son doncellas. – el sirviente la miró interrogante. Pero si sólo había dos nobles, ¿a que otras dos se estaba refiriendo?

- En primer lugar, usted, si me permite no es doncella, es más probable que sea parte de la nobleza y su hermana ahí presente tampoco es buena fingiendo, dijo señalando al lado opuesto. – Las aludidas sonrieron y dieron un paso. – Pero a parte hay otras dos personas que se hacen pasar por doncellas aquí. La que estaba a su lado es claramente cocinera, sus manos la delatan, y la que se coloca en medio se hace cargo de los huertos de las afueras de palacio. Por lo menos hasta hace tres días, cuando la vi trabajar de camino a la plaza.

- ¿Cómo supo lo de las otras? Ni siquiera yo lo sabía.

La joven sonrió levemente, pero no dijo más.

- ¿Hay alguien más a quien quiera usted presentarme? Me gustaría pasear por los patios del castillo, tengo entendido que son preciosos.

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Comments

Jenifer Iguini

Jenifer Iguini

ay que padre 🤦‍♀️

2024-03-14

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